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Casado cava una trinchera frente a Vox ante el silencio de Ayuso
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Investidura en Castilla y León

Casado cava una trinchera frente a Vox ante el silencio de Ayuso

Ningún barón cuestionó el discurso del líder, que advirtió a los de Abascal: "Quien quiera pactar tendrá que aceptar nuestros principios". Mañueco se queda sin margen para negociar

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE/Zipi)
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE/Zipi)
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Si recurrimos a un tópico, ayer el Comité Ejecutivo Nacional del PP fue un cierre de filas en torno al líder. Mucho se calentó la previa con aquello de que los díscolos, o la díscola, plantearían sus demandas a la dirección y exigirían autocrítica por el resultado en Castilla y León. No se habían cumplido las expectativas y Vox suponía un peligro, se voceaba en privado, pero en la reunión de ayer no hubo salida alguna de tono y eso que el discurso del presidente, Pablo Casado, fue toda una declaración de intenciones. Casado recuperó el tono de la moción de censura fallida, en la que confrontó directamente con el partido de Santiago Abascal. Ayer tocaba marcar posición y lo hizo. Los resultados en Castilla y León han dibujado un tablero en el que Vox emerge como socio preferente y el debate en el partido, en los votantes y en los territorios gira sobre qué posición tomar. Como en su día ocurría con Ciudadanos, no hay una sola voz ni un argumento que pese más que otro, pero ayer Génova inclinó la balanza: “Nuestros principios son nuestras condiciones. Quien quiera pactar tendrá que aceptarlos”, advirtió Casado en clara alusión a Vox, sobre el que versó la mayoría de su exposición sin mencionarlo ni una sola una vez.

El presidente daba todo el poder para negociar el Gobierno a Alfonso Fernández Mañueco, al que felicitó y apoyó en la decisión del adelanto electoral pese a no cumplirse las expectativas. El mensaje contrastó con la dureza de las declaraciones de Casado, que como reconocían algunos barones al salir “ha sido muy duro para estar en pleno proceso de negociación”. Lo cierto es que no deja mucho margen para la ronda que el presidente de Castilla y León planteará “sin prisa” a los partidos en los próximos días. El equipo de Casado defiende que desde el primer momento, como adelantó El Confidencial, la idea ha sido no cerrar una coalición con Vox. “Pablo no se ha movido un milímetro”, aseguran en la séptima, donde confirman que la “mayoría” de los presidentes autonómicos comparten este diagnóstico.

Si atendemos a las intervenciones que se hicieron tras el discurso del líder, coinciden con esta afirmación. Ninguno de los presidentes autonómicos que tomaron la palabra puso una pega al “plan de convivencia con Vox”. Ni siquiera la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que en público había mostrado su preferencia por las alianzas con los de Abascal. Según los asistentes, manifestó que los “gobiernos de coalición son un auténtico infierno” y ejemplificó cómo sus socios en la Comunidad de Madrid han intentado boicotear algunas de sus principales reformas. Horas antes había defendido un pacto con Vox "sin que nos importe qué piensa la izquierda". Ante el partido, no tocaba. Y tampoco habló de cuándo se convocaría el congreso de Madrid.

En la Puerta del Sol asumen que el calendario juega a favor de Génova, ya que como pronto por los plazos no se celebraría hasta mayo. Pase lo que pase, en los corrillos se coincidía en que había que buscar una solución ya a la guerra Génova-Sol porque “el partido y todos estamos pagando ese peaje”. Las miradas estaban también puestas en el único presidente autonómico del PP con mayoría absoluta. El gallego, Alberto Núñez Feijóo, reivindicó la independencia que debe tener su “colega” Mañueco para gestionar la investidura y entre las risas de los asistentes aseguró: "Debemos dedicar unos días a celebrar que hemos ganado". El resto de intervenciones, desde el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, pasando por el presidente murciano, Fernando López, fue de felicitación y regocijo ante la dificultad que supone ganar unas elecciones.

