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Lucha de egos en la montaña mágica del Pirineo: "Esto es una micronación independiente"
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Lucha de egos en la montaña mágica del Pirineo: "Esto es una micronación independiente"

Dos hermanos viven enfrentados por la herencia de una montaña. Uno quiere difundir su arte y su 'laberinto mágico' de 600 rocas esculpidas, el otro mantener la calma en el pueblo y evitar aglomeraciones de turistas

Foto: Una de las rocas de Climent Olm. (Cedida)
Una de las rocas de Climent Olm. (Cedida)
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En mitad de una montaña en el Pirineo catalán, hasta seiscientas rocas de granito esculpidas forman un 'laberinto mágico' cargado de misticismo. Simulan caras con ojos circulares y bocas cuadradas, y otras incluso representan dragones y demás criaturas fantásticas. Están colocadas de forma que todas reciben unas horas de luz al día y su autor las presenta en conjunto como "una utopía libre, pacífica, despierta y justa".

Son fruto del trabajo de Climent Olm, un artista que estuvo viviendo en una casa construida por sus propias manos a más de 1.300 metros de altura durante 27 años. Ahora, su arte permanece en la montaña pirenaica, frente a la cordillera del Cadí. Algunos se refieren al territorio como 'Rocaviva-Terra India' y fundaron una asociación cultural homónima en 2017. Lo consideran una 'micronación' independiente para desarrollarse como individuos libres. Está en la provincia de Lleida, cerca del pueblo de Musser y entre las comarcas de la Cerdanya y l'Alt Urgell.

Detrás del componente espiritual, artístico y energético, se esconde una disputa entre hermanos que viene de largo. La montaña es un 'ring' de combate para ambos. Climent se instaló en el terreno en 1986 después de convencer a sus padres; pero ahora —a sus 72 años y 36 kilos— vive en un piso en la Seu d’Urgell y se siente "un exiliado de su patria". Ton, por su parte, quiere evitar 'parques temáticos' (visitas masivas de turistas al 'laberinto mágico') en su tierra natal y que todos le dejen tranquilo.

La pelea

El terreno era propiedad familiar y accedieron a que su hijo residiera aislado y centrado en su arte como siempre había querido. Vivía despacio y creaba deprisa. El resto de hermanos residía en Musser, el tradicional pueblo a las faldas de la montaña. Los problemas llegaron con la muerte de su padre en 2008. La herencia dividía el territorio en dos: la parte del ayuntamiento de la Cedanya para Ton, la parte de l'Alt Urgell para Climent. El primero siempre quiso mantener la esencia familiar, dedicarse al ganado y vivir en armonía con lo tradicional, pero Climent empezó a tener ambiciones —y teorías espirituales— con Rocaviva. Quería enseñarle su arte a todos los que tuviesen interés.

placeholder La casa de Climent Olm, en lo alto de la montaña, reformada por Ester. (A. F.)
La casa de Climent Olm, en lo alto de la montaña, reformada por Ester. (A. F.)

Comenzó entonces una lucha de egos que se alarga hasta hoy. El artista presentó Rocaviva como un "territorio libre" y en un Puente de Todos los Santos se acumularon hasta 1.000 personas en la montaña. "Parecía una procesión", apuntan vecinos de Musser. Esto enfureció a Ton, quien supuestamente comenzó a vandalizar las obras y la casa de Climent para evitar que su montaña se convirtiese en un paraíso de turistas hippies.

El artista tuvo que irse "exiliado" en 2013 y refugiarse en un piso, desde el que ahora reclama legalmente incluso la parte de la montaña de su hermano porque algunas de sus 600 rocas se ubican allí. Climent asegura que el valor de sus obras está por encima del terreno, y aunque han tardado mucho en tasar las piedras, será un juez quien decida al heredero legítimo de la montaña.

