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Bolaños contacta con García Egea para que el PP se abstenga en la votación de la reforma laboral
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Bolaños contacta con García Egea para que el PP se abstenga en la votación de la reforma laboral

Los populares, sin embargo, no se moverán del no. El objetivo es no dejar margen a Vox ni aire a Sánchez. Díaz y Calviño trasladan a los socios de investidura que el ministro de la Presidencia es un "escollo" para el pacto

Foto: El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. (EFE/Fernando Alvarado)
El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. (EFE/Fernando Alvarado)
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La votación de la reforma laboral en el Congreso, en apenas un mes, servirá para medir la fortaleza de la llamada mayoría de la investidura. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, marcaba posición ayer al asegurar que “la legislatura acabará en 2023”. Detrás de esta declaración de intenciones hay un mensaje a la oposición, pero también al resto de grupos en los que se suele apoyar la coalición. Moncloa ha vuelto a poner en marcha en estos días la máxima de la geometría variable en busca de los respaldos suficientes para superar la reválida en el Parlamento. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, es el negociador oficial en su condición de hombre de máxima confianza del jefe del Ejecutivo, aunque también están en esa negociación las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño. Esta última, según fuentes gubernamentales, habría entrado en escena para sumar votos entre los grupos ante el malestar ostensible entre Bolaños y Podemos. Calviño ya vuela al margen de este, al que desde el sector morado se le acusa directamente de ser el principal obstáculo para atraerse a PNV, ERC y Bildu.

El ministro de Presidencia tiene su propia agenda y, según ha podido saber El Confidencial, ha mantenido contactos con el secretario general del PP, Teodoro García Egea, para buscar una abstención de los populares en este trance parlamentario. La relación entre ambos es fluida. Fueron los artífices del acuerdo para renovar el Tribunal Constitucional, el de Cuentas y el Defensor del Pueblo, y en los próximos meses, elecciones en Castilla y León mediante, está previsto que cierren el desbloqueo del Consejo General del Poder Judicial. El planteamiento de Bolaños parte del argumentario de vuelta a los pactos de Estado entre PSOE y PP. El ministro reconoce en privado que la reforma laboral mantiene la esencia de la aprobada por Mariano Rajoy en 2012 y de ahí el margen para que los populares se sumen sin problemas.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Lavandeira Jr.)

Sin embargo, en Génova descartan un cambio de posición y se mantendrán en el no que ha fijado desde el primer momento Pablo Casado. El líder del PP votará con Vox, al que no quiere dejar margen, más ahora que las encuestas coinciden en señalar un crecimiento de los de Santiago Abascal y un estancamiento de los populares. Consideran que su votante no entendería que se dé “aire” a Sánchez. Además, ahora la formación conservadora 'huele sangre' con la polémica del ministro de Consumo. El presidente fue recibido ayer en Palencia con abucheos y gritos de manifestantes pidiendo la dimisión de Alberto Garzón y el PP va a ahondar y estirar al máximo esta crisis, que ya empieza a agudizarse dentro de la coalición. En el PSOE no esconden que el titular de Consumo les ha “hundido la campaña” en Castilla y León. De hecho, algunos ministros socialistas hacen llegar que debería ser cesado. Si la dirección de los populares no escuchó antes a los barones que apelaban a "esperar y ver" si había margen para convocar, hoy en la planta séptima de Génova se sienten reforzados: “Los españoles no aguantan más a Sánchez”.

A pesar del portazo del PP, Bolaños sigue sondeando una alternativa al 'Gobierno Frankenstein' que pasa por cortejar a Ciudadanos. Fuentes de Moncloa confirman que ha llamado a Inés Arrimadas y que las “sensaciones son buenas”. Desde el partido naranja, ya han manifestado su intención de escuchar y por eso no han desvelado cuál será el sentido de su voto. Para la formación, es una oportunidad de recuperar pulso político y poner en valor a sus 10 diputados, como ya lo hizo cuando el PSOE les pidió el voto para los presupuestos de 2011. El momento les es propicio y la oportunidad de recuperar protagonismo parece que ni pintada. Ciudadanos necesita desterrar la imagen de que es un juguete roto en manos del PP. La demolición del pacto en Castilla y León con la convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Alfonso Fernández Mañueco les cogió con el pie cambiado y hay voces en Cs que siguen las consignas del eurodiputado Luis Garicano, que reclama alianzas con los socialistas para centrar el partido.

Foto: Sesión de control al Gobierno en el Congreso. (EFE/Lizón)

En ese viaje al centro está también Bolaños. No es la primera vez que Sánchez tira de cintura política, y más cuando acaba de arrancar un decisivo año electoral. Aunque el ministro lograse el sí de Arrimadas, necesitaría la abstención del PNV. Al tratarse de un decreto ley, es preciso que salga adelante con una mayoría cualificada y eso implica lograr más síes que noes. Los nacionalistas vascos ya han comunicado al Gobierno que para ellos es fundamental introducir cambios en el texto aprobado con la CEOE y los sindicatos. La piedra de toque es la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los nacionales que reclaman desde el PNV. Un cambio en este sentido podría suponer, como ya advirtió el líder de la CEOE, Antonio Garamendi, que los empresarios se descuelguen.

Las vicepresidentas también se han movilizado para armar su propia mayoría parlamentaria. Hay un “mano a mano”, y en su argumentario para sacar del no a los socios de la investidura han encontrado un chivo expiatorio en el propio Bolaños. Tanto Díaz como Calviño alimentan ante los grupos que es la posición del ministro de Presidencia el principal escollo para poder asumir algunas de sus demandas. A Díaz le preocupa que en medio de la legislatura se dinamite la mayoría de izquierdas y por eso tiende puentes más o menos discretos con ERC y Bildu. Hasta la semana del 7 de febrero hay tiempo, pero la cercanía de las urnas el 13 de febrero enquistará aún más las posiciones. ¿Ganarán las vicepresidentas o Bolaños? Seguro que Sánchez sí.

La votación de la reforma laboral en el Congreso, en apenas un mes, servirá para medir la fortaleza de la llamada mayoría de la investidura. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, marcaba posición ayer al asegurar que “la legislatura acabará en 2023”. Detrás de esta declaración de intenciones hay un mensaje a la oposición, pero también al resto de grupos en los que se suele apoyar la coalición. Moncloa ha vuelto a poner en marcha en estos días la máxima de la geometría variable en busca de los respaldos suficientes para superar la reválida en el Parlamento. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, es el negociador oficial en su condición de hombre de máxima confianza del jefe del Ejecutivo, aunque también están en esa negociación las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño. Esta última, según fuentes gubernamentales, habría entrado en escena para sumar votos entre los grupos ante el malestar ostensible entre Bolaños y Podemos. Calviño ya vuela al margen de este, al que desde el sector morado se le acusa directamente de ser el principal obstáculo para atraerse a PNV, ERC y Bildu.

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