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El Gobierno confía en que la división independentista abra la mesa de diálogo
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LA APUESTA DE MONCLOA

El Gobierno confía en que la división independentista abra la mesa de diálogo

Sánchez se prepara para unos meses de tensión por Cataluña, ya que el nuevo Govern presionará con su plan renovado hacia la independencia. Sin embargo, confía en que el cauce de la mesa de diálogo se vaya imponiendo

Foto: Pere Aragonès (ERC) y Jordi Sanchez (JxCat). (EFE)
Pere Aragonès (ERC) y Jordi Sanchez (JxCat). (EFE)
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El DeLorean de Pedro Sánchez, de regreso del futuro de 2050, está ya aparcado en el jardín de La Moncloa, preparando la puesta a punto por si le es necesario volver a escapar de la realidad del presente. De vuelta se encuentra de nuevo con Cataluña y su conflicto, su desafío o su reivindicación, según la posición de cada uno.

Se encuentra un Govern independentista, dirigido por ERC, pero con un poder enorme de Junts y respaldo exigente de la CUP. Y con un discurso que reivindica la independencia y se propone pactar con el presidente del Gobierno un referéndum de autodeterminación antes de dos años.

Foto: Pere Aragonès. (EFE)

Además, el Gobierno observa con incomodidad que unas elecciones autonómicas y un proceso judicial después, una parte del Govern sigue dominada desde Waterloo por Carles Puigdemont, quien no conoce el pragmatismo y al que da igual la consecuencia de sus actos.

Para desgracia de Sánchez, el expresidente sigue dominando el independentismo y la institucionalidad, que controla desde su refugio belga de Waterloo. Los intentos para hacer resurgir opciones moderadas próximas a lo que fue la dialogante Convergència han fracasado. Ni PDeCat, ni PNC, ni cualquier otro intento, han funcionado.

El "enigma Aragonès"

Moncloa explica que sigue manteniendo su intención de buscar una salida política y dialogada, que empiece por desinflamar la tensión y que se reconduzca a la mesa de diálogo. Ya lo intentó hace poco más de un año, pero el entonces 'president' Joaquim Torra lo frenó e impidió la segunda reunión de la mesa que solo celebró una reunión constitutiva en febrero de 2020. Se perdió un año o, más bien, el Gobierno de Sánchez lo ganó porque es un año sin tener que hacer concesiones o gestos.

Ahora, el Govern lo lidera Pere Aragonès, quien siempre ha mantenido un discurso dialogante en privado con Moncloa, pero ahora ha logrado la investidura con un tono reivindicativo independentista. El nombramiento de Jaume Giró, exdirector general de la Caixa, como 'conseller' de Economía es una buena noticia para el Gobierno. Por su personalidad y por su procedencia.

A Sánchez le toca ahora cabalgar el tigre sin que le devore. O dar la patada al balón hacia delante hasta que se lo vuelva a encontrar y que, mientras, pasen cosas en el independentismo que jueguen a su favor. Porque la tesis del Gobierno sigue siendo que de las dos salidas posibles, la de la confrontación y la del diálogo, ya se ha comprobado que la primera no conduce a nada y, por eso, es necesario avanzar en la segunda.

Los indultos podrían estudiarse y concederse en julio, según el calendario aproximado que maneja el Gobierno

Fuentes de Moncloa se agarran al tono dialogante en privado de Aragonès y a la búsqueda de salidas “imaginativas” en las que haya cesiones mutuas. Por ejemplo, que el referéndum exigido por el Govern se concrete en someter a consulta un acuerdo político que incluya la reforma del Estatut y en recuperar leyes orgánicas de competencias recogidas en el texto que limó el Tribunal Constitucional, entre otras opciones.

