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El Gobierno muestra vértigo tras los indultos y teme que ERC lo acabe traicionando
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"NO SOMOS PESIMISTAS, PERO SÍ REALISTAS"

El Gobierno muestra vértigo tras los indultos y teme que ERC lo acabe traicionando

Crece el temor a que Aragonès, a quien se atribuye un mayor pragmatismo, sucumba a la presión de Junts y acabe renunciando a liderar un cambio de rumbo. "Sus equilibrios son complicados"

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE)
El presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE)
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El Gobierno comienza a rebajar sus expectativas sobre los resultados de la 'operación diálogo' una vez concedidos los indultos. Si bien no se creen el desafío mostrado por los líderes independentistas a la salida de prisión, al enmarcarlo en una escenificación "previsible", su temor tiene más que ver con que la presión de Junts sobre ERC acabe haciendo descarrilar el diálogo. "No somos pesimistas, pero sí realistas", reconoce un ministro, que pide tiempo para que se madure la nueva realidad. Desde el Ejecutivo, entienden que este proceso de distensión y normalización, con la mesa de diálogo en el centro, les tocaría liderarlo a los republicanos, a quienes atribuyen más muestras de pragmatismo. Su visión es que ahora toca que se entiendan entre ellos y acuerden una hoja de ruta asumible dentro del marco constitucional.

La desconfianza es notoria y quienes han tenido responsabilidades políticas en Cataluña son los que más cautela muestran. En la parte socialista del Ejecutivo, pero también en la de Unidas Podemos. Tanto es así, que un dirigente de la confluencia catalana de los morados no descartaba estos días que "dentro de un año y medio la situación vuelva al punto de partida". No porque los independentistas rescaten su apuesta por la vía unilateral, consumándose el 'lo volveremos a hacer', sino porque no se alcancen puntos de encuentro en la mesa de diálogo.

Foto: Los Jordis, a su salida de Lledoners. (EFE)

El plazo del año y medio no es baladí, puesto que el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, pactó para su investidura someterse a una cuestión de confianza en el ecuador de su legislatura. Un tiempo en el que si no consigue un referéndum pactado, difícilmente reeditaría el apoyo de la CUP, o incluso de Junts, viéndose abocado a convocar nuevas elecciones o, lo que ahora sería impensable, a cambiar de socios.

Si ahora se pretende abrir un pequeño margen de tiempo, al reconocerse que "los independentistas están madurando la nueva realidad", estas mismas fuentes reconocen que "va a ser complicado que la acepten", en referencia a los sectores más 'hiperventilados' de la CUP y también de Junts, con corrientes más o menos rupturistas y la excepcionalidad de Waterloo. Una nueva realidad, por un lado, basada en la negociación y las propuestas dentro del ordenamiento jurídico, y por otro, en el liderazgo por primera vez de ERC al frente de la Generalitat. La necesidad de que Aragonès dé muestras de buena gestión, de que saque adelante unos Presupuestos y de que se muestre ante el electorado como el adalid de la "política útil", es un elemento en que confía el Gobierno para llevar a buen puerto su apuesta por el diálogo.

"Los puntos de partida son muy distintos", advierten, poniendo como ejemplo que "siguen hablando de amnistía y autodeterminación". En esta línea, insisten en que los indultos no son ninguna solución, pero sí el "prerrequisito" para poder comenzar a explorar vías de distensión.

ERC: "Seremos igual de exigentes"

Desde el Ejecutivo, ralentizan los tiempos para reactivar la mesa de diálogo, situándola ya en septiembre, porque previamente "se tienen que coordinar en el interior del Govern y decidir qué van a plantear, porque saben que cuestiones ilegales no pueden llevar". "Su socio está como está", explica resignada una fuente del Ejecutivo, dejando la pelota en el tejado de los republicanos, que "tienen que lidiar con esa situación".

Foto: Los presos del 'procés' abandonan la cárcel de Lledoners. (EFE) Opinión
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"Sus equilibrios son complicados", explica otro miembro del Gobierno en referencia a ERC y Junts, añadiendo como otra dificultad más que los posconvergentes quieran "aparentar ahora que son los mártires". Y acaba concluyendo, con más expectación que certezas, que "ERC tiene una asignatura complicada".

Los republicanos reconocen que los sectores más 'hiperventilados' del independentismo estarían haciendo una pinza con la derecha española "más asalvajada" para etiquetarlos de dóciles con el Gobierno o vender el relato de que estarían tragando con todo. Su grado de exigencia, aseguran, sigue siendo el de siempre. "Seremos igual de exigentes y críticos", reiteran. Un relato que deberán compaginar con uno más realista dentro de la discreción de la mesa de diálogo. Estas mismas fuentes de ERC aseguran, sobre la reedición de su alianza de gobierno con Junts, que "si esta vez no funciona, será la última".

