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Alarma en el PSOE: faltan ministros con peso que neutralicen la ofensiva de Podemos
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PERPLEJIDAD POR ALGUNOS SILENCIOS

Alarma en el PSOE: faltan ministros con peso que neutralicen la ofensiva de Podemos

María Jesús Montero ha asumido en soledad el rol de cancerbera del PSOE tras la salida de Calvo y Ábalos. El partido ve a las nuevas ministras con poco fuelle político

Foto:  La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero. (EFE)
La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero. (EFE)
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El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez ha cumplido un mes dejando una evidencia: tiene un agujero político grave. La salida de los pesos pesados del anterior gabinete, como José Luis Ábalos o Carmen Calvo, y la marcha de Iván Redondo ha abierto un importante flanco. Si la renovación del Ejecutivo pretendía tomar oxígeno, el desgaste estos días ha sido evidente. Ellos eran los encargados de parar los golpes al presidente y, de momento, nadie ha asumido ese papel en el nuevo Consejo de Ministros, asediado desde fuera por la oposición y tensionado desde dentro por Unidas Podemos, que se suma también a las polémicas que desgastan al Ejecutivo como si no formara parte del mismo.

Los socios han conseguido vender su discurso ante un gobierno desbordado y proclamando que han arrastrado a los socialistas a propuestas como la de una empresa pública de energía, que en realidad tiene mucha más letra pequeña que esa nacionalización de la energía que vende Podemos. El último encontronazo lo ha motivado la orden de Interior de una devolución masiva de menores a Marruecos desde Ceuta, lo que ha dado rienda suelta a una andanada de la líder morada y ministra Ione Belarra.

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (EFE)

Durante el mes de agosto, ese vacío político en el Gobierno y el PSOE se ha hecho más que evidente. En política no hay vacaciones y parece que casi nadie en Moncloa ha entendido esa máxima. Mientras que la oposición sacaba la artillería por asuntos diversos, el principal desde luego la desorbitada factura de la luz que ha generado una importante indignación social, el mutismo del Consejo de Ministro ha sido llamativo. Pese a que hay 22 miembros en el gabinete, durante muchos días solo la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha respondido a los golpes y ha salido a dar la cara en soledad. Solo al final se sumó Teresa Ribera y Félix Bolaños, pero el Gobierno ya había perdido la batalla del relato.

La exportavoz del Gobierno, quizás por rodaje o puede que por inercia, ha sido la que ha actuado de cancerbera de Pedro Sánchez, ejerciendo de guardiana en la portería para esquivar los golpes del equipo contrario. La atonía política del ala socialista del Ejecutivo no ha pasado desapercibida. Varios cargos socialistas admiten que ha faltado músculo para responder a polémicas que hacen mucho daño como la de la factura de la luz y se preguntan dónde están "los nuevos", en alusión a los recién llegados políticos. Y, sobre todo "dónde está el PSOE".

Pugna abierta con Podemos

La ausencia de voces desde el partido, que en muchas ocasiones se han encargado de cubrir los huecos en meses de mayor atonía en el Consejo de Ministros, ha sido especialmente llamativa. La retirada de Ábalos, no solo como ministro de Fomento sino también como secretario de Organización, ha dejado muda a Ferraz.

En julio, Pedro Sánchez desató una crisis de Gobierno y transmutó su Ejecutivo, presentando un nuevo equipo para los 30 meses que quedan de legislatura, con el objetivo, explicaron entonces, de recuperar el impulso. Más mujeres que hombres, 14 en total, y una edad media de 50 años para afrontar una nueva etapa marcada por la llegada de los fondos europeos que abrirán, eso se espera, un nuevo ciclo de recuperación económica y dejarán atrás lo peor de la pandemia.

Meses en los que planeará, cada vez de forma más clara, la sombra de las próximas elecciones y en los que presumiblemente las diferencias con Podemos se harán, conforme se aproxime la cita con las urnas, más notables. La salida de Pablo Iglesias y el ascenso de Yolanda Díaz, así como la salida de Calvo, eternamente enfrentada con Irene Montero, hacía pensar que las tensiones internas se diluirían. No ha sido así en este verano, con choques que han ido a más, desde las inversiones en infraestructuras, con el aeropuerto del Prat y la componente catalana en primer plano, al precio de la luz.

El desmantelamiento del ala de comunicación de Moncloa, con la salida del 'gurú' Redondo, ha dejado notar el vacío en esta área

Ferraz muda

Salieron quienes más protagonismo político habían tenido en el anterior Ejecutivo y en el Ministerio de Presidencia aterrizó Félix Bolaños, con un perfil político nada parecido al de su antecesora, la vicepresidenta Calvo, mucho más cómoda en las polémicas y los enfrentamientos. La portavocía recayó en Isabel Rodríguez, al frente del Ministerio de Política Territorial, cuyo silencio ha sido especialmente llamativo estos días incluso para algunos de sus compañeros de Gobierno. Cargos socialistas admiten que el silencio del Ejecutivo ha sido "algo desconcertante", pero aseguran que los nuevos ministros aún están haciéndose al cargo, estudiando papeles, tomando posesión de sus carteras y que al nuevo gabinete aún le queda rodaje, vaticinando que "terminará engrasándose".

