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Los intrascendentes días de agosto de Pablo Casado: perfil bajo y cero desgaste a Sánchez
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LEALTAD POR AFGFANISTÁN, SILENCIO POR CEUTA

Los intrascendentes días de agosto de Pablo Casado: perfil bajo y cero desgaste a Sánchez

El líder del PP está evitando la crítica dura, la agresividad. La crisis de Afganistán, encauzada por el Gobierno ahora, y la de Ceuta, que pilota el presidente de la ciudad autónoma, de su mismo partido, favorecen un tono más comedido

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, durante la visita realizada este martes a Villaviciosa. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado, durante la visita realizada este martes a Villaviciosa. (EFE)
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La visita de Ursula von der Leyen a la base aérea de Torrejón de Ardoz, el sábado pasado, dejó impasible a Pablo Casado. No le sentó mal. Tampoco bien. No hubo protestas de su gabinete, nadie de su equipo llamó a nadie del equipo de la presidenta de la Comisión Europea para decir: "No era necesario". Pero lo era. Para la mandataria alemana, integrante de un partido que es socio del Partido Popular Europeo, era necesario un acto así. Un acto que luciera la mejor cara de la UE, la de la solidaridad y la de la defensa de los derechos humanos a raíz de la crisis de Afganistán. Pedro Sánchez dio en la tecla adecuada, demostró que sabe interpretar a la perfección los tiempos y los contextos, y con el acto de Torrejón dio carpetazo a una inercia peligrosa y a varios estereotipos. Tras unos días de silencio y de aparente inacción, irrumpió junto a los líderes de las instituciones comunitarias.

Foto: Pedro Sánchez junto a la presidenta de la CE, Ursula Von der Leyen. (Reuters)

Pablo Casado, ese sábado, también iba a reaparecer. Había estado unos días ausente. Los tuits de denuncia de la desidia del presidente le permitían ocupar parte de la escena mediática, pero faltaba su imagen, los totales de la tele. En Santa Pola, sin embargo, en donde se iniciaba la etapa de la Vuelta Ciclista a España, el líder del PP se encontró en una situación incómoda. Ya no podía desplegar contundencia contra Sánchez, ya no podía poner alcohol en la herida de su dejadez, no podía recurrir a la ironía para hablar de las alpargatas de la famosa foto. Expuso sintonía con el Gobierno, ofreció apoyo en la política exterior y alabó el papel de las Fuerzas Armadas. Sí recordó que el presidente del Ejecutivo había pasado completamente del Congreso. Poco más.

La vía afgana de oposición quedó, por tanto, taponada. Igual que unos días antes quedó taponada la de la crisis de los menores marroquíes en Ceuta. La primera la selló el presidente del Gobierno y la segunda la clausuró el presidente de la ciudad autónoma, que es del Partido Popular. En el momento en que Juan Jesús Vivas afirmó en público que estaba a favor de los procedimientos de devolución, que incluso él mismo los había promovido e impulsado, la dirección nacional del PP cerró los labios y miró a otro lado. Es significativo que el grupo parlamentario del Congreso no haya registrado ni una sola iniciativa parlamentaria al respecto. En la Diputación Permanente de este miércoles, los diputados debatirán 16 peticiones de comparecencia a una decena de ministros, también a Sánchez. Las hay por la crisis afgana, por la comisión bilateral con Cataluña, por la inconstitucionalidad parcial del estado de alarma o por Plus Ultra. Ahora bien, por Ceuta nada. No existe este tema en la oposición de Casado. Por si fuera poco, el presidente del Gobierno y el presidente de Ceuta se van a reunir.

Foto: El presidente de Ceuta, Juan Vivas, en una imagen de archivo. (EFE)

Dos actos consecutivos: apenas repercusión

Cuenta un dirigente nacional del PP a El Confidencial que la irrupción de Von der Leyen en la base madrileña descolocó al partido. "El acto estuvo muy bien ideado, hay que reconocerlo: Sánchez demostró liderazgo en un contexto delicado. Fue una puesta en escena perfecta. Nada que objetar", resume. Fue el inicio de una secuencia de días intrascendentes para Casado.

placeholder Sánchez y Von der Leyen, el sábado pasado en Torrejón.
Sánchez y Von der Leyen, el sábado pasado en Torrejón.

Al mismo tiempo que los ministros y ministras han ido desfilando por Torrejón, Pablo Casado ha protagonizado actos modestos, aunque con una escenificación muy calculada. Hace tiempo que los fondos y segundos planos de las exposiciones públicas de los líderes políticos se convirtieron en declaraciones de intenciones. El líder del PP estuvo este lunes en Murcia, en donde los ánimos están caldeados por la recogida de cinco toneladas de peces y cangrejos muertos en el Mar Menor, consecuencia de vertidos de nitratos que asfixian la fauna marina de la zona. Denunció otra vez la inacción del Gobierno y pidió medidas. Ninguna palabra gruesa, ninguna descalificación.

