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Unidas Podemos corta la cuerda legislativa del PSOE y prepara guerrilla en el Congreso
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Sigue la tensión en el equipo de Gobierno

Unidas Podemos corta la cuerda legislativa del PSOE y prepara guerrilla en el Congreso

La unidad de acción de los dos socios pactada en la investidura de Sánchez es historia. Este martes se debate en el Pleno una iniciativa, firmada por UP, ERC y Bildu contra el giro de "una parte del Gobierno" en el Sáhara

Foto: Ione Belarra (d) conversa con Irene Montero (i). (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Ione Belarra (d) conversa con Irene Montero (i). (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Las diferencias entre los socios de la coalición de Gobierno es algo público y notorio. Pero el giro unilateral de Pedro Sánchez en la postura sobre el Sáhara Occidental ha disparado definitivamente la exasperación de Unidas Podemos, que ha decidido redoblar su acción en el Congreso para retratar y presionar a sus socios socialistas. Las divergencias vienen de lejos –desde la negociación de la Ley de Vivienda, a finales de 2020– y han vuelto a manifestarse estos últimos días en cuestiones de Estado como Defensa o fiscalidad. Y aunque según los interesados nada de esto es sinónimo de ruptura, la distancia de pareceres augura una dinámica aún más bronca entre ambas bancadas en un momento explosivo a nivel social, con la inflación rozando los dos dígitos y devorando el poder adquisitivo. La unidad de acción pactada en la investidura es historia.

El próximo capítulo de este pulso tendrá lugar este martes, cuando se debatirá una proposición no de ley (PNL) promovida por EH Bildu y ERC, a la que se ha sumado UP. En ella se censura que "una parte del Gobierno español ha modificado unilateralmente su posición en relación con el conflicto en el Sáhara Occidental", al considerar la propuesta marroquí de autonomía para la excolonia española como la fórmula "más seria, realista y creíble". Y echando mano de una formulación comedida, exhorta al Congreso a ratificar su apoyo a las resoluciones de la ONU y a la MINURSO, la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental.

Foto: Pedro Sánchez conversando con Yolanda Díaz, durante un Pleno del Congreso. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Mientras los socialistas guardan silencio sobre lo que votarán, en Unidas Podemos la herida sigue abierta. "Todo esto iba en el programa electoral del PSOE, así que a ver qué vota su bancada. De todas formas, el PSOE no tiene el problema con Podemos, sino con toda la cámara. Se vio en el pleno del miércoles, y en la última comisión de Exteriores", explican a este periódico fuentes del grupo parlamentario confederal de Unidas Podemos. Se refieren a la débil posición de Sánchez y José Manuel Albares, sin apoyos y acorralados por las críticas de sus socios de Gobierno, los aliados parlamentarios y la oposición al completo

"La crítica que le hacemos al PSOE es que las formas de negociar y de informar no deben ser estas, precisamente con aquellos de quienes esperan un voto favorable", abunda el diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, que de paso lanza un aviso: "El PSOE no tiene 176 diputados, así que debe escuchar". De lo contrario, añade, "va a tener un disgusto, porque no le va a valer siempre decir que viene la ultraderecha". Un “susto” que tiene un serio precedente en la votación de la reforma laboral, rechazada tanto por Bildu como por Esquerra y el PNV. "Lo que hemos visto aquí es un PSOE que salvo excepciones no suele informar a sus socios parlamentarios" de medidas difíciles como la del Sáhara, comentan desde Más País. "Esto ha sido un paso mucho más allá dentro de esta dinámica", añaden en la formación de Íñigo Errejón.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Aparte de la PNL de este martes, Podemos y Bildu han sumado fuerzas con el PNV en el Parlamento vasco, donde a fines de marzo presentaron otra proposición no de ley para que la cámara autonómica manifieste su rechazo al giro de Sánchez en favor del poder marroquí e inste al Ejecutivo central a reconocer la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). En un registro más simbólico, y siguiendo con la lógica de alimentar a sus electores en cuestiones de alto valor ideológico, la formación morada envió esta semana una carta al rey Felipe VI, en la que le pide "devolver al pueblo" el palacio de Marivent, en Palma.

