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Un gurú británico en la educación española: "Vuestra gran ventaja son las autonomías"
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Entrevista a Stephen Heppell

Un gurú británico en la educación española: "Vuestra gran ventaja son las autonomías"

Profesor, escritor, conferenciante e investigador, trabajó durante años como asesor educativo para el Gobierno británico. Su percepción no encaja con las ideas más extendidas sobre el sistema educativo español

Foto: Entrevista a Stephen Heppell. (Cedida)
Entrevista a Stephen Heppell. (Cedida)

A Stephen Heppell (Chalfont St. Peter, Inglaterra, 1950) le han llamado de escuelas de todo el planeta para intentar solucionar sus problemas. Es profesor, escritor, conferenciante e investigador, y trabajó durante años como asesor educativo para el Gobierno británico. Últimamente, pasa mucho tiempo en España, donde dirige la Cátedra de Innovación para el Aprendizaje de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). Su percepción no encaja con las ideas más extendidas sobre nuestro sistema educativo.

PREGUNTA. La pandemia ha sido un enorme experimento de educación a distancia. Hay una gran variedad de opiniones sobre cómo ha salido. ¿Usted qué balance hace?

RESPUESTA. Esto es un poco como preguntarse “¿qué tal se ha cocinado en el mundo este año?”. Pues depende de quién y de dónde y de cómo. Si cocinas en Inglaterra puede ser terrible, sin embargo, si lo haces en España es casi siempre delicioso. La educación 'online' es lo mismo, depende de cómo mezcles los ingredientes. En este caso, muchas escuelas han intentado recrear el funcionamiento habitual pero desde casa. Son las 11 de la mañana y te toca estudiar Matemáticas con Miss Smith. Y luego a las tres de la tarde toca Química con Mister Johnson. Todos intentaban hacer lo mismo que hacían antes y lógicamente surgen un montón de problemas. Piensa en cómo ha empezado esta entrevista. Con problemas con el audio, y hemos tenido que reiniciar. Esto ocurre constantemente, porque la tecnología es imperfecta. Pero además se juntan otros factores incontrolables. Por ejemplo, para una familia que no tiene muchos recursos o que vive en una zona remota puede ser un problema el ancho de banda. O quizá no hay ordenadores para todos. O quizá no podemos conectarnos todos a las 11 de la mañana porque papá teletrabaja. Cuando ocurre esto, muchos niños se quedan atrás. A los niños ricos les va a ir mejor y a los niños pobres les va a ir peor. Es decir, ocurre lo contrario de lo que debería ocurrir con la tecnología.

P. ¿Y cuáles son las experiencias más exitosas? ¿Dónde se ha cocinado mejor la educación?

R. Llevo estudiando la educación a distancia desde los años ochenta. Sabemos que, si les das a los estudiantes algo que hacer y los pones a trabajar juntos, y después les haces saber que el viernes por la tarde vas a estar disponible para ellos... las cosas funcionan. Algunos van a venir con el trabajo avanzado y otros menos, pero en cualquier caso va a ser mucho más efectivo que pedirle a la gente que siga un calendario lectivo tradicional a través de una pantalla. Con este modelo hay que cambiar completamente la manera de enseñar y aprender. La flexibilidad funciona mucho mejor en la educación a distancia que las estructuras rígidas que se han utilizado siempre para la educación presencial.

"Las mejores escuelas en el futuro van a estar vacías casi todo el rato"

P. Muchas familias y muchos docentes creen que el balance ha sido desastroso.

R. Tenemos a políticos diciendo que la educación 'online' ha sido un desastre. Los políticos siempre ven las cosas en blanco y negro. Me molesta mucho escucharles cosas terribles sobre los niños, como que van a convertirse en una generación perdida, que van a ser los niños del confinamiento, los niños del covid. La BBC llegó a aventurar que van a perder no sé cuántas libras cuando sean adultos porque no van a conseguir estar lo suficientemente cualificados. Pero vamos a ver. ¡Mi generación fue la generación de la Guerra, y los niños vivieron una situación terrible! Michos tuvieron que evacuar Londres y otras ciudades, dejar a sus padres atrás, y acabaron en granjas a miles de millas. A un amigo mío lo metieron en un camión con un cartel colgado al cuello y no volvió a ver a sus padres en un año y medio. Después se convirtió en el ingeniero jefe de Ford. Entre los que sobrevivieron a esta terrible experiencia surgió gente como él o como John Lennon. Gente realmente excepcional. Quizá esta generación del confinamiento es la nueva Generación de Oro. Es más. Apostaría a que lo va a ser.

