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Un sector del Gobierno ve fuera a Laya tras la crisis con Rabat y el motín en el ministerio
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su situación empeora por minutos

Un sector del Gobierno ve fuera a Laya tras la crisis con Rabat y el motín en el ministerio

La ministra de Exteriores, cuestionada por la gestión del conflicto, no goza de la confianza de Sánchez y su nombre es de los primeros de salida en una posible remodelación del Gobierno

Foto: La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. (EFE)
La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. (EFE)
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Arancha González Laya se vacunó el miércoles. Tiene 52 años y lo hizo porque le tocaba. Pero la noticia generó indignación y corrió por los grupos de WhatsApp de todas las misiones diplomáticas españolas repartidas en el mundo, donde crece el malestar porque no hay solución a la vista para vacunar a trabajadores desplazados en decenas de embajadas y consulados. Menos de 24 horas después, tres de los principales sindicatos (UGT, CSIF y Sisex) abandonaban, en señal de protesta, una reunión con el director general de Acción Exterior, Álvaro Kirkpatrick de la Vega. Laya reaccionó enviando una carta a todo el personal para tratar de calmar los ánimos, pero lo que consiguió fue enfurecer aún más a muchos de ellos.

La anécdota refleja cómo la ministra de Exteriores parece haber entrado en un círculo vicioso en el que todo sale mal. Tanto en el Gobierno como entre el cuerpo diplomático, subrayan que su situación empeora por minutos, hasta el punto de señalar que, si no fuera porque la crisis con Marruecos está aún abierta, ya estaría fuera del Gobierno. Explican que su relación con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no es la mejor y que el entorno de Moncloa también es muy crítico con su gestión. Todo lo anterior, en un clima en el que se esperan inminentes cambios en el Gobierno tras la concesión de indultos en julio. Le salvaría el que se quiera evitar entregar su destitución como 'trofeo' a Marruecos, pero, al mismo tiempo, su permanencia dificulta la salida de la crisis.

El aislamiento de Laya la ha llevado a la invisibilidad pública y a practicar el secretismo dentro del Palacio de Santa Cruz, donde aseguran que hace semanas que lleva todo de forma reservada y habla con muy poca gente. La ministra canceló el miércoles, 'in extremis', una rueda de prensa con la primera ministra belga después de haber convocado a una treintena de periodistas. Fuentes cercanas aseguran que tenía miedo a decir algo inconveniente sobre alguno de los frentes abiertos, especialmente la crisis con Marruecos. Al final, la primera ministra belga se tuvo que ir al hotel donde se alojaba para atender a los periodistas belgas. Un día antes, su presencia pública se limitó a subir una foto a su cuenta de Instagram con el techo de una ermita mozárabe de Soria.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

El líder del Frente Polisario, Brahim Gali, le ha traído problemas incluso después de salir de España. El último episodio se produjo a cuenta de la fotografía difundida por Argelia en la que Gali era recibido en el hospital con el primer ministro argelino y haciendo el signo de la victoria. La sorpresa de las fuentes consultadas se refiere al hecho de que no se haya pactado con el Gobierno argelino una llegada “más discreta” de Gali. Argel lo convirtió en un acto de propaganda interna que ha enfadado aún más a Rabat. A ello se suman la confusa operación de los vuelos de repatriación del líder polisario y el hecho de que haya tenido que ser el presidente del Gobierno quien saliese a confrontar al ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita. Fuentes del Gobierno consideran que la crisis con Marruecos va para largo y se preparan para un aumento de la presión por parte de Rabat, ya que su objetivo último es forzar un cambio en la posición de España y de la UE.

En las últimas horas, González Laya ha tratado de agilizar los trámites de relevo de las 32 embajadas pendientes desde hace meses, una reclamación que sus diplomáticos llevan haciendo meses sin recibir respuesta. Según varias fuentes, al Consejo de Ministros del martes llevó varios plácets, entre ellos, los de las embajadas de Kenia, Bosnia-Herzegovina y Paraguay. Siguen sin resolverse los casos más sangrantes, especialmente los de Londres y Nueva Delhi, pero también otros como el de Atenas.

Foto: La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. (EFE)

Medios como 'El País' o 'Vozpópuli' colocan al actual jefe de gabinete de la ministra, Camilo Villarino, en la embajada de Moscú, pero otras fuentes consultadas subrayan que el nombramiento no estaría aún cerrado. Villarino es un veterano diplomático —ha pasado por Rabat, entre otros destinos— y ha sido jefe de gabinete de los últimos cuatro ministros de Exteriores. Formó parte del pequeño núcleo de “menos de cinco personas” que cocinó la fallida operación Gali.

Laya podría premiar su trabajo dejándole una de las embajadas más codiciadas. De su actual sueldo de 90.900 euros anuales, pasaría a ganar 25.861 euros mensuales en Moscú. De ese dinero, una buena parte quedaría libre de impuestos, al ser considerada una indemnización por el traslado a un país de riesgo. Dinero mayormente para el ahorro, ya que los embajadores disponen de residencia oficial, personal de servicio, chófer y una hoja de gastos de representación. Aunque la ciudad no es tan cara como Nueva York, Londres o Washington, Moscú es la embajada mejor pagada por convenios con décadas de antigüedad que nunca se han renovado.

Arancha González Laya se vacunó el miércoles. Tiene 52 años y lo hizo porque le tocaba. Pero la noticia generó indignación y corrió por los grupos de WhatsApp de todas las misiones diplomáticas españolas repartidas en el mundo, donde crece el malestar porque no hay solución a la vista para vacunar a trabajadores desplazados en decenas de embajadas y consulados. Menos de 24 horas después, tres de los principales sindicatos (UGT, CSIF y Sisex) abandonaban, en señal de protesta, una reunión con el director general de Acción Exterior, Álvaro Kirkpatrick de la Vega. Laya reaccionó enviando una carta a todo el personal para tratar de calmar los ánimos, pero lo que consiguió fue enfurecer aún más a muchos de ellos.

Arancha González Laya
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