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Querido Casado: tengo trabajo y nómina y encontrar piso en Madrid ha sido un drama
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Querido Casado: tengo trabajo y nómina y encontrar piso en Madrid ha sido un drama

Mi búsqueda de piso ha sido una travesía que incluye zulos a precios de primera línea de playa, más de cuatro mensualidades iniciales o estudios de solvencia a los que les faltó pedir mi número de pie

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Tengo una nómina, tengo un trabajo fijo y encontrar un piso de alquiler en Madrid ha sido un drama, pese a que Pablo Casado asegure que con esos dos requisitos ya está todo hecho. Mi búsqueda de un piso en Madrid ha sido una travesía que incluye zulos a precios de primera línea de playa, más de cuatro mensualidades de desembolso inicial o estudios de solvencia a los que les faltó pedir mi número de pie. Y he tenido suerte.

Con 29 primaveras, no soy nueva en eso del mercado del alquiler, que en Madrid (como en otras capitales) nunca ha sido especialmente fácil. Pero en este caso, una serie de catastróficas desdichas de salud me obligaron a dejar la casa en la que vivía y se abrió entonces la galería de los horrores. Pisos de apenas 28 metros cuadrados sin ventanas, caseros que han jugado al tetris en el Ikea y que han remodelado lo que claramente era un armario escobero un poco grande para convertirlo en un ‘coqueto piso’ para una persona, bajos sin ventanas por 700 euros… Por menos de 800 euros y dentro de la M-40 (¡no ya la M-30!), prácticamente imposible encontrar algo que no siguiera la fórmula cocina y salón en el mismo espacio, quizás incluso el dormitorio, baño aparte. Luego se preguntan por qué los jóvenes no tienen hijos.

Foto: Vista de una inmobiliaria de Madrid. (EFE)

Recuerdo que, todavía estando yo en el colegio, la entonces ministra de Vivienda socialista, María Antonia Trujillo, dijo aquello de los ‘minipisos’ de 30 metros cuadrados. En clase hicimos un juego, midiendo con nuestros pasos cuánto sería más o menos y horrorizándonos con el resultado. Ahora son lo habitual, especialmente para los jóvenes que, pese a que tienen un salario fijo, entran con dificultad al mercado del alquiler, y ni imaginarse la posibilidad de comprar el inmueble. En 2019, casi la mitad (48%) de los hogares ‘en manos’ de un menor de 30 años son de alquiler, el 23% es por cesión (cuando el propietario es un familiar) y solo el 25% en propiedad, según la 'Encuesta de condiciones de vida' del Instituto Nacional de Estadística.

Con la precarización de los salarios de los jóvenes, la brecha se hace cada vez más amplia entre los que compran y los que alquilan. Según cifras del Consejo de la Juventud de España de 2020, los jóvenes con trabajo de entre 16 y 29 años tendrían que dedicar —de media— más del 90% de sus ingresos al alquiler si lo hacen en solitario. La situación es peor en Cataluña o Baleares, donde tendrían que dedicar incluso el 100% de su salario al alquiler. Según una estimación publicada por 'Eldiario.es', el alquiler en Madrid ha subido el triple que los salarios desde 2008. En mi caso, alquilo con mi pareja, una solución necesaria para repartir gastos.

Habíamos leído que, con la pandemia y el cierre del turismo, los alquileres habían bajado de precio. Si fue así, en la práctica apenas se notó o duró lo que dura un polo en Córdoba en julio. Mi pareja visitó una buhardilla, muy bonita y sin amueblar, por la que pedían 750 euros, innegociable. El casero ya advertía: "No me importa dejarlo sin alquilar un año". Se multiplicaban también los anuncios ‘con trampa’, una nota al pie de la ficha de Idealista ofreciendo “descuentos” durante los primeros meses y luego una subida de 200 euros, en lo que eran claramente alquileres turísticos reconvertidos, ex Airbnb intentando pescar.

Foto: Manifestación contra los altos precios del alquiler de las viviendas en Berlín. (EFE)

También están los desembolsos iniciales. Si hace unos años, cuando tuve que alquilar un piso con compañeros para unos meses de prácticas profesionales, lo normal era contar con el mes en curso y el mes de fianza, ahora es bastante habitual que haya que desembolsar hasta cuatro mensualidades para entrar al piso: mes en curso, varios meses de fianza, mes de agencia, reserva… Si era más de tres mensualidades, que entre una cosa y otra puede alcanzar los 3.000 euros, lo descartaba directamente. Lo de que el mes de agencia tenga que pagarlo el que busca piso me parece especialmente enervante; después de todo, es el que pone el piso en alquiler el que ha contratado el servicio de la agencia, no el que mata las horas muertas buscando pisos en Idealista o llamando a teléfonos en la calle.

