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Ciudadanos planifica la contraofensiva al PP y pone marcaje a Teodoro García Egea
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Ciudadanos planifica la contraofensiva al PP y pone marcaje a Teodoro García Egea

La formación de Inés Arrimadas ha decidido una estrategia de resistencia y contraataque ante un PP que cree que no cesará en su asedio. Intentará destapar las contradicciones de Pablo Casado, en especial de su número dos

Foto: La presidenta de Cs, Inés Arrimadas. (EFE)
La presidenta de Cs, Inés Arrimadas. (EFE)
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Ciudadanos ha decidido algo parecido a lo que decidieron los celtíberos que residían en Numancia ante el asedio de los romanos: resistir. Resistir, sí, aunque con la intención de salir al contraataque siempre que sea posible. Sus filas han quedado mermadas, puede que lo estén más durante los próximos meses, pero en la dirección de la formación liberal consideran que los que quedan son más aguerridos y más convencidos. Después de las purgas, Inés Arrimadas está ahora rodeada por un grupo de fieles, como Edmundo Bal, Daniel Pérez, Guillermo Díaz o María Muñoz, dispuestos a aguantar hasta el final y a morder. Han decidido no amilanarse ante un PP crecido y han resuelto que una de sus referencias tiene que comprobarlo: el secretario general, Teodoro García Egea.

"Ya está bien", han declarado en la dirección de una organización política que lleva tiempo viendo cómo el suelo les tiembla. Desde las elecciones de noviembre de 2019, Ciudadanos ha protagonizado una odisea que ha dejado un sinfín de golpes, varios descalabros y muy pocas alegrías. "No vamos a pasar ni una ya", afirma una fuente de la formación naranja para quien el descenso a los infiernos ha concluido. Lo que viene por delante, el otoño de 2021 y el invierno de 2022, será el comienzo de la recuperación. Está descartado a medio plazo que el partido regrese al brío de los tiempos de Albert Rivera, el mismo que lo lanzó a un pantano de pocos diputados, muchos menos votos y una inestabilidad interminable, pero sí se ve cerca en la sede de la calle Alcalá de Madrid una época de recomposición y reanimación.

placeholder El expresidente de Cs Albert Rivera. (Reuters)
El expresidente de Cs Albert Rivera. (Reuters)

La convención sirvió para eso, añaden. Sirvió para levantar el coraje de una militancia que si miraba al futuro, veía a Fran Hervías y a Teodoro García Egea como demiurgos malignos, capaces de 'robarles' concejales en no se sabe qué municipio o de directamente destrozar alcaldías, como hace poco se comprobó en Granada. Precisamente el de la ciudad andaluza ha sido el último episodio, por ahora, del asedio victorioso de un PP al que la moción de censura de Murcia, la fallida moción de censura de Murcia, ha transformado en un huracán en el espectro de la derecha orgullosa de serlo, pero reacia a todo lo que suene y huela a Vox. En el entorno de Arrimadas, el peligro no viene de un PSOE con ínfulas de centro, sino del Partido Popular.

Murcia, el origen

La dirección de Ciudadanos reconoce que la operación murciana fue un desastre. Un plan nefasto desde la concepción y, sobre todo, durante la ejecución. Estuvo en manos de un dirigente, Carlos Cuadrado, que ni conocía el partido como se presuponía ni había leído adecuadamente el contexto. La sintonía con el PSOE, forjada a lo largo del trámite de los Presupuestos vigentes, confeccionó en la mentalidad de la antigua dirección de Cs un paisaje diferente del real. Pensaron que de la mano del Partido Socialista podrían aumentar su radio de poder y demostrar que lo que más les gusta es lo que mejor se les da: gestión de lo público. Es aquí donde se sienten fuertes, dicen. Donde Juan Marín cree que puede resistir; donde Begoña Villacís cree que puede aguantar; donde Franciso Igea cree que puede sobrevivir.

Foto: El exconsejero de Salud de Murcia, Manuel Villegas. (EFE)

Bastaba con que esperasen unas semanas para observar cómo en el PP las aguas bajaban turbias. Estamos en febrero de este año. No pasaba entonces García Egea por su mejor momento, había pisado con fuerza pies que no debía pisar. Se había adentrado con formas peculiares en el PP de Andalucía, en el PP de Galicia, en el PP de Castilla y León y en el PP de Madrid. Los barones estaban descontentos. Pero se produjo aquel anuncio de la moción de censura, además en Murcia, donde el secretario general, murciano, se mueve como pez en el agua, y el número dos demostró por qué Pablo Casado confía en él.

Entró en juego Fran Hervías (marzo de 2020), la persona que se encargó de propagar la estructura de Ciudadanos por toda España, al rebufo de la buena marcha de Albert Rivera hasta el batacazo del 10 de noviembre de 2019. Hervías fue la persona que, a través de una especie de 'casting', se encargó de ir captando a futuros diputados y cuadros orgánicos por cada comunidad autónoma. Como responsable de Organización, alcanzó un grado de conocimiento de Ciudadanos que ni el líder ni la mano derecha del líder, José Manuel Villegas, pudieron tener. Cuando Arrimadas tomó el relevo y asumió la dirección, Hervías quedó apartado y arrinconado, jurando venganza. Esa posibilidad se la brindó García Egea, a quien expuso la lista de cargos de Ciudadanos por toda España y la lista de lugares que 'conquistar'. Y comenzó el asedio.

