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Sánchez ancla su Gobierno en el centro y desactiva a Podemos con la reforma laboral
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CAMBIO ESTRATÉGICO DE ALIANZAS

Sánchez ancla su Gobierno en el centro y desactiva a Podemos con la reforma laboral

El PSOE, a pesar de las resistencias de UP, logra abrir la puerta a la geometría variable con el centro derecha. El descuelgue de las formaciones soberanistas debilita a la vicepresidenta segunda

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Ali Haider)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/EPA/Ali Haider)
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El proyecto por el que Yolanda Díaz decidió asumir responsabilidades de gobierno como ministra de Trabajo —y la que es una de las principales apuestas de la coalición en esta legislatura— se ha topado con la oposición de los grupos que facilitaron la investidura. Anoche seguían instalados en el no a la reforma laboral ERC, PNV (que ha comunicado esta mañana su no definitivo), EH Bildu y BNG, mientras quedaba asfaltada la vía alternativa de Ciudadanos más las formaciones minoritarias, tras asegurar el apoyo de PDeCAT y UPN.

Los conservadores navarros adoptaron esta decisión en su ejecutiva, pero se trata de una directriz que no comparte uno de sus dos diputados. De romper la disciplina de voto, el decreto se convalidaría por la mínima, con tan solo un sufragio de diferencia. "Esta reforma laboral no deroga íntegramente la anterior, que fue votada por nuestro grupo", justificó el portavoz de los posconvergentes en el Congreso, Ferran Bel, para defender su posición. Precisamente, el argumento utilizado desde la izquierda para rechazarla, junto a la negativa del Ejecutivo a introducir cambios vía enmiendas.

La vicepresidenta de Unidas Podemos centró sus negociaciones en el bloque de investidura y las formaciones netamente progresistas, mientras que los socialistas se encargaron de abrir las conversaciones con los naranjas, UPN y hasta el diputado díscolo de Ciudadanos que abandonó el grupo para integrarse en el mixto. Partidos de uno y otro bloque se excluyen mutuamente, como ocurrió con las negociaciones de los primeros presupuestos. Entonces se impuso la mayoría de la investidura por la que apostó Pablo Iglesias. Ya no.

Descartadas sorpresas de última hora, habrá un cambio de alianzas justo en la mitad de la legislatura. El PSOE, a pesar de las resistencias de sus socios en la coalición, logra abrir la puerta a la geometría variable. Los soberanistas seguían argumentando a última hora de ayer la falta de avances por la negativa a introducir alguna de sus demandas. Fuentes del PNV, por su parte, volvían a insistir en que para moverse del no, el Gobierno debería garantizarles un compromiso para blindar la prevalencia de los convenios autonómicos. Una demanda que desde Trabajo se comprometieron a estudiar para incluir en desarrollos normativos posteriores, pero a la que se cerraron desde la parte socialista del Ejecutivo y que ha acabado con el portazo definitivo a pocos minutos de la votación de la norma.

"Tras haber tratado infructuosamente, incluso esta mañana, de incorporar la prevalencia de los convenios autonómicos, demanda que Gobierno, patronal y sindicatos conocían hace meses (y que no altera el acuerdo del diálogo social), el Grupo Vasco votará 'no' a la reforma laboral", ha afirmado el PNV en Twitter este jueves. Fuentes del partido aseguran que mantuvieron negociaciones hasta las 08:00 horas de este jueves, una hora antes de que se iniciase el debate en el pleno del Congreso.

Foto: Un camarero sirve un café en un bar de Toledo. (EFE/Ángeles Visdómine)

El decreto se vota este jueves en el Congreso y en las últimas horas las apelaciones de mano tendida desde Trabajo dieron paso a un cruce de reproches con los soberanistas, visibilizando en público la ruptura de puentes.

En privado, fuentes cercanas a la Vicepresidencia segunda daban por perdido el apoyo de republicanos y soberanistas vascos, reconociendo "mucho malestar" y "decepción". La ruptura del bloque de investidura es coyuntural, pero el tono entre Díaz y los soberanistas, así como los avisos de estos últimos, marca un punto de inflexión. A lo que se suma la amenaza de los comunes de retirar su apoyo a ERC en el Parlament si no secundan a Díaz. Todo ello, en el ecuador de la legislatura y cuando Pedro Sánchez tiene garantizado su mandato hasta finales de 2023 tras aprobar los presupuestos.

