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Operación Murcia 2: Bolaños y Cerdán vuelven a fracasar en la vía Ciudadanos
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Operación Murcia 2: Bolaños y Cerdán vuelven a fracasar en la vía Ciudadanos

Los negociadores del PSOE no detectaron la crisis interna de UPN y fiaron todo a los dos diputados navarros. "Esperemos que vean las orejas al lobo. La votación se ha perdido", advierten en Unidas Podemos

Foto: El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en el pleno del Congreso. (EFE/Chema Moya)
El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en el pleno del Congreso. (EFE/Chema Moya)

El gesto de la vicepresidenta, Nadia Calviño, llevándose las manos a la cabeza tras la ajustada votación con la que el Gobierno logró sacar en el Congreso por un fallo de un diputado del PP la reforma laboral recoge a la perfección el sentir en la bancada del PSOE y Podemos. Tras la algarada inicial por el "patinazo" de la oposición ha llegado la hora de la reflexión, y el resultado no es bueno. "No podemos fiar un proyecto clave como la reforma laboral a dos votos de UPN", lamentaba ayer un dirigente socialista. El fantasma de la moción fallida de Murcia flotaba en el ambiente. Los protagonistas en ambos bandos eran los mismos. Del lado del PSOE los negociadores fueron el secretario general de Organización, Santos Cerdán, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. El nuevo hombre fuerte de Pedro Sánchez tenía el encargo de lograr sumar la llamada "mayoría alternativa" sin los socios de la investidura. Ha trabajado estos meses en paralelo a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el miércoles a última hora de la tarde festejaba su victoria. Tenía una mayoría ajustada para sacar la reforma laboral sin ERC y PNV. Desde la Moncloa se empezó a vender el giro al centro y la "vía Ciudadanos". Se lanzaba un aviso a los nacionalistas, pero también a Podemos y especialmente a Yolanda Díaz que se desgastó en buscar un acuerdo de izquierdas sin éxito.

En ese momento nada hacía presagiar el fiasco y la prueba de debilidad que supondría la "traición" de los dos diputados de UPN. El pacto no estaba bien atado como ocurrió en el intento frustrado de sacar del Gobierno de Murcia a Fernando López Miras. La negociación con UPN para conseguir su apoyo a la reforma laboral la lideró Santos Cerdán. Lo hizo directamente con el presidente de la formación navarra, Javier Esparza, con quien además mantiene una buena relación personal. Desde hace años y forjada por la amistad de sus respectivos padres, que trabajaron juntos. La interlocución entre ambos se prolongó durante semanas, tanto de forma telefónica como presencial. En una visita de Esparza a Madrid celebraron una cena en la que también se incorporó el ministro Bolaños, para avanzar en las conversaciones.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Emilio Naranjo)

El acuerdo entre el presidente de UPN y el número tres de Ferraz no se cerró hasta la tarde del miércoles. El día antes de que se celebrase el pleno del Congreso para el debate sobre la convalidación del decreto. Las contrapartidas para que los dos diputados de la formación navarra en el Congreso avalasen el proyecto se centraron en el Ayuntamiento de Pamplona gobernado en minoría por esta formación. Por un lado, el PSN se comprometió a votar en contra de la reprobación del alcalde, Enrique Maya. Por otro, los concejales socialistas facilitarían una modificación presupuestaria por 27 millones de euros destinados a inversiones en urbanismo.

Bolaños y Santos Cerdán dieron por cerrada la operación sin saber, como ocurrió con Ciudadanos en Murcia, que el partido navarro estaba roto. Mientras ellos hablaban con Esparza los parlamentarios navarros Sergio Sayas y Carlos García Adanero ya habían decidido votar "no" y romper la disciplina de voto. Era un órdago a su "jefe" Esparza con el que no habían hablado en las 24 horas clave de la negociación.

En el PSOE empezaron a sonar las alarmas cuando Sayas y García Adanero expresaron públicamente su rechazo a la "imposición" de la dirección de UPN de apoyar la reforma laboral. En público mantuvieron una calculada ambigüedad para no desvelar hasta el final el sentido de su voto. Cuando fueron preguntados en los pasillos del hemiciclo por la prensa sobre la opción de votar en conciencia lo negaron. Había nervios y Santos volvió a telefonear a Esparza la misma mañana del jueves, ya durante el debate en el pleno, y su interlocutor le aseguró que sus diputados en el Congreso respetarían la disciplina de voto. El secretario de Organización del PSOE desconocía que Esparza no tenía comunicación alguna con sus diputados. Solo habían recibido una llamada el miércoles por la noche de la secretaria general de UPN, Yolanda Ibáñez Pérez, con la que hubo mucha tensión y a la que se le trasladó que no compartían el pacto alcanzado con los socialistas, según ellos mismos relatan. En Murcia tampoco midió ni él ni Bolaños que Inés Arrimadas no controlaba a sus diputados allí.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (i), y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños (d). (EFE/Chema Moya)

