El expresidente de Panamá encargó a guardias civiles comprobar si su novia era fiel
Una investigación de Asuntos Internos de la Guardia Civil destapa a una presunta organización criminal que se dedicaba a seguir a una mallorquina por los celos de su pareja
Indira aterrizó en Mallorca el 5 de junio de 2020. Ella, de 47 años, nació allí. Tenía ganas de ver a sus amigos y disfrutar de unas vacaciones. Iba sola, sin su pareja. Nunca pudo imaginar lo que le sucedería en los días siguientes. Su compañero sentimental, expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, de 70 años, desconfiado por naturaleza e incapaz de racionalizar los celos, contrató a varias personas, entre ellas cuatro guardias civiles, para seguirla y conocer qué hacía.
Incluso llegó a ordenar a uno de los agentes, con gran atractivo físico, que tratara de llevarse a la cama a su pareja para saber si le rechazaba o no, si le era fiel o no. El Confidencial ha accedido al contenido de los mensajes que el expresidente mandaba al grupo de seguimiento.
A las pocas horas de la llegada de Indira a Mallorca, Martinelli escribe a uno de los guardias civiles: "El objetivo sobre el que deben hacer el control de actividades, vigilancias y seguimientos es Indira Brunot (…). Dame la cuenta para transferir una parte". El agente responde: “Te la mandé por WhatsApp, envío de nuevo”. En otra conversación, el expresidente insiste: "Te mandaré un extra de plata para emergencias". Los mensajes parecen evidenciar que existió transacción económica.
Tras los primeros seguimientos, Martinelli encarga que se liguen a su pareja. Quiere saber si puede fiarse de ella; “Estás autorizado para ver si entras en el avispero”. Por 'avispero' se refiere, al parecer, a mantener relaciones sexuales. La respuesta no tarda en llegar: “A sus órdenes”. El expresidente insiste: “Enamorar a ver si cae”. Entonces intervienen otros dos miembros del grupo de seguimiento: "Es que quien tú quieres no está operativo ahora. Estamos otros dos".
Es decir, en ese momento, el guardia civil guapo no participa de la vigilancia, pero al expresidente le da lo mismo: “El chaval que es su tipo, que proceda”. El agente, aún sin estar trabajando, responde: “Entendido, sin problemas”. Martinelli sabe que sus órdenes se van a cumplir y anuncia: “La mujer del César no solo tiene que serlo, sino echar para atrás los ataques”.
Incluso llegó a ordenar a uno de los agentes, con gran atractivo físico, que tratara de llevarse a la cama a su pareja para saber si le rechazaba o no
El guardia civil le sigue la corriente y no tiene inconveniente en tratar de llevársela a la cama: “Todo por la patria”. A la espera de los resultados, el expresidente comenta: “Esta es su prueba de fuego, es o no una mujer seria o una guarra”. En las diligencias policiales no queda claro si finalmente se cumple el encargo o no, pero se infiere que aquella noche no acaba pasando nada.
Al tiempo que pide que la sigan, Martinelli le manda mensajes a su pareja en la que se denotan sus celos: “Te dije por favor que no me gusta que todo el día un hombre soltero que vive en tu casa este todo el día contigo y vaya a todos lados. No me gusta amor. Trata de evitarlo”. Indira, a pesar de las quejas, sigue haciendo una vida normal. Sale, come con amigas, navega y a veces hay presentes varones. El expresidente, en cuanto sabe que hay un hombre por medio, se pone de los nervios: “¿Se ve mucha amistad o concurrencia entre ellos, abrazos, besos, agarra mano...?”. Los vigilantes le responden que no. En otra ocasión que la mujer sale a navegar, el expresidente pregunta a los del dispositivo de seguimiento: “Vieron ustedes algo raro entre el capitán del bote e Indi. ¿Abrazos, besos, tocadera?”. Sus vigilantes le responden enseguida: “En principio no se vio nada, todo normal. Cualquier anomalía te informamos de inmediato”.
Uno de los momentos más críticos ocurre cuando el expresidente averigua que Indira está acompañada de un hombre, Jaime, con quien en el pasado, al parecer, tuvo algo: “Ojo con ese que se la follaba”. Uno de los vigilantes le contesta: “¿Procedemos a golpearle?”. La respuesta es algo críptica: “Mario, tú sabes como hacer las cosas”.
Hay dos episodios muy llamativos. Uno ocurre cuando Indira detecta que la están siguiendo. Mientras se encuentra en un chalé de una urbanización privada, descubre a un guardia civil haciéndole fotos. Ella misma le hace fotos y después acude a la garita de entrada y la seguridad privada le explica: “Un señor me mostró una placa de guardia civil y me dijo que debía acceder el residencial, porque estaba trabajando encubierto y por eso le he permitido la entrada”. Días más tarde, los vuelve a detectar y manda este mensaje a Martinelli: “Tenemos escopetas de caza, diles a tus gilipollas que si por aquí asoman no se sorprendan si se llevan un Premium”.
El segundo tiene que ver con un dispositivo de seguimiento. Los investigadores sospechan que colocaron una baliza al coche de Indira para poder seguirla sin ser detectados. Los mensajes del grupo lo evidencian. Un guardia anuncia: “Tenemos la mosca”. En el argot se conoce por 'mosca' a una baliza de seguimiento. Días después se comenta en el chat: “Mosca 1 recuperada”. Los comentarios del resto del grupo no se hacen esperar: “¡Que grande!” “¡Oleee!”. El agente alardea de su hazaña: “He temido por mi vida, pero todo sea por el equipo y por joder a esta sin dejarnos la pasta eh... jajaja”. Los investigadores creen que se coló en un garaje privado para poder acceder a la baliza y recuperarla.
En la operación han sido detenidas seis personas, cuatro de ellas guardias civiles en activo, y otras cinco están investigadas.
Indira aterrizó en Mallorca el 5 de junio de 2020. Ella, de 47 años, nació allí. Tenía ganas de ver a sus amigos y disfrutar de unas vacaciones. Iba sola, sin su pareja. Nunca pudo imaginar lo que le sucedería en los días siguientes. Su compañero sentimental, expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, de 70 años, desconfiado por naturaleza e incapaz de racionalizar los celos, contrató a varias personas, entre ellas cuatro guardias civiles, para seguirla y conocer qué hacía.