Mohamed VI se declara dispuesto a dejar atrás la crisis con España
Está por ver si las buenas palabras del rey de Marruecos quedan confirmadas con la celebración de una cumbre bilateral y la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla
El rey Mohamed VI abrió inesperadamente, el viernes por la noche, la vía a la reconciliación con España tras más de ocho meses de crisis bilateral desatada por Marruecos. Respondió así a los gestos efectuados por el presidente Pedro Sánchez entre los que destaca la salida del Gobierno, en julio, de la ministra de Asuntos Exteriores, bestia negra de Rabat porque apostó por hospitalizar en La Rioja al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, gravemente enfermo de covid.
Está ahora por ver si las palabras conciliadoras del monarca se concretarán con gestos que atestigüen la voluntad de reconciliación. Están pendientes, por ejemplo, la reapertura de las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla cerradas en marzo de 2020, la reanudación del tráfico de pasajeros a través del Estrecho y la devolución de los inmigrantes irregulares llegados a España, interrumpida en marzo pasado.
Los dos principales síntomas de la plena normalización de relaciones serían la celebración de una cumbre bilateral entre los dos gobiernos pendiente desde hace un lustro y, antes, el regreso a Madrid de la embajadora marroquí, Karima Benyaich, que Rabat llamó a consultas en mayo. Desde Rabat, Benyaich arremetió con una inusual virulencia contra la entonces ministra González Laya por lo que algunos diplomáticos españoles cuestionan que deba regresar a España como embajadora.
"Con toda sinceridad y confianza, aspiramos a seguir trabajando con el Gobierno de España y con su presidente, Su excelencia el Sr. D. Pedro Sánchez, con el fin de inaugurar una nueva etapa inédita en las relaciones entre los dos países, sobre la base de la confianza, la transparencia, el respeto mutuo y la honra de los compromisos", afirmó el monarca al pronunciar un discurso con motivo del aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo, un acontecimiento.
El soberano dejó caer que quería elevar la relación con España al mismo nivel que con Francia, el principal socio político de Marruecos. "Se trata [con España] del mismo compromiso que se halla a la base de las relaciones de asociación y solidaridad entre Marruecos y Francia, con cuyo presidente, su excelencia el Sr. D. Emmanuel Macron, me unen sólidos lazos de amistad y mutua consideración", declaró.
"Es verdad que estas relaciones han pasado últimamente por una crisis inédita que ha sacudido fuertemente la confianza mutua y ha planteado numerosas interrogantes sobre su destino", reconoció. Es achacable, según él, a que Marruecos "no admite que se atente contra sus intereses supremos", es decir, que no se le respalda en el conflicto del Sáhara Occidental que le enfrenta al Frente Polisario.
La diplomacia española ha mantenido desde hace años la misma posición con relación al Sáhara. En público se parapeta detrás de las resoluciones de Naciones Unidas, pero bajo cuerda apoya con discreción a Marruecos en todos los foros internacionales desde la ONU hasta la Unión Europea.
Rabat desató la crisis con España el 10 de diciembre de 2020 al suspender la cumbre entre los dos gobiernos, prevista entonces para dentro de una semana, con el pretexto de la pandemia. Ese mismo día el presidente Donald Trump reconoció la soberanía marroquí sobre esa antigua colonia española. Un mes después, el 15 de enero, el jefe de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, alentó a los socios europeos de Marruecos a seguir los pasos de Trump, pero ninguno -ni siquiera Francia- ha tomado tal iniciativa. La crisis bilateral se agravó en abril con la acogida por España de Brahim Ghali que no fue comunicada a Rabat.
"(...) hemos trabajado con la parte española en un clima de total sosiego, transparencia y responsabilidad", prosiguió Mohamed VI sin dar detalles sobre la labor efectuada estos meses para acercar posturas. "(...) hoy velamos por consolidarla [la relación hispano-marroquí] mediante la comprensión mútua de los intereses de los dos países vecinos". "Nuestro objetivo no consistió únicamente en salir de esta crisis, sino en hacer de la misma una ocasión para revisar los fundamentos y los determinantes que gobiernan estas relaciones", añadió. "He seguido personalmente y de manera directa la marcha del diálogo y el desarrollo de las discusiones", concluyó.
Los gestos apaciguadores que han aflorado han sido, además de la salida de González Laya del Gobierno, las buenas palabras de su sustituto, José Manuel Albares, apostando en su toma de posesión, el 12 de julio, por reforzar las relaciones con el vecino del sur. Albares quiso también entonces viajar a Rabat, pero las autoridades marroquíes le indicaron que no era aún el momento. No hay, por ahora, ninguna indicación de que la diplomacia española vaya a modificar su postura con relación al Sáhara, ni mucho menos seguir la senda marcada por Trump.
Albares tiene en su mano hacer otro guiño a Marruecos renunciando a proponer al Consejo de Ministros que Camilo Villarino, que fue jefe de gabinete de González Laya, sea nombrado embajador en Moscú como propuso la ministra en junio. Un abogado de Torremolinos, con fuertes vínculos con Marruecos, ha logrado que un juez de Zaragoza le impute por haber organizado, el 18 de abril, la entrada de Ghali en España obedeciendo órdenes de su ministra.
Por el lado marroquí el gesto de mayor alcance ha sido la aceptación este mes de repatriar a parte de los menores -algo más de 700- que entraron ilegalmente a nado en Ceuta entre el 17 y el 19 de mayo empujados por las fuerzas de seguridad marroquíes. Rabat no está, sin embargo, dispuesto a readmitir a los cerca de casi 200 menores que ya fueron enviados a la Península para aliviar la situación en Ceuta ni tampoco a esos 7.000 que llegaron antes del aluvión migratorio que cayó sobre la ciudad autónoma.
Además de con España, Marruecos está también en crisis con Alemania desde el 1 de marzo a causa también, en buena medida, del Sáhara. Mohamed VI apenas hizo una velada alusión a ese país. Si habló, en cambio, de las informaciones publicadas por Forbidden Stories, la asociación de 17 grandes medios de comunicación occidentales, y Amnistía Internacional. Esta reveló, el 18 de julio, que los servicios secretos marroquíes poseían el programa malicioso israelí Pegasus con el que habían querido infiltrar unos 10.000 móviles, de ellos 6.000 argelinos y mil franceses.
Hubo que "hacer frente a los últimos ataques, sistemáticamente dirigidos contra Marruecos desde algunos países y organizaciones, conocidos por su hostilidad a nuestro país", afirmó el monarca. "Marruecos (...) es objeto de una agresiva operación previamente planeada", afirmó. Aquello fue la "organización de una amplia campaña con el fin de desfigurar la imagen de nuestras instituciones de seguridad, en un intento de influir sobre su fuerza y su eficacia en la preservación de la seguridad y estabilidad de Marruecos".
El rey da así su bendición a la actuación de sus servicios secretos que, según revelaron el 20 de junio la radio pública francesa (Radio France), y el diario alemán "Süd Deutsche Zeitung", fue también espiado con Pegasus junto con todo su entorno, incluida su exmujer, Lalla Salma, su primo díscolo, Moulay Hicham, y su suegro Mohamed Medirouri.
El rey Mohamed VI abrió inesperadamente, el viernes por la noche, la vía a la reconciliación con España tras más de ocho meses de crisis bilateral desatada por Marruecos. Respondió así a los gestos efectuados por el presidente Pedro Sánchez entre los que destaca la salida del Gobierno, en julio, de la ministra de Asuntos Exteriores, bestia negra de Rabat porque apostó por hospitalizar en La Rioja al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, gravemente enfermo de covid.