Foto: El candidato del PP a la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en Salamanca. (EFE/J. M. Garcia)

No hubo autocrítica, sino una apelación al orgullo de ser del PP con un repaso de los logros de los últimos años y del pasado. “Los populares hemos ganado las elecciones, pese a todo y a pesar de todos, y los socialistas las han perdido, a pesar de sus trampas y mentiras. Sánchez lleva cuatro derrotas desde las últimas elecciones generales, y el PP lleva tres victorias”, arengó Casado. También se dio un toque de atención a aquellos que, en palabras del equipo del presidente, “no reman a favor dentro del partido”. En la dirección preocupan mucho las informaciones que se publican en fuentes donde se ataca el proyecto. “Debemos ser autoexigentes, pero no autodestructivos”. “No estoy en política para llegar como sea, donde sea ni para hacer lo que sea. No fue ese el mandato que recibí de mi partido y no será ese el mandato que pediré a los españoles, porque jamás lo concederían”.

Cerró filas con su equipo ante las voces internas que apuntan al secretario general, Teodoro García Egea, alegando que en cada crisis “hay alternativa, está preparada y con los mejores. El tiempo nos dará la razón”. Después salió el entrenador García Egea, que repitió eso de que todos tienen que trabajar para Casado (al que mencionó varias veces) y que el objetivo debe ser llegar a la Moncloa en 2023. Por si alguno de los asistentes tenía planes propios.

Si la idea de la cita era sentar las bases para la futura relación PP-Vox, Casado ha marcado sus líneas rojas: “Para nosotros, la igualdad no es negociable, ni la cohesión territorial, ni la integridad autonómica, ni la integración en Europa”, remarcó en alusión a las exigencias que ya ha planteado el líder de Vox en Castilla y León, Juan García-Gallardo, para respaldar a Mañueco. Incluso fue más lejos y destacó que no firmará pactos con formaciones que dividan a las personas por el color de la piel, su género, acento u orientación sexual. “Nosotros no aceptamos el revisionismo constitucional, ya sea en contra de las comunidades autónomas, las diputaciones, la monarquía o la Justicia independiente, porque creemos en la España de la convivencia y la tolerancia”, sostuvo.

A partir de aquí, Mañueco tendrá que construir sus alianzas. El presidente en funciones priorizará sumar el apoyo de Unión del Pueblo Leonés y Soria ¡Ya! Con lo que sumaría 37 escaños y estaría a tiro de cuatro de la mayoría absoluta. Así solo necesitaría una abstención del PSOE tras plantear el alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente, esta posibilidad. No espera nada Mañueco de su exvicepresidente Francisco Igea, ni de la escisión del PP, Por Ávila, aunque si no votasen no en la investidura se necesitarían menos síes de Vox. Hay margen para todos los escenarios, pero a día de hoy la coalición no se contempla. La tensión del matrimonio con Ciudadanos ha dejado mal precedente.

Si recurrimos a un tópico, ayer el Comité Ejecutivo Nacional del PP fue un cierre de filas en torno al líder. Mucho se calentó la previa con aquello de que los díscolos, o la díscola, plantearían sus demandas a la dirección y exigirían autocrítica por el resultado en Castilla y León. No se habían cumplido las expectativas y Vox suponía un peligro, se voceaba en privado, pero en la reunión de ayer no hubo salida alguna de tono y eso que el discurso del presidente, Pablo Casado, fue toda una declaración de intenciones. Casado recuperó el tono de la moción de censura fallida, en la que confrontó directamente con el partido de Santiago Abascal. Ayer tocaba marcar posición y lo hizo. Los resultados en Castilla y León han dibujado un tablero en el que Vox emerge como socio preferente y el debate en el partido, en los votantes y en los territorios gira sobre qué posición tomar. Como en su día ocurría con Ciudadanos, no hay una sola voz ni un argumento que pese más que otro, pero ayer Génova inclinó la balanza: “Nuestros principios son nuestras condiciones. Quien quiera pactar tendrá que aceptarlos”, advirtió Casado en clara alusión a Vox, sobre el que versó la mayoría de su exposición sin mencionarlo ni una sola una vez.

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