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"Moros asesinos": la pesadilla sin fin del detenido 'fantasma' del atentado de la Rambla
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Cuarto aniversario de la matanza

"Moros asesinos": la pesadilla sin fin del detenido 'fantasma' del atentado de la Rambla

El dueño del locutorio de Ripoll sigue recibiendo insultos y lucha por que le devuelvan los efectos incautados, incluidos 15.000 euros. Nunca fue procesado ni condenado por el 17-A

Foto: El Karib en su locutorio de Ripoll.
El Karib en su locutorio de Ripoll.
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Salh El Karib fue detenido como uno de los artífices de los atentados de la Rambla de Barcelona y Cambrils. Nunca le procesaron, no se sentó en el banquillo y, por tanto, no fue condenado por nada. Sin embargo, la tragedia que sesgó la vida de 16 personas aquel 17 de agosto de 2017 le sigue persiguiendo cuatro años después. Lleva todo este tiempo siendo un fantasma para la justicia. Está, pero no está. Todavía hoy lucha por que el Estado le devuelva los 15.000 euros que le incautaron en el registro de su casa y los ordenadores que se llevaron de su negocio, aún renqueante desde entonces.

En lugar de eso, el cuarto aniversario de la matanza le recibió esta semana en su locutorio de Ripoll (Girona) con una pintada en la pared: "Moros asesinos". No es la primera vez que sufre un ataque de este tipo en la localidad en la que residía la mayoría de los autores del atentado. "Cada año lo mismo, ¿ves el racismo?", se queja su esposa, Halima, tras presentar una denuncia en comisaría. Sospechan que es la misma persona porque siempre es la misma letra, pero no saben quién.

Foto: Concentración contra del terrorismo en Ripoll tras los atentados. (EFE)

Salh El Karib pelea también contra el estigma, pero se niega a abandonar Ripoll porque también es su pueblo. Nacido hace 38 años en Droumeramane (Marruecos), eligió Cataluña para desarrollarse y emprender una vida nueva. Cogió el locutorio que regentaba su hermano y le puso el nombre del municipio. El día de los atentados, él y su esposa se quedaron hasta las tantas pegados a la televisión porque los medios decían que los autores eran vecinos. Lo siguiente fue la policía irrumpiendo en su casa para detenerle.

placeholder Pintada en la pared del locutorio.
Pintada en la pared del locutorio.

En el registro se llevaron los 15.000 euros. Estaban repartidos en 29 billetes de 500 euros y cinco de cien. También le incautaron dos teléfonos móviles, una tablet, anotaciones, recibos, tarjetas prepago, dos tarjetas de crédito, un billete de tren de Lyon a Barcelona, un cheque por valor de 50 euros, una tarjeta de memoria... Permaneció arrestado e incomunicado el máximo de cinco días que permite la Ley antiterrorista. Nunca antes había sido arrestado.

"Salh el Karib fue detenido en fecha 18 de agosto de 2017 a las 11.40 horas por su colaboración con la célula terrorista responsable de los atentados de Barcelona y Cambrils y de la explosión en una casa de Alcanar. Su papel en este grupo es el de desarrollar funciones de logística, facilitando dos billetes como mínimo de avión para Driss Oukabir (2017) y uno para Abdelbaki Es Satty (2015)", decía el auto judicial. El primero es uno de los tres únicos condenados del grupo y el segundo es el imán y presunto líder de la célula.

"Es cómo si cuando un comando comete un atentado con coche bomba vas al concesionario a detener al dueño por venderles el vehículo. Y en este caso, ni siquiera era eso porque apenas vendió dos billetes de avión sin que eso tuviese relación con el atentado", se queja el abogado años después. Lamenta que estas aseveraciones las hiciese el juez en un auto sin que siquiera se hubiese registrado todavía el locutorio.

"Es cómo si cuando un comando comete un atentado con coche bomba vas al concesionario a detener al dueño por venderles el vehículo"

De hecho, el extracto anterior forma parte del auto que dictó el magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Andreu que ordenaba ese segundo registro en su negocio a petición de los Mossos y con el visto bueno de la Fiscalía. Lo dictó el 22 de agosto, cuatro días después del arresto. En su propia declaración, El Karib dijo que en su locutorio vendía móviles, tarjetas prepago, hacía envíos de dinero, recargas de móvil y que además compraba billetes de avión para aquellos que no sabían hacerlo y se ganaba una comisión. No obvió que uno de los detenidos era cliente habitual. Del local se llevaron torres de ordenadores, sus discos duros, una caja fuerte...