Con la pista despejada para no depender de sus socios parlamentarios y coincidiendo con el arranque del ciclo electoral, Sánchez ha tratado de mirar al centro y levar anclas con las formaciones independentistas, cuyo coste electoral es notorio. Este miércoles, el presidente del Gobierno advertía a sus socios sobre las "lecciones de Portugal", en referencia a la mayoría del socialista António Costa y a la caída de las formaciones de izquierda que forzaron un adelanto electoral al no apoyar sus presupuestos.

La principal lección, según avisó, es que "aquellos partidos políticos, no tanto a la izquierda, sino también a la derecha, que no han contribuido a la estabilidad y han bloqueado la aprobación de los presupuestos han salido perjudicados". El espejo portugués sobre el que subrayó: "Es importante ser conscientes de que los ciudadanos no quieren elecciones, sino partidos que arrimen el hombro".

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Congreso. (Reuters/Sergio Pérez)

Los tiempos los controla ya solo Pedro Sánchez. Los socialistas tienen asegurado el mandato, con unas cuentas prorrogables hasta finales del próximo año. Y a través de la geometría variable se da por garantizada la estabilidad. El propio Sánchez subrayaba así su determinación para "culminar la legislatura una vez termine la presidencia española de la UE", en el segundo semestre de 2023. Sin descartar ningún compañero de viaje y evitando, como hasta ahora, centrar los guiños solo en los partidos que facilitaron su investidura. "El Gobierno de España tiene una hoja de ruta clara", fijada en el plan anual normativo a través de "un paquete de leyes que vamos a poner en marcha". "Aspiramos a sacar todas esas reformas con el mayor apoyo posible, que es lo que queremos también para la reforma laboral".

Una agenda económica con algunas propuestas difícilmente digeribles por los soberanistas de izquierdas, e incluso por Unidas Podemos. Como por el ejemplo el segundo paquete de la reforma de las pensiones, principalmente en lo referente a la ampliación del periodo de cómputo para calcular la edad de jubilación, comprometido con Bruselas, que los socios califican de "recorte". Pero también la reforma fiscal o los peajes en las autovías dentro del futuro proyecto de la ley de movilidad.

"La reedición de la pinza"

Apenas un mes después de sacar adelante los presupuestos con los que se podrá consumar la legislatura, de la mano del bloque de investidura, se produce un brusco cambio de rasante. Al distanciamiento de los socios parlamentarios se suma la pérdida de oxígeno de Unidas Podemos que le proporcionaba negociar bajo la amenaza de hacer descabalgar al Ejecutivo. La dependencia, tras las cuentas, es menor para todos los actores en los que se ha apoyado Sánchez en la primera fase de la legislatura. Además, los morados, y principalmente Díaz, no tienen incentivos para romper la coalición sin elecciones a la vista.

Foto: Junta de portavoces

El descuelgue de las formaciones soberanistas debilita a Díaz y su proyecto político al quedar cuestionado desde la izquierda, y deja aún más diluido a Podemos dentro del Gobierno tras la salida de Pablo Iglesias. La necesidad de tener que sacar la reforma laboral adelante solo con el centro derecha hace que la vicepresidenta segunda se quede a la intemperie. Atrapada entre el pretendido giro al centro de Sánchez y el alejamiento de las fuerzas con las que competirá electoralmente en Cataluña (ERC), Euskadi (EH Bildu) y Galicia (BNG), deslegitimando su proyecto.

Una suerte de pinza entre socialistas y soberanistas, más que entre estos últimos y la derecha. Así lo insinuaba el diputado de EH Bildu Oskar Matute. "Estamos bastante poco afectados por la reedición de la pinza. Le tocó a Anguita y hoy nos tocará a nosotros, pero no nos preocupa lo más mínimo", advertía el representante 'abertzale'. "Si quieren, puede haber una reforma laboral que sirva para garantizar los derechos de los y las trabajadoras con mucha mayor amplitud que lo que hay en la actualidad. Si no quieren, tendrán que buscar a la derecha, pero los derechos sociales y políticos los han traído siempre las fuerzas de izquierda, no la derecha. Así que ellos verán", concluía Matute. Fuentes republicanas coincidían en señalar la supuesta voluntad del Ejecutivo en sacar adelante el decreto con el apoyo de la derecha.

El proyecto por el que Yolanda Díaz decidió asumir responsabilidades de gobierno como ministra de Trabajo —y la que es una de las principales apuestas de la coalición en esta legislatura— se ha topado con la oposición de los grupos que facilitaron la investidura. Anoche seguían instalados en el no a la reforma laboral ERC, PNV (que ha comunicado esta mañana su no definitivo), EH Bildu y BNG, mientras quedaba asfaltada la vía alternativa de Ciudadanos más las formaciones minoritarias, tras asegurar el apoyo de PDeCAT y UPN.

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