P. ¿Por qué?

R. Te pongo un ejemplo. Hicimos una web para que los niños presentasen sus propios proyectos. Si lo hacían, les dábamos un certificado para colgar en la pared de su habitación. Se apuntaron muchísimos y hemos estado analizando los resultados, de manera anónima. Te puedo decir que es sorprendente. Se puede resumir con tres grandes conclusiones. La primera es que casi todos los alumnos se dedicaron a profundizar sobre un solo asunto, en lugar de cubrirlo todo como se les suele pedir. Lo segundo es que la mayoría colaboraron con otros niños u otras personas. Y lo tercero es que se esforzaron por conectar su trabajo con lo que estaba pasando a su alrededor. En resumen, cuando haces protagonistas a los alumnos y les lanzas directamente el balón ocurre que se dedican a profundizar en un tema con ayuda de sus compañeros y teniendo en cuenta lo que pasa a su alrededor. No se me ocurriría una manera mejor de definir las habilidades necesarias para el siglo XXI. Yo creo que un niño que desarrolle estas tres habilidades va a encontrar un trabajo en cualquier sitio de Europa.

P. Hablaba antes de las diferencias entre los niños ricos y los niños pobres. ¿Es la educación cada vez más elitista? Hay voces asegurando que el nuevo paradigma educativo está destruyendo el ascensor social. ¿Cómo lo ve?

R. Yo fui a la escuela en los años sesenta y me acuerdo de cómo era, así que no me lo tienen que contar. No creo que las cosas estén yendo a peor. Hay algunas injusticias, obviamente. Hay millones de niños viviendo en países donde no hay ningún tipo de educación reglada aún. Pero aún allí llegan oportunidades que no había antes porque existe una cantidad increíble de material gratuito en Internet, como la Khan Academy. Piensa en un CD Rom, que ha desaparecido por obsoleto y que podía contener muchas enciclopedias de información en un soporte tan barato que te los regalaban con las revistas. Ahora resulta que la mayor parte de lo que hay en Internet es gratis. Cuando yo era niño, ibas a casa de alguien que tenía una enciclopedia y te dabas cuenta de que era una familia con mucho dinero. Lo que sí creo es que la educación se tiene que mover más rápido para extender las oportunidades que ofrece la digitalización.

"Creo que los próximos 10 años van a ser los mejores 10 años en cuanto a avances educativos en toda la historia"

P. Al comparar países, la brecha a veces es el propio dispositivo. Pero incluso en países donde la mayoría de los niños tienen acceso a internet, hay muchos niveles educativos.

R. Todavía visito colegios donde siguen prohibiendo que los niños utilicen teléfonos móviles. Todos los hogares disponen de teléfonos, pero no todos disponen de ordenadores portátiles para toda la familia. Un teléfono es asequible para casi cualquier y hay un montón de cosas interesantes que se pueden hacer desde un teléfono móvil. Hay aplicaciones increíbles y canales de TikTok magníficos para aprender Física. El problema no es el teléfono móvil, sino lo que los niños hacen con el teléfono móvil. Y el problema empieza cuando la educación se mueve en una dirección opuesta a la tecnología y considera que la tecnología solo tiene aplicaciones no educativas. Yo de verdad no creo que la tecnología provoque desigualdad, lo que repito es que la educación se tiene que mover más rápido para aprovecharse de la tecnología. Mira (se levanta y muestra un teléfono móvil) este es un teléfono que tienen los niños en África y que se puede obtener por 30 dólares. Para muchos niños, 30 dólares es mucho dinero, pero si comparas con un portátil o un iPhone… Todo esto irá cambiando, pero el problema nunca es la tecnología, sino que la educación que va muy lenta.

P. ¿Es Europa un buen sitio para educar niños?

R. En Europa tenemos muchas escuelas que están entre las mejores del mundo y no voy a decir que todas sean baratas, pero la mayoría son asequibles. No veo mejores escuelas que algunas de las que estoy pensando, con la excepción quizá de Australia y algunos sitios de China. Lo que conseguías antes si pagabas más dinero para la educación eran mejores profesores, mejores laboratorios de ciencias, mejores canchas deportivas. Lo que consigues ahora con más dinero es que las nuevas tendencias llegan un poco antes. Las mejores escuelas utilizan cosas que hoy son caras pero que mañana van a ser baratas y que se va a poder permitir el resto. Las escuelas más ricas tienen la obligación moral de empezar a probar cosas para que los niños que vienen detrás las reciban después. Mira, te voy a enseñar una cosa.

