La 'kale borroka' pandémica sume a PNV y EH Bildu en una bronca sin cuartel
"Antes el enemigo era España, la Guardia Civil, la Audiencia Nacional, y ahora el enemigo es el PNV", resumen fuentes nacionalistas sobre la agria pelea con Otegi por los brotes de violencia que dejan las medidas anticovid
Cuando a Arnaldo Otegi se le preguntó el lunes por los altercados en los que han derivado varios botellones en el País Vasco con lanzamiento de objetos a la Ertzaintza, cruce y quema de contenedores y saqueo de comercios, el líder de la izquierda 'abertzale' achacó este tipo de comportamientos "al modelo de ocio impuesto por el neoliberalismo". Fue la mecha que prendió un reguero de pólvora que llevaba tiempo acumulándose entre el PNV y EH Bildu. La incapacidad de estos últimos de condenar sin ambages la violencia, o según qué violencia, y su complicidad con los recibimientos públicos a los presos de ETA, ha derivado en un cruce de acusaciones entre dirigentes de los dos partidos con un nivel de decibelios más alto de lo habitual. El curso comienza en el País Vasco con las dos formaciones que se disputan la hegemonía del nacionalismo inmersas en una bronca sin cuartel, mientras determinados tics del pasado no terminan de desaparecer.
"Antes el enemigo era España, la Guardia Civil, la Audiencia Nacional, y ahora el enemigo es el PNV. La izquierda 'abertzale' ya no quiere la independencia, ni la amnistía de los presos, ahora su único objetivo es echar al PNV del poder. En eso se resume toda su acción política", defienden fuentes del Partido Nacionalista Vasco a El Confidencial. Por su parte, desde EH Bildu han declinado hacer cualquier tipo de comentario.
Después de las polémicas palabras de Otegi, el martes, el lendakari, Iñigo Urkullu, le reprochó no haber condenado de forma explícita los altercados. La escalada dialéctica ya no tenía marcha atrás. Para el presidente vasco, los argumentos del primero no eran más que una forma de "ocultar o justificar solapadamente las actitudes violentas". Es "mentira", contraatacó el líder de la izquierda 'abertzale' en una entrevista en Euskadi Irratia, quien no dudó además de tachar la réplica del dirigente del PNV de "miserable". La agria pelea siguió el jueves. En otra entrevista radiofónica, el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, no tuvo reparos en recordar a Otegi que a lo largo de su trayectoria no solo ha estado "justificando la violencia, sino contribuyendo a generarla", en referencia a su militancia en ETA.
Pero no solo los botellones y sus derivadas de orden público han agrietado aún más las relaciones entre las dos formaciones, también los recibimientos a los presos de ETA cuando son excarcelados, los conocidos popularmente como 'ongi etorris'. Urkullu calificó de "repulsiva" la permisividad de la izquierda 'abertzale' con este tipo de actos y también le ha exigido en varias ocasiones que no se convoquen estos homenajes, hirientes para las víctimas. Reproches que Otegi despachó asegurando que él está dispuesto a abordar esta cuestión siempre y cuando se tenga en consideración también "todas las humillaciones y sufrimientos" que ha habido en el País Vasco.
La 'mozkorra borroka'
Los incidentes que han sufrido varias localidades de Euskadi este verano no son un fenómeno exclusivo de la comunidad. Las algaradas también se han vivido en otros puntos de España, pero la realidad vasca ha vuelto a dividir el espectro político en dos bloques. Es lo que sucedió, por ejemplo, cuando todos los grupos del Ayuntamiento de San Sebastián, PNV, PSE, PP y Elkarrekin Podemos, a excepción de EH Bildu, respaldaron una declaración de condena sobre uno de los episodios vividos —40 personas han sido detenidas en la ciudad a lo largo de todo agosto por diversos altercados—. La izquierda 'abertzale' se negó a suscribir el texto y presentó un documento alternativo, en el que no hacía mención alguna a la Ertzaintza y a la Guardia Municipal, frente al consensuado por el resto, que mostraba su apoyo a los agentes.
