La nota de la mujer de Luis Lorenzo que sugiere que a Isabel también la doparon con pastillas

Cuando los investigadores hablaron con la familia de Isabel, una de sus sobrinas les explicó que su tía solo padecía de sordera y de varices. Les explicó que para sus 85 años su estado de salud era muy bueno. Vivía sola, se organizaba y era capaz de seguir plantando patatas en su huerta e ir luego al mercado de Oviedo a venderlas. El testimonio de otros familiares de la zona y sus amigas refrendan esta misma idea. Es decir, antes de que Luis Lorenzo y Arancha Palomino se llevaran a Isabel con la excusa de que iban a darle unos cuidados que en Asturias no estaba recibiendo, la tía Isabel estaba bien de la cabeza. Entonces, ¿qué pasó en Madrid? ¿Qué pudo ocurrir en la capital que provocase que ella tuviese síntomas que se pudieran confundir con la demencia severa?

Durante el registro de la casa, los investigadores de la Guardia Civil, recogieron todo tipo de botes con sustancias desconocidas, un montón de pastillas y una nota escrita, al parecer, por Arancha. Se trata de un trozo de papel escrito con bolígrafo azul en el que se pautan las medicinas que debe tomar a diario su tía Isabel. Lo estructura en tres tomas, desayuno, comida y cena. Llama la atención la cantidad de medicamentos que, de repente, tomaba la anciana y que no tenía prescritos en Asturias. Es llamativo que tiene dos antipsicóticos pautados: Abilify y Reminyl.

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Sin embargo, en el cuerpo de la víctima se encontraron hasta cuatro principios activos de antipsicóticos. En las muestras de sangre que se analizaron aparecieron: risperidona, haloperidol, quetiapina y aripiprazol. ¿Quién y por qué se los dieron si no estaban pautados ni por la propia Arancha en sus anotaciones? ¿Alguien trató de llevarla a la demencia severa dándole una sobredosis medicamentos o, al menos, provocarle efectos secundarios que diesen la impresión de que padecía esa demencia severa?

Si se analizan los prospectos de los antipsicóticos, se observa que muchos de los efectos adversos frecuentes son las caídas (Isabel no paraba de caerse), las heridas (la víctima las tenía), sentirse muy cansado, débil o con malestar general (se pasaba el día tumbada), disminución del apetito (en su muerte acabó pesando solo 55 kilos), temblores y espasmos musculares (los padecía), agitación/agresividad (está descrita en los informes médicos), problemas con el lenguaje (llegó a no poder comunicarse), movimientos inusuales con la cara y la lengua (se describe en el sumario como tenía la boca torcida)…

¿Padecía demencia severa con todos esos síntomas o las brutales cantidades de pastillas que le dieron provocaron efectos secundarios que los médicos confundieron con esa enfermedad? Sobre lo que no hay ninguna duda es en que la tía Isabel era una mujer sana e independiente en Asturias y solo tras su viaje a Madrid se convirtió en una mujer dependiente, incapaz de valerse por sí misma y que había perdido la cabeza. ¿Buscaron anular su voluntad para que la tía Isabel le otorgase a Arancha Palomino la herencia y poderes para manejar su cuenta?

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La mujer de Luis Lorenzo aseguró que ella se trajo a Isabel a Madrid para cuidarla y que recibiese los cuidados de los que en Asturias no disponía, pero lo cierto es que en la capital acabó enfermando gravemente y finalmente murió por la ingesta de dos metales pesados, cadmio y manganeso. La lista de medicamentos que tenía que tomar a diario, en teoría, se los debería haber recetado un mismo médico. Y eso es probablemente lo que la Guardia Civil esté investigando ahora, si existe un médico de cabecera que le recetase todos con la pauta que escribió Arancha Palomino, o si fue la mujer de Luis Lorenzo la que, por su cuenta y riesgo, consiguió diferentes recetas de especialistas que no se conocen entre sí para atiborrar a su tía Isabel a pastillas.