No es fácil, pero el Ejecutivo es consciente de que no va a poder ir más allá. Entre otras cosas, porque Sánchez tiene también sus propias urgencias políticas y electorales. Por ejemplo, quiere evitar dar pasos como preparar la mesa de diálogo o indultar a los condenados por el 'procés' independentista antes de las elecciones primarias del PSOE de Andalucía del 13 de junio. Y no puede arriesgarse a llegar el diálogo hasta el límite de la legislatura para que no le cueste votos en las elecciones generales inicialmente previstas para finales de 2023.

Esos indultos, por cierto, podrían estudiarse y concederse en julio, según el calendario aproximado que maneja el Gobierno. No está claro si será un indulto total o parcial, y el Ejecutivo desearía que no fuera recibido en ERC con desdén porque no es una ley de amnistía —inconstitucional, según el propio Gobierno—, ni con declaraciones del tipo “lo volveremos a hacer”. Esa es una de las negociaciones bajo la mesa para las próximas semanas.

Presión independentista

Pese a la dureza del mensaje independentista de la investidura, el Gobierno entiende que forma parte de la estrategia de presión desplegada para poder lograr el pacto en la Generalitat. Prefiere quedarse con la idea, apuntan las fuentes consultadas, de que es una especie de programa de máximos fruto de la necesidad del acuerdo y, lo que es muy importante, de la expresión de la calle, manifestada por las organizaciones independentistas.

De hecho, fue fundamental para que se formara Govern la presión de entidades independentistas, incluida una concentración en la puerta de la sede de la Generalitat.
Las fuentes del Gobierno explican que, de hecho, lo más positivo es que no es un Govern unido y que esa división, que se ha apreciado en los últimos meses, le puede favorecer en una hipotética negociación.

De la formación de ese Govern, casi todos en el mundo independentista han salido con heridas. Fuentes de ERC subrayan los ataques que han recibido con expresiones como “traidores”. El propio Gabriel Rufián se lamentó la pasada semana en el pleno del Congreso sobre algunos de los adjetivos que estaban recibiendo por sus acuerdos en Madrid con Sánchez. Esa división, según el Gobierno, puede hacer que enfrente no tenga una posición firme del independentismo.

La gestión de los fondos de la UE y la aprobación de las reformas exigidas pueden sustituir a unas nuevas cuentas para 2022

De hecho, esos acuerdos vitales para el presidente del Gobierno tendrán que ser objeto de atención por Moncloa para recomponer una mayoría que le permita sacar adelante iniciativas. Algo parecido a lo que fue el bloque de los Presupuestos, que luego se ha ido deshilachando por falta de mimo y de uso.

Ahora Sánchez tiene muy difícil iniciar en otoño una negociación sobre los presupuestos para 2022 y, aunque lo intentará, fuentes del PSOE admiten que la prórroga no sería vista como una derrota, entre otras cosas, porque la plena gestión de los fondos europeos y la aprobación de las reformas exigidas por la UE pueden sustituir perfectamente a unas nuevas cuentas para 2022. Los Presupuestos serán, por tanto, la gestión de los fondos y así, salvo sobresaltos o situaciones propicias que aconsejen elecciones anticipadas, Sánchez puede llegar hasta finales de ese año, con alguna excursión a 2050 si hace falta un señuelo político.

El Gobierno se prepara ahora para escuchar “expresiones incómodas” desde el independentismo, y desde julio iniciará la formación de la mesa de diálogo con la primera pelea de los límites y la terminología: autodeterminación, amnistía, nación, referéndum…

El DeLorean de Pedro Sánchez, de regreso del futuro de 2050, está ya aparcado en el jardín de La Moncloa, preparando la puesta a punto por si le es necesario volver a escapar de la realidad del presente. De vuelta se encuentra de nuevo con Cataluña y su conflicto, su desafío o su reivindicación, según la posición de cada uno.

Se encuentra un Govern independentista, dirigido por ERC, pero con un poder enorme de Junts y respaldo exigente de la CUP. Y con un discurso que reivindica la independencia y se propone pactar con el presidente del Gobierno un referéndum de autodeterminación antes de dos años.

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