Pero en el PSOE no había sospechas de lo que más tarde algunos bautizarían de "tamayazo". Es más, se deslizaba la posibilidad de que este acuerdo no fuese puntual. Al menos por la parte socialista se aseguraba que por ellos no sería, mostrando disposición a mantener esta vía negociadora abierta. Eso sí, la condicionaban al resultado del debate interno en UPN, entendiendo que si decían romper con el PP en la coalición Navarra Suma (de la que también formó parte Ciudadanos) sería más factible seguir llegando a acuerdos. Nada hacía presagiar en el PSOE que los dos diputados de UPN rompiesen el pacto y, con ello, provocasen que el decreto quedase derogado. Ese hubiese sido el escenario si no fuese por el voto erróneo de un diputado del PP.

Los socialistas han intentado descargar su responsabilidad en este proceso de negociación apuntando directamente al PP por lo que calificaron como un nuevo caso de "transfuguismo político", pero en privado se reconoce que han quedado tocados. Los urdidores de la teoría de la conspiración miran a otro de los protagonistas del "Murciagate", el secretario general del PP, Teodoro García Egea. Él fue quien desbarató la moción al romper el bloque de Ciudadanos que el PSOE fraguó sumando a lo que hoy llamarían "tránsfugas". Los diputados de UPN niegan cualquier contacto con el PP e incluso que les comunicaran su decisión de votar en contra, pero a nadie se les escapa que tanto Sayas como García Adanero tienen una buena relación con el número "dos" de Pablo Casado. La jugada es propia del secretario general del PP.

La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, se ha referido a "una estrategia perfectamente planificada para comprar esas voluntades", preguntándose sobre "el precio que ha pagado el PP" y obviando que acudieron a la votación con un colchón de apenas tres votos.

Foto: El presidente de UPN y líder de Navarra Suma, Javier Esparza, en una foto de archivo. (EFE)

El otro foco está en medir las fuerzas parlamentarias del Gobierno en este último tramo de la legislatura. Aquí hay división entre los que defienden que se pueden explorar pactos con Ciudadanos y los minoritarios y los que no creen en la "geometría variable" y apelan por reforzar la coalición. Desde Unidas Podemos comparten las acusaciones de transfuguismo e, incluso, hablan de "intento de tamayazo", pero no son nada benevolentes con la estrategia negociadora de sus socios de coalición. Si bien desde la vicepresidencia segunda se quiere zanjar este capítulo refiriéndose a que hubo "coordinación" en la estrategia negociadora, otras fuentes moradas y también de la vicepresidencia segunda reprochan que los socialistas dejan la reforma laboral en manos de UPN.

"El resultado es el que es. En el fondo se ha perdido la votación", lamentan estas fuentes reprochando que se les pusiesen trabas desde el PSOE a sus negociaciones con ERC y PNV. Se refieren a compromisos con los republicanos y nacionalistas vascos que desde la parte socialista no se garantizaban posteriormente, como también han criticado los republicanos. "Ha faltado claridad en la estrategia negociadora", añaden para advertir a sus socios que al menos se saque la lección de no volver a buscar vías alternativas al bloque de investidura. "Esperemos que le vean las orejas al lobo porque se perdió la votación", concluyen.

El gesto de la vicepresidenta, Nadia Calviño, llevándose las manos a la cabeza tras la ajustada votación con la que el Gobierno logró sacar en el Congreso por un fallo de un diputado del PP la reforma laboral recoge a la perfección el sentir en la bancada del PSOE y Podemos. Tras la algarada inicial por el "patinazo" de la oposición ha llegado la hora de la reflexión, y el resultado no es bueno. "No podemos fiar un proyecto clave como la reforma laboral a dos votos de UPN", lamentaba ayer un dirigente socialista. El fantasma de la moción fallida de Murcia flotaba en el ambiente. Los protagonistas en ambos bandos eran los mismos. Del lado del PSOE los negociadores fueron el secretario general de Organización, Santos Cerdán, y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. El nuevo hombre fuerte de Pedro Sánchez tenía el encargo de lograr sumar la llamada "mayoría alternativa" sin los socios de la investidura. Ha trabajado estos meses en paralelo a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el miércoles a última hora de la tarde festejaba su victoria. Tenía una mayoría ajustada para sacar la reforma laboral sin ERC y PNV. Desde la Moncloa se empezó a vender el giro al centro y la "vía Ciudadanos". Se lanzaba un aviso a los nacionalistas, pero también a Podemos y especialmente a Yolanda Díaz que se desgastó en buscar un acuerdo de izquierdas sin éxito.

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