Sánchez agita la corrupción del PP y ataca a Gamarra con "la libretita de Bárcenas"
El jefe del Ejecutivo esquiva las preguntas de los populares en la sesión de control sobre las cesiones al independentismo y se compromete a activar la mesa de diálogo cuando considere la parte catalana
Pedro Sánchez no ha perdido la oportunidad de agitar en el Congreso la polémica por los audios entre María Dolores de Cospedal y José Manuel Villarejo que han salido recientemente a la luz como vía para esquivar los ataques del primer partido de la oposición, desde cuya bancada siguen pidiendo explicaciones al Ejecutivo por el escándalo de Pegasus y la cesiones al independentismo. "Su Gobierno supo semanas antes de su investidura que se investigaba a líderes de ERC (...). No hay mayor ataque que entregarle un país a los que sabía que constituían una amenaza para el orden constitucional", ha lanzado la portavoz de los populares, Cuca Gamarra.
En su réplica, el jefe del Ejecutivo no ha hecho alusión alguna a la polémica de las escuchas al independentismo, y ha utilizado su turno de intervención censurando el nulo cambio en el PP tras la sustitución de Pablo Casado. "Se vanaglorian de ser el PP de hoy, que es distinto al de ayer, y se parecen más al de antesdeayer", comenzaba Sánchez, que sacaba de nuevo a relucir los casos de corrupción de anteriores etapas de los populares para esquivar la preguntas sobre las cesiones al independentismo.
"El PP de antesdeayer es el que estaba más pendiente de ver cómo paraban la famosa libretita de Bárcenas", contraatacaba Sánchez, que mencionaba de nuevo a Villarejo, la destrucción de ordenadores "a martillazos" o la llamada "policía patriótica" durante la sesión de control para escapar de la presión por Pegasus. El PP "practica la misma oposición negacionista", aañadía. Las alusiones del presidente han generado enorme malestar en la bancada popular, especialmente cuando ha utilizado la palabra "piolines" para referirse los policías y guardias civiles que fueron destinados a Cataluña con motivo del 'procés'.
La brusquedad de la respuesta del presidente al PP -ya la pasada semana acusó a los populares de "mangantes" y de ser una "desgracia" para la democracia- ha desaparecido cuando a Sánchez le ha tocado responder al líder del PNV, Aitor Esteban; y a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua. En esta última intervención, el jefe del Ejecutivo se ha comprometido a recuperar la "mesa de diálogo" y reunirse con Pere Aragonès tan pronto como la parte catalana esté dispuesta a ello. El presidente del Gobierno trata aún de cerrar las heridas que dejó en el bloque de investidura el escándalo de Pegasus, y espera reconducir definitivamente las relaciones tras su cita con el presidente de la Generalitat que, de momento, continúa sin fecha.
Aunque con un tono y unos matices diferentes, tanto la oposición como los socios del Ejecutivo han alimentado en el Congreso el 'caso Pegasus', una polémica que, en las últimas semanas, ha sacudido el tablero político y ha evidenciado la debilidad y la división en el seno del Ejecutivo. A la espera de que Sánchez comparezca en la Cámara Baja el próximo 26 de mayo, tal y como se comprometió para tratar de apagar el incendio en el bloque de investidura, tanto Bildu como el PNV han insistido en las explicaciones al Ejecutivo sobre el espionaje a líderes independentistas reconocido por la jefa de Inteligencia, destituida por Sánchez como cesión al nacionalismo.
El líder del PNV, Aitor Esteban, ha puesto este miércoles el foco en el Ministerio del Interior, y ha preguntado directamente al presidente del Gobierno si la policía y la guardia civil disponen del programa Pegasus. Tras negarlo, Sánchez se ha presentado "también" como "víctima" del software israelí, lo que ha provocado de nuevo revuelo en la bancada de la oposición.
Aunque con un tono amable, Bildu ha insistido en que Sánchez aporte más gestos para clarificar el 'caso Pegasus' porque "la mayoría de izquierdas está tocada", con el foco, de nuevo, en el impulso de una comisión de investigación parlamentaria a la que el Ejecutivo se niega. El PSOE se remite a la depuración de responsabilidades en el CNI, la investigación del Defensor del Pueblo y la convocatoria de la comisión de secretos -en la que se podrían citar a nuevos comparecientes en los próximos días- como receta suficiente para dar respuesta a los recelos de sus socios.
Pedro Sánchez no ha perdido la oportunidad de agitar en el Congreso la polémica por los audios entre María Dolores de Cospedal y José Manuel Villarejo que han salido recientemente a la luz como vía para esquivar los ataques del primer partido de la oposición, desde cuya bancada siguen pidiendo explicaciones al Ejecutivo por el escándalo de Pegasus y la cesiones al independentismo. "Su Gobierno supo semanas antes de su investidura que se investigaba a líderes de ERC (...). No hay mayor ataque que entregarle un país a los que sabía que constituían una amenaza para el orden constitucional", ha lanzado la portavoz de los populares, Cuca Gamarra.