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La descomposición de Cs en las provincias andaluzas pone en jaque su pacto en la Junta
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EL PARTIDO NARANJA, AL LÍMITE

La descomposición de Cs en las provincias andaluzas pone en jaque su pacto en la Junta

El goteo de marchas y conflictos internos en ayuntamientos generan cada vez más tensión entre socios. Pese a la buena salud de la coalición, empieza a ser difícil blindar la estabilidad de la Junta

Foto: Inés Arrimadas y Juan Marín. (EFE)
Inés Arrimadas y Juan Marín. (EFE)
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La desestabilización de Ciudadanos en prácticamente todas las provincias de Andalucía y otros ayuntamientos de menor tamaño lleva tiempo tensionando al partido de Inés Arrimadas, sobre todo por las consecuencias que puede acarrear. La buena salud de la que goza el pacto en la Junta, con el Gobierno que preside Juanma Moreno y que lidera en el lado naranja Juan Marín, no se corresponde en absoluto con la crisis que se vive en otras muchas zonas de la comunidad, que pone en riesgo gobiernos municipales y provocan un goteo constante de marchas en las filas naranjas.

Todo estalló en Granada, donde el alcalde de Ciudadanos, Luis Salvador, aguanta a duras penas desde hace un mes con el apoyo de un solo concejal esperando a que llegue una solución que no termina de aparecer. En la ejecutiva naranja siguen confiando en que el PP dé su brazo a torcer y regrese al Ejecutivo municipal, aunque los populares rechazan que siga al mando el primer edil actual. La otra vía abierta, que el PSOE pase a liderar el Gobierno, tampoco parece encajar.

De Granada, la tensión pasó a Jaén hace solo unos días, con la marcha de tres de los cuatro concejales naranjas: querían romper el Gobierno con el PSOE y han terminado rompiendo con su propio partido, como concejales no adscritos y sin asignación económica. También en Sevilla la situación es compleja. Después de lo sucedido en el municipio de Bormujos (y antes en el malagueño de Mijas), donde el partido naranja rompió con el PSOE para empezar una negociación con el PP que no llegó a buen puerto, el portavoz de Ciudadanos en la provincia, Álvaro Pimentel, mantuvo un encuentro ayer con el alcalde de la capital andaluza y nuevo secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, después de días en los que sugería que podía romperse el pacto de gobernabilidad. Al final, todo ha quedado en una advertencia, instando al primer edil a buscar un relevo si no se va a dedicar a la alcaldía al cien por cien.

Foto: Fran Hervías, durante una Asamblea de Ciudadanos en Toledo. (EFE)

La dirección nacional, como también Juan Marín, son partidarios de buscar un equilibrio con Espadas, con el que además mantienen una buena relación. Pero hay sectores del partido en Sevilla que no están conformes con la decisión y que podrían provocar un nuevo quebradero de cabeza en la dirección naranja. En este contexto, todas las miradas vuelven a estar dirigidas a Fran Hervías, antes secretario de Organización del partido (en la etapa de Albert Rivera) y con especial ascendencia en Andalucía. En todas las provincias de esta comunidad, conviven al menos dos almas del partido. Y una, muy numerosa en casi todos los ayuntamientos, es fiel a Hervías, hoy pieza clave dentro del PP y mano derecha de Teodoro García Egea.

"Parar la ofensiva ya"

En el sector crítico con Arrimadas aseguran que “los movimientos no han terminado” y que en los próximos días “habrá novedades”. No descartan dimisiones orgánicas en el comité autonómico y en los provinciales para evidenciar más malestar con la ejecutiva naranja. El entorno de Hervías niega estar detrás de cada salida del partido. De hecho, afirma que son cargos electos “los que le llaman” para manifestar su descontento y su voluntad de abandonar la formación de Arrimadas.

Pero la realidad es que una de las funciones que Hervías tiene desde su llegada a Génova es contribuir al objetivo de Pablo Casado de reunificar el centro derecha de cara a futuras citas electorales. Y esa reunificación, como van demostrando los hechos, pasa por absorber directamente al partido naranja. García Egea comparte con Hervías la creencia de que los partidos se construyen o se amplían por las bases y, de ahí, que en Andalucía el foco esté puesto en las provincias y en la descomposición del partido naranja en los ayuntamientos.