Este es otro de los puntos de fricción entre las dos formaciones, la negativa de EH Bildu a mostrar cualquier tipo de solidaridad con la Ertzaintza y los agentes agredidos durante los disturbios. La izquierda 'abertzale' siempre ha considerado a la policía vasca como una fuerza represora y el mantra se ha seguido repitiendo estos meses.
El pasado invierno, el País Vasco, especialmente San Sebastián, ya vivió incidentes similares a los de este verano. Entonces, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, tachó los altercados de 'mozkorra borroka', lucha de borrachera, en castellano, haciendo un juego de palabras con la 'kale borroka' que durante años asoló las calles vascas. El dirigente nacionalista pidió a la izquierda 'abertzale' que controlase a sus jóvenes en un momento en el que estaba vigente el toque de queda y las restricciones por la pandemia eran aún mayores.
Y aunque en esta ocasión, el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, ha rebajado el componente político de los altercados, para el PNV no hay duda de que la izquierda 'abertzale' está volviendo a capitalizar este tipo de incidentes. "No creemos que estén orquestados por ellos, pero políticamente se están aprovechando de ello", explican fuentes de la formación. Es un capítulo más, sostienen, de esa estrategia de EH Bildu de señalar al otro gran partido vasco como una fuerza reaccionaria.
El clima de hostilidades no ha hecho más que crecer durante la pandemia. El entendimiento entre ambas formaciones es nulo y ha derivado en unas peleas hasta ahora inéditas, como la de quién es capaz de arañar más acuerdos al Gobierno de Pedro Sánchez.
La influencia en Madrid
EH Bildu decidió esta legislatura entrar en el juego de la política. La coalición soberanista ha respaldado los Presupuestos Generales del Estado, además de dar su voto a otras propuestas del Ejecutivo de coalición. A cambio ha conseguido arrancar varios compromisos al Gobierno central, como la derogación de la reforma laboral. Así, el papel de negociador, que antes se reservaba en exclusiva el PNV, capitalizando en Euskadi lo conseguido en Madrid, ahora se lo disputan las dos formaciones
Y, precisamente, en esa entrevista en la que Otegi acusó a Urkullu de limitarse a dar "sermones" y no buscar soluciones a los problemas de la sociedad, también defendió que era mucho más fácil llegar a acuerdos con Sánchez o con la presidenta de Navarra, María Chivite, que con el dirigente vasco. También remarcó que desde que en 2016 salió de la cárcel, ambos solo han mantenido dos o tres encuentros.
De hecho, el socio preferente del PNV es el PSE. El Ejecutivo de la comunidad lo sustentan las dos formaciones, al igual que el de las tres diputaciones y capitales. Los dos partidos acordaron tras las últimas elecciones municipales, al igual que habían hecho cuatro años antes, que facilitarían que uno u otro, o los dos en coalición, gobernasen en todos aquellos municipios en los que fuera posible, incluso a costa de arrebatarle alcaldías a EH Bildu, como así sucedió.
Cuando a Arnaldo Otegi se le preguntó el lunes por los altercados en los que han derivado varios botellones en el País Vasco con lanzamiento de objetos a la Ertzaintza, cruce y quema de contenedores y saqueo de comercios, el líder de la izquierda 'abertzale' achacó este tipo de comportamientos "al modelo de ocio impuesto por el neoliberalismo". Fue la mecha que prendió un reguero de pólvora que llevaba tiempo acumulándose entre el PNV y EH Bildu. La incapacidad de estos últimos de condenar sin ambages la violencia, o según qué violencia, y su complicidad con los recibimientos públicos a los presos de ETA, ha derivado en un cruce de acusaciones entre dirigentes de los dos partidos con un nivel de decibelios más alto de lo habitual. El curso comienza en el País Vasco con las dos formaciones que se disputan la hegemonía del nacionalismo inmersas en una bronca sin cuartel, mientras determinados tics del pasado no terminan de desaparecer.