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El fin de las restricciones obliga a Vox a un cambio de estrategia en plena salida del 4-M
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FIN DEL ESTADO DE ALARMA

El fin de las restricciones obliga a Vox a un cambio de estrategia en plena salida del 4-M

La formación ha realizado un discurso contrario a las medidas, acusando de liberticidas a todos los gobiernos autonómicos. Con las limitaciones apagadas casi por completo, deberán buscar una nueva estrategia

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE)
El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EFE)

Vox ha hecho de su oposición a las restricciones de la pandemia una de sus banderas. Siendo la única gran formación sin responsabilidades de gobierno, esto les ha permitido ser la que más claramente rechazaba de manera generalizada estas limitaciones, acusando a los demás partidos de restringir las libertades de la población sin justificación alguna. Los de Santiago Abascal han reforzado estas consignas para sacar rédito, algo que les ha funcionado para distinguirse en todo el territorio, a excepción de la Comunidad de Madrid, donde la mayor laxitud de Isabel Díaz Ayuso ha frenado sus aspiraciones. Con el fin del estado de alarma, esta insignia casi desaparece y se verán forzados a repensar sus mensajes.

Foto: La candidata de Vox, Monasterio, y el presidente del partido, Abascal. (EFE)

La posición de Vox en este aspecto ha sido la misma desde prácticamente el principio de la pandemia. Después de apoyar la primera prórroga del estado de alarma, cuando España se encontraba confinada en sus casas, sus dirigentes comenzaron a acusar al Ejecutivo de Pedro Sánchez de estar coartando derechos con un estado de excepción encubierto que llevaron al Tribunal Constitucional. Su retórica fue escalando hasta que el 23 de mayo convocaron movilizaciones en coche por toda España, colapsando el centro de la capital con vehículos y banderas nacionales. En aquel momento, en plena desescalada, Vox comenzó a capitalizar un descontento creciente con la situación y contrario a la gestión del Gobierno central.

Tras el fin del verano y con la llegada de la cuarta ola, las restricciones volvieron a dispararse en todo el país y también lo hicieron las críticas de Abascal, que cargó contra presidentes regionales de todo signo político por limitar la movilidad y la actividad económica en aras de la salud pública. Lo han agitado en Andalucía contra Juanma Moreno, en Cataluña contra el Govern y a nivel nacional contra Sánchez, a los que ha calificado de liberticidas en distintas ocasiones. Vox ha argumentado todo este tiempo que estas medidas debían levantarse, aunque sin dejar claro cuál era la fórmula alternativa para contener la expansión del virus.

placeholder Dirigentes de Vox, durante la manifestación del 23 de mayo de 2020. (EFE)
Dirigentes de Vox, durante la manifestación del 23 de mayo de 2020. (EFE)

Esta oposición férrea les ha permitido también elevarse en defensores de la hostelería y los comercios, cerrados o con horarios reducidos en muchos momentos de la pandemia. Con estos mensajes, se han autoproclamado salvadores de los sectores más afectados durante meses sin necesidad de profundizar en su discurso ni de adaptarlo a cada región. Con el apoyo de su sindicato, han ahondado en su llamado giro social, un cambio de retórica por el que se identifican como los verdaderos defensores de los trabajadores, pero sin cambios de calado en sus propuestas programáticas.

Una vez que las limitaciones se han apagado casi por completo, el partido se queda ahora sin el que ha sido uno de sus grandes sellos de distinción respecto al resto de formaciones y deberá aferrarse a otros ámbitos para seguir ganando espacio conforme la epidemia pierda fuelle en favor de la vacunación. Fuentes de la formación explican que seguirán insistiendo en este tema hasta que no acaben "todas las restricciones que limitan la libertad", ya que algunas autonomías mantienen aún el toque de queda y horarios de cierre más estrictos a la normalidad prepandemia.

Foto: Rocío Monasterio y Santiago Abascal, en un mitin en Fuenlabrada. (EFE)
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Las últimas estrategias de Vox en este 2021 han versado sobre la seguridad y la inmigración, coincidiendo con la campaña de las elecciones catalanas de febrero y las madrileñas de este 4 de mayo. Si en las primeras se convirtió en uno de sus temas clave, en las segundas se ha consolidado como el central y dominante con diferencia, calcando algunos de los eslóganes que empleaba el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen en los años ochenta y noventa. "Para tener libertad, hay que tener seguridad", repetían una y otra vez. El éxito logrado en Cataluña y la resistencia mostrada en Madrid apuntan a que continuarán en la misma línea a nivel nacional.

El fin de la alarma ha coincidido con la resaca de los comicios madrileños, precisamente un territorio que en Vox reconocían como hostil por sus dificultades para competir con Díaz Ayuso, que les ha arrebatado el rédito de la oposición a las restricciones duras, pero también el de la batalla contra el Gobierno central y la izquierda. Pese a esto, han aguantado y han repetido sus resultados de hace dos años, con esa táctica basada en los mensajes sobre la inseguridad en los barrios.

En la corta legislatura que ahora empieza, Vox explotará previsiblemente estas vías y también deberá reconfigurar su oposición a la popular si quiere aspirar a cotas mayores en 2023, ya que en sus dos primeros años en la Asamblea de Madrid Rocío Monasterio se ha visto eclipsada por la presidenta y sin margen para maniobrar.

Cortafuegos en Madrid

Aunque el hecho de no haber retrocedido respecto de las últimas autonómicas les hace hablar de "buenos resultados", en el partido de Abascal son conscientes de que el haber quedado 35 puntos por debajo del PP les deja en mala posición para seguir presentándose como alternativa real al PSOE en todo el país. Desde un primer momento, se han apresurado a limitar a la Comunidad de Madrid los resultados, negando cualquier tipo de implicación nacional, en la que sí ha insistido Pablo Casado, que aspira a absorber el grueso del electorado de Vox y Ciudadanos.

En el horizonte, la próxima contienda que se vislumbra son las andaluzas, que deberían tener lugar a finales de 2022, pero cuyo adelanto planea en el debate político para este curso. Allí, el popular Juanma Moreno aspira a ser la primera fuerza y revalidar la presidencia de la Junta, y Vox volvería a conformarse con una porción menor del electorado de derechas si los sondeos aciertan. Pese a esta realidad, Abascal y los suyos creen que la región, que les impulsó por primera vez en 2018, es mucho más favorable que Madrid para sus intereses, con un crecimiento más que probable. Esta semana, el partido ha relevado a su portavoz parlamentario, Alejandro Hernández, al que ha sustituido por Manuel Gavira, mientras que a comienzos de marzo postuló oficiosamente a Macarena Olona, diputada por Granada, como posible candidata.

Vox ha hecho de su oposición a las restricciones de la pandemia una de sus banderas. Siendo la única gran formación sin responsabilidades de gobierno, esto les ha permitido ser la que más claramente rechazaba de manera generalizada estas limitaciones, acusando a los demás partidos de restringir las libertades de la población sin justificación alguna. Los de Santiago Abascal han reforzado estas consignas para sacar rédito, algo que les ha funcionado para distinguirse en todo el territorio, a excepción de la Comunidad de Madrid, donde la mayor laxitud de Isabel Díaz Ayuso ha frenado sus aspiraciones. Con el fin del estado de alarma, esta insignia casi desaparece y se verán forzados a repensar sus mensajes.

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