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El centro de Madrid ya no está donde estaba: cómo el norte ganó la guerra al sur
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¿CIUDAD DE 15 MINUTOS O DE 1 HORA?

El centro de Madrid ya no está donde estaba: cómo el norte ganó la guerra al sur

En un nuevo libro, el arquitecto Gonzalo Sánchez-Toscano analiza la evolución de la capital en los últimos 20 años, en los que el centro se ha trasladado cada vez más al norte

Foto: Foto: Reuters/Susana Vera.
Foto: Reuters/Susana Vera.

10 de la mañana de un martes en la Puerta del Sol, kilómetro cero de la ciudad de Madrid, de la Comunidad de Madrid, de España. Ni la relajación de las medidas para combatir la pandemia ha conseguido que el trasiego de visitantes característico de otros años se recupere. Pequeños enjambres de moscas turísticas (italianas, francesas) giran alrededor de los guías. Algún jubilado despistado pasea al sol, pero los que entran por Carretas salen rápidamente por Arenal. El centro de Madrid tiene algo en común con todos los centros urbanos de las grandes ciudades: la mayoría de la gente está de paso.

Sin embargo, Madrid tiene unas cuantas cosas diferentes respecto a otras urbes europeas. Mientras en la mayoría la desaparición de la ciudad industrial y la emergencia de la ciudad tecnológica ha provocado el surgimiento de nuevas centralidades, la almendra central de Madrid es hoy más centro que hace 20 años. A Centro, Retiro, Salamanca y Tetuán se han añadido otros distritos nuevos que han ganado centralidad, de esos que podríamos llamar 'gentrificados' y que a mediados de los noventa eran, en algunos casos, víctima de la decadencia urbana: Arganzuela, Chamberí, Chamartín.

El centro de Madrid ha basculado al norte de la Diagonal de la Desigualdad

“Este proceso tiene sus sombras, porque la centralidad que podían tener Lavapiés o Tetuán hace 20 o 30 años era la del modelo del pequeño comercio y de la hostelería de proximidad. Sin embargo, la que se da ahora tiene más que ver con centros comerciales o cadenas como Primark, las mismas tiendas que también están en la periferia. Es el modelo de la periferia en el soporte del centro”. Quien lo explica es el arquitecto Gonzalo Sánchez-Toscano Salgado, investigador en la Universidad Politécnica de Madrid y uno de los coescritores del libro 'Territorios segregados y (des)gobernanza urbana: Nápoles/Madrid/Barcelona', desarrollado por el Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad de la UPM.

En su capítulo, Sánchez-Toscano propone una lectura muy estimulante de la evolución de la capital española entre 1996 y 2014: el centro de Madrid se ha trasladado ligeramente al norte durante las últimas dos décadas, es decir, las que siguieron al ‘boom’ inmobiliario. Un proceso de construcción e inversión que generó un nuevo modelo de ciudad dispersa y la decadencia de zonas que anteriormente concentraban gran parte de actividad, como los barrios de la primera corona del sur, desde Carabanchel hasta Vallecas, o los municipios de la primera corona periférica, como Getafe o Leganés. Mientras tanto, los desarrollos del norte —Montecarmelo y Tres Olivos o ciudades como Pozuelo y Majadahonda— han absorbido esa actividad, tanto a nivel laboral como de ocio.

“Hasta los años noventa, las ciudades seguían funcionando en una estructura de barrio”, explica el arquitecto. “Incluso los barrios del sur y del este tenían mucha población, lo que les daba suficiencia para tener centralidad. En esa época, aún había una relación entre el nivel poblacional y la actividad que se daba en la zona. Hay un momento en que se produce una expansión a nivel metropolitano que hace que todo comience a operar en los códigos del norte y de su periferia: los centros comerciales o las grandes ciudades financieras como la del Banco Santander o el Distrito Telefónica”. En la nostalgia por los barrios perdidos también se refleja esa pérdida de centralidad, que no deja de ser de importancia, de sentirse alguien: la centralidad perdida aliviaba la sensación de vivir lejos de los centros de poder político y económico.