Climent Olm, el artista

"Climent ha abandonado 'matrix", dicen quienes conocen al artista. Otra forma de decir que vive en su mundo. Tras denunciar a su hermano —y actualmente, a la espera del juicio— se refugia en la capital de la comarca de l'Alt Urgell. Solo se comunica por correo electrónico y apenas tiene contacto con nadie. Salió de la montaña en 2013 después de que "el pastor de las cabras" —nombre con el que ha apodado a su hermano—, le obligase a abandonar su hogar con actos vandálicos, algo contra lo que "la autoridad no hizo nada".

placeholder Otra de las rocas del 'laberinto mágico'. (Cedida)
Otra de las rocas del 'laberinto mágico'. (Cedida)

El catalán habla de sí mismo: "Nunca he existido y nunca volveré a existir". Después de unos años viviendo en Barcelona, se instaló en la montaña en la que permaneció durante 27 años. Tenía 36, un proyecto solitario en mente y tiempo para desarrollar su arte.

Vecinos de Musser dicen de Climent que era "un tío peculiar, con un 'ego astral' y que trabajaba obsesivamente con las piedras, pero luego empezó a cambiar". El artista, conocido por ser una persona discreta que vivía austeramente, se dio cuenta del potencial de Rocaviva y quiso luchar porque los turistas descubriesen el laberinto mágico del pirineo. Esto no gustó nada al pueblo y a la familia. Ton decidió tomar medidas al respecto para evitar aglomeraciones de gente en Musser.

Ton, el tradicional

"Alguna vez ha salido con escopetas por la calle", apuntan quienes le conocen de primera mano. Este periódico no ha podido ponerse en contacto con Ton. Le reconocen como un hombre violento, pero algunos justifican su ira por el ambicioso carácter de Climent. La comunicación entre ellos está completamente muerta. Quienes conocen a Ton aseguran que lo que quiere es mantener la tradición familiar que siempre les ha caracterizado, cuidar de los animales y mantenerse distanciado del turismo. Y aunque han sido largos años de enfrentamientos físicos, gritos y discusiones, desde la llegada de Ester las aguas parecen haberse calmado.

placeholder La puerta de la casa de Climent, vandalizada. (Cedida)
La puerta de la casa de Climent, vandalizada. (Cedida)

Ester, la pacifista

En 2017, Ester descubrió Rocaviva y consiguió —en cierto modo— intermediar entre ambos hermanos. Ahora es ella quien reside en la casa construida por Climent después de remodelarla y "hacerla suya". Dice que se enamoró del proyecto y que, "como le vibraba por dentro", sentía la necesidad de involucrarse. Así, crearon en 2017 la "Asociación Rocaviva-Terra India" y se reconocen así mismos como tribu. Si bien los miembros (cinco personas, entre las que se incluyen Climent y Ester) dotan de un carácter de 'micronación' independiente donde desarrollarse como individuos alejados del "sistema", desde Musser lo vieron como una alternativa para regularizar el turismo.

placeholder Pueblo de Musser, a las faldas de la montaña. (A. F.)
Pueblo de Musser, a las faldas de la montaña. (A. F.)

"Ahora está todo mucho más controlado", explican vecinos del pueblo. Ester compatibiliza las visitas guiadas a Rocaviva con el plantado del huerto, Climent continua en su lucha por hacerse con toda la montaña y difundir su proyecto artístico y Ton solo quiere que le dejen en paz. Mientras tanto, más de 600 rocas continúan descansando frente a la cordillera del Cadí en la excéntrica "Terra India".

En mitad de una montaña en el Pirineo catalán, hasta seiscientas rocas de granito esculpidas forman un 'laberinto mágico' cargado de misticismo. Simulan caras con ojos circulares y bocas cuadradas, y otras incluso representan dragones y demás criaturas fantásticas. Están colocadas de forma que todas reciben unas horas de luz al día y su autor las presenta en conjunto como "una utopía libre, pacífica, despierta y justa".

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