Al final encontramos un piso, lo visitamos, está sin amueblar, en Puente Vallecas, a una media hora en coche de nuestros trabajos, pero nos gusta, tiene una cocina separada en la que cabe más de una persona, que eso es para darse con un canto en los dientes. El de la inmobiliaria nos hace la entrevista, que si tenemos trabajo, que de qué, que desde cuándo. Lo de la nómina como requisito mínimo se da por descontado, pero ni siquiera basta con eso. Mi hermana, que hasta el año pasado trabajaba de prácticas en el extranjero, se ha mudado de vuelta y encontrado trabajo en Madrid desde hace solo seis meses. Da igual que tenga nómina, incluso buena para un primer empleo en España; el requisito es que sea mínimo desde hace un año. Mi hermana, que sigue buscando piso mientras vive en casa de un familiar, tiene también una historia sobre los nuevos 'minipisos': uno de los que ha visitado, apenas un pasillo ancho con una ventana al fondo, tenía la cama empotrada en la pared, un agujero a la altura del pecho para un colchón de 90x170 cm. Mi hermana mide 176. “En diagonal son dos metros...”, le dijo el de la inmobiliaria.

Foto: El Gobierno contendrá el precio del alquiler en zonas tensionadas.

Estudios de solvencia

Nuestras nóminas son desde hace más de un año, pero no basta en el mercado del alquiler actual. Empiezan los requisitos extra: el piso en cuestión está inscrito en el Plan Alquila, una plataforma de la Comunidad de Madrid. Una solución muy típica del Gobierno del PP madrileño: ¿hay un problema de acceso a la vivienda? Centrémonos en los arrendadores y démosles todas las facilidades. Como arrendataria, el Plan Alquila apenas me ofrece nada más allá de un asesoramiento que nunca he llegado a ver y multitud de requisitos que cumplir antes de poder recibir las llaves. Por suerte, y a diferencia de otras empresas privadas que también ofrecen servicios de seguridad al arrendador —ahora tan de moda, no paro de escuchar anuncios en la radio—, el seguro de impago que ofrece el Plan Alquila no corre a cargo del inquilino, sino que lo ofrecen de manera gratuita al arrendador durante un año. Puede parecer ridículo que el seguro de impago lo tenga que pagar el inquilino que paga religiosamente su cuota en lugar del arrendador, pero ya hemos visto lo que pasa con los honorarios de agencia, y, también como en el caso de la cuota de la inmobiliaria, la Ley de Arrendamientos Urbanos no lo recoge, dejando el asunto en manos de las partes.

Foto: Carteles de 'se alquila' en las calles de Ámsterdam. (EFE)

El principal requisito que el Plan Alquila pide a los inquilinos es un estudio de solvencia, para el que tuvimos que presentar las últimas tres nóminas, copia del contrato de trabajo y un informe de vida laboral.

El objetivo del estudio de solvencia es asegurarse de que el inquilino podrá pagar el alquiler, pero tiene como requisito que el precio del alquiler no suponga más de un 40% de la nómina del arrendatario. Algo que, hoy día, es casi irreal. En España, una de cada cuatro personas (26,2%) dedica más del 50% de su renta disponible al pago del alquiler, según los últimos datos de Eurostat (2019). En la UE, solo nos superan Grecia y Rumanía. En Francia, por comparar, apenas un 8,6% dedica más de la mitad de sus ingresos al alquiler. Y eso que el requisito del 40% es hasta ir por lo bajo: según la mayoría de los expertos, incluida la OCDE, lo ideal es que el gasto en alquiler no sobrepase el 30% de los ingresos netos. Para alguien que cobre el salario mínimo, el alquiler debería ser de unos 330 euros al mes. Para un sueldo mensual neto de 1.500 euros, el alquiler tendría que ser unos 450 euros. Prácticamente irreal en Madrid.

El estudio de solvencia asegura que el inquilino podrá pagar, pero tiene como requisito que el alquiler no sea más de un 40% de la nómina

Lo que según el de la inmobiliaria iba a ser cuestión “de horas incluso, tenéis muy buen perfil”, acabó prolongándose más de dos semanas. Dos semanas sin saber si habría luz verde y leyendo en foros verdaderas historias de terror sobre casos aparentemente modélicos que habían sido rechazados. ¿Y si como soy periodista estiman que es un trabajo inestable? He trabajado cuatro años en el extranjero que no se reflejan en mi vida laboral en España, ¿y si eso inclinaba la balanza hacia el no?

Mientras tanto, el calendario seguía, y yo ya había tenido que avisar a la casera de mi piso anterior de que nos íbamos. La respuesta del estudio se retrasó tanto que tuvimos que volver a pagar un mes más del piso antiguo para seguir viviendo en él unas semanas más. Finalmente, fumata blanca. Ya nos podemos mudar. He tenido suerte. Mi hermana, con nómina y trabajo, todavía está en ello.

Tengo una nómina, tengo un trabajo fijo y encontrar un piso de alquiler en Madrid ha sido un drama, pese a que Pablo Casado asegure que con esos dos requisitos ya está todo hecho. Mi búsqueda de un piso en Madrid ha sido una travesía que incluye zulos a precios de primera línea de playa, más de cuatro mensualidades de desembolso inicial o estudios de solvencia a los que les faltó pedir mi número de pie. Y he tenido suerte.

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