¿Dónde estaría el centro ahora? Atendiendo al mapa propuesto por el arquitecto, un pelín más arriba, trepando poco a poco hacia el norte de la almendra central. Algunas de las zonas que en los años noventa aún eran relativamente boyantes, a pesar de sus rentas bajas, han dejado de serlo y otras se han incorporado, como Colmenar Viejo, Las Rozas y Majadahonda, Algete o San Sebastián de los Reyes (y, en el sur, Pinto y Parla), que han obtenido centralidad a costa de Villa de Vallecas, Alcalá de Henares, Getafe, Leganés o Alcorcón.

La Diagonal de la Desigualdad

12 del mediodía en Carabanchel. La calle Laguna es una de las escasas supervivientes de la decadencia comercial del barrio, que es semejante a la de otros distritos del sur. Las tiendas tradicionales de alimentación, eso sí, han dejado paso poco a poco a establecimientos como Carrefour City. Es la única calle del distrito que forma parte de un plan de peatonalización que busca fomentar el comercio de proximidad y que cuenta con siete calles en Chamberí, seis en el distrito Centro y cuatro en Moncloa.

"El norte atrae todas las inversiones y la infraestructura"

La diferencia entre Carabanchel y los distritos restantes es que el primero se encuentra al sur y el resto al norte de la conocida como Diagonal de la Desigualdad, un concepto que se ha usado en las últimas décadas para referirse a la línea invisible que divide a nivel de renta Madrid. Una línea que coincide por el oeste con la A-5, la carretera de Extremadura que llega hasta Alcorcón y Móstoles y que separa la Casa de Campo, Pozuelo o Majadahonda del sur, y por el este, con la A-2, que llega hasta Alcalá de Henares y separa por el sur Canillejas, Moratalaz y Vallecas, y por el norte, Arturo Soria y Hortaleza. Una línea que no se ha movido a nivel de renta pero que sí ha cambiado a nivel de centralidad, dejando de lado el sur.

“Es la línea que históricamente ha separado las rentas de Madrid por razones relacionadas al principio con el entorno natural y la calidad de los suelos”, explica Sánchez-Toscano. Esa desigualdad era menos perceptible cuando aún existía una vida de barrio apoyada en negocios que daban cohesión a estas periferias, proporcionaban “empleo de proximidad” y esparcimiento al alcance de la mano. No era necesario ir al centro (urbano o comercial) para trabajar o divertirse. Hoy, como recuerdan los vecinos del barrio, fuera del sector servicios, las posibilidades de empleo en negocios locales son cada vez más reducidas. Pero también las de ocio. En Carabanchel, por ejemplo, llegó a haber 11 salas de cine. Hoy no queda ninguna.

placeholder La calle Laguna en Carabanchel, en 2019. (EFE)
La calle Laguna en Carabanchel, en 2019. (EFE)

“La palabra académica es ‘complejidad’, como acceso a oportunidades y mezcla de usos”, prosigue el investigador. “La actividad se centraba en el pequeño comercio y los pequeños bares, que tienen más que ver con esa construcción de barrio. Ahora se construye cada vez más en torno a grandes franquicias y centros comerciales, con las mismas tiendas y los mismos ‘todos’, y ese concepto de barrio se va sustituyendo por unas pocas firmas multinacionales”. No es solo que el sur haya perdido centralidad, es que cada vez más imita el modelo generado por el norte, como en “los centros comerciales que han aparecido alrededor de la M-40 o M-45”. Hoy es posible rodear la ciudad por arriba y por abajo de gran superficie en gran superficie.

No es casualidad que la participación electoral en el sur sea cada vez más baja mientras que la del norte se mantiene. La ciudad les ha ido dando la espalda poco a poco, mirando o bien a los distritos y municipios del norte, como suele ocurrir con las medidas del Partido Popular (que generalmente ha arrasado en los ayuntamientos del norte), o a la almendra central, que fue una de las grandes beneficiadas con las medidas durante el mandato de Manuela Carmena. “Las apuestas políticas siguen la lógica que se ha seguido durante muchos años en Madrid y el resultado ha sido un desequilibrio funcional importante: es siempre el norte el que atrae las inversiones y la infraestructura”.

PAUers

La línea 6 deposita en el intercambiador de Moncloa a muchos de los que proseguirán su viaje en los autobuses interurbanos que, recorriendo la A-6, distribuyen a los trabajadores por los municipios de ese norte emergente. Camareros, limpiadoras, oficinistas y los estudiantes que han desaparecido porque el curso ya ha terminado hacen cada día el mismo viaje desde el sur hacia el norte: la traslación del centro de la ciudad ha provocado que cada vez más población madrileña abandone las ciudades y barrios del sur para trabajar en el norte. Esta fue una de las quejas más escuchadas el pasado otoño, cuando los primeros confinamientos por zonas básicas centrados en el sur hicieron que muchos recordasen que la mayoría seguiría teniendo que desplazarse al norte para trabajar.

