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Los 100 días de los nuevos ministros: escasa cartera y desconocidos, salvo 'superBolaños'
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Los 100 días de los nuevos ministros: escasa cartera y desconocidos, salvo 'superBolaños'

Sánchez planteó los cambios en julio para abrir “una nueva etapa” pero, tras el habitual periodo de gracia, la mayoría de incorporaciones al Consejo de Ministros han sido opacadas por los colaboradores más estrechos del presidente

Foto: Primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo Gobierno. (EFE)
Primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo Gobierno. (EFE)

Cien días es el periodo de tiempo que se suele otorgar a un Gobierno para conocer sus intenciones y endurecer la oposición. Este miércoles se cumplen. Algo más de tres meses en los que el presidente plantea sus prioridades y el Consejo de Ministros ordena sus carteras de cara a lo que resta de legislatura. Porque la intención de Pedro Sánchez, con los cambios de julio, fue orientar el partido y el Ejecutivo de cara al maratón electoral de 2023. Pero en este tiempo el presidente ya ha dejado claro quiénes serán sus pretorianos y quiénes juegan y jugarán un papel más secundario. La mayoría de los nuevos se han situado en ese segundo plano.

Ocurre en todos los gabinetes. Hay ministros de primera categoría y de segunda. Rostros y negociadores más activos y otros con escasa cartera. En el actual Gobierno, se da esa circunstancia, evidenciando que los principales proyectos del presidente, pese a que impulsó perfiles para abrir paso a una “nueva etapa” —como dijo Sánchez en la rueda de prensa en que anunció los cambios, el 10 de julio—, se cocinan sin embargo entre sus colaboradores más estrechos. El caso más claro es el de Raquel Sánchez, la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y la ley de vivienda. El acuerdo final para llevar uno de los proyectos más importantes de la legislatura al Consejo de Ministros de la próxima semana no fue cerrado por ella, sino por el propio presidente, secundado por Félix Bolaños y María Jesús Montero, responsables de Presidencia y Hacienda, respectivamente.

La exalcaldesa de Gavá había cogido el testigo de José Luis Ábalos para cerrar la regulación de los alquileres, pero fue incapaz de alcanzar su acuerdo con Unidas Podemos en sus primeras semanas en el ministerio. Desde su equipo, se insistió durante todo el mes de septiembre en que el problema principal con sus socios se encontraba en los mecanismos para rebajar los precios de los arrendamientos y, efectivamente, esa parte fue la que mantuvo las conversaciones en punto muerto. Finalmente, Sánchez fue el encargado de desbloquearla y la ministra responsable se enteró del acuerdo en un Consejo que se retrasó por la negociación sobre la bocina que lideraron el presidente y Yolanda Díaz. Ese día, su equipo tuvo que emplearse para conocer y explicar qué se había pactado por arriba.

En una situación similar se encuentra la ministra de Justicia, Pilar Llop, que no ha participado en la negociación de los órganos constitucionales que están avanzando Bolaños y Teodoro García Egea estos días. La expresidenta del Senado, que tomó las riendas del departamento en lugar de Juan Carlos Campo, viene manteniendo un perfil bajo desde que tomó posesión, paralizando las reformas judiciales que inició su predecesor y manteniendo congelada hasta ahora la derogación de la ley mordaza contemplada en el pacto de gobierno y que el presidente anunció este fin de semana como uno de sus proyectos estrella en lo que queda de legislatura. Sánchez sí recurrió a Llop cuando apenas llevaba unas horas en el ministerio para defender el primer estado de alarma una vez que el Tribunal Constitucional lo declaró ilegal, y este martes ha anunciado el anteproyecto de Ley de Eficiencia Digital para modernizar la Administración de Justicia.

En la misma línea, en un segundo plano a nivel político, se ha situado la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant. La exalcaldesa de Gandía ocupa, no obstante, una de las carteras más importantes en el proyecto de país que Sánchez tiene previsto ejecutar en lo que queda de legislatura. Un dato: el departamento ha recibido la mayor asignación presupuestaria de su historia para 2022 con el reto de transformar el país. Su predecesor, Pedro Duque, lanzó la Ley de Ciencia y ahora Morant tiene el reto de convertir esa inversión en realidad. Su perfil está llamado, por tanto, a cobrar más protagonismo del que por ahora ha tenido.

Pilar Alegría también tiene ante sí el reto de culminar la reforma educativa que inició su predecesora, Isabel Celaá, no sin polémica. El ministerio que dirige está preparando un nuevo sistema de formación de docentes, sin perder de vista la Formación Profesional. Alegría deberá impulsar la negociación con la oposición para intentar consolidar en España el modelo dual que ayude a solucionar el problema del desempleo juvenil. Ocupa, por tanto, una cartera central, pero no ha entrado a formar parte de la primera línea del Consejo de Ministros.

Tampoco ha comenzado con buen pie Miquel Iceta como nuevo ministro de Cultura y Deporte, aunque lo suyo fue una recolocación en julio. El catalán tropezó hace unos días con el bono cultural al transmitir en un primer momento que los toros formarían parte del catálogo de espectáculos culturales que recibirán las ayudas, pero tuvo que rectificar ese mismo día. Yolanda Díaz se lo pidió a través de una llamada.

