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La madre de una víctima: "¿Por qué el hombre que mató a mi hijo está libre?"
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La madre de una víctima: "¿Por qué el hombre que mató a mi hijo está libre?"

En Lleida se decretó ayer la prisión para un conductor borracho que embistió una moto y mató a sus ocupantes. Lo mismo le ocurrió al hijo de Rosa en Girona y al homicida le dejaron libre el pasado jueves

Foto: Javier Mira Perea. (Foto cedida por la familia)
Javier Mira Perea. (Foto cedida por la familia)

Javier Mira Perea circula en moto por la A-2 cerca de Santa Coloma de Farners, Girona, cuando un conductor borracho le embiste por detrás, le mata y se fuga sin socorrerle ni avisar a emergencias. Recorre dos kilómetros hasta que el coche se estropea. Allí lo encuentran los Mossos. Josep Lladonosa y María Masip, circulan en moto por la A-22 a la altura de Lleida, cuando un conductor borracho les embiste por detrás, les mata y se fuga sin socorrerlos ni avisar a emergencias. Recorre dos kilómetros con una rueda pinchada, cuando los Mossos le dan el alto y le detienen.

Este domingo, el fiscal encargado del caso de Lleida pidió prisión provisional sin fianza para el conductor que mató a Josep y María. Siguió la tendencia que se está instaurando en toda España al entender que son hechos muy graves, con penas severas que conllevan un elevado riesgo de fuga. El magistrado del juzgado de instrucción n.º 3 de Lleida la decretó y esta pasada noche el conductor borracho duerme en una celda del Centro Penitenciario de Lleida.

El fiscal pide prisión ante la gravedad de los hechos y las penas que le pueden ser impuestas

El pasado jueves, el abogado de la familia Mira Perea solicitó la prisión provisional sin fianza para el conductor que mató a Javier en Girona y la señora fiscal se opuso. Abogó porque le dejaran en libertad. La jueza del Juzgado de Instrucción n.º 2 de Santa Coloma de Farners lo dejó libre, simplemente retirándole el carné de conducir. Ante dos hechos idénticos ocurridos a pocos kilómetros en la misma comunidad, dos fiscales solicitan medidas diferentes y dos jueces decretan medidas diferentes.

Este mismo verano, en el mes de julio, un conductor borracho de 36 años embiste y mata a un joven cuando circulaba en moto por la A-2 a la altura de Bellpuig, Lleida. Huye del lugar y los Mossos lo detienen cuando ha recorrido unos pocos kilómetros. El fiscal pide prisión ante la gravedad de los hechos y las penas que le pueden ser impuestas. El magistrado del Juzgado de Instrucción n.º 2 de Cervera dicta la prisión provisional.

También en julio, un conductor borracho atropella a Laureano en Madrid capital, mientras cruza un paso de cebra y lo mata. El conductor se da a la fuga. Esa misma noche es detenido por la Policía Municipal. El fiscal del caso pide la prisión provisional debido a la gravedad de los hechos y de las futuras penas y el juez del Juzgado de Instrucción n.º 41 de Madrid dicta que ingrese inmediatamente en la cárcel.

Seguimos: en el mes de junio, un conductor borracho, de 28 años, embiste con su coche otro vehículo en que circula Loli, una mujer miembro de los Mossos d'Esquadra fuera de servicio. Ocurre en Abrera, Barcelona. La agente muere. El conductor huye del lugar sin socorrer a la mujer. En este caso el fiscal también pide prisión ante la gravedad de los hechos y de las penas y la posibilidad de riesgo de fuga. El magistrado del Juzgado n.º 3 de Martorell, Barcelona, decreta la prisión provisional sin fianza.

Lo grave del asunto, más allá del asombroso incremento de homicidios al volante en los que interviene el alcohol y las drogas, es que uno de los principios básicos de la Fiscalía es la unidad de actuación. Es decir, que todos los fiscales, en casos similares, soliciten lo mismo. Y así ha actuado la Fiscalía en todos los casos enumerados.

Solo la señora fiscal de Santa Coloma de Farners se ha apartado del criterio del resto de fiscales. La cuestión es que la unidad de actuación es básica porque, si cada uno hiciese lo que le viniera en gana, la sensación de que la justicia es un cachondeo, como dijo Pedro Pacheco, se convertiría en una realidad. También da que pensar que la mayoría de jueces de instrucción, siguiendo la tendencia actual, dicten prisiones provisionales en estos casos tan graves, mientras que otros, pocos, como la magistrada de Santa Coloma de Farners, dejen en libertad al presunto homicida.

"Era un amor de persona, sano, bueno, y luchador. Un borracho lo mató. Nunca pensé que existiese un dolor tan profundo e intenso"

Javier, mi hijo, solo tenía 18 años y estaba empezando a vivir”, explica Rosa, su madre, que ha accedido a hablar con El Confidencial a pesar de la tristeza que le embarga. “Era un amor de persona, sano, bueno, honesto y un luchador. Un borracho lo mató. Nunca pensé que existiese un dolor tan profundo e intenso. Ahora ese dolor se ha ampliado: ¿por qué el hombre que mató a mi hijo está libre? ¿Por qué los demás conductores borrachos van a prisión y el que segó la vida de Javi camina libre, puede reunirse con sus amigos y seguir viviendo, mientras mi hijo está bajo tierra? Quiero justicia, la misma que tienen los demás. ¿Acaso para la Fiscalía de Girona y para la jueza encargada del caso mi hijo es menos que los demás? ¿Su vida vale menos? Me gustaría podérselo preguntar cara a cara a los responsables de que ese homicida esté libre”.

La vida de Javier sí ha servido para salvar cinco vidas. Él siempre se mostró a favor de la donación de órganos y sus padres, cuando falleció, en un último homenaje, lo hicieron. Quizá sea la única alegría que han recibido desde su fallecimiento. El Hospital Vall d´Hebron, donde murió Javier, les ha mandado una carta: “Estas líneas son para comunicarle que, gracias a su generosidad, cinco personas han salvado la vida y dos han recuperado la visión. En su nombre y en el nuestro, les enviamos el más cálido reconocimiento por la oportunidad que les ha brindado para seguir luchando”.

Javier Mira Perea circula en moto por la A-2 cerca de Santa Coloma de Farners, Girona, cuando un conductor borracho le embiste por detrás, le mata y se fuga sin socorrerle ni avisar a emergencias. Recorre dos kilómetros hasta que el coche se estropea. Allí lo encuentran los Mossos. Josep Lladonosa y María Masip, circulan en moto por la A-22 a la altura de Lleida, cuando un conductor borracho les embiste por detrás, les mata y se fuga sin socorrerlos ni avisar a emergencias. Recorre dos kilómetros con una rueda pinchada, cuando los Mossos le dan el alto y le detienen.

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