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Nuestros políticos aún son de EGB: solo un 14% del Congreso es generación Logse
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Nuestros políticos aún son de EGB: solo un 14% del Congreso es generación Logse

La mayor parte del hemiciclo se crio bajo la ley de Villar Palasí de 1970. Aunque han entrado poco a poco, los hijos de la Logse son todavía minoría en el Congreso de los Diputados

Foto: Un Gobierno, tres generaciones distintas. (EFE)
Un Gobierno, tres generaciones distintas. (EFE)
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Hay un adagio en España que sale a la luz en debates políticos y cenas navideñas según el cual la educación es cada vez peor. Ya intentamos explicar recientemente cómo esta sensación era producto de un choque entre dos maneras de entender la educación que ha popularizado la tan socrática idea de que los jóvenes son cada vez peores. Socrática porque el ajusticiado por cicuta ya lamentó que las nuevas generaciones “tienen malas maneras, desprecian la autoridad y no respetan a los mayores”.

Una idea educativa que extiende sus tentáculos a otras áreas de la vida pública como la política. Mientras que la generación de la política de la Transición ha pasado a la historia de manera relativamente positiva, el paso de los años ha empeorado la imagen de la clase política actual. “Si lo comparas con la Transición, es deprimente y un problema de país enorme”, sintetizaba ese sentimiento Alfonso Villarroel, ‘headhunter’, en un reportaje de El Confidencial.

Los únicos ministros de la Logse son Irene Montero y Alberto Garzón

El razonamiento lógico es el siguiente: si la educación es peor, también lo serán los políticos. Pero se trata de un sofisma, por seguir con los griegos: si la clase política es mala y la educación es peor, una cosa no tiene por qué deberse a la otra. Los datos muestran que, en realidad, nuestro Congreso sigue estando gobernado por la añorada EGB, recogida en la Ley General de Educación de José Luis Villar Palasí de 1970, aunque lógicamente la presencia de los hijos de la Logse aumente tras cada nueva elección. Alrededor de un 63,7% de los diputados que componen el hemiciclo estudió bajo aquella ley.

Los políticos de la EGB son los que por razones generacionales tienen un mayor poder. Es el caso del presidente, Pedro Sánchez. También del líder de la oposición, Pablo Casado, o de Santiago Abascal, de Vox, o de la flamante vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz. Pablo Iglesias, que acaba de abandonar el Congreso, también formó parte de aquella generación tan amplia que recoge a los que se criaron en dictadura y en democracia: 20 largos años que han dado lugar a una nostalgia igual de insondable.

Por eso, quizá sea más interesante fijarse en los hijos de la generación Logse. La llamamos así porque no todos ellos tienen que haber estudiado en dicho programa educativo: algunos pueden haberlo hecho a caballo entre dos (la implantación se produjo de manera gradual) o haber cursado algún año en el extranjero. Algo más de un 14% pertenece a esa quinta, mientras que un 21% lo hizo bajo las leyes franquistas, lo que muestra que el peso de la antigua educación es aún mayor. Es el caso de Isabel Celaá, ministra de Educación, Luis Planas, ministro de Agricultura, y Manuel Castells, ministro de Universidades. También de Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Presidencia.

Los únicos ministros que han estudiado con el plan socialista de 1990 son Alberto Garzón, ministro de Consumo, e Irene Montero, ministra de Igualdad, nacida en 1988. Lo hizo en el Colegio Siglo XXI, en el madrileño barrio de Moratalaz. A ellos se les unirá Ione Belarra como ministra de Asuntos Sociales. Gran parte de la generación de la nueva política de Unidas Podemos proviene de la era Logse: también lo hacen Sofía Castañón o Javier Sánchez Serna, diputado por Murcia y que para más inri fue portavoz de la Comisión de Educación y Deporte del partido morado. Íñigo Errejón, líder de Más País, nació en 1983, por lo que se encuentra a caballo entre un sistema y otro.

La congresista más joven es Marta Rosique (ERC)

Pero no se trata únicamente de Unidas Podemos. Algunos de los políticos emergentes son, obviamente, generación Logse. Beatriz Fanjul, del PP, nació en 1991, y Rocío de Meer, de Vox, lo hizo en 1989. Andrea Fernández, diputada por León que se ha convertido en la cara joven del Partido Socialista, es una de las más jóvenes del hemiciclo a sus 28 años. Gabriel Rufián también pertenece a la generación Logse y Marta Rosique, la congresista más joven, con 23 años, es diputada por Barcelona desde las listas de ERC. Quizás el caso más llamativo sea el de Teodoro García Egea, que nació en enero de 1985. En ellos, mejores o peores (que cada cual decida), se encuentra el futuro de la política.

El año de la ruptura

La Ley General de Educación de Villar Palasí fue la última ley educativa franquista, pero también la primera de la democracia. En ella había un intento modernizador en consonancia con la visión tecnócrata de la época. Fue sujeta a modificaciones como la de 1979, que permitió introducir la asignatura de Ética como alternativa a la Religión. Establecía, además, la educación obligatoria hasta los 14 años. Fue la primera gran ley modernizadora de la educación española, pero sujeta a diversas revisiones durante la Transición y los primeros gobiernos socialistas. Bajo ella se crio la generación que hoy ostenta el poder, los nacidos entre mediados de los años sesenta y principios de los ochenta.

Foto: Un aula del López Ferreiro en Santiago de Compostela. (EFE/Xoán Rey)

La gran innovación de la Logse fue la introducción de la educación obligatoria hasta los 16 años, además de ser la primera ley que respondía a los principios de la Constitución española y del sistema autonómico, introducía la Educación Infantil y Especial o la especialización de los maestros en Primaria. Una ley particularmente polémica que a pesar de su influencia ha sido, desde hace un cuarto de siglo, el centro de todas las polémicas educativas. Como se defendía su creador, Álvaro Marchesi, “la Logse fue un gran proyecto, un proyecto fantástico, un proyecto progresista que buscaba la igualdad de las personas en su acceso a la educación, una propuesta de la calidad de la enseñanza”.

Fue sustituida en 2006 por la también socialista LOE, de Rodríguez Zapatero, pero la Logse sigue siendo principio y fin de todas nuestras glorias y calamidades. Al menos, hasta que la generación Lomce llegue al congreso. No falta tanto.

Hay un adagio en España que sale a la luz en debates políticos y cenas navideñas según el cual la educación es cada vez peor. Ya intentamos explicar recientemente cómo esta sensación era producto de un choque entre dos maneras de entender la educación que ha popularizado la tan socrática idea de que los jóvenes son cada vez peores. Socrática porque el ajusticiado por cicuta ya lamentó que las nuevas generaciones “tienen malas maneras, desprecian la autoridad y no respetan a los mayores”.

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