Villarejo defiende su entramado empresarial: "Era conocido por 10 ministros de Interior"
La defensa del comisario centró este viernes su interrogatorio en su pasado como agente de inteligencia
José Manuel Villarejo concluyó este viernes su declaración en el primer juicio del caso Tándem. Su defensa le interrogó durante más de tres horas y, al igual que en las cuatro sesiones anteriores, insistió en que sus empresas no eran más que una "tapadera" como agente de inteligencia: "Mi estructura era absolutamente conocida por los 10 ministros de Interior que pasaron desde el año 93", afirmó. Este viernes, a preguntas de su abogado, Villarejo se presentó una vez más como un hombre de Estado.
El pasado 1 de diciembre, durante las cuestiones previas del juicio, la Fiscalía ya dejó clara su postura frente la línea de defensa esgrimida por el comisario: "Nosotros no negamos que el señor Villarejo sea espía o exespía, o que colabore externamente, aleatoriamente o estructuralmente con los servicios secretos españoles... Lo que nos interesa es que, si lo hace, y parece ser que aquí lo haría, aprovecha esa función naturalmente autorizada y conocida por sus mandos, incluida su colaboración con el CNI, para lucrarse. Eso es lo que es absolutamente intolerable, eso es lo que es reprochable". La Fiscalía lo resumió en cuatro palabras: "Abusa de su condición".
Pero, no conforme con esta tesis, Villarejo quiso repasar este viernes su historial policial. Según explicó, se incorporó en 1972 al cuerpo y, un año después, ya formaba parte de los "grupos terroristas". Sus supuestas operaciones contra ETA se alargaron más de una década y, en 1983, después de que le nombraran secretario general de un sindicato policial, su relación con los mandos empeoró y terminó por pedir una excedencia. "A partir de ese momento es cuando constituyo una serie de sociedades".
Expuesta esta idea, el repaso a su entramado empresarial tanto en esos años en excedencia como cuando volvió al cuerpo dejó frases memorables: "Yo criaba caballos de todo tipo", "en Marruecos monté una empresa de espárragos y de marisco", "monté una empresa de música y traje lo que era el concepto de analógica a digital aquí"... Unas sociedades que, según destacó, siempre puso al servicio del Estado: "Seguí manteniendo relaciones con el Ministerio de Interior". "Entendía que se lo debía a mi país".
Con esa estructura a sus espaldas, Villarejo mantiene que en 1993 le pidieron reincorporarse al cuerpo como agente de inteligencia: "Quiero que te incorpores con esas empresas", asegura que le dijeron. "Esa fue la condición por la cual yo volví". Frente a la acusación de la Fiscalía, él sostiene que no se enriqueció a través de estas sociedades, sino que solo aceptó determinados encargos privados para mantener la tapadera: "En dos ocasiones que me arruiné, papá Estado no acudió en mi ayuda".
"Como los pavos reales"
El caso Tándem acumula una treintena de piezas, pero, en este primer asalto, la Audiencia Nacional solo enjuicia de forma conjunta tres de ellas: el supuesto espionaje a un bufete de abogados (pieza Iron), la batalla por la herencia del creador de la urbanización La Finca (pieza Land) y su contratación por parte de los hermanos Muñoz para conseguir información sensible sobre un antiguo socio (pieza Pintor). La Fiscalía pide 109 años de cárcel por estos hechos, pero él insiste en defender su legalidad.
Sobre la pieza Iron, asegura que fue contratado por el despacho de abogados Herrero y Asociados porque Balder Ip Law, fundado por antiguos trabajadores suyos, le había robado su base de datos: según sostiene, su intención era recabar pruebas para que pudieran denunciarlo. Sobre la pieza Land, la enmarca como un encargo que aceptó después de que le dijeran que Felipe González tenía "mucho interés": según sostiene, se trataba de un asunto de "carácter oficial". Sobre la pieza Pintor, afirma que no fue más que un favor para su "amiga Ana Rosa Quintana", cuyo marido es Juan Muñoz: según sostiene, "no se facturó nada porque no se prestó ningún servicio".
Esa es la defensa que Villarejo ha expuesto ante el tribunal durante la última semana y, ante los audios que reflejan lo contrario, él insiste en que están "manipulados". Según argumenta, los servicios que ofrecía exigían "marketing" y "ciertos alardes", por lo que tampoco debe tomarse al pie de la letra todo lo que decía a sus clientes: "Formaba parte de mi trabajo de cobertura. Era la imagen que yo tenía que dar de empresa solvente", se defendió este jueves. "Como los pavos reales".
José Manuel Villarejo concluyó este viernes su declaración en el primer juicio del caso Tándem. Su defensa le interrogó durante más de tres horas y, al igual que en las cuatro sesiones anteriores, insistió en que sus empresas no eran más que una "tapadera" como agente de inteligencia: "Mi estructura era absolutamente conocida por los 10 ministros de Interior que pasaron desde el año 93", afirmó. Este viernes, a preguntas de su abogado, Villarejo se presentó una vez más como un hombre de Estado.