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Ayuso tiene algunas razones (y una sombra) para replegarse en Madrid
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La lucha por el poder del PP

Ayuso tiene algunas razones (y una sombra) para replegarse en Madrid

La presidenta de la Comunidad de Madrid, sin poder orgánico en el partido, se ha rendido ante el liderazgo de Feijóo y no se medirá con Casado. Sus planes a corto plazo pasan por ganar el congreso regional y repetir su éxito electoral del 4-M

Foto: Isabel Díaz Ayuso, durante un acto en Boadilla del Monte. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Isabel Díaz Ayuso, durante un acto en Boadilla del Monte. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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"Mi sitio está en Madrid". Con esta frase, para nada novedosa, Isabel Díaz Ayuso trató de zanjar ayer las especulaciones sobre el motivo real de la guerra visceral que ha destrozado al PP. La pregunta que surge ahora es por qué la presidenta de la Comunidad de Madrid ha renunciado a medirse con Pablo Casado, con un repliegue en favor de Alberto Núñez Feijóo. Aunque goza del apoyo de las bases y la calle, la realidad es que no es baronesa y sus circunstancias no son tan definitivas como podría parecer desde fuera. Sin ningún cargo orgánico en la formación, su poder es limitado y dista mucho del que posee el dirigente gallego, el barón de barones populares. Ella sabe que no es su momento y la polémica en torno a su hermano y la adjudicación de contratos es una sombra que, pese a sus esfuerzos, no se ha disipado.

Son varias las razones que explican esta especie de retirada en pleno cambio de ciclo. Ayuso y su entorno, aunque piensan a lo grande, son conscientes de que su aplastante victoria del 4-M no es suficiente para alcanzar esta cima. Su ascenso dentro del partido no puede quemar todas las etapas de un plumazo. Precisamente por eso insistió tanto en la necesidad de convocar el congreso regional de Madrid, germen de la pelea con la dirección nacional, y precisamente por eso Génova se lo negaba. El primer paso es ser coronada como una baronesa más y a partir de ahí, ya con un territorio clave bajo su control, empezar a construir el futuro.

Foto: Simpatizantes de Ayuso, durante la concentración en Génova. (EFE/Emilio Naranjo) Opinión

La prioridad es celebrar ese congreso y sentar las bases de su equipo, con las próximas elecciones autonómicas y municipales en el horizonte. Ese y no otro es el objetivo de Ayuso a corto plazo. Hacerse fuerte en la Comunidad de Madrid y, después, apostarlo todo a una nueva victoria. Esta vez con mayoría absoluta. En el partido, pese a sus detractores, son conscientes de que es una de las pocas dirigentes en disposición de frenar el avance de Vox. Tanto como el propio equipo de Santiago Abascal, que prefiere a un PP liderado por Núñez Feijóo que por ella, la kamikaze que dobló la mano de Génova.

La presidenta de la Comunidad de Madrid reiteró ayer que su sitio es la Comunidad de Madrid. Lo hizo en una visita a Boadilla del Monte, solo unas horas después de acordar con Feijóo la hoja de ruta. "Mi sitio está en Madrid. Nunca ha habido una guerra con Casado porque nunca he pretendido sustituirle. No me voy a mover de mi responsabilidad", declaró Ayuso, en una declaración que no sorprendía a nadie. Ya lo dijo tras su éxito del pasado mes de mayo y lo repitió en la convención nacional de Valencia, cuando juraba lealtad a su jefe.

Lo cierto es que hablaba en serio. Fuentes cercanas a la presidenta detallan a El Confidencial que entre sus planes nunca estuvo derrocar a Casado, incluso tras el estallido de esta guerra sucia la semana pasada, con la trama de espionaje revelada en exclusiva por este periódico. El pasado viernes, apenas 48 horas después de conocerse el escándalo, ella mantenía que debía producirse una "marcha atrás" por parte de Génova para rebajar la escalada de tensión. Esta pasaba por apartar a Teodoro García Egea, su gran enemigo en toda esta historia, y que Casado siguiera de forma transitoria. Pero el acuerdo fue imposible.

En este punto entró en juego el presidente de la Xunta. Y aquí radica otra de las razones por las que se ha replegado. Isabel Díaz Ayuso se ha alineado con barones como Juan Manuel Moreno o Alfonso Fernández Mañueco y se ha rendido ante lo evidente: la autoridad y jerarquía de Alberto Núñez Feijóo. Nadie en el partido cuestiona su liderazgo después de cuatro mayorías absolutas consecutivas y ella no ha sido una excepción. No obstante, aunque ahora se ha impuesto la paz con este pacto de no agresión, el final de esta historia no está escrito. La guerra interna por el control del partido queda aparcada, al menos hasta las próximas elecciones generales.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Tampoco ha gustado entre los cuadros orgánicos del PP que Ayuso no saliera a cuestionar el asedio de sus seguidores a Génova, con miles de personas manifestándose frente a la sede del PP con pancartas y gritos contra Pablo Casado y la actual dirección nacional. Pero hay más. Ayuso y su equipo también saben que no es el momento porque barones como Feijóo o Moreno no habrían permitido que tomara el control de la cúpula. En ningún caso aceptarán una deriva ideológica hacia la derecha y las posiciones de Vox.

Pero internamente también hay ciertos recelos por el verdadero origen de la guerra sucia. Las sombras en torno a las comisiones que cobró Tomás Díaz Ayuso, su hermano, y decenas de adjudicaciones a dedo extienden una sospecha sobre la presidenta madrileña y amenazan con arruinar sus aspiraciones. Es una espada de Damocles sobre su cabeza. La Fiscalía ya investiga los expedientes presentados por la oposición, que ha redoblado la ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Los grupos de la izquierda y algunos sectores populares comparten la creencia de que estas licitaciones generan muchas dudas.

Isabel Díaz Ayuso, que facilitará más documentación al Ministerio Público, ha insistido durante los últimos días en que no existe ninguna irregularidad. "Se me ha robado mi presunción de inocencia después de 18 años trabajando en la casa. Yo no puedo mirar para otro lado", dijo en su visita a Boadilla. La problemática en torno a los contratos durante los primeros meses de la pandemia ha distorsionado su imagen y es el momento de ponerse a resguardo. En Madrid.

"Mi sitio está en Madrid". Con esta frase, para nada novedosa, Isabel Díaz Ayuso trató de zanjar ayer las especulaciones sobre el motivo real de la guerra visceral que ha destrozado al PP. La pregunta que surge ahora es por qué la presidenta de la Comunidad de Madrid ha renunciado a medirse con Pablo Casado, con un repliegue en favor de Alberto Núñez Feijóo. Aunque goza del apoyo de las bases y la calle, la realidad es que no es baronesa y sus circunstancias no son tan definitivas como podría parecer desde fuera. Sin ningún cargo orgánico en la formación, su poder es limitado y dista mucho del que posee el dirigente gallego, el barón de barones populares. Ella sabe que no es su momento y la polémica en torno a su hermano y la adjudicación de contratos es una sombra que, pese a sus esfuerzos, no se ha disipado.

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