Los claretianos indemnizan a tres víctimas de abusos sexuales: "Que se sepa el 'mea culpa"
Reconocen los abusos cometidos por el padre José María Pita da Veiga en los años setenta en el Colegio Claret de Madrid
Fernando García Salmones es una de las tres víctimas a las que la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos popularmente como claretianos, ha aceptado indemnizar por los abusos que sufrió en 1975 en el Colegio Claret de Madrid. Casi medio siglo después, considera que el pago —cuya cifra no quiere revelar— supone un "reconocimiento total" a su calvario, pero no por ello piensa guardar silencio a partir de ahora: "Que se sepa el 'mea culpa", advierte.
García Salmones insiste para ello en señalar a su abusador con nombre y apellidos: José María Pita da Veiga, fallecido en octubre de 2009 tras recibir un homenaje de sus antiguos alumnos. "Estamos hablando de un ave de rapiña". Con él como verdugo, sufrió repetidas violaciones cuando tenía 14 años y, aunque la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María haya aceptado indemnizar a tres víctimas, apunta a que superaron la decena: "Todo sucedía en un corredor, en una planta alta. Era incomprensible que durante años hubiese niños entrando en la habitación de un cura. Todos eran conscientes de lo que estaba pasando".
A principios de los 80, cuando ya había abandonado la escuela y rozaba la veintena, García Salmones decidió entonces romper su silencio: "Entregué una carta en la recepción del colegio con mi nombre y, según me han dicho los curas, nunca les llegó. Debió acabar en la basura". Una década después, quiso ir un paso más allá y acudir a los tribunales, pero para entonces ya era tarde: los abusos a menores prescriben a los 15 años. "Lo consulté con un abogado y me dijo que no tenía recorrido",
La situación se mantuvo así hasta 2018, cuando denunció públicamente los abusos de Pita da Veiga en una entrevista concedida a 'El País'. "Hasta entonces solo se lo había contado a amigos y familiares, nunca en público. No fue por venganza, porque el señor ya estaba muerto, sino simplemente para que no le pasase a nadie más". La información no pasó desapercibida entre los claretianos y, poco después, tuvieron lugar los primeros contactos con las víctimas. Según critica, nadie más movió ficha por parte de la Iglesia española: "La Conferencia Episcopal se lavó las manos de forma grosera diciendo que era un mal común en nuestra sociedad".
Pero aquella entrevista sí le permitió conocer la Asociación Infancia Robada y a Leticia de la Hoz, la abogada que ha llevado su caso desde entonces. Ella ha sido la encargada de encauzar la comunicación "de manera totalmente desinteresada" con la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. "Hemos encontrado en los claretianos siempre en ellos una actitud de escucha", reconoce García Salmones. "En ningún momento han negado los hechos, nos han escuchado".
No olvida, sin embargo, que nadie tomó medidas frente a los abusos de Pita da Veiga durante su estancia en el colegio, ni tampoco que después pasó al colegio mayor Jaime del Amo de Madrid y terminó por agotar su vida pastoral en la parroquia Nuestra Señora del Espino. "Faltó actitud... Faltó mucha actitud durante años", critica.
El hecho de que tanto él como otra de las víctimas elevara la voz marcó, por tanto, un antes y un después y, a partir de ese momento, considera que se siguió el cauce adecuado: "Han estado próximos y al final han decidido aplicar el 'motu proprio', apostando así por verdad, justicia y reparación". "Los claretianos no nos han dado nada parecido a la indemnización que pedíamos, pero no han mostrado en ningún momento descrédito u ocultación desde que lo denunciamos", resume.
En cuanto a la posibilidad de que existan otras víctimas en el seno de la congregación, esta señala a El Confidencial que también han tomado medidas: "Hemos investigado con exhaustividad todos los posibles casos, presentes o pasados, de los que hemos tenido conocimiento", aseguran. "Nos hemos volcado en impulsar todos los instrumentos que fortalecen la protección de los menores (...). Tenemos canales de atención a víctimas a través de las webs de la institución y de los centros educativos".
En el caso de García Salmones, esta incide a su vez en otro aspecto que los claretianos no han tratado de contrarrestar: "Nos dijeron que no había ninguna cláusula prohibitoria, es decir, que nosotros podemos hablar de nuestra vida a quien queramos y que podamos contar lo que queramos". Como colaborador de la Asociación Infancia Robada, esto le permite seguir denunciando lo que considera una actitud "vergonzante" por parte de la Conferencia Episcopal ante las víctimas.
"Tienen que empezar un proceso de control. El objetivo principal es que esto no le vuelva a pasar a nadie. Destruyes la vida de una persona y no sabes cómo queda la gente. Les destruyes la vida". García Salmones destaca para ello las recientes declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, sobre los abusos: "Solo son pequeños casos, aunque eso no disminuye su gravedad. ¿Por qué el foco solo en la Iglesia católica?". Frente a estas palabras, él se muestra tajante: "Hacen comentarios sobre las víctimas despectivos. No hay en ningún caso la búsqueda de la verdad". Él considera que su indemnización es la excepción que confirma la regla.
La Conferencia Episcopal
Frente a estas críticas, la Conferencia Episcopal argumenta que se han creado "numerosas oficinas para la investigación de abusos y las hay tanto en la Iglesia diocesana como en las congregaciones religiosas". Según subrayan, "tras la presentación de la denuncia, en esas oficinas se estudia el cauce jurídico que tiene, civil y canónico", pero las indemnizaciones "se establecen en el proceso judicial y son los condenados en esos procesos los que deben abonarlas o los responsables subsidiarios y así se hace".
En cuanto a su proactividad en estas investigaciones, señalan una vez más estas oficinas para combatir los abusos:. "El deseo es que todas las personas que hayan sufrido abusos denuncien esa situación. No es una investigación sociológica o estadística, en España cada caso tiene un nombre, un rostro, una historia. No es un número. Por eso, la Iglesia anima a las víctimas a presentar denuncias en el ámbito que les resulte más conveniente: civil, canónico o a través de otras instituciones".
Fernando García Salmones es una de las tres víctimas a las que la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos popularmente como claretianos, ha aceptado indemnizar por los abusos que sufrió en 1975 en el Colegio Claret de Madrid. Casi medio siglo después, considera que el pago —cuya cifra no quiere revelar— supone un "reconocimiento total" a su calvario, pero no por ello piensa guardar silencio a partir de ahora: "Que se sepa el 'mea culpa", advierte.