Sánchez rebaja el "efecto Feijóo" ante sus ministros y descarta un adelanto electoral
Está convencido de que la economía remontará y centrará su campaña en que "España va bien". El PSOE confía en volver a ganar al erigirse como única opción frente a las derechas
El síndrome de la Moncloa es ya un clásico entre nuestros presidentes. Marca ese momento en el que solo escuchan a los suyos y dan la espalda a la realidad del país que gobiernan. Pedro Sánchez está en ese momento o en uno de ellos. Los últimos sondeos reflejan un alza del PP y, salvo en el CIS de Tezanos, Alberto Núñez Feijóo sería el más votado. Los expertos apuntan a que con cualquier otro modelo de estimación también ganaría el PP con los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas. Lejos de llevar al desánimo, en el Consejo de Ministros lo que se palpa es que se agotará la legislatura, según han manifestado a El Confidencial algunos de los que allí se sientan. El presidente mantiene el discurso de que su proyecto es a cuatro años y, pese a haber pasado una pandemia, un volcán y una guerra en Ucrania, su hoja de ruta no ha variado, apuntan las mismas fuentes.
El "efecto Feijóo" lo enmarcan en el Gobierno en lo que en política se denomina la "cuota de pantalla", es decir, es el personaje del momento y eso suma adeptos. Un veterano socialista con asiento en el Congreso de los Diputados pone como ejemplo lo que ocurrió cuando ganó las primarias la candidata republicana en Francia, Valérie Precrésse. En diciembre del año pasado tomó el liderazgo de los conservadores y las encuestas la dispararon a cuotas en las que superaba a Marine Le Pen. Se escribió por entonces que pugnaría con Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las presidenciales. Meses después y con las urnas de por medio, no solo ha caído derrotada por la ultraderecha, sino que se ha quedado en un cinco por ciento de representación. En este espejo se miran los que cierran filas con Sánchez en su partido, que siguen siendo la mayoría pese a ir encadenando derrotas en las últimas citas electorales.
El ruido del adelanto electoral se considera "intoxicaciones sin fundamento" por los que comparten el núcleo duro del presidente
"A nadie le gusta perder, pero en unas generales tenemos todas las opciones de ganar y seguir en el Gobierno". Así de convencidos están en el PSOE. El cálculo es que Sánchez ha jugado desde el principio con las luces largas puestas. El ruido del adelanto electoral se considera una "intoxicación sin fundamento" por los que comparten el núcleo duro del presidente. Los más allegados sitúan el punto álgido en la aprobación de los Presupuestos para este año. Aquí sí que la gobernabilidad estuvo en juego, según reconocen, pero una vez salvadas las cuentas no hay previsión de llamar a votar a los españoles, salvo cuestión de fuerza mayor. Y hemos pasado una pandemia. Sánchez fía todo a la economía pese a que en este momento sea su principal punto débil. Considera, y así se lo ha trasladado a su equipo, que los fondos europeos darán oxígeno a las familias, la inflación se empezará a corregir en verano y la reforma laboral seguirá favoreciendo la contratación indefinida. Es un convencido de que habrá remontada y que podrá ir a una campaña a finales de 2023 con el lema "España va bien". El presidente sacará pecho por haber aguantado las siete plagas y, además, afianzar el crecimiento del PIB. También hay una lección aprendida y es que los adelantos electorales deben justificarse de forma que el ciudadano no interprete que hay solo interés partidista. Sánchez no va a jugar esa ruleta rusa.
En estos momentos, el diagnóstico suena a muerte lenta, pero en las filas socialistas se escucha como música celestial. Hay una derivada política que es la que da alas a la teoría de que no estamos ante un cambio de ciclo político, pese a la llegada de Feijóo. En el socialismo observan, mientras comen palomitas, el derrumbe de Podemos. Cada día constatan cómo crece la crisis entre las ministras Ione Belarra e Irene Montero con Yolanda Díaz. "En el Gobierno, lo más difícil no es un pacto PSOE-Podemos, es toda la guerra que hay hasta llegar dentro del propio Unidas Podemos", refiere un diputado con vistas privilegiadas en el hemiciclo. Lo que hasta ahora se ha leído como un problema, porque Sánchez necesitará de una muleta para gobernar, entre los parlamentarios del PSOE se empieza a ver como el fin de la pesadilla. El veredicto es que Sánchez se ha quedado solo como único líder capaz de ofrecer un proyecto de izquierdas a los españoles. Sin Pablo Iglesias y con un Ciudadanos en la UCI, el presidente será la única alternativa a la derecha cuando convoque elecciones, explican fuentes socialistas. A partir de esta premisa se apela a la paciencia para que los sondeos de final de año rebajen al PP y empiecen a trasvasar el voto de Podemos a Sánchez. Hasta el momento esto no se produce, pero en Moncloa esperan que acabe sucediendo.
Por el contrario, a Feijóo le ven atado por su pugna con Vox. Entre algunos ministros existe la convicción de que el Gobierno de coalición en Castilla y León pasará factura a las siglas. El PSOE lo va a alimentar y aprovechará la fuerte división a su izquierda para convertirse en el adalid para frenar la pinza PP-Vox. La campaña de Andalucía, cuya convocatoria electoral se prevé inminente, será el laboratorio de "socialismo o caos". Además, el hecho de que Feijóo, que se convertirá en senador por designación autonómica próximamente, no tenga escaño en la Cámara Baja, es interpretado como una desventaja por los socialistas, que colocarán al frente del tándem PP-Vox a Santiago Abascal.
Más allá de este optimismo, hay preocupación por el desgaste que están suponiendo las últimas derrotas en las urnas, pero no se achacan tanto a la marca como a la particularidad del territorio y al candidato. "Cada uno te dirá que el PSOE está bien o mal en función de su territorio'', aclara un barón autonómico al que las encuestas le dan mayoría absoluta. En Andalucía hay pesimismo, aunque queda la confianza de que cale el mensaje de que Juan Espadas es la única opción posible para que no llegue la ultraderecha a la Junta. Y para reforzar el argumento de que no hay nada perdido, recuerdan que cuando el PP conquistó Andalucía, todos daban por hecho que habría una suma PP-Vox en el Gobierno central, pero no fue así: "Situaciones de riesgo para el PSOE eran cuando los sondeos daban ganador a Rivera o el sorpaso de Podemos. Lo de Feijóo es la foto del momento". Los datos, tanto económicos como demoscópicos, son descorazonadores, pero en manos del triunvirato Adriana Lastra, Óscar López y Félix Bolaños está que el milagro se haga posible y Sánchez resista y gane.
El síndrome de la Moncloa es ya un clásico entre nuestros presidentes. Marca ese momento en el que solo escuchan a los suyos y dan la espalda a la realidad del país que gobiernan. Pedro Sánchez está en ese momento o en uno de ellos. Los últimos sondeos reflejan un alza del PP y, salvo en el CIS de Tezanos, Alberto Núñez Feijóo sería el más votado. Los expertos apuntan a que con cualquier otro modelo de estimación también ganaría el PP con los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas. Lejos de llevar al desánimo, en el Consejo de Ministros lo que se palpa es que se agotará la legislatura, según han manifestado a El Confidencial algunos de los que allí se sientan. El presidente mantiene el discurso de que su proyecto es a cuatro años y, pese a haber pasado una pandemia, un volcán y una guerra en Ucrania, su hoja de ruta no ha variado, apuntan las mismas fuentes.