Delante de un paisaje de huerta y sol, habló de la ausencia de una ley contra las pandemias a raíz de la información de Beatriz Parera en este medio y habló de Afganistán y de Marruecos. Abordó prácticamente todos los temas que airean los medios y propaga la clase política. Criticó que no hubiera líneas rojas en la negociación con Marruecos, si es que se lleva a cabo. Solicitó que las instalaciones militares de Estados Unidas en Rota sean la base de su sexta flota y vaticinó un encarecimiento del precio de la luz. En su discurso, nada de agresividad ni furia.

Este pasado martes, en Ávila, delante de un paisaje carbonizado por culpa del fuego, el líder de los populares repitió la tónica. Comenzó la alocución con una referencia a la desgracia que le llevó a la provincia abulense, el monumental incendio de los últimos días, y dio pie a las preguntas de los medios, que apenas hubo, cabe puntualizar. Volvió a aludir a la lealtad en política exterior y recuperó el escándalo ecológico de la jornada anterior, pero no para redoblar la crítica, sino para afirmar esto: "No estamos haciendo acusaciones —al Gobierno—. Estamos pidiendo soluciones".

En el Gobierno destacan el tono

El grupo del PP capitalizará la oposición en el Congreso este miércoles, porque es el autor de todas las peticiones de comparecencia. No va a prosperar ninguna porque el Gobierno ha hecho lo habitual en estas lides parlamentarias. Para despejar el riesgo de que salga alguna, sobre todo las que tienen que ver con Afganistán, la luz y la vacunación, el grupo socialista anunciará las solicitudes de comparecencia registradas por los propios ministerios de Exteriores, Transición Ecológica y Sanidad. José Manuel Albares, Teresa Ribera y Carolina Darias acudirán a sus comisiones correspondientes la semana próxima. El Ejecutivo aplaca así los ánimos de debate de los aliados parlamentarios y, sobre todo, evita posibles derrotas en las votaciones.

Foto: El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, promete su cargo en presencia del Rey y del presidente del Gobierno. (EFE)

Sánchez no protagonizará el pleno urgente sobre la crisis afgana que había demandado el PP y que este miércoles seguirá demandando. Se va a topar con el rechazo de la mayoría de los grupos y la polémica durará lo que duren los cruces de reproches de los diputados de uno y otro lado. Sin más.

El presidente del Gobierno, después de la zozobra por Ceuta y por el inicio de la crisis afgana, zozobra creada por un incomprensible silencio (no se convocó ni una sola rueda de prensa), está terminando agosto con el viento a favor. Pablo Casado, también después de unos días de mutismo, está acabando el mes sin viento. Ni a favor ni en contra. Calma chicha. Perfil bajo. Intrascendencia. Vendrán tiempos más propicios. Errores que aprovechar.

Pero en el PP destacan este perfil y subrayan que en la construcción de la alternativa a Sánchez no todo puede ser incontinencia verbal. Invectivas sin cesar. Que Casado haga gala ahora de un tono comedido y conciliador es muy positivo, apuntan. Pero, del mismo modo, hay dirigentes a los que preocupa que ese perfil más apocado no sea tanto por una decisión meditada, estrategia con todas las letras, sino por indefinición e incertidumbre. "No tenemos posiciones firmes en política exterior", advierte un representante público del partido.

Sea por lo que sea, la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, ha agradecido esta actitud. El presidente sigue sin llamar a Casado, pero se le ha agradecido el comportamiento de esta semana. No ha sentado bien esta loa de la ministra en el PP. En fin, que la despedida de agosto se está haciendo larga en Génova.

La visita de Ursula von der Leyen a la base aérea de Torrejón de Ardoz, el sábado pasado, dejó impasible a Pablo Casado. No le sentó mal. Tampoco bien. No hubo protestas de su gabinete, nadie de su equipo llamó a nadie del equipo de la presidenta de la Comisión Europea para decir: "No era necesario". Pero lo era. Para la mandataria alemana, integrante de un partido que es socio del Partido Popular Europeo, era necesario un acto así. Un acto que luciera la mejor cara de la UE, la de la solidaridad y la de la defensa de los derechos humanos a raíz de la crisis de Afganistán. Pedro Sánchez dio en la tecla adecuada, demostró que sabe interpretar a la perfección los tiempos y los contextos, y con el acto de Torrejón dio carpetazo a una inercia peligrosa y a varios estereotipos. Tras unos días de silencio y de aparente inacción, irrumpió junto a los líderes de las instituciones comunitarias.

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