Hoy, cuatro años después de aquello, asume que el Estado hacía su trabajo, pero no olvida las consecuencias a las que todavía tiene que hacer frente. Contesta al otro lado del teléfono. No domina el castellano y pide ayuda para la traducción a su mujer. "Solamente estamos esperando que nos devuelvan las cosas que nos han llevado. Se han llevado el original del certificado de matrimonio y cuando hemos tenido al hijo hemos tenido problemas en el registro. Nos dejaron el local vacío", lamenta.

También dice que mantienen su cuenta embargada o que rehacer el locutorio costó 10.000 euros. Les ayudaron unos amigos de Marruecos, sin plazos ni intereses. Todavía deben 8.000 euros. "Antes del atentado, solo una compañía de giros me dejaba 2.000 euros y otra con la que trabajaba, 1.000. Antes, las compañías llamaban para que trabajásemos con ellos y ahora soy yo quien llamo y no quieren. Algunos nos dicen que ponen el nombre en Internet del locutorio y salen los atentados", narra. Ahora gana entre 800 y 1.500 los meses que hay suerte y pocos gastos. El alquiler de la casa cuesta 400 euros y el del establecimiento, 350. "¿Y si cierro el local quién me va a contratar?", se pregunta.

placeholder Locutorio de Ripoll.
Locutorio de Ripoll.

La investigación del atentado duró más de dos años. El 10 de octubre de 2018, el juez dictó su auto de procesamiento. A lo largo de 43 folios no hay ninguna mención a El Karib, tampoco al locutorio ni al episodio de los billetes de avión como parte de una trama logística. Tan solo procesaba a tres personas, las únicas del grupo que seguían con vida. Pese a ello, El Karib nunca dejó de estar formalmente imputado y desde ese momento entró en una suerte de limbo procesal. Ni exonerado ni camino del banquillo. Un alivio, pero solo a medias.

Su abogado recuerda el día que el juez le llamó a su despacho. Le reconoció que tenía dudas respecto a su cliente y le pidió el teléfono de su mujer para que les abriese el locutorio. "Es muy significativo, si a este hombre le detienen por haber comprado los billetes de Oukabir del 12 y 13 de agosto y varios años antes el billete para el imán lo normal es que entres antes en el local", expone el letrado al que le cayó el caso en su turno de oficio.

Al no contar con un auto de sobreseimiento, no estaba oficialmente exonerado. Pero la ventanilla para reclamarlo ya era la del tribunal encargado de juzgar los hechos y las reclamaciones de El Karib permanecen todavía en el cajón. Por no estar procesado, ni siquiera le aceptaron la personación. Pedir la nulidad de todo el auto que ponía fin a la investigación era un imposible.

Además, la Audiencia Nacional analizó las ganancias de su locutorio y determinó que tenía recursos suficientes para pagarse un letrado con sus honorarios. Preguntado por este periódico, el abogado evita dar cifras, pero da a entender que no le cobrará lo que correspondería a las horas de trabajo invertidas. Todavía le queda insistir, ya con la sentencia dictada, el archivo definitivo. El Karib dice que le gustaría presentar también alguna demanda de indemnización, pero su letrado es menos optimista: "Es muy difícil cuantificar los perjuicios provocados".

Salh El Karib fue detenido como uno de los artífices de los atentados de la Rambla de Barcelona y Cambrils. Nunca le procesaron, no se sentó en el banquillo y, por tanto, no fue condenado por nada. Sin embargo, la tragedia que sesgó la vida de 16 personas aquel 17 de agosto de 2017 le sigue persiguiendo cuatro años después. Lleva todo este tiempo siendo un fantasma para la justicia. Está, pero no está. Todavía hoy lucha por que el Estado le devuelva los 15.000 euros que le incautaron en el registro de su casa y los ordenadores que se llevaron de su negocio, aún renqueante desde entonces.

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