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Directivas, militares y científicas, los trabajos donde más se tarda en ser madre
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ENTRE 35 Y 36 AÑOS

Directivas, militares y científicas, los trabajos donde más se tarda en ser madre

Entre los datos que sirven para medir la caída de la natalidad, uno es el relativo a la edad en que las mujeres tienen a sus hijos, cifra que crece año a año desde que existen registros

Foto: Ilustración: L. Martín.
Ilustración: L. Martín.
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Ana* fue madre con 28 años, aunque tenía ganas de tener un hijo desde que se casó, con 21. Sin embargo, su trabajo como militar no facilitaba traer un niño al mundo. “Me habría gustado ser madre joven, pero la situación no era viable. He visto a muchas compañeras embarazadas tener que ir en el carro de combate. Antes no teníamos derecho a nada, ni te quitaban guardias ni maniobras”.

El año antes de dar a luz, en 2006, las cosas en las Fuerzas Armadas empezaron a cambiar. Por primera vez, una orden ministerial les dio acceso a reducciones de jornada y flexibilidad horaria si tienen a menores de 12 años a cargo. “Vi la luz y, como justo aprobé la oposición, empezamos a intentarlo”.

Pero la discriminación por tener un hijo continuó a pesar de los cambios normativos, especialmente desde que se cogió la jornada reducida con su segundo hijo. “Se te juzga, te ven como si no fueses militar las 24 horas porque tienes otra obligación. Desde que he sido madre, mis calificaciones anuales no han hecho más que bajar y no he podido ascender”, cuenta a este diario.

"He visto a muchas compañeras embarazadas tener que ir en el carro de combate, antes no teníamos derecho a nada"

Más de una vez sus compañeros la han llamado ‘reducida’ por su tipo de jornada, y la nube de duda sobre su productividad no ha dejado de atormentarla. “Mis superiores me han exigido hacer el trabajo de los demás o me han mandado más trabajo justo cuando era la hora de marcharme… Si no llegas a todo, te dicen: ‘Contrata a alguien’. Pero si no paso de tropa mi sueldo no llega. Y tampoco puedes coger a alguien con un trabajo en el que tu horario puede cambiar de un día para otro”.

La de militar es una de las profesiones donde a las mujeres más les cuesta tener hijos. La media para tener un primogénito está en los 35 años, igual que en las científicas e intelectuales. Solo las superan las directoras y gerentes, con 36 años de media, según el análisis de los microdatos de la estadística de nacimientos para el año 2020 que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE).

En 2020 nacieron algo más de 341.000 bebés en España y un 51% fueron primogénitos. Entre los datos que sirven para medir la caída de la natalidad, uno es el relativo a la edad en que las mujeres tienen a sus hijos, cifra que crece año a año desde que existen registros. En 2020, la edad media de las primerizas se situó en 31,2 años, una décima más que el año anterior, pero hay hasta cuatro años y medio de diferencia en la edad a la que las madres tienen a su primer hijo según su ocupación laboral.

María José Estarán es investigadora de historia antigua en la Universidad de Zaragoza y tuvo su primer hijo a los días de cumplir 34 años, nada más conseguir, por primera vez, una situación laboral estable para al menos tres años. “Lo fui retrasando porque no tenía ningún tipo de estabilidad. Los contratos, como mucho, son de dos años. Y solo te prorrogan o suspenden el contrato temporal el tiempo de tu baja. El permiso de lactancia, por ejemplo, no lo puedes recuperar. Si decides dar el pecho, es a costa de tu carrera. Y tampoco puedes cogerte la baja hasta que das a luz porque las mutuas se niegan”.

La gran mayoría de los científicos no empiezan a estabilizarse hasta que cumplen los 40, y la media va a peor en los últimos años. “Es tremendo, y en el caso de las mujeres no pueden permitirse una parada en su carrera en el momento en el que tienen que estar poniendo todos los andamios necesarios para que se consolide y progrese”, explica Carmen Fenoll, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). “Esto debería ser exactamente igual para los hombres que deciden ser padres, porque lo único que tienen añadido las mujeres son unos pocos meses de lactancia que no son tan relevantes. Pero, para que no hubiera diferencias, el cuidado de los niños debería estar compartido al 50% y no lo está, por lo que ellas tienen más barreras”.

"Si decides dar el pecho, es a costa de tu carrera. Tampoco puedes cogerte la baja hasta que das a luz porque las mutuas se niegan"

Fenoll también tuvo a su hija con 34 años, reduciendo considerablemente el tiempo de dedicación a su trabajo como bióloga molecular de plantas, a pesar de poder repartir el cuidado con su pareja, con la que comparte oficio. “Fueron años en los que ni nos veíamos y redujimos mucho la investigación científica, porque, además, de las nueve o 10 horas que dedicas al laboratorio, luego tienes que seguir con tus publicaciones, preparar clases, correcciones…”.

