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Si te invitan a una boda y no quieres pagar de más, tenemos la solución: el sobre abierto
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Si te invitan a una boda y no quieres pagar de más, tenemos la solución: el sobre abierto

Desde que los enlaces matrimoniales se han convertido en un espectáculo, tenemos miedo de que hagan negocio a costa de nosotros. No se preocupe, en La Mancha tienen un truco

Foto: Foto: Reuters/Vincent West.
Foto: Reuters/Vincent West.

"Lo peor de todo no es que fuera la peor boda de la historia, es que los novios se pasaron todos los días hasta la ceremonia diciendo que íbamos a alucinar, que iba a sorprendernos todo muchísimo, que nos íbamos a quedar a cuadros… y efectivamente, así fue, pero pensando que estábamos en una cámara oculta. Quiero decir, si tú me dices que te vas a montar una casa rural con barbacoa yo te aplaudo y me quito el sombrero, si me vendes un bodón único y me ofreces esa mierda, pues me cago en tus muertos. Y el resto de mis amigos más aún, claro, porque ellos no tienen mi sana costumbre y pagaron sus 150 euros por cabeza antes para encontrarse tremebunda mierda".

Roberto (nombre ficticio, obviamente) asistió hace un mes a la boda de la que está hablando, en la que agradeció la costumbre que había adquirido desde hacía años: pagar el regalo al día siguiente de la boda. Primero por despiste, y más tarde "porque me toca la moral la exigencia de pasta". El mes pasado, tras el enlace celebrado en una finca en los confines occidentales de la Comunidad de Madrid, decidió entregar mucho menos de lo que había pensado en un primer momento. "En esta directamente tuve que pagar menos de lo establecido porque claramente esa gente quería sacar dinero a nuestra costa (cosa que consiguieron)".

"Le costamos 50 euros por cabeza, así que le dimos 100 cada uno"

Bienvenidos a la galería de horrores de las bodas, que como explicaba Diana Rubio, directora académica del Instituto Académico de Estudios de Procotolo IMEP, se han convertido en "un espectáculo pensado para los asistentes, no para los novios". Este nuevo estado de las cosas tiene dos implicaciones. Por el lado de los invitados, la sensación de sentirse estafado si el espectáculo no está a la altura de lo esperado (o de lo que hemos ingresado en ese número de cuenta no tan sutilmente impreso en la invitación de boda). Por el de los novios, la posibilidad de hacer cierto negocio reduciendo costes para que cundan los 150 euros de media por cubierto, como haría un festival de música.

Preguntar a la pareja de Roberto, Virginia (nombre también protegido) por la boda en cuestión supone recibir un audio de trece minutos y veintidós segundos enumerando despropósito tras despropósito. Para no desvelar la identidad de los invitados (y novios), ahorraremos detalles que permitan identificarla: "La novia ni se acercó a saludarnos. Es la boda en la que menos he comido, en la que más hambre he pasado, y más que diferente fue cutre", recuerda. "Te puedes ahorrar dinero en muchas cosas, pero si montas una boda es para darles de comer y beber, no para que estén los invitados diez minutos de pie para coger un trozo de carne".

Foto: Foto: Getty/Manuel Medir.
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La solución: "Nos esperamos, al día siguiente dimos muy poco dinero (200 euros) porque vimos que la casa rural salía a seis euros la cabeza, el catering lo miramos y eran 30 euros… Le costamos 50 por cabeza así que le dimos 100 cada uno, pero otros invitados que ya habían hecho el ingreso decían ¿hemos pagado 300 euros por esto?" Es un ejemplo más de una revolución contra la "multa", como se conoce popularmente a pagar el precio del cubierto, y que tiene otras expresiones tradicionales más allá de ingresar una cantidad inferior tras la boda: el viejo truco del "sobre abierto".

Cuánto cuesta el amor

Desde hace décadas, en algunos rincones de España, se estila llevar un sobre lleno con el dinero que en principio pensamos pagar para que, antes del momento de la entrega, uno se acerque al baño para sacar (bastantes veces) o introducir (algunos menos) billetes en función de lo bien o mal que ha resultado el banquete. "A la boda de los amigos se va con sobre cerrado (y suele acompañarse con algún regalito), esto del sobre abierto es sobre todo con bodas de compromiso", explica Clara, una vecina de Madridejos (Toledo).