Resistir contra todo

Son las dos bestias negras de la actual dirección de Arrimadas, quien ha decidido que la resistencia es la mejor opción. No la única opción, sino la mejor opción. Ha logrado convencer a su equipo de que Ciudadanos aún tiene mucho que decir. No ha sido sencillo pregonar este discurso cuando las encuestas sobre intención de voto, tanto las del CIS como las de empresas privadas, abocan el partido al desastre o a la desaparición. No ha sido sencillo cuando el resultado en Madrid, el 4-M, ha sido el que fue: cero diputados.

En Ciudadanos, argumentan las fuentes, han comprobado que una nube de militantes aguanta con firmeza. Sabedores de que el objetivo es no fallecer, sino resistir, aunque sea con el mínimo que permita tener grupo parlamentario, se han reorganizado en Andalucía alrededor de Juan Marín, en Madrid alrededor de Villacís y a escala nacional de la mano de Edmundo Bal, Guillermo Díaz y Daniel Pérez. Los dos primeros están siendo la voz y la cara del partido. Gusta mucho a Arrimadas el estilo desacomplejado de ambos, y parece, añaden las fuentes, que gusta a los militantes y potenciales simpatizantes.

Bal respondió con ironía hace poco al augurio del exalcalde de Granada Luis Salvador, quien puso las siglas cerca de la UVI, por no decir cerca del tanatorio. Y desde hace semanas está saliendo en ruedas de prensa a esgrimir los baluartes que Ciudadanos quiere seguir propagando: la honestidad para con lo público, la equidistancia, la moderación y, sobre todo, el carácter liberal, entendido, apuntan, como un modelo económico sin corsés estatales y un modelo social avanzado, afín a las reivindicaciones de minorías y colectivos. Ciudadanos ha vuelto a las esencias. Otra cosa es que, ahora, le vaya bien en el empeño. Díaz, por su parte, orador parlamentario en fase de crecimiento, se ha caracterizado por hablar sin rubor alguno contra el independentismo o contra los tejemanejes de sus dos dianas: el PP y el PSOE. Pérez se mantiene en la sala de máquinas como el dirigente encargado de construir el mensaje y expandirlo.

Al fin y al cabo, Cs, desde el principio, fue así. Un partido sin pelos en la lengua, centrado, capaz de pactar con populares y socialistas a la vez que les censuraba el reparto del botín del Estado. Arrimadas se ha propuesto recorrer de nuevo ese camino, y sí, escuchará al Gobierno cuando la llame en la ronda de negociación de los Presupuestos de 2022, pero le pondrá condiciones. Si hay margen de diálogo, dialogarán. Si no, renunciarán. Pragmatismo puro. Fue lo mismo que pretendió la líder del partido con las cuentas vigentes, y visto con la distancia, un año después, no fue una mala idea. El problema es que la operación murciana y las elecciones madrileñas arruinaron el plan.

En la estrategia de la resistencia y del contraataque, García Egea será el 'hombre a batir'. Un primer amago del diseño se comprobó el pasado 2 de agosto, cuando Daniel Pérez publicó un tuit en respuesta a unas afirmaciones del secretario general del PP en 'OkDiario'. "En las próximas elecciones se verá si Ciudadanos quiere salvar su partido o salvar España", subrayó el dirigente murciano.

El responsable de Comunicación de los liberales contestó: "No, Teodoro García Egea. Jamás entregaremos España a sus peores adversarios con tal de salvar las siglas, como hicisteis vosotros en 2018. Si trabajamos por impulsar la alternativa liberal, no es por nosotros ni por nuestro partido; es precisamente por España". Acto seguido, adjuntó la foto de Soraya Sáenz Santamaría y de su bolso en el escaño de Mariano Rajoy, el día en que empezó a debatirse la moción de censura que puso a Pedro Sánchez en la Moncloa. Se refirió a la negativa del expresidente a dimitir.

"No vamos a consentir más ataques a nuestros votantes y militantes. Siempre que sea necesario, mostraremos las contradicciones del PP", resumen las fuentes de la dirección de Cs, que recuerdan que también Arrimadas, un día más tarde, publicó un tuit crítico con los gobiernos de socialistas y populares por haber debilitado la enseñanza del castellano en Cataluña. También salieron a criticar la actitud de la formación de Casado contra la ampliación del aeropuerto de El Prat acordada por el Ejecutivo y el Govern cuando el gabinete de Mariano Rajoy tanteó opciones similares. E hicieron lo mismo tras conocerse las intenciones, luego plasmadas, de Isabel Díaz Ayuso con la televisión pública madrileña.

Se acabó cierta contemporización con Génova, con "los despachos", como llaman a la sede del PP en la dirección de Ciudadanos. Creen que en esos 'despachos' la cúpula de Casado y de García Egea cocina operaciones extrañas y cuestionables contra ellos. Las denunciarán en cuanto se conozcan.

Resisten muchos menos que hace un par de años, pero en Ciudadanos, como en Numancia, la resistencia es la estrategia. Luego, si se puede, el contraataque.

Ciudadanos ha decidido algo parecido a lo que decidieron los celtíberos que residían en Numancia ante el asedio de los romanos: resistir. Resistir, sí, aunque con la intención de salir al contraataque siempre que sea posible. Sus filas han quedado mermadas, puede que lo estén más durante los próximos meses, pero en la dirección de la formación liberal consideran que los que quedan son más aguerridos y más convencidos. Después de las purgas, Inés Arrimadas está ahora rodeada por un grupo de fieles, como Edmundo Bal, Daniel Pérez, Guillermo Díaz o María Muñoz, dispuestos a aguantar hasta el final y a morder. Han decidido no amilanarse ante un PP crecido y han resuelto que una de sus referencias tiene que comprobarlo: el secretario general, Teodoro García Egea.

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