La A-1 y la A-6 son los dos ejes donde se concentra la nueva centralidad

Para González-Toscano, esta migración diaria y continuada de trabajadores del sur al norte es una de las consecuencias más obvias de la “nortificación” de Madrid hacia zonas marcadas por una baja densidad residencial, viviendas unifamiliares, desarrollos urbanos como los PAU o empresariales como las Cuatro Torres. Un modelo de desconexión y automóvil: “El modelo clásico era de comunidad y actividad en la calle, que desde el punto de vista de la seguridad también fomentaba redes de solidaridad y convivencia, pero el modelo de centralidad que se ha impuesto, en consonancia con el modelo de manzana cerrada, genera un modelo más individualista, que claramente contribuye a esa construcción de una nueva identidad”.

Se ha reducido complejidad, es decir, ciudades y barrios donde se juntaban lo residencial, lo laboral y el ocio, en favor de “áreas monofuncionales homogéneas y simplificadas”. Una zona para vivir, una zona para comprar, una zona para trabajar.

placeholder Interior del centro comercial La Vaguada. (EFE/Fernando Alvarado)
Interior del centro comercial La Vaguada. (EFE/Fernando Alvarado)

La A-1 y la A-6 se han convertido en los dos ejes donde se concentra la nueva centralidad. Desde el desarrollo de Madrid Nuevo Norte hasta la importancia creciente que tienen zonas como Valdebebas, donde ha jugado el Real Madrid durante la última temporada, se celebran festivales musicales como Mad Cool o se ha instalado el hospital Isabel Zendal, el grueso de la inversión económica se centra cada vez más en el norte, lo que ahonda en esa diferencia histórica.

En otras palabras, Madrid y sus aledaños están cada vez más lejos de esa ciudad de 15 minutos que tan de moda se ha puesto como una manera de acercar servicios y ocio a todos los ciudadanos, de forma que puedan acceder a ellos en un cuarto de hora o menos, algo que ya se ha intentado poner en práctica en el París de Anne Hidalgo. Paradójicamente, Madrid ha evolucionado en la dirección completamente opuesta. Una en la que los barrios han perdido actividad y cada vez es más necesario realizar grandes desplazamientos en vehículo privado.

El norte son centros de empleo; el centro, turismo, y el sur pierde centralidad

“Se lleva 20 años hablando de crear una ciudad más sostenible, pero la realidad es que hemos ido en la dirección contraria”, concluye Sánchez-Toscano. “Ciudad de 15 minutos no es que haya servicios en algunos barrios de rentas altas del centro y que en la periferia del sur tengan que desplazarse al norte a trabajar. Si no, eso será un mero alivio para algunos barrios”. Pero la voluntad política y las progresivas inversiones, dos factores que se retroalimentan en un ciclo sin fin, apuntan en la otra dirección. “Al norte le están tocando los grandes centros de empleo, de expansión. Al centro le ocurre que es un espacio para el turismo, para ciertas clases altas y profesionales creativos o nuevas manifestaciones culturales, y al sur, el papel de ser la población con rentas más bajas que pierde centralidad”.

La predicción más reciente de Richard Florida parece hacerse realidad en Madrid: una nueva crisis urbana en la que la desigualdad se agudiza, donde “la clase media y sus vecindarios desaparecen y nuestra geografía se astilla en pequeñas áreas de opulencia y riqueza concentradas, y áreas mucho más grandes de pobreza y dificultades”.

10 de la mañana de un martes en la Puerta del Sol, kilómetro cero de la ciudad de Madrid, de la Comunidad de Madrid, de España. Ni la relajación de las medidas para combatir la pandemia ha conseguido que el trasiego de visitantes característico de otros años se recupere. Pequeños enjambres de moscas turísticas (italianas, francesas) giran alrededor de los guías. Algún jubilado despistado pasea al sol, pero los que entran por Carretas salen rápidamente por Arenal. El centro de Madrid tiene algo en común con todos los centros urbanos de las grandes ciudades: la mayoría de la gente está de paso.

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