Las dos Españas son campo y ciudad

Hay personas que a las diez de la mañana tienen el café a la altura de los tobillos, llevan varias horas despiertas y lo que les pide el cuerpo a esas horas es un bocadillo de salchichón, queso o chorizo. Y luego hay otras personas que también llevan un rato largo despiertas y recorren las calles vestidas de deporte, con el móvil pegado al brazo y un enorme vaso de café de Starbucks en la mano.

Ambas se han cruzado hoy en la Glorieta de Carlos V, también conocida como Atocha. Ambas se han mirado como el que mira un objeto andante no identificado. La primera se ha manifestado en Madrid y la segunda ha huido despavorida a casa para darse una ducha. Porque las dos Españas no son izquierda y derecha. Son campo y ciudad. Es un puñetero café con leche, que algunos pagan a precio de lomo ibérico y sin pan.

De los autobuses en doble fila aparcados en el Paseo de las Delicias y la Ronda de Atocha bajaban esta mañana decenas de personas bastante parecidas. Con la piel de la cara y las manos curtida por el sol, el frío y el viento. Gente con ganas de ruido, grito y jarana. “Con todos los que somos, ya verás cómo nos quedamos sin sitio pa’comer”, gritaba una treintañera de pelo rizado que repartía chalecos entre sus compañeros. Era una acera repleta de silbatos, acentos y bocatas. Olor a churro y tonos caza. Puros y bolsos de Bimba. Sin Lola.

Opinión

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“¡Yo no me voy sin ver la Puerta de Alcalá! Voy a mirar el Google Maps, que sabe mucho”, bromeaba un joven entre los suyos. Banderas de España, de Castilla La Mancha y de Extremadura. La España que somos y de la que venimos. Badajoz y Ciudad Real. Caza y campo. Gente que lleva 45 años sin que nadie la escuche salvo en días como éste, en los que escribimos de este asunto con la superioridad del que puede teletrabajar y no sale a la calle sin su factor de protección solar 50 porque es lo que recomiendan los dermatólogos.

Pedro Sánchez, tienes un problema.

Recopilemos algunos de los carteles: “Nos gestionan unos incompetentes. Si no compartes mi aficción (sic), márchate”. “Sí al silvestrismo”. “Stop dictadura animalista”. “No estar perseguido no debería ser un logro”. “Por el futuro de los pueblos”. “Por el tabaco y el pimiento. Por nuestro futuro, precios dignos”. “El campo español se desangra. Mismos precios desde hace 45 años”. “Agricultores y ganaderos, especies en peligro”. “Sobran políticos y funcionarios”. “Gobierno de politicuchos-as-elles”.

Muchísimos manifestantes en defensa de la caza. Por todas partes. Muchos perros utilizados para la tarea. Muchos más hombres que mujeres. Neveras portátiles con comida y bebida para echar la mañana. Aplausos por parte de los curiosos: “¡Vamos, extremeños!” y “Tenéis que ser fuertes”.

Pedro Sánchez, tienes un problema.

Cerca de la discoteca Kapital una chica repartía otro tipo de flyers: “Conejos salvajes capturados con red, hurón, jaulas trampa y perdices”. Los interesados deben llamar a Ignacio o a Diego.

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“Dicen que están los ministros ahí metíos para escucharnos”, apuntaba un señor a otro señalando con el dedo la sede del Ministerio de Agricultura. “¡Pero qué dices, si es domingo!”, respondía otro. “Tenemos un gobierno de ladrones”, gritaba otro. Un grupo de jóvenes vestidos todos iguales se repartían un paquete de tabaco. En su ropa podía leerse “Control de plagas”.

“¡Ya hemos venido! ¡Ya huele aquí a césped!”, coreaba un señor vestido con un chaleco con un perro con perdiz en la boca bordados a la altura del pecho. Mientras, en uno de los escasos huecos que dejaba la multitudinaria marcha, un espontáneo vestido de urbanita y con una bandera de España colgada al cuello, bailaba girando sobre sí mismo: “Ayer cuatro gatos, hoy la España con dos huevos”. Y a unos 200 metros, un manifestante con camiseta: “Estoy hasta los huevos de los anticaza”.

Pedro Sánchez, tienes un problema. Y creo que tú también, Alberto Núñez Feijóo.