Sánchez rebaja su papel en Castilla y León por temor a que otro fiasco afiance a Casado
En Génova, el ambiente es de optimismo. Los sondeos apuntan a que una mayoría absoluta es posible y por eso en la campaña para el 13-F echarán el resto. El líder Pablo Casado se va a volcar
Los ánimos en Ferraz y Génova son totalmente opuestos ante la cita electoral del 13-F. El presidente del Gobierno ya ha hecho control de daños y, ante unas encuestas que, salvo sorpresa, dan una amplía victoria al PP, ha optado por replegarse en la Moncloa. Es precisamente allí donde se ve cada día un poco más el líder del PP, Pablo Casado, que con cautela empieza a saborear opciones reales de ser el próximo inquilino. Sánchez apenas hará campaña y Casado se volcará; el PSOE dará una dimensión regional a los comicios y el PP extrapolará cada mensaje a la arena nacional. Ambos se juegan mucho. El presidente, aunque haya optado por el perfil bajo, es consciente de lo que supondrá en el partido sumar otra derrota después del revolcón de Madrid. Las urnas siempre mandan. Refuerzan o desgastan los liderazgos y, por eso, para Casado, Castilla y León es una oportunidad de reivindicarse como líder del centro derecha y también ante los que le colocan frente al espejo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Esta cita electoral marcará si hay cambio de ciclo real. Si el PP arrasa, Génova acelerará las andaluzas para encadenar dos victorias y noquear a un presidente que en Andalucía se juega mucho más por lo que significaría para el socialismo no recuperar un bastión histórico.
Ferraz ha virado su estrategia de campaña en Castilla y León reduciendo al mínimo imprescindible la presencia del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez. Se ha pasado de pretender volcarse con Luis Tundanca, con una omnipresencia de Sánchez, a limitar la asistencia del jefe del Ejecutivo y líder de los socialistas. Tiene confirmados cuatro mítines. Estará presente en un acto en León, en el que participará también el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y en Valladolid acudirá al cierre de campaña. A nivel de ministros, habrá una mayor presencia. Este fin de semana, del Gobierno acudirá solamente la portavoz y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, pero el pasado viernes los hizo ya la vicepresidenta Nadia Calviño. Sánchez estuvo en Gijón con el presidente asturiano Adrián Barbón, al margen de la precampaña, al igual que el pasado fin de semana eligió Sevilla para celebrar un acto con el líder de los socialistas andaluces, Juan Espadas.
La cita con Barbón estaba comprometida desde hace semanas, cuando se canceló su asistencia al cierre del congreso regional por el positivo en coronavirus de Barbón. En Ferraz explican que Sánchez tenía ya cerrada una buena parte de su agenda cuando se produjo el adelanto electoral, y que su presencia en Castilla y León se deberá combinar con sus obligaciones como presidente de Gobierno, máxime tras cuestiones como la escalada de las tensiones en el conflicto con Rusia. A la espera de cerrar definitivamente la agenda de campaña, al margen de Sánchez sí habrá una desembarco de ministros para arropar a Tudanca. Calviño e Isabel Rodríguez volverán a participar en mítines en los próximos días, así como Miquel Iceta, Pilar Alegría, Luis Planas o Reyes Marato. Lo harán también la vicesecretaria general Adriana Lastra, la exvicepresidenta Carmen Calvo o la exministra de Trabajo Magdalena Valerio, además del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en varios actos.
El argumento que trasladan fuentes de la dirección del partido para justificar este cambio de estrategia es que se pretende desviar el foco nacional de la campaña, para centrarlo en clave de Castilla y León. Los populares están marcando discurso y agenda en clave nacional, además de buscar la confrontación directa con el Gobierno, en general, y el sanchismo, en particular. Primero con la polémica de las macrogranjas, y ahora con el reparto de los fondos europeos. Dos asuntos que han obligado al Ejecutivo a responder y desviarse de su discurso sobre la recuperación económica. Fuentes del PSOE en Castilla y León defendían el cambio en la agenda de campaña reduciendo a dos las intervenciones de Sánchez "para permitir que la campaña se centre más en Castilla y León".
El candidato socialista, Luis Tudanca, se afanaba esta semana durante un desayuno informativo en Madrid en centrar el foco en la política regional y centrar el cara a cara con su homólogo popular, Alfonso Fernández Mañueco. En huir del "madridcentrismo" para abordar las problemáticas propias de Castilla y León, principalmente el reto demográfico y, en definitiva, "nuestros problemas y nuestros retos".