Acciones que desde la bancada socialista en el Congreso se relativizan con una afirmación de máximos –"la política exterior la marca el presidente del Gobierno"– y un planteamiento radicalmente pragmático, que fía la credibilidad a los resultados concretos, como las medidas anticrisis aprobadas la semana pasada o el resultado del último Consejo Europeo. "Mientras en el Gobierno muestren unidad, como partido pueden hacer lo que quieran en Unidas Podemos. Como grupo parlamentario puede presentar lo que quieran, porque los ha votado gente diferente", afirman a El Confidencial fuentes del PSOE.

Lista de encontronazos

La lista de desencuentros entre PSOE y UP en el Congreso es larga y variada. Sólo en lo que va de año han discrepado en una quincena de votaciones relativas a cuestiones de gran calado ideológico. Así, en las últimas semanas los socialistas tumbaron una modificación del Código Penal para investigar los crímenes del franquismo, la creación de una empresa pública de electricidad –el 22 de febrero, dos días antes de la invasión rusa de Ucrania– y la creación de un nuevo impuesto a las grandes fortunas. A esto se añaden las quince iniciativas que hasta el año pasado bloqueó el PSOE junto con PP y Vox en la Mesa, en las que su socio de Gobierno pedía investigar los negocios del rey emérito. “Es la primera de las divergencias, pero se asume”, apuntan con resignación fuentes de la formación morada.

PSOE y Podemos han votado distinto en una quincena de ocasiones este año. El punto de inflexión, no obstante, fue con la Ley de Vivienda

El punto más llamativo de discordia en las últimas semanas tuvo su epicentro en la política de Defensa, en plena guerra de Ucrania, con la OTAN pidiendo un esfuerzo a sus países miembros. El 22 de marzo, la Comisión de Defensa del Congreso sacó adelante una proposición no de ley del PP que insta al Gobierno a aumentar progresivamente el gasto en Defensa hasta el 2% del PIB. PSOE, populares, Vox y Ciudadanos votaron sí, y UP se abstuvo. De cara a la galería, los dos socios de coalición se alinearon para rechazar una semana más tarde una iniciativa de los de Santiago Abascal, que mezclaba el incremento del gasto en Defensa y el fin de las salidas de soldados de tropa y marinería a los 45 años. Sánchez sabe muy bien que su aliado en esta cuestión está en la derecha, como se lo confirmó Cuca Gamarra en el Congreso: “En la cuestión de la OTAN, ni su socio de Gobierno ni sus socios de investidura le apoyan. Sólo este partido, el PP”.

Choque por la ley de vivienda

Pero la madre de todas las divergencias se remonta a la negociación de la Ley de Vivienda, a finales de 2020. En noviembre de aquel año, Jaume Asens, junto con los portavoces de ERC y EH Bildu, puso cara a una enmienda de Podemos a sus propios Presupuestos Generales del Estado de 2021, para frenar cualquier desahucio sin alternativa habitacional hasta finales de 2022, así como todo corte de suministro básico. Una enmienda que cayó como un torpedo a la norma en preparación, promovida a espaldas de los socialistas y que, de inmediato, la tacharon de desleal. La tensión cobró vuelos con el respaldo de Pablo Iglesias.

En la coalición rechazan una ruptura y señalan los temas por tratar, como la derogación de ‘Ley Mordaza’ o la tramitación de la Ley de Memoria Democrática

A partir de ahí quedó abonado el terreno para la primera divergencia de voto entre los dos socios de Gobierno, que se materializó el 16 de febrero de 2021; es decir, trece meses después de la investidura del Ejecutivo de coalición, cuando Unidas Podemos se abstuvo –junto al PP– en la toma de consideración de la proposición de ley de igualdad de trato y contra la discriminación registrada en solitario por el PSOE.

El contexto era agrio en ese momento, con los equipos de Irene Montero y Carmen Calvo enfrentados por la denominada Ley Trans, con la ministra socialista en contra de la autodeterminación de género. Pero también en esos meses de enero y febrero coincidieron la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas –Pablo Iglesias irritó a los socialistas al comparar a Carles Puigdemont con los exiliados del franquismo–, y los incidentes violentos por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél, en los que Pablo Echenique se llevó el rapapolvo de José Luis Ábalos por su apoyo vía Twitter a los “jóvenes antifascistas” protagonistas de los altercados. “Somos dos formaciones políticas muy distintas, y día a día se perciben con mayor claridad nuestras diferencias”, sentenció el entonces ministro de Transportes.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Filip Singer)

Con las diferencias de cara a la galería plenamente asumidas, la Ley de Vivienda siguió siendo a lo largo de 2021 un motivo recurrente de tensión, focalizada en la exigencia de los morados de regular los precios del alquiler. Pese al acuerdo de Gobierno en ese sentido el pasado octubre, el recorrido parlamentario de este texto tuvo su punto de esquizofrenia en diciembre, cuando UP votó a favor de tomar en consideración un texto alternativo –una proposición de ley sobre el derecho a la vivienda digna, promovida por la sociedad civil–, y se topó con el no mayoritario de PSOE, PP, Vox, Cs y PNV. La Ley de Vivienda volverá precisamente a la actualidad este martes, fecha límite para la presentación de enmiendas. Unidas Podemos no descarta presentar alguna de última hora.