[Heppell se levanta y muestra varias imágenes de aulas donde niños y adolescentes escriben en paredes, cristales y mesas. Después retoma la respuesta])

Cuando se hace esto, cuando escriben en las paredes y las mesas, los alumnos interactúan más, comparten más y son más cuidadosos que cuando escriben en un cuaderno. Esto se probó en el Colegio de Eton y otras escuelas más caras. Pero en nueve meses ya se había extendido a muchas otras escuelas, algunas públicas.

placeholder Imagen cedida.
Imagen cedida.

P. ¿Cómo va a transformarse la educación en el futuro inmediato? Me refiero a la digitalización de todo el proceso.

R. Cuando hablamos de esto solemos pensar en clases a través de Zoom y esas cosas, pero el cambio es mucho más importante. Para empezar, con la tecnología actual puedes estar en cualquier sitio, no solo en tu casa conectado a un portátil. Tenemos un proyecto que se llama “Educación en la Playa” en el que no hay un edificio, ni hay una escuela. Los alumnos pasan el día juntos, con profesores, pero en la calle. Un día se dedican a buscar medusas y observarlas con microscopios digitales. Otro día estudian la marea, o la flora. La tecnología te permite estudiar desde tu casa, pero también desde un museo, desde un jardín botánico, desde un bosque, desde una plaza... Esto tiene un impacto increíble. Ocurre ya con las oficinas y va a pasar también con las escuelas. Las mejores van a estar vacías casi todo el rato. Eso no significa que los niños no vayan a pasar tiempo con sus profesores, sino que no van a estar dentro de un mismo edificio.

P. ¿Cuáles son los otros grandes cambios?

R. Darles datos a los alumnos. Cuando les ofreces datos sobre su propio rendimiento y su propia educación se producen cambios increíbles de actitud. Te pongo otro ejemplo reciente. El desafío estos meses ha sido tener abiertas las ventanas y las puertas por el covid. Pero cuando les enseñas a los niños gráficos de cómo cambia el CO2 en tiempo real, les explicas con cifras la diferencia cuando hay ventilación y cómo esto afecta a los contagios... ya tienes el trabajo hecho. Sin esfuerzo. Solo tienes que decirles: arregladlo. El problema se resuelve solo. Lo van a hacer ellos.

P. ¿Y el tercer gran cambio?

R. La tecnología te permite derribar barreras, acabar con los compartimentos estancos con los que se organiza cada minuto del día en una escuela tradicional. Tenemos un proyecto en Australia que se llama Pueblo Educativo y que permite que los niños aprendan juntos, aunque tengan edades diferentes. Pueden cambiarse de grupo y de actividad y puede hacerse de manera ordenada porque la tecnología te permite saber qué están haciendo sin que los profesores vigilen todo el rato.

"El rol del profesor va a subir unos peldaños y tendrá que dejar que se incorporen más personas en el proceso educativo"

P. ¿Vamos a necesitar a tantos profesores como tenemos ahora cuando acabe el proceso de digitalización? ¿O van a ser sustituidos por programas informáticos y de inteligencia artificial?

R. Por supuesto que vamos a seguir necesitando muchos profesores, pero también necesitamos que los padres se involucren mucho más en la educación. Yo creo que se irá imponiendo un cambio generalizado en este sentido. Para conseguirlo, necesitamos personas que ayuden a los padres y a los abuelos. Algunos serán profesores y otros serán ‘coaches’. Lo que quiero decir es que el entorno educativo va a tener que transformarse. El rol del profesor va a subir unos peldaños y tendrá que dejar que se incorporen más personas en el proceso educativo, perfiles que no tienen que ser siempre los mismos. Y hay otro factor decisivo a tener muy en cuenta: muchas de las cosas que aprenden los niños, las aprenden de otros niños.

P. Singapur decidió hace décadas ofrecer salarios altísimos a los profesores bajo la premisa de que es el trabajo más importante. ¿Está de acuerdo?