Sánchez se juega mucho en Castilla y León al tratarse de las elecciones que abrirán el ciclo electoral y podrán generar así una dinámica positiva o negativa de cara a los siguientes comicios. Los de Andalucía, primero, y las municipales y autonómicas para el próximo año, que se cerrará con las generales. Según las encuestas, el escenario se acerca más a lo que busca Génova, un efecto como el que se produjo tras las elecciones en la Comunidad de Madrid, empujando a los populares a nivel nacional en los sondeos.
Desde el PSOE aducen que hay partido y, según las encuestas que manejan, Tudanca repetiría resultados, con unos 35 procuradores. Eso sí, no volvería a ser primera fuerza por el desplome de Ciudadanos y el trasvase del voto naranja al PP. El cálculo de los socialistas es que el resultado va a estar ajustado y que la gobernabilidad dependerá de cómo resista Ciudadanos. Creen que podrían obtener dos procuradores, quizás insuficiente para que “sumen las tres derechas”, y en cualquier caso existe la incógnita de cuál será el papel de los naranjas si son claves en la gobernabilidad. La capacidad de los socialistas para pescar en el caladero de exvotantes de Cs podría hacer variar la balanza. Según sus cuentas, entre un 10 y 15% de esos votantes apoyarán ahora a Tudanca.
Ven aliados en la España Vaciada
A las candidaturas de España Vaciada no les auguran unos resultados notables, más allá de lograr representación por Soria y quizás una segunda circunscripción. Con todo, los ven como potenciales aliados. "Confío en que seamos capaces de entendernos para que el Gobierno de cambio llegue", respondía Tudanca esta semana preguntado por sus coincidencias con las reivindicaciones de este movimiento. "Lo entiendo y lo comprendo, especialmente en mi comunidad autónoma", explicaba en referencia a los desequilibrios territoriales, en materia de desarrollo de infraestructuras, creación de empleo y despoblación.
"A eso responden esas candidaturas y yo, desde luego, creo que todos aquellos que quieran sumarse al cambio en Castilla y León son bienvenidos", enfatizaba el candidato socialista. Al mismo tiempo, advertía que "ya hemos vivido que quienes enarbolan la bandera del cambio luego, cuando llega el momento, no lo hacen", porque "siempre acaba habiendo tentaciones de perpetuar lo que tenemos". En esta línea, llamó la atención sobre la heterogeneidad del movimiento porque en provincias como Valladolid copan sus listas exmiembros de Ciudadanos.
La intención de los socialistas pasa por desplegar una campaña de “guante blanco” con las candidaturas de la plataforma España Vaciada. Poner el foco en lo propositivo para contrarrestar el efecto de una plataforma que reconocen conecta bien con un sentir social del que también pretenden hacerse cargo. Ferraz quiere que la campaña se centre en la política regional y para ello se está trabajando en que todos los focos se los lleve Tudanca. Su victoria sería la de Sánchez, mientras que su derrota sería la suya propia, intentando cortocircuitar en la medida de lo posible un efecto contagio.
Optimismo en Génova
En Génova 13, por su parte, el ambiente es de optimismo. Los sondeos apuntan a que una mayoría absoluta es posible y por eso en la campaña para el 13-F echarán el resto. El líder Pablo Casado se va a volcar. Estará en cuatro grandes actos con el candidato Alfonso Fernández Mañueco. Abrirán en La Bañeza y cerrarán en Valladolid, pero Casado visitará las nueve provincias y pondrá a todo el partido a trabajar en estas elecciones en las que los populares buscan consolidar que el cambio de ciclo que se inició el 4-M en la Comunidad de Madrid es posible.
La estrategia que han diseñado desde el equipo del presidente pasa por ir de lo regional a lo nacional en el mensaje. Castilla y León es un ejemplo de gestión del PP y por eso se confrontará el modelo de sociedad con las políticas de Sánchez y sus socios. “Vamos a estar todos”, anuncian desde los equipos electorales. Se ha trabajado en sintonía entre la dirección nacional y la regional. Atrás quedaron los tiempos en los que el secretario general, Teodoro García Egea, intentó imponerse a Mañueco. Ahora la relación es de “respeto”. Con las agendas aún por cerrar, está previsto que los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy también tengan presencia. Mañana Rajoy estará en Salamanca para presentar su libro 'Política para adultos' y se está ultimando su participación en otros actos. Aznar es un "símbolo" para el partido en Castilla y León y Mañueco también le quiere con él. Los presidentes autonómicos desfilarán todos desde Núñez Feijóo a Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso y también estará el alcalde de Madrid y portavoz nacional, José Luis Martínez Almeida.
