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De número dos de Irene Montero a liderar Podemos: la operación Ione Belarra
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CUARTA ASAMBLEA DE PODEMOS

De número dos de Irene Montero a liderar Podemos: la operación Ione Belarra

Si alguien puede romper amarras, representar un recambio generacional y reiniciar una nueva etapa en el partido es Belarra. Al menos es la imagen que se quiere transmitir

Foto: Ione Belarra abraza a Irene Montero. (EFE)
Ione Belarra abraza a Irene Montero. (EFE)

Sin militancias políticas previas, sin pertenecer al núcleo fundacional de Podemos, sin cargas ni desgaste acumulado. Ione Belarra (Pamplona, 1987) se convertirá este domingo, salvo hecatombe, en la secretaria general de Podemos, rompiendo todos los estereotipos con los que se asoció al partido: primero con el partido del "grupo de amigos de la Complutense", después con la testosterona del hiperliderazgo de Pablo Iglesias y, finalmente, con el "clan de Galapagar". Cuando todas las miradas apuntaban a Irene Montero como el relevo natural de Iglesias, la opción de Ione Belarra sirvió para acallar críticas al supuesto "control familiar" de la organización. Como antes había hecho Iglesias, al dejar el Gobierno para ser el candidato en las elecciones por Madrid, dado que se le había reprochado estar en política con el único objetivo de ser vicepresidente, pisar moqueta y perpetuarse en la política sin más horizonte que alimentar su propio ego.

Si alguien puede romper amarras, representar un recambio generacional y reiniciar una nueva etapa en el partido esa es Ione Belarra. Al menos es la imagen que se quiere transmitir y solo el tiempo dirá si contará con plena autonomía para ello. En los últimos tiempos se había convertido en una persona de la total confianza de Pablo Iglesias. Para evitar su alargada sombra, el secretario general no asistirá al congreso donde se producirá su relevo. Belarra es la número dos de Irene Montero en el Congreso, y ahora Irene Montero será su número dos en el partido.

Los críticos, en su mayoría fuera ya del partido, ponen en duda que el mando no lo ejerza realmente Montero. Que la elección de Belarra sea una operación cosmética. De momento, su proyecto es continuista en lo que a nombres se refiere, aunque aspira a descentralizar el partido, por lo que pone en valor su origen navarro, por donde fue cabeza de lista en las últimas elecciones generales. Circunscripción por la que es diputada desde 2016, cuando los morados irrumpieron en el Congreso.

Foto: La candidata a la Secretaría General de Podemos, Ione Belarra. (EFE)

Cuando fue nombrada ministra de Derechos Sociales, tras la salida de Iglesias del Ejecutivo, desde su entorno enmarcaron su relevo como una "continuidad" más que como un salto. Durante el traspaso de carteras, Iglesias aseguró, de forma premonitoria, que dejaba el ministerio "en las mejores manos" y que su sustituta podría "hacerlo mucho mejor que yo".

Su prueba de fuego, tras la que inició una meteórica carrera política, fue el periodo en el que actuó como portavoz circunstancial del grupo parlamentario de Unidas Podemos en sustitución de Irene Montero, por su permiso de maternidad. Antes de ello ya había sido nombrada portavoz adjunta.

Tiene fama de organizada, cercana y también de inflexible. Es psicóloga, especializada en innovación educativa. En la última etapa política ha sido también la "negociadora de Podemos". Junto a Pablo Echenique y Nacho Álvarez, responsable económico de la formación y secretario de Estado de Derechos Sociales, negoció y cerró un acuerdo de presupuestos con la responsable de Hacienda, María Jesús Montero, para las primeras Cuentas Públicas de Pedro Sánchez en 2019 tras acceder al Gobierno. Unos presupuestos que luego tumbaría el Congreso con el rechazo de ERC, precipitando elecciones. Sin embargo, aquel acuerdo sentó las bases para pasar de la colaboración parlamentaria entre morados y socialistas a explorar fórmulas conjuntas de gobierno.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

Tras aquellas elecciones, Belarra volvió a liderar el equipo negociador de Unidas Podemos, junto a Pablo Echenique, para intentar llegar a un acuerdo de investidura con Pedro Sánchez y un Ejecutivo de coalición. Enfrente, nuevamente María Jesús Montero, además de Carmen Calvo y Adriana Lastra. Negociaciones que no fueron exitosas y que derivaron, primero, en una investidura fallida y, después, en la repetición de elecciones. Tras la repetición electoral de noviembre de 2019, fueron directamente Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quienes llegaron a un acuerdo político para formar una coalición de Gobierno, pero Belarra lideró junto al secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, la negociación para definir la estructura y el reparto del futuro Ejecutivo.