El desmantelamiento del ala de comunicación de Moncloa, con la salida del 'gurú' Redondo, también ha dejado notar el vacío en esta área. El Gobierno ha sido acribillado desde todos los frentes por precios que han marcado máximos históricos en la electricidad. Ni las vicepresidencias, que tradicionalmente cubren los huecos del presidente, han estado en primera línea. Descontando que en este Gobierno hay una ausencia absoluta de los segundos niveles, desde secretarios generales a directores generales, que no comparecen públicamente ni siquiera en las cuestiones más técnicas. "O están de vacaciones todos a la vez o no están de vacaciones, pero no salen a dar la cara", reflexionaba alguien que conoce de cerca las tripas del Consejo de Ministros.

Foto: La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE)

Ha habido citas llamativas en la agenda, como la de ministra de Industria, Reyes Maroto, en la gala Starlite de Marbella (Málaga) sin agenda pública y sin decir ni media palabra sobre los asuntos polémicos. El propio Pedro Sánchez tuvo un acto en la casa del premio Nobel José Saramago en Lanzarote sin decir ni mu sobre la factura de la luz mientras que las asociaciones de consumidores, el Banco de España o la Comisión Europea dejaban claro al Gobierno español que tenía margen para actuar y estabilizar los precios.

Polémicas y descoordinación

Las polémicas, más o menos estériles, se han sucedido sin respuesta. El Gobierno le regaló al PP, sobre todo a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, un frente al abrazar el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, una tasa para gravar la capitalidad. Fue la ministra de Hacienda la que salió, también, a decir que el Gobierno no trabajaba ni lo haría en la línea de agravios entre territorios.

La ministra de Justicia, Pilar Llop, también dio munición a la oposición al declarar que no creía que el Supremo tuviera margen para tumbar los indultos a los políticos catalanes del 'procés', lo que valió a PP y Cs para denunciar las "injerencias" del Gobierno en el poder judicial. El lío judicial de las ayudas de la SEPI a Plus Ultra, con la retención y luego desembolso de 34 millones de fondos públicos, también ha desgastado al Gobierno sin respuesta desde el Ejecutivo más allá del silencio de los ministros afectados. La polémica por la adaptación curricular de la nueva ley de educación, donde la oposición de PP y Vox ha pescado, agitando esa guerra cultural e ideológica que tanto rédito le da, también se ha saldado con un estruendoso silencio de la flamante ministra Pilar Alegría.

Foto: Pedro Sánchez (c) junto a Carmen Calvo, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. (EFE)

Pero no solo han faltado parapetos para frenar los golpes al presidente, tampoco ha habido ofensiva de comunicación en positivo para vender, por ejemplo, que España está siendo un ejemplo en vacunación y ha alcanzado el 70% de población inmunizada en agosto, tal y como prometió Sánchez meses atrás con gran descrédito desde el resto de partidos.

Viene un otoño políticamente difícil. La persistencia en el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) evidencia que el PP no piensa cambiar de estrategia y ha entrado en una senda de campaña electoral permanente que no va a desandar. Cada encuesta que señale que hay un cambio de ciclo y sitúe al PP en Moncloa no hará más que elevar los decibelios de la pugna política. Hay leyes importantes en las Cortes, como la de Memoria Democrática, la de Vivienda, Educación, LGTBi o la del Sí es Sí, todas motivo de confrontación con la oposición. La Mesa de Diálogo con Cataluña, prevista en otoño, las tensas relaciones con los independentistas catalanes, que a su vez elevan la pugna en las propias filas del independentismo, dejan claro que la negociación de los Presupuestos Generales del Estado no va a ser nada fácil.

El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez ha cumplido un mes dejando una evidencia: tiene un agujero político grave. La salida de los pesos pesados del anterior gabinete, como José Luis Ábalos o Carmen Calvo, y la marcha de Iván Redondo ha abierto un importante flanco. Si la renovación del Ejecutivo pretendía tomar oxígeno, el desgaste estos días ha sido evidente. Ellos eran los encargados de parar los golpes al presidente y, de momento, nadie ha asumido ese papel en el nuevo Consejo de Ministros, asediado desde fuera por la oposición y tensionado desde dentro por Unidas Podemos, que se suma también a las polémicas que desgastan al Ejecutivo como si no formara parte del mismo.

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