Foto: Pablo Casado e Inés Arrimadas. (EFE)

En el partido de Arrimadas ven los movimientos como “una operación orquestada” para destruirles y atribuyen la autoría completa al propio Hervías. De ahí que la presidenta haya pedido directamente a Casado “parar la ofensiva” contra ellos de una vez por todas, para proteger la estabilidad de los gobiernos que aún comparten y recuperar, al menos, una cierta confianza mutua. La cuestión es que la moción de censura en Murcia lo cambió todo entre los dos partidos. El primer paso para el deshielo fue un almuerzo privado entre los dos líderes publicado por este diario y que, sin embargo, no parece haber dado frutos.

Dificultades para blindar la Junta

El PP andaluz, al menos de momento, sí acepta las condiciones de Marín y Arrimadas sobre frenar el salto de cargos a las filas populares para no acelerar la descomposición de los naranjas y, sobre todo, tratar de blindar la estabilidad en la Junta. Pero cada vez, admiten todas las partes, es más difícil. El número dos de Juan Manuel Moreno, Elías Bendodo, tiene una interlocución fluida y de total confianza con Marín. Ambos caminan de la mano en las estrategias de Granada o Jaén y se descarta que esas rupturas que se están desencadenando en los grupos municipales contagien al Parlamento andaluz.

Foto: El presidente de Andalucía, Juanma Moreno (d), conversa con el líder del PP, Pablo Casado. (EFE)

De momento, en la Cámara andaluza el grupo parlamentario no está roto y todos responden a Marín o Bendodo antes que a Hervías, aunque él también tiene sus peones en ese grupo. Es complicado, además, porque esa tensión por el desembarco de cargos de Ciudadanos al PP afecta a la vida interna de los populares. El pulso entre García Egea y Bendodo se agrava por días. El PP de Sevilla es una fuente de tensiones, pero de fondo late una estrategia mucho más amplia, la diseñada por Génova para la absorción de Ciudadanos que en Andalucía la cúpula popular mandó frenar para "encapsular" la estabilidad del Gobierno autonómico.

Génova trata directamente con las provincias, que les comunican los concejales de Ciudadanos que llaman a sus puertas y que hay alcaldías que podrían caer de su lado. Cuando se entera el PP andaluz, llama a los mismos que Génova ha espoleado para abrir el camino a cargos naranjas y manda frenar la operación para cumplir el pacto de estabilidad renovado en Andalucía tras la moción de Murcia. Y así cada poco tiempo.

Foto: La portavoz del PP, Cuca Gamarra. (EFE)

Marín, por su parte, ha comenzado una frenética campaña interna en Ciudadanos con encuentros con los militantes, para renovar su liderazgo en las primarias del partido y, sobre todo, para tratar de cerrar filas en el partido. Su liderazgo ha estado durante tiempo deteriorándose por su enfrentamiento interno con Hervías y aún eso se nota. Muchos de los militantes naranjas se preguntan cuándo saltará Marín al PP, porque sus adversarios siguen pensando, muy en contra de lo que él sostiene, que acabará en las filas populares como Hervías. Una especulación que dinamita su credibilidad ante muchos cargos.

Como el vicepresidente de la Junta, la dirección nacional también ha tomado buena nota de la situación tan complicada que atraviesan en Andalucía y probablemente por eso ha decidido volcarse con sus visitas a Andalucía. Ayer mismo, la secretaria general, Marina Bravo, estuvo en Almería. La semana pasada también visitaron Huelva, Sevilla y Málaga.

La desestabilización de Ciudadanos en prácticamente todas las provincias de Andalucía y otros ayuntamientos de menor tamaño lleva tiempo tensionando al partido de Inés Arrimadas, sobre todo por las consecuencias que puede acarrear. La buena salud de la que goza el pacto en la Junta, con el Gobierno que preside Juanma Moreno y que lidera en el lado naranja Juan Marín, no se corresponde en absoluto con la crisis que se vive en otras muchas zonas de la comunidad, que pone en riesgo gobiernos municipales y provocan un goteo constante de marchas en las filas naranjas.

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