"No va a haber salida del Gobierno"

El PP, ansioso por un rearme electoral tras la entronización de Alberto Núñez Feijoo, observa con fruición las costuras en la coalición de Gobierno. "En el Congreso ves sus diferencias de manera constante, aunque muchas veces las recomponen antes de la sesión pública. Están poniendo chinas para alimentar el relato, y así el día que esto estalle o se convoquen elecciones, cada uno tendrá su justificación y su discurso", afirma a El Confidencial un diputado popular.

A los rifirrafes se añaden estos días polémicas inesperadas, como la de la Filosofía en la ESO, que hasta Santiago Abascal le espetó desde la tribuna del Congreso al presidente Sánchez, obligado a responder con un requiebro de ironía. “No necesitábamos esta polémica”, indican fuentes del Ejecutivo, que no ocultan el malestar interno por el manejo de la comunicación de esta medida. O el enfado de UP por la sorpresa de que el PSOE haya colado en una enmienda a la ley concursal el ascenso de Dolores Delgado cuando deje la Fiscalía General del Estado.

Desde la coalición, sin embargo, el mensaje es firme, por mucho que los roces se multipliquen y la tarea sea ingente, con numerosos trabajos pendientes como la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana, la llamada ‘Ley Mordaza’, o la tramitación de la Ley de Memoria Democrática, en la que no hay apoyos suficientes y ERC exige abrir la posibilidad de juzgar los crímenes del franquismo.

Foto: La ministra Ione Belarra. (EFE/Víctor Lerena)

"No va a haber salida del Gobierno", dicen tajantes desde la bancada de Unidas Podemos, aseverando que hay una comunicación fluida y diaria entre Sánchez y Yolanda Díaz y los respectivos portavoces parlamentarios, Pablo Echenique y Héctor Gómez. "En el grupo parlamentario se cree que la participación en el Gobierno debe seguir, porque se logran cosas aunque haya desacuerdos con el PSOE. La influencia de Podemos se ha visto en el real decreto de las medidas contra los efectos de la guerra", apuntan desde los morados, en alusiòn a puntos como la limitación al 2% de la revisión al alza de los alquileres durante al menos tres meses y la prohibición de despedir por causas relacionadas con el incremento del precio de la energía. "El ánimo es positivo. Se trabaja para sacar lo máximo posible en favor del interés general", añaden desde el grupo parlamentario socialista.

¿Y Yolanda Díaz en todo esto? La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo da una de cal y otra de arena. Afeó a Sánchez su giro "unilateral" sobre el Sáhara y ha insistido en el malestar profundo de la calle, frente a un PSOE que inicialmente ligó las protestas del transporte con la ultraderecha. También aprieta por gravar sin complejos los "beneficios caídos del cielo" de las eléctricas. Por otro lado, ha detenido su "proceso de escucha" y, como en los tiempos más duros de la pandemia, proyecta una imagen de utilidad, centrada en lo práctico y concreto.

Las diferencias entre los socios de la coalición de Gobierno es algo público y notorio. Pero el giro unilateral de Pedro Sánchez en la postura sobre el Sáhara Occidental ha disparado definitivamente la exasperación de Unidas Podemos, que ha decidido redoblar su acción en el Congreso para retratar y presionar a sus socios socialistas. Las divergencias vienen de lejos –desde la negociación de la Ley de Vivienda, a finales de 2020– y han vuelto a manifestarse estos últimos días en cuestiones de Estado como Defensa o fiscalidad. Y aunque según los interesados nada de esto es sinónimo de ruptura, la distancia de pareceres augura una dinámica aún más bronca entre ambas bancadas en un momento explosivo a nivel social, con la inflación rozando los dos dígitos y devorando el poder adquisitivo. La unidad de acción pactada en la investidura es historia.

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