R. Yo les diría a los profesores que no se entusiasmen demasiado con esta idea. Lo digo por muchos motivos. Si vas a Finlandia, donde el sistema educativo es muy exitoso, los profesores no están particularmente bien pagados. Lo que sí ocurre es que son gente muy respetada por su comunidad. No son dioses, pero se quedan cerca. Se les considera muy importantes, como a los médicos. Los profesores tienen que estar pagados con respeto y admiración antes que con dinero. En Inglaterra solemos expresar que los profesores no son recompensados con el ‘income’ [ingresos] sino con el ‘outcome’ [resultados]. Yo veo a algunos de mis alumnos regularmente en redes, me llaman por teléfono, me paran por la calle... y comparten sus logros conmigo. Y eso es indescriptible. Te ensañan fotos de sus hijos. Es algo realmente bonito. Las nuevas generaciones están a menudo más preocupadas por el ‘outcome’ que por el ‘income’, están más preocupadas por salvar el planeta que por tener un coche más grande. Percibo un cambio crucial en este sentido. No creo que los profesores vayan a cobrar de la noche a la mañana más dinero, pero sí van a ganar respeto y valoración social. Pienso que los próximos 10 años van a ser los mejores 10 años en cuanto a avances educativos en toda la historia.

P. En España, en Inglaterra y en muchos otros países, la de profesor es una de las profesiones con más niveles de estrés y más casos de ‘burn out’. ¿Por qué?

R. Estuve en Estonia esta semana. Antes tenían una ratio de 50 inspectores educativos y ahora tienen siete porque han llegado a la conclusión de que hay que dejar de inspeccionar y empezar a apoyar. Y esto se puede aplicar a todos los países. En Inglaterra tuvimos un grave problema con el deporte profesional. En 1996 solo conseguimos una medalla de oro en las Olimpiadas. Y la conseguimos en remo, un deporte de pijos que casi nadie practica. En Tokio fuimos cuartos en el medallero con 22 medallas de oro. ¿Qué hemos cambiado para lograr esto? Pues lo que pasaba en 1996 es que las autoridades deportivas marcaban lo que los atletas tenían que hacer. Y ahora se les da mucha más libertad para decidir su camino. Esto ocurre también con la enseñanza, en mi opinión. Muchos profesores están quemados porque se les obliga a ser constantemente lo que no son, se les obliga a ser robots. Y eso resume casi todos los problemas de la educación: la escuela tradicionalmente ha estado llena de personas de las que se espera que se comporten como robots. Tanto niños como profesores. ¡Pero resulta son personas y que están mejor diseñadas que los robots!

"Desde luego que en España hay problemas, pero es un país con una larguísima tradición cultural"

P. ¿Se le ocurre algún ejemplo real para entender mejor lo que quiere decir?

R. Mira, uno de los grandes problemas que tienen los profesores es el ruido en el aula. Muchos se pasan el día intentando que haya menos ruido en su clase, pierden toneladas de energía con eso. Los profesores están preocupados por si en el pasillo se escucha mucho ruido y otros profesores lo oyen, o por si el director del colegio los juzga. Y lo convierten en su única prioridad. Nos llamaron de una escuela de Londres donde tenían muchos problemas con esto. ¿Qué hicimos? Les dimos a los alumnos un medidor de ruido y les pedimos que mantuviesen el marcador en la zona intermedia durante toda la clase, que no se pusiese nunca en rojo. Decidimos que cada día tenía que haber dos alumnos responsables de que se cumpliese. Funcionó. Cuanta más responsabilidad se pueda delegar en los niños, mejor para todos. El profesor estará menos cansado, los alumnos crecerán más, aprenderán más y todo irá mejor. Los profesores están preocupados en probar este tipo de experimentos porque creen que los pueden inspeccionar y reprender, que tienen que comportarse todos igual, mantener la disciplina estándar. Por eso digo que hay que inspeccionar menos y ayudar más.

P. Ha estado en todo el mundo y últimamente pasa bastante tiempo en España. ¿Cómo ve la educación aquí comparada con la de otros países?

R. He trabajado en muchísimos países, de Perú a Arabia Saudí. No conozco un solo país que lo esté haciendo realmente bien, pero en muchos países hay regiones que lo están haciendo bien, escuelas que lo están haciendo bien, clases y profesores que lo están haciendo bien. Y al revés: incluso en Finlandia hay problemas. Desde luego que en España hay problemas, pero es un país con una larguísima tradición cultural. Es un país construido sobre el conocimiento, con algunas de las universidades más antiguas, de las bibliotecas más antiguas, con grandes museos. Algo de eso sigue estando ahí.