"Es común que la gente saque dinero del sobre y que vaya a tu casa a quejarse"

Su procedencia no es casualidad. La mayoría de historias relacionadas con la dinámica del sobre abierto provienen de la tierra de Don Quijote. "En los pueblos se estila muchísimo, llevas el sobre abierto con una cantidad asignada, y según vaya la boda, vas sacando o metiendo (más bien sacando), y una vez asignado se lo entregas; ahora con las transferencias pasa lo mismo, se espera hasta el final para saber cuánto pagar"; explica una vecina de Illescas. "Yo lo he visto, pero más bien para meter más dinero", añade un desprendido albaceteño. "Está muy vinculado a la cantidad de jamón servida", añade otro. "Ah, pero yo pensaba que era lo que se hacía siempre", aporta una vecina de Alcázar de San Juan.

Clara tiene su propia opinión. "Una boda manchega es mejor cuanta más comida veas que se tira o cuanto más sientes que estás a reventar (si no hay paletilla de cordero, no has comido), aunque ojo, esto ha cambiado muchísimo", explica. "Es muy común que la gente saque dinero del sobre si no le gusta, incluso ir a tu casa a quejarse si considera que no has puesto suficiente comida. Me dicen amigos que también han hecho eso de meter dinero, pero poquísimo".

Para Rubio, experta en protocolo, esto es, cuando menos, sorprendente. "A nivel protocolario, siendo literales, decirle al anfitrión que no te ha gustado la comida o que no está a la altura es lo más antiprotocolario que existe, porque rompe con todas las normas de cortesía", explica Rubio. Por otra parte, sacar dinero del sobre es un paso más allá. Para la experta, "entramos a un nivel ético también importante: estás poniendo el precio a una invitación y según te guste más o menos, dejas más o menos. Es lo personal por encima de todo".

"El menú consistía en una trucha y unos bocadillos de mortadela. Sacaron 180 euros"

Algunas de estas historias también proceden de regiones vecinas, como el norte de Cáceres. Una vecina de la sierra de Gata refiere el siguiente relato: "Típica boda del primo del pueblo a la que mis padres mandan a mis hermanos. El menú consistía básicamente en una trucha y montaditos de mortadela (hay que asumir que mi hermano puede exagerar pero mi hermana, que no come nada, pasó mucha hambre). Así que cogieron el sobre con los 300 euros que le había dado mi madre y lo dejaron en 120. Cuando volvieron a casa y se lo contaron a mi madre, mi hermana, cargada de razones, respondió: 'A ver, mamá, que hemos tenido que ir a comprarnos unos bocadillos. Necesitábamos el dinero'". Como ella misma refiere, "es uso y costumbre en toda la comarca".

Un paréntesis antropológico

La antropóloga Luisa Abad González, profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha, participó en 2009 en el proyecto de investigación 'Ritos de ciclo de vida (1901-2009): un patrimonio etnológico castellano-manchego entre el olvido, la continuidad y la transformación', dirigido por Juan Antonio Flores Martos, que analizaba la evolución de esta clase de ceremonias. La mayoría de las invitaciones en la primera mitad del siglo XX eran de carácter muy cercano, en las que solo se invitaba a los allegados.

placeholder Cuecen habas hasta en Changyang. (Reuters/Jason Lee)
Cuecen habas hasta en Changyang. (Reuters/Jason Lee)

"Los regalos eran objetos o enseres que ayudaban a los nuevos contrayentes a montar su hogar, incluso animales", explica a El Confidencial. "Y existían unos documentos privados llamados hijuelas donde se anotaba la adjudicación de bienes de cada contrayente al matrimonio: una viña, una borrica, un arca, un carro, un mantón de seda, etc., etc. Poco a poco, se han ido produciendo transformaciones que han llevado las bodas del ámbito familiar/vecinal más humilde y sencillo a otro de mayor ostentación donde intervienen varios factores: económicos, sociales, culturales".