La precampaña ha estado marcada por la polémica del ministro Alberto Garzón con los ganaderos y los populares han sabido hacerse con la bandera de la defensa del mundo rural y marcar posición no solo ante los socialistas, sino con las plataformas de la España Vaciada. 'Somos el partido de la tierra' será uno de los eslóganes que más se repita. Reconocen que el resbalón del titular de Consumo les ha hecho la mitad del trabajo y ha colocado el debate donde querían. No solo ha lanzado al PP, sino que ha lastrado a la izquierda y evidenciado las diferencias en el Gobierno de coalición dando margen a Casado para reivindicarse como alternativa de estabilidad. Manejarán el 'cabreo' que en sus sondeos de opinión perciben en la calle contra Sánchez y cuidarán especialmente a sectores como hosteleros, ganaderos, agricultores, autónomos que se sienten agraviados por el Ejecutivo. Además, dan por zanjado el "bulo" de la corrupción que aseguran fuentes populares que se intentó inflar desde el PSOE. El juez que investiga las presuntas irregularidades de las primarias en Salamanca ha señalado que el anónimo que intentaba implicar a Mañueco no "tiene ningún valor probatorio", ya que no aporta "ningún dato objetivo ni objetivable" para el esclarecimiento de los hechos.
Los 15 días de campaña se centrarán en la movilización. Aunque en el partido confían en la gran implantación de las siglas en el territorio, los cálculos electorales dicen que se necesita rascar hasta el último voto del centro derecha para superar la barrera de los 41 escaños que permitan un Gobierno sin ataduras. En estos momentos, están al alza y lograrían más del 40 por ciento del voto y 39 diputados, lo que los llevaría a necesitar de otras formaciones en la investidura. Las futuras alianzas están abiertas. Si Vox entra con la fuerza que en estos momentos reflejan las encuestas, será más difícil la negociación con los de Abascal, aunque solo se les necesite por la mínima. Génova lo fía todo a la bautizada como "mayoría suficiente". Si el partido suma más que toda la izquierda, podrá plantear la 'vía Ayuso' y forzar a Vox a un apoyo sin tener que ceder sillones en la Junta. El portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, ya ha advertido de que "las mayorías son absolutas y no suficientes" y que esta vez no descartan exigir consejeros a cambio de hacer presidente a Mañueco. Tampoco se descarta a Ciudadanos. La ruptura abrupta de la coalición no implica que no se cuente con ellos en el futuro si logran representación. El exvicepresidente Francisco Igea ha sido muy duro con Mañueco, pero la posición de la dirección nacional de Ciudadanos es más cauta. El objetivo es rentabilizar al máximo el resultado y ser decisivos tanto para el PP como para el PSOE. Pero este debate de con quién y cómo no se tendrá hasta el 14-F.
Los ánimos en Ferraz y Génova son totalmente opuestos ante la cita electoral del 13-F. El presidente del Gobierno ya ha hecho control de daños y, ante unas encuestas que, salvo sorpresa, dan una amplía victoria al PP, ha optado por replegarse en la Moncloa. Es precisamente allí donde se ve cada día un poco más el líder del PP, Pablo Casado, que con cautela empieza a saborear opciones reales de ser el próximo inquilino. Sánchez apenas hará campaña y Casado se volcará; el PSOE dará una dimensión regional a los comicios y el PP extrapolará cada mensaje a la arena nacional. Ambos se juegan mucho. El presidente, aunque haya optado por el perfil bajo, es consciente de lo que supondrá en el partido sumar otra derrota después del revolcón de Madrid. Las urnas siempre mandan. Refuerzan o desgastan los liderazgos y, por eso, para Casado, Castilla y León es una oportunidad de reivindicarse como líder del centro derecha y también ante los que le colocan frente al espejo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Esta cita electoral marcará si hay cambio de ciclo real. Si el PP arrasa, Génova acelerará las andaluzas para encadenar dos victorias y noquear a un presidente que en Andalucía se juega mucho más por lo que significaría para el socialismo no recuperar un bastión histórico.