P. ¿Y cuáles son esos problemas?

R. Hay una tendencia arraigada en las instituciones públicas, que pretenden organizar todo y decidir todo. A pesar de eso, hay colegios donde se están haciendo cosas fabulosas. No creo que ninguno de los países de Europa del sur lo esté haciendo mejor que España. La gran ventaja, además, es la misma que tiene Australia: sus regiones. En España hay autonomías, y tienen bastante libertad. Se pueden probar varias cosas al mismo tiempo en diferentes regiones. Y luego se pueden llevar las experiencias más exitosas al resto del país. Las naciones con regiones fuertes tienen potencial para hacerlo mucho mejor. El riesgo para España es querer centralizar demasiado las decisiones. Esto no es una declaración política, es reconocer un patrón evidente.

"Los padres se preocupan por la lectura en los años 50 y 60. Ahora, por el tiempo de pantalla. Ni tenían razón, ni estaban equivocados"

P. Una pregunta que se hacen los padres todos los días es cómo manejar el tiempo de pantalla de los niños.

R. Antes de responderte déjame contarte que cuando yo era un niño me obsesioné con los libros y me metía en la cama con una linterna para leer. Mis padres estaban horrorizados, pensaban que tenía una adicción. Los padres se preocupan por la lectura en los años cincuenta y sesenta. Ahora se preocupan por el tiempo de pantalla. Ni tenían razón, ni estaban equivocados. Si yo hubiese leído toneladas de libros inapropiados quizá habrían tenido razones para preocuparse.

P. ¿Y eso es extrapolable a las pantallas?

R. Creo que puedo ser muy claro y muy contundente en este tema. Hay diferentes maneras de utilizar el tiempo de pantalla. Si solo lo haces de una única manera, es malo. Si no lo haces en absoluto, es igual de malo. Los niños siempre van a tener un tiempo de juego, por supuesto. Pero vamos a pensar en todas las maneras que hay de utilizar una pantalla. Para empezar, el tiempo de pantalla puede ser individual o colectivo. Sentarse varios amigos a hacer puzles con una pantalla es muy diferente a ver vídeos tú solo. Por eso el primer consejo que doy siempre a los padres es que intenten interesarse por el tiempo de pantalla de sus hijos en lugar de prohibírselo. Preguntarles qué hacen, mirarlo con ellos, e incluso orientarles hacia actividades educativas. Formar parte de su mundo también a través de la pantalla.

P. ¿Eso es todo?

R. No, no. Hay que dividir también entre lo que haces con una pantalla cuando únicamente la miras y cuando interactúas. Los niños llegan el viernes del colegio después de una semana agotadora y por supuesto que tienen que relajarse un rato con unos dibujos animados o con lo que sea. Eso está bien, pero hay que encontrar momentos de actividad con las pantallas. Los padres tienen que asegurarse de que los niños tienen una mezcla saludable de todas esas variedades: tiempo de pantalla activo, pasivo, en solitario y con otras personas. Hay muchos juegos muy educativos y muy divertidos. Los padres deberían interesarse por ver qué están haciendo los niños cuando tienen el móvil en la mano. Puede ser altamente educativo. Los juegos están llenos de sorpresas y las escuelas no. Y el mundo con el que se van a enfrentar estará lleno de sorpresas.

"Los padres tienen que ser parte de la ecuación y no subcontratar un servicio"

P. Otra queja común de los profesores es que la educación se ha convertido en un negocio y las familias en clientes. Esto tiene una parte positiva, es innegable, pero también tiene una parte oscura. A un cliente no se le dice con tanta facilidad lo que tiene que hacer, ni se le evalúa. El cliente tiene la última palabra, al cliente no se le puede defraudar… No sé si en educación esto es siempre posible.

Los profesores que se quejan de esto tienen razón. Nuestra misión no es vender un paquete educativo, sino conseguir que todo el mundo aprenda. Los padres tienen que ser parte de la ecuación y no subcontratar un servicio. Y la educación no es un mercado. Es un reto difícil porque hay un precio asociado a un tipo de educación. Lo que te puedo decir es que en los próximos 10 años va a haber más capital de riesgo entrando en la educación del que ha habido nunca.

P. Una de sus líneas de investigación consiste en estudiar cuáles son las mejores condiciones ambientales para aprender, midiendo temperatura, niveles de CO2, humedad... ¿Cuáles son sus conclusiones?

R. Todos estos factores son inesperadamente importantes. Nos dimos cuenta de esto hace ya algunos años cuando trabajábamos con deportistas. Nos dimos cuenta de que había pequeñas mejoras que por sí solas eran casi insignificantes, pero que, al juntarlas, marcaban la diferencia. Y decidimos llevar esta experiencia al aprendizaje. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que una clase tradicional, con 20 o 30 niños, los niveles de CO2 empezaban a subir enseguida y se ponían por las nubes. Y resulta que es más difícil concentrarse con niveles tan altos de CO2. Ocurre algo parecido con la luz. Muchas aulas están muy por debajo de la iluminación ideal y hemos demostrado que puede afectar mucho al rendimiento. La buena noticia es que hay cambios muy sencillos que se pueden hacer para mejorar. A veces basta con cambiar la pintura de las paredes para que reflecten la luz en lugar de absorberla. O sustituir las pizarras.

