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Tardeo en Génova 13: el circo del PP es nuestro circo
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Tardeo en Génova 13: el circo del PP es nuestro circo

"Vaya circo", decían algunos al pasar por la esquina de Génova con Zurbano. Y podrían referirse a los de dentro y también a los periodistas. Y tendrían razón

Foto: Varios periodistas, a las puertas de la sede del PP. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Varios periodistas, a las puertas de la sede del PP. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Si estos días la política da mucha vergüenza ajena, el periodismo, tres cuartos de lo mismo. Solo así se explica lo visto en la tarde/noche de este lunes en la sede de Génova 13 y para lo que hemos quedado. Curiosos haciéndonos fotos. Curiosos preguntando si había alguien interesante para decidir si esperar o seguir su camino. Curiosos diciendo “de aquí no me muevo que hoy salimos en las noticias”. Curiosos jubilados escuchando con interés a un colega que les decía: “A ver, los importantes, importantes por esta puerta no van a salir, pueden ustedes irse a casa”. Curiosas veinteañeras con risita nerviosa fotografiando a un compañero de buen ver al que en cuanto escucharon hablar se dijeron: “Este tiene pinta de ser gay. Partamos (sic)”. Y se fueron. O se partieron.

Sin olvidar a esa especie protegida que aparece siempre que hay jarana. El tertuliano/a/e que grita cuando habla para que sepamos todos que está ahí. Como si fuera un motivo de orgullo aguantar de pie en la esquina de Génova con Zurbano. O sentados en el suelo escribiendo crónicas. “Vaya circo”, decían algunos al pasar. Y podrían referirse a los de dentro y también a nosotros. Y tendrían razón.

Mientras, en la séptima planta o en cualquier rincón de la sede del Partido Popular podrían estar matándose, pero en el fondo daba igual. Ciudadanos y vecinos de buen ver nos observaban como el que mira un animal exótico que más bien tiende a feo. Vamos, que no había en sus ojos demasiada admiración por lo nuestro. Que, a saber, era convertir a cualquiera que saliera en la máxima autoridad del PP. No te olvidamos, Verónica Pérez.

“Casado no saldrá porque no tiene mucho que decir”, decía una muchacha muy entretenida con el devenir de los acontecimientos. Pero menos teníamos que decir nosotros. Mientras esperábamos, yo me imaginaba escenas soñadas que me habrían proporcionado una felicidad inmensa. A saber, Albert Rivera llegando a la sede del PP para entregar su CV y ofrecerse para dirigir el rumbo del partido. O a Pablo Casado en el cuarto de baño, pero esta vez no mirándose al espejo, sino subrayando a escondidas ‘ Manual de resistencia’, el libro de autoayuda de Pedro Sánchez. ¿O era de Irene Lozano?

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Brais Lorenzo)

A los lados de la sede, una banderola con publicidad de una obra de teatro con Carlos Hipólito llamada ‘Oceanía’. Al otro, una señal de tráfico repleta de pegatinas con mensajes cifrados para una cuarentona como yo. ‘Everybody knows wolf’, decía una. Las otras decían ‘Koko’ y ‘Hony’. Analistas y tuiteros habrían sacado alguna conclusión al respecto, pero les confieso que yo era incapaz, así que me fui a tomar un vino.

Acabé en La peseta de doña Casilda (solo el nombre ya tiene siete crónicas), el sitio al que van los del PP a celebrar las victorias. Últimamente, no demasiadas. Cuando he llegado, en busca de cualquier ser humano que estuviera llorando la deriva del centro derecha, me he encontrado con el comunismo. En una de las mesas altas alternaba Santiago Zannou, director de películas como ‘El truco del manco’ y ‘Alacrán enamorado’, la adaptación del libro de Carlos Bardem que además de salir en la película con su hermano Javier también participó en la elaboración del guion. Rojos en Chamberí. Hoy tampoco era mi día.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Mientras alternaba el verdejo con un poco de queso manchego, sonaron dos temazos: 'The Best', de Tina Turner y ‘Maria Magdalena’, que cantaba una tal Sandra en 1992 y cuyo estribillo recuerdo perfectamente. Tampoco me siento capacitada para sacarle punta a la banda sonora.

Al volver, Casado había decidido hacerse un Pedro Sánchez y resistir, aunque los militantes, los votos y los barones le hayan dado la espalda. Y mientras los directos anunciaban que el aún presidente del partido se da una semana a sí mismo para arreglar la escena, salió la exministra Ana Pastor y fue perseguida como si fuera un miembro del clan Carrasco-Mohedano-Jurado.

Vaya circo. Y tienen razón.

Si estos días la política da mucha vergüenza ajena, el periodismo, tres cuartos de lo mismo. Solo así se explica lo visto en la tarde/noche de este lunes en la sede de Génova 13 y para lo que hemos quedado. Curiosos haciéndonos fotos. Curiosos preguntando si había alguien interesante para decidir si esperar o seguir su camino. Curiosos diciendo “de aquí no me muevo que hoy salimos en las noticias”. Curiosos jubilados escuchando con interés a un colega que les decía: “A ver, los importantes, importantes por esta puerta no van a salir, pueden ustedes irse a casa”. Curiosas veinteañeras con risita nerviosa fotografiando a un compañero de buen ver al que en cuanto escucharon hablar se dijeron: “Este tiene pinta de ser gay. Partamos (sic)”. Y se fueron. O se partieron.

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