Ya como secretaria de Estado de Derechos Sociales, participó en los equipos que acordaron el ingreso mínimo vital junto al ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, y el decreto para la paralización de los desahucios durante el estado de alarma. Más recientemente, y todavía sin haber dado frutos, negoció con el secretario general de Agenda Urbana y Vivienda, David Lucas, la futura ley de vivienda.

Como secretaria general de Podemos deberá seguir manteniendo su perfil de negociadora, pero para afrontar desafíos más centrados en lo orgánico y lo electoral. Quizá el más complejo será el de implantar un modelo de bicefalia. Esto es, un liderazgo compartido en el que ella estará al frente del partido y Yolanda Díaz al frente de Unidas Podemos en las instituciones y como hipotética candidata electoral.

Foto: El aspirante a liderar Podemos Fernando Barredo. (EFE)

Los objetivos para esta nueva etapa bajo el liderazgo de Belarra, según señalan fuentes de su entorno, son "conseguir" que la actual vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, quien no milita en Podemos ni tiene intenciones de hacerlo más que en el PCE, "sea la próxima presidenta del Gobierno". Una tarea, señalan estas mismas fuentes, "en la que se dejará la piel, haciendo que Podemos crezca en esta etapa". La bicefalia ya es de por sí compleja y arriesgada si no funciona bien, y precisa de una organización bien engrasada, cohesionada y con mucha capacidad de escucha y coordinación. También de tiempo, de irse implantando a base de ensayo y error en lugar de hacerse de golpe.

Otro de sus principales retos, para el que también necesitará grandes dotes de negociación, capacidad de renuncia e impulso de los liderazgos compartidos, será el de ensanchar el espacio de Unidas Podemos. Reunificarlo después de que, escisión tras escisión, se hayan ido quedando por el camino diferentes sectores hasta conformar un archipiélago de formaciones y plataformas o, lo que es peor, desencantados. Yolanda Díaz y Ada Colau ya han dado muestras de su disposición para formar un tándem político en la nueva fase que se ha abierto en el espacio a la izquierda del PSOE en la era pos-Iglesias.

Junto a ellas, Mónica Oltra, ha lanzado algunas señales. Todas ellas comienzan visualizar una entente por la vía de los hechos, con la mirada puesta en Teresa Rodríguez o la líder de Más País en la capital, Mónica García. Sin militancias políticas previas, sin pertenecer al núcleo fundacional de Podemos, sin cargas ni desgaste acumulado, Ione Belarra podría ser la pieza que volviese a servir de encaje para unir las piezas del puzle que antes de volver a dividirse en distintas piezas se atrevió a hablar de sorpaso al PSOE.

Sin militancias políticas previas, sin pertenecer al núcleo fundacional de Podemos, sin cargas ni desgaste acumulado. Ione Belarra (Pamplona, 1987) se convertirá este domingo, salvo hecatombe, en la secretaria general de Podemos, rompiendo todos los estereotipos con los que se asoció al partido: primero con el partido del "grupo de amigos de la Complutense", después con la testosterona del hiperliderazgo de Pablo Iglesias y, finalmente, con el "clan de Galapagar". Cuando todas las miradas apuntaban a Irene Montero como el relevo natural de Iglesias, la opción de Ione Belarra sirvió para acallar críticas al supuesto "control familiar" de la organización. Como antes había hecho Iglesias, al dejar el Gobierno para ser el candidato en las elecciones por Madrid, dado que se le había reprochado estar en política con el único objetivo de ser vicepresidente, pisar moqueta y perpetuarse en la política sin más horizonte que alimentar su propio ego.

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