El ascenso de Bolaños y Albares

Hay dos perfiles, sin embargo, que Sánchez ha potenciado especialmente con la remodelación del Gobierno. Uno es el de Bolaños, antiguo número dos de Moncloa en la etapa de Iván Redondo y ahora reconvertido en vicepresidente 'in pectore'. "SuperBolaños", le llamó Zapatero este fin de semana en el congreso federal del PSOE. Es la lucecita de la Moncloa, el hombre por el que pasa prácticamente todo. Desde el día a día del Consejo de Ministros hasta las negociaciones clave para el presidente. Su perfil, además, es transversal, ya que ejerce de correa de transmisión del PSOE en Moncloa. Se cuenta en el palacio presidencial que “Félix ahora ejerce de Carmen Calvo y de José Luis Ábalos”, en referencia a los papeles que antes se repartían la ex vicepresidenta primera y el exministro de Transportes en el Gobierno.

José Manuel Albares es el otro nuevo ministro que Sánchez ha ascendido en la remodelación gubernamental y que ha demostrado ser uno de los imprescindibles para el presidente. El diplomático ya fue uno de sus más estrechos colaboradores nada más llegar a la Moncloa, pero puso tierra de por medio para aterrizar en la embajada de París por motivos personales. Un detalle: fuentes del entorno de Sánchez afirman que con motivo del paseíllo fallido del presidente con Joe Biden en Bruselas, una de las personas a las que llamó fue Albares. En julio sonó su móvil, pero para volver a Madrid y hacerse cargo de la cartera que iba a dejar Arancha González Laya. En este tiempo, ha participado en dos crisis importantes: la del gas procedente de Argelia, garantizando, según desveló el presidente, el suministro, y la de Afganistán, trabajando en la salida del país de los colaboradores de las tropas españolas y sus familiares. También ha conseguido pacificar las relaciones con Marruecos.

Isabel Rodríguez es una ministra que también ha tomado un protagonismo especial tras la crisis de Gobierno, más público o mediático, sin embargo, que en la práctica. La portavoz del Ejecutivo trabaja a medio camino entre Política Territorial y Moncloa. Tiene tres grandes misiones encomendadas: las relaciones con la Generalitat de Cataluña, aspecto esencial en lo que queda de legislatura, pero que en la práctica son dirigidas por Sánchez y Bolaños, dar la cara ante los medios de comunicación los martes y el nuevo proyecto de ubicación de organismos oficiales en provincias.

Se “inicia una nueva etapa” con la “incorporación de mujeres y hombres jóvenes de valía extraordinaria, muy curtidos en el servicio público y con un espíritu de cercanía a los ciudadanos”, defendía Sánchez el mismo 10 de julio, cuando hizo la catarsis en el Consejo de Ministros y en Moncloa. “Un equipo que recibe un gran impulso para acometer una recuperación justa, aportando juventud y cercanía”, añadió. “Desde hoy mismo, comienza el Gobierno de la recuperación; un Gobierno de mujeres y hombres para superar por completo la peor calamidad vivida por la humanidad en décadas y para aprovechar una oportunidad excepcional de poner en pie una España mejor”, sentenció. Pero en 100 días ha quedado demostrado que no todos los ministros cuentan por igual para el presidente.

Bolaños, el más famoso; Morant pasa desapercibida

El barómetro del CIS publicado este viernes ofrecía por primera vez datos sobre el grado de conocimiento entre la población de los nuevos ministros del Gobierno. El organismo presidido por José Félix Tezanos evidencia que la popularidad de los miembros del Ejecutivo incorporados coincide prácticamente con el papel que les está otorgando el presidente desde que accedieron al cargo. Sobresale, por encima de todos, Félix Bolaños, conocido por el 43,4% de los encuestados. Le sigue Isabel Rodríguez que, pese a ser la imagen y la voz del Ejecutivo todos los martes, apenas es reconocida por el 23,1% de los entrevistados, y por Albares, identificado por un 18,3%. En el lado contrario se sitúan Pilar Llop, conocida por un 15,4% de españoles; Raquel Sánchez, por un 12,2%, y, en la cola, Diana Morant, por un 9,2%.

Por comparar, en el CIS posterior al primer Gobierno de Sánchez, en 2018, el ministro más desconocido fue Luis Planas, el titular de Agricultura, al que apenas conocía un 16,8% de los españoles. A Dolores Delgado, de Justicia, apenas la reconocía un 17,4% de los encuestados, y a Nadia Calviño, un 19,5%.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Nadia Calviño. (EFE)

En el último barómetro oficial suspenden, además, todos los nuevos integrantes del Gobierno. La más valorada es Sánchez, con un 4,8 sobre 10, seguida de Albares, Rodríguez, Alegría y Morant, con un 4,7. En la cola se encuentran Bolaños, con un 4,6, y Llop, con un 4,5.

Cien días es el periodo de tiempo que se suele otorgar a un Gobierno para conocer sus intenciones y endurecer la oposición. Este miércoles se cumplen. Algo más de tres meses en los que el presidente plantea sus prioridades y el Consejo de Ministros ordena sus carteras de cara a lo que resta de legislatura. Porque la intención de Pedro Sánchez, con los cambios de julio, fue orientar el partido y el Ejecutivo de cara al maratón electoral de 2023. Pero en este tiempo el presidente ya ha dejado claro quiénes serán sus pretorianos y quiénes juegan y jugarán un papel más secundario. La mayoría de los nuevos se han situado en ese segundo plano.

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