P. Llevan años con esto, ¿alguna novedad reciente al respecto?

R. Durante el covid empezamos a medir los niveles de polución en las aulas desde otros puntos de vista. Observamos que los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV) estaban por las nubes, por cosas como los químicos de los rotuladores. Y, de nuevo, hay muchas investigaciones que demuestran que con niveles de COV muy altos el cerebro funciona peor. Ocurría algo parecido con los productos que se utilizaban para desinfectar, productos muy agresivos, con una concentración alta de componentes químicos. Son todo cosas que por sí mismas no tienen gran impacto, pero si las juntas todas… Si el nivel de CO2 es el adecuado, si la luz es la correcta, si los COV están equilibrados, si la temperatura es la ideal.... Si juntas todas esas cosas, resulta mucho más fácil concentrarse y aprender.

"Cuando son los niños los que se empiezan a preguntar cómo pueden sentirse mejor, en ese mismo momento ya estás en un aula mejor"

P. ¿Hay un modelo de aula perfecta?

R. Bueno, se puede afinar bastante con los niveles máximos de CO2, hasta unos 1000 ppm. La temperatura ideal está entre los 18 y 21 grados. Y se puede tener una clase sin polución, me refiero a que el aire tiene que ser cuanto más fresco mejor. Obviamente, el ruido es importantísimo. Es sentido común: cuanto más ruidosa sea una clase, peor. No se trata solo del silencio de los alumnos, sino de que no haya una máquina de aire acondicionado retumbando. La humedad también es importante en dos sentidos: cuando no hay una buena hidratación, cuando no se bebe agua constantemente, el cerebro no funciona igual de bien. Y por supuesto, la humedad exterior también afecta. Hay maneras muy sencillas de ajustar estos detalles.

P. ¿Haciendo obras?

R. Incluso más sencillas. Si les digo a los niños que traigan plantas a clase ocurren tres cosas. Lo primero es que la planta absorbe Co2 y baja los niveles. Segundo, la planta está en una tierra mojada, que eleva la humedad ambiental. Y además parece que en las aulas con plantas los niños se concentran mejor. No está muy claro por qué. Hay una mezcla de factores psicológicos y fisiológicos, pero tenemos demostrado experimentalmente que las plantas ayudan al aprendizaje. Por resumir en una idea lo que me preguntabas antes: el aula idea es un aula donde los profesores y los niños se preguntan qué podemos hacer para estar mejor. Si llevas esa pregunta a los niños, ellos empiezan a explorar, a debatir y a encontrar soluciones.

P. Deme algún ejemplo que ayude a entender que esto realmente tiene impacto.

R. Hay una pequeña escuela aquí en la costa británica que no está funcionando muy bien. Me llamaron hace poco y me dijeron “Steven, mira a ver qué puedes hacer”. Entré y pregunté que cuáles eran los niños con menos ganas de aprender de la clase y me señalaron inmediatamente a una esquina sin luz y con un calor sofocante. Hice la pregunta contraria. ¿Quiénes son los niños que hacen más orgullosos a sus madres? Y todos me señalaron a la esquina opuesta, donde entraba luz y aire fresco porque la ventana estaba medio rota. La temperatura era más baja. Les pedí que cambiasen de lugar durante el resto del día. Después del almuerzo, una de las chicas me dijo algo maravilloso: “No me reconozco a mí misma en el lado oscuro”. Cuando son los niños los que se empiezan a preguntar cómo pueden sentirse mejor, en ese mismo momento ya estás en un aula mejor. Por supuesto hay muchísimos factores más, pero son mejoras muy sencillas.

A Stephen Heppell (Chalfont St. Peter, Inglaterra, 1950) le han llamado de escuelas de todo el planeta para intentar solucionar sus problemas. Es profesor, escritor, conferenciante e investigador, y trabajó durante años como asesor educativo para el Gobierno británico. Últimamente, pasa mucho tiempo en España, donde dirige la Cátedra de Innovación para el Aprendizaje de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). Su percepción no encaja con las ideas más extendidas sobre nuestro sistema educativo.

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