Las madres que tienen empleos “elementales”, según la definición de la Clasificación Nacional de Ocupaciones, son las más jóvenes: de media, su primer hijo nace cuando tienen 31 años. Estas ocupaciones incluyen a trabajadoras no cualificadas en el sector servicios y peones del sector agrario, construcción, industrias manufactureras y transportes. No consta información de ocupación en un 35% de los casos, para los cuales la edad de las madres primerizas cae a los 29 años.

Esta clasificación va ligada al nivel educativo. Los mismos datos del INE permiten también cruzar la edad de las madres primerizas con sus estudios. Las doctoras son las más tardías, seguidas de las licenciadas o que cuentan con un máster, mientras que las mujeres con estudios primarios suelen ser madres antes. No es nuevo que la maternidad frena o directamente para las carreras profesionales de las mujeres, pero estos datos permiten medir con bastante precisión hasta qué punto afecta a la decisión de en qué momento ser madre.

El patrón también se observa entre los hombres: los directivos o los doctorados son padres más tarde, pero la diferencia entre los distintos niveles es menos acusada. Además, es habitual que los padres tengan un cargo laboral o nivel educativo similar al de las madres. En el 80% de los casos, los hijos de madres con educación superior en 2020 tenían también un padre universitario, según los datos de los nacidos en 2020. La estadística refleja que esta relación es más fuerte entre quienes tienen estudios superiores, pero de forma general los porcentajes más altos entre el cruce del nivel educativo de padres y madres se dan en niveles parecidos.

La doble vara para medir la implicación

No es casual que, cuanto más aumenta el puesto en jerarquía, más caiga el número de hijos. “En el puesto de directiva, la responsabilidad te exige una dedicación horaria muy amplia, y los sistemas de promoción a veces te penalizan porque ni se plantean que eres capaz de compatibilizar. Y otras veces es la propia mujer la que, previendo esa implicación tan exhaustiva, cree que no va a poder integrar otros aspectos de su vida”, explica Esther Jiménez, vicerrectora de Comunidad Universitaria de la Universidad Internacional de Cataluña y experta en promoción de la mujer en la empresa.

En un estudio que realizó en colaboración con el IESE en 2017, el 45% de las mujeres entrevistadas afirmaron que en alguna ocasión les habían preguntado si tenían o tendrían hijos en una entrevista de trabajo, a pesar de ser una práctica ilegal. Además, el 35% de ellas consideraba que solo podría llegar a lo más alto en su empresa si hacían importantes renuncias familiares, impresión que a menudo compartían sus jefes.

“A una mujer madre se la considera menos implicada en la empresa, al contrario que a un hombre, que se cree que lo va a estar más. Se piensa que la trabajadora madre va a tener esa prioridad primero, la familia antes que la empresa; y el hombre, si es padre, al revés”, añade Jiménez. “Todavía estamos con ese planteamiento. Hay una cultura empresarial que no favorece la conciliación”.

Foto: La Grand Place de Bruselas. (Olivier Hoslet/EFE)

Sin embargo, el 46% de las mujeres afirmaron haber tenido que trabajar más duro para demostrar su valía cuando han sido madres. Fenoll confirma esta impresión en su sector: “En ciencia, es un factor positivo para su carrera que un hombre sea padre, quizá porque se le ve más estabilizado, mientras que para las mujeres tiene un impacto negativo, como si estuvieses menos implicada”.

Para evitar que la maternidad afecte a las carreras de las mujeres, Jiménez propone un acompañamiento previo y posterior a cada baja. “En esos meses, a veces pasan muchas cosas que las trabajadoras se pierden. Se pretende que, cuando se reincorporen, lo hagan en igualdad de condiciones, con un periodo para dejar todo listo antes de irse, y otro de adaptación al volver”.

Según su estudio, existe gran diferencia entre el número de hijos que se tienen (1,3 de media) a los que se desean (2,52). Así, un 51% de las mujeres asegura que ha tenido menos hijos de los deseados, porcentaje que baja al 41% en el caso de los hombres.

Foto: Sucursal de BBVA. (Reuters/Juan Medina)

En ello tiene mucho que ver los horarios, que consideran incompatibles con la crianza. Tanto que el 92% de las mujeres cree que existe un desajuste entre los horarios y el calendario escolar y el laboral, mientras que el 77,5% opina que los horarios de comida son demasiado extensos y tardíos, explica el informe.

También medidas como el teletrabajo o políticas efectivas de conciliación ayudarían a que más mujeres y hombres se sientan cómodos teniendo hijos. "A menudo, el problema está en que los cargos intermedios o los directivos no facilitan que se apliquen esas políticas, aunque las empresas las tengan", explica Jiménez. "Hay una barrera a la hora de solicitarlas".

*Nombre cambiado a petición de la entrevista.

Ana* fue madre con 28 años, aunque tenía ganas de tener un hijo desde que se casó, con 21. Sin embargo, su trabajo como militar no facilitaba traer un niño al mundo. “Me habría gustado ser madre joven, pero la situación no era viable. He visto a muchas compañeras embarazadas tener que ir en el carro de combate. Antes no teníamos derecho a nada, ni te quitaban guardias ni maniobras”.

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