En su trabajo, los antropólogos accedieron a documentos privados tan recientes como 2004 "donde se anotan rigurosa y pormenorizadamente las cantidades de dinero que dan los invitados (ya sean familia, vecinos, conocidos con los que hay que 'cumplir') y esta contabilidad privada no caduca, es decir, se tiene en cuenta para saber lo que 'hay que dar', nunca menos de lo que te han dado, y si es posible, dar algo más si el convite, el lugar, las atenciones, etc., complacen a los invitados". Clara tiene algo que aportar al respecto: "Todo el dinero que das y todo el dinero que has recibido lo tienes muy registrado. Y bien que se saca cuando hay bodas de después. Es decir, que si tú me diste 150 en mi boda de hace cinco años, pues yo te voy a dar lo mismo. Si hace más tiempo, se ajusta un poco".

"Las familias pudientes vuelven a celebrar sus bodas en fincas campestres"

La antropóloga es muy cauta a la hora de establecer una teoría sobre por qué el sobre abierto es una costumbre propiamente manchega, y considera que debería investigarse en más profundidad, pero proporciona más observaciones. "Aquí en Castilla-La Mancha no se iba de viaje nadie hasta que empezaron a ponerse de moda los viajes a Mallorca, luego a Las Canarias, más adelante a Cancún o la Riviera Maya y ahora, si no te vas a Dubái o destinos muy lejanos como Japón, cruceros de larga duración etc. nada; en la primera mitad del siglo XX podían casarse un día y al siguiente estar trabajando en la era", explica. "Sin embargo, pudimos detectar que la gente de muy alto poder adquisitivo tornaba a celebrar sus bodas en fincas campestres, a ser posible lo más rústicas posibles, con producto de la tierra, es como si se diera un cambio de tornas, un 'mundo al revés'".

"En España, y sobre todo en Castilla, y no digamos Extremadura, ha habido hambre, miseria y tremendas desigualdades sociales, desde que las bodas se mercantilizan, se imitan modelos externos y salen del ámbito familiar/vecinal, se producen grandes transformaciones", concluye la antropóloga.

Hablemos de la boda-negocio

La mayoría de las explicaciones aducidas para retirar dinero del sobre apuntan en la dirección de las conocidas como "bodas-negocio", cada vez más frecuentes y que tienen como objetivo que la diferencia entre lo invertido por los novios en el evento y lo recibido por parte de los invitados arroje un saldo sospechosamente positivo. Roberto y Virginia están convencidos de que la boda del mes pasado fue una de esas: "La novia tenía un proyecto fuera y sabemos que se lo hemos financiado. Es que ni nos han dicho adiós, ni gracias: ha sido la boda sacacuartos".

Foto: La potente industria de confirmar tu amor en público. (iStock) Opinión

¿Cómo se puede identificar una boda sacacuartos? No hace falta ser muy listo, especialmente si alguien ha organizado una boda: una sospechosa austeridad y una cantidad exagerada de invitados, muchos de ellos familiares y amigos lejanos, compañeros que terminarán volviendo al autobús con el estómago vacío o una cantidad desproporcionada de invitados que no saben qué pintan ahí.

Como recuerda Clara, "en cuanto a por qué ocurre en La Mancha, mucha gente se tomaba las bodas con afán recaudatorio (bodas de 600-800 invitados, por ejemplo), y donde más se veía eso era en la comida del banquete. Por eso el sobre se quedaba abierto". Una suerte de taquilla inversa en la que uno paga en función de lo que le ha gustado la obra: una vez más, la boda como espectáculo. Qué lejos queda el comercio de los trobriandeses que navegaban cientos de kilómetros en canoa para otorgar sus dones en el intercambio kula que retratase Malinowski, aunque antropológicamente sea igual de fascinante. Es el mercado, amigo.

"Lo peor de todo no es que fuera la peor boda de la historia, es que los novios se pasaron todos los días hasta la ceremonia diciendo que íbamos a alucinar, que iba a sorprendernos todo muchísimo, que nos íbamos a quedar a cuadros… y efectivamente, así fue, pero pensando que estábamos en una cámara oculta. Quiero decir, si tú me dices que te vas a montar una casa rural con barbacoa yo te aplaudo y me quito el sombrero, si me vendes un bodón único y me ofreces esa mierda, pues me cago en tus muertos. Y el resto de mis amigos más aún, claro, porque ellos no tienen mi sana costumbre y pagaron sus 150 euros por cabeza antes para encontrarse tremebunda mierda".

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