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El Cuco y su madre, a juicio en el caso Marta del Castillo: mentiras, impresiones y sexo
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Se les juzga por falso testimonio

El Cuco y su madre, a juicio en el caso Marta del Castillo: mentiras, impresiones y sexo

El Cuco afirmó que jamás estuvo en la casa de León XIII cuando murió Marta del Castillo. Su madre corroboró la coartada. Pero las conversaciones grabadas por el Infiltrado demuestran lo contrario

Foto: El Cuco y su madre, tras abandonar el juzgado en 2016. (EFE/Raúl Caro)
El Cuco y su madre, tras abandonar el juzgado en 2016. (EFE/Raúl Caro)

Al Cuco y a su madre, Rosalía, se les juzga por falso testimonio, concretamente por mentir en el juicio en el que se condenó a Miguel Carcaño por el asesinato de Marta del Castillo. Para que el relato sea comprensible, antes tengo que presentar a otro protagonista, al que se bautizó como 'el Infiltrado'. Este es un hombre vinculado al ámbito policial/delincuencial que en 2009, tras la desaparición de la joven sevillana, decide por su cuenta y riesgo hacerse amigo de la madre del Cuco y de Ángel, el marido de ella, quienes estaban al borde del divorcio. Los tres se conocían de vista de un bar que frecuentaban y él fue estrechando la confianza hasta el punto de, según cuenta el Infiltrado, mantener una relación con ella más íntima. Eso sí, siempre con una grabadora oculta encendida que registrase todas las conversaciones. No lo hacía por dinero, sino porque quería ayudar.

En una de estas charlas, registra algo importante que él mismo relata así: “En esta grabación que mantengo con Rosalía, ella en actitud jocosa se ríe de las labores de búsqueda que se están emprendiendo para buscar a Marta. Entonces ella me insiste en que el cuerpo no va a aparecer, me hace esa afirmación, digo, bueno, puedes tener esa idea después de que hayan estado buscando en un sitio, en otro sitio y el cuerpo no haya aparecido, pero, claro, en algún momento aparecerá. Y ella me contesta: 'No, el cuerpo no va a aparecer'. Yo le explico que esa afirmación tan tajante no la puede hacer porque no tiene una bola de cristal para saber si la van a encontrar y ella insiste: 'Vamos a ver, cuando te digo que no va a aparecer, es que no va a aparecer y no es que yo sea bruja, es que no va a aparecer nada'. Le contesto diciéndole que solo una persona que tenga pleno conocimiento de lo que pasó puede hacer semejante afirmación. 'Pues entonces, ¿qué te estoy diciendo?', me contestó”.

placeholder Llegada al juzgado de Sevilla del supuesto infiltrado en 2017. (EFE/Raúl Caro)
Llegada al juzgado de Sevilla del supuesto infiltrado en 2017. (EFE/Raúl Caro)

Ante la gravedad de lo grabado, el Infiltrado, que tiene un contacto en Udyco de Sevilla, le traslada la grabación, según relata él. A su vez, el audio llega al Grupo de Menores de Policía Nacional, con los que el Infiltrado cuenta que se reúne. A partir de entonces les va informando de todo lo que se relata en la familia del Cuco y, lo más importante, queda todo registrado. Hablamos de más de 600 horas de grabaciones, que se han transcrito, que no están alteradas y que se han admitido como prueba en el juicio que comienza hoy en Sevilla. Hay conversaciones que demuestran que el Cuco y su madre mintieron en la vista oral en la que se juzgó a Miguel Carcaño, a su hermano, Francisco Javier Delgado, a la novia de este, María García Mendaro, y a Samuel Benítez. En este juicio, el Cuco declaró como testigo porque ya había sido condenado en firme en la jurisdicción de menores por encubrimiento. Los testigos tienen la obligación de decir la verdad. La madre del Cuco, al mentir también —como su hijo, era testigo y no acusada—, no tiene la excusa absolutoria de encubrir a un familiar. Si el Cuco hubiera sido acusado, podría no haber respondido y habría evitado el delito de falso testimonio.

En el juicio de mayores, el Cuco afirmó que jamás estuvo en la casa de León XIII el 24 de enero de 2009, cuando murió Marta del Castillo. También aseguró que a la 1:30 de la madrugada estaba en casa durmiendo. Su madre corroboró la coartada. Su marido y ella aseguraron que aquella madrugada llegaron a su domicilio en torno a la 1:30 o 1:45, ella abrió la puerta de la habitación de su hijo, lo vio durmiendo, se acercó a darle un beso y cerró la puerta. Pero las conversaciones grabadas por el Infiltrado demuestran lo contrario. Esta es una de ellas:

Foto: El Cuco y su madre abandonan los juzgados de Sevilla en 2016. (EFE)

Rosalía: "Ángel ha hablado más de la cuenta ahí (…) Porque vamos a ver, si le digo que no diga esto y suelta lo que quiere. Si le doy la lección aprendida como a los niños chicos, a, b, c y d y me suelta hasta la z. Vamos a ver, Ángel, ¿no te he dicho a, b, c y d? ¿Para qué coño has contado hasta la z? Es que no lo entiendo. No estamos hablando de robar una moto o un palote (…) Estamos mintiendo con la hora a la que llegamos, cállate y mantente y di no me acuerdo y no me acuerdo (…)".

En otra conversación, Ángel, el padrastro del Cuco, ya fallecido, afirma: “Esa noche llegamos a las cuatro y pico y la verdad es que el niño no estaba en casa”.

No hay duda de que tanto el Cuco como su madre, Rosalía, y la pareja de esta, Ángel, mintieron en el juicio de los mayores por el asesinato de Marta del Castillo. Desde hoy, se enfrentan a una posible condena. El fiscal solicita ocho meses de prisión, mientras que la abogada de los padres de Marta, Inmaculada Torres, solicita dos años de prisión y 20.000 euros de indemnización por los daños morales. Al juicio está citado a declarar como testigo Miguel Carcaño, que tiene obligación de responder a todas las preguntas diciendo la verdad. ¿Qué contará esta vez?

Al Cuco y a su madre, Rosalía, se les juzga por falso testimonio, concretamente por mentir en el juicio en el que se condenó a Miguel Carcaño por el asesinato de Marta del Castillo. Para que el relato sea comprensible, antes tengo que presentar a otro protagonista, al que se bautizó como 'el Infiltrado'. Este es un hombre vinculado al ámbito policial/delincuencial que en 2009, tras la desaparición de la joven sevillana, decide por su cuenta y riesgo hacerse amigo de la madre del Cuco y de Ángel, el marido de ella, quienes estaban al borde del divorcio. Los tres se conocían de vista de un bar que frecuentaban y él fue estrechando la confianza hasta el punto de, según cuenta el Infiltrado, mantener una relación con ella más íntima. Eso sí, siempre con una grabadora oculta encendida que registrase todas las conversaciones. No lo hacía por dinero, sino porque quería ayudar.

Caso Marta del Castillo
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