Foto: Pablo Casado se reúne con Ursula von der Leyen. (David Mudarra)

El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no eludió los riesgos durante la declaración institucional que realizó el pasado martes tras el Consejo de Ministros en que se aprobaron los indultos. En su breve alocución, se refirió en dos ocasiones a las dificultades de esta nueva etapa. "Encontraremos dificultades en el camino, estoy convencido de ello, pero creo que merece mucho la pena intentarlo", aseguró, para cerrar su discurso concluyendo que "ahora es el momento de concentrar todas nuestras fuerzas en mejorar la vida de nuestro pueblo, en estos tiempos de dificultades y de muchas esperanzas". En privado, al menos, se reconoce que las dificultades y la desconfianza son mucho mayores que las esperanzas.

"Falta que esta vez sí podamos fiarnos"

El punto débil de la agenda para el reencuentro de Pedro Sánchez en Cataluña es la escasa fiabilidad de ERC como socio político. En los pasillos del Hotel Vela, durante las jornadas del Cercle d’Economia, mientras los empresarios iban desgranando su hoja de ruta para que los catalanes salieran del actual atolladero, muchos de los asistentes verbalizaban en privado lo que pensaba la mayoría: "Ahora solo nos falta que esta vez sí podamos fiarnos de ERC". La reconstrucción de un espacio de convivencia en Cataluña necesita que ERC quiera viajar a ese centro en que podría pivotar una mayoría social alrededor de los indultos. Pero la escenificación y los modos de la salida de los presos de las cárceles esta semana auguran lo peor, que los de Oriol Junqueras acabarán volviendo por donde solían.

Foto: Los presos independentistas, a su salida de la cárcel. (EFE)

En el Ejecutivo central y en el PSC, la duda es la misma. Se lo preguntan ministros y altos cargos del partido catalán. ¿Nos podemos fiar del Gabriel Rufián del tuit de las 155 monedas? Y es el principal argumento del PP. Soraya Sáenz de Santamaría, en su época de vicepresidenta, otorgó a Oriol Junqueras el rango de interlocutor privilegiado del Gobierno en Cataluña. La teoría era que Junqueras acabaría moderando a un radicalizado Carles Puigdemont. En la práctica, apenas Marta Rovira se echaba a llorar, Junqueras volvía a empujar a Puigdemont hacia el precipicio. En los papeles de Iñigo Urkullu depositados en Poblet sobre su intento de mediar en la crisis catalana, el lendakari habla así de Junqueras: “Lo peor de la política se ha encarnado en él”.

Puigdemont y Urkullu coinciden: Junqueras no es de fiar. A la misma conclusión llega también el PP, por distintas razones. El exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo recuerda la vez que Junqueras pidió una reunión secreta con Soraya Sáenz de Santamaría y la filtró a la prensa pocas horas antes para presumir de voluntad de diálogo, “cuando la realidad es que esta voluntad era pura propaganda, nunca la tuvieron, era un engaño”. Pero nada que ver con la lista de agravios que tiene el PSC. Aquí, la cosa se desmadra.

En 2004, Josep Lluís Carod-Rovira decidió reunirse con representantes de ETA en el sur de Francia. Pequeño detalle: era el vicepresidente de la Generalitat de Pasqual Maragall. Le generó al presidente catalán una crisis de gobierno y provocó que el primer tripartito naciese con los pies de barro. Igual que el periodista Enric Juliana habla del "gen convergente", también hay un 'gen republicano', que hace que el partido se comporte de una manera determinada al margen de quién haya al frente. La ERC de Carod-Rovira tiene muy poco que ver con la actual configuración del partido. Pero la constante de la escasa fiabilidad de ERC como socio político se prolonga en el tiempo.

En 2006, Cataluña celebró el referéndum para votar el Estatut, la gran obra política del tripartito del que formaba parte ERC. ERC había trabajado duro en la redacción del texto, para llegar a forzar determinadas limitaciones de las leyes orgánicas del Gobierno español. Para sorpresa de todo el mundo, los republicanos hicieron campaña por el no. La oposición al Estatut nació de las juventudes de ERC y de ahí se fue extendiendo al conjunto del partido. Por cierto, ¿saben cómo se llamaba el presidente de las JERC, por aquel entonces? Pere Aragonès.

El Gobierno comienza a rebajar sus expectativas sobre los resultados de la 'operación diálogo' una vez concedidos los indultos. Si bien no se creen el desafío mostrado por los líderes independentistas a la salida de prisión, al enmarcarlo en una escenificación "previsible", su temor tiene más que ver con que la presión de Junts sobre ERC acabe haciendo descarrilar el diálogo. "No somos pesimistas, pero sí realistas", reconoce un ministro, que pide tiempo para que se madure la nueva realidad. Desde el Ejecutivo, entienden que este proceso de distensión y normalización, con la mesa de diálogo en el centro, les tocaría liderarlo a los republicanos, a quienes atribuyen más muestras de pragmatismo. Su visión es que ahora toca que se entiendan entre ellos y acuerden una hoja de ruta asumible dentro del marco constitucional.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
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