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JxCAT despliega en redes una campaña de guerra sucia contra Aragonès y su familia
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ALUSIONES A EMPRESAS DE FAMILIARES

JxCAT despliega en redes una campaña de guerra sucia contra Aragonès y su familia

Las protestas en Twitter del exdiputado de ERC Joan Tardà sobre el origen social de los dirigentes de JxCAT ha desatado una retahíla de ataques cruzados e indagaciones sobre la familia del candidato

Foto: Pere Aragonès. (EFE)
Pere Aragonès. (EFE)

La baja política ha entrado por la puerta de atrás en Cataluña y parece que es para quedarse. Una cruenta batalla se libra en las tripas de las instituciones para conservar parcelas de poder. Si hace falta destrozar al adversario, se le destroza. Los políticos (independentistas en este caso) y los equipos que los rodean bajan al fango, mezclando fobias personales con insinuaciones sobre antecedentes familiares de sus rivales, al mismo tiempo que difunden descalificaciones trufadas con medias verdades y medias mentiras. Todo vale.

De lo que no hay duda es de que las negociaciones para la investidura de Pere Aragonès como nuevo presidente de Cataluña han ahondado la grieta entre los dos partidos mayoritarios del independentismo, ERC y JxCAT. La ANC intentó el pasado sábado mediar entre ambos proponiendo una tercera vía: que los republicanos accedan a tener en cuenta al Consell per la República como órgano director de la estrategia independentista. Ese Consell es el instrumento personal de Carles Puigdemont para atesorar poder. Pero su representatividad está en entredicho. Los republicanos quieren que el poder radique en la Generalitat, que es la institución democrática elegida en las urnas. Puigdemont y los suyos quieren que el poder resida en el Consell, como si fuese el órgano supremo del independentismo.

Foto: El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonés, acompañado por la diputada Raquel Sans Guerra (i) y por su esposa, Janina Juli (d). (EFE)

El propio Consell emitió este lunes un largo comunicado accediendo a las pretensiones de la ANC: está dispuesto a reformular su papel y a constituir un núcleo duro con dos representantes de ERC, dos de JxCAT, uno de la CUP, uno de la ANC y uno de Òmnium Cultural. Según el comunicado, el Consell es el órgano legitimado para defender “el mandato del 1 de octubre y la declaración de independencia del 27 de octubre y, en consecuencia, de impulsar las estrategias que permitan hacerlos plenamente efectivos”. Además, dice que está legitimado por su “transversalidad” y, por si fuera poco, habla de una “tercera legitimación”, que es su “naturaleza democrática”.

Pero el Consell es solo un órgano compuesto por algunos aliados de Puigdemont, en el que no están representados, por ejemplo, ERC, ni la CUP, ni Òmnium Cultural. Ni siquiera es representante de los ciudadanos que no han votado independentismo. Por eso, Esquerra recela del papel que quiera asumir Puigdemont al margen de las urnas y sostiene que el Consell no puede suplantar a las instituciones democráticas.

Joan Tardà enciende la mecha

Mientras JxCAT trata de recuperar poder y peso político, la guerra con los republicanos se ha recrudecido. En el centro de esa guerra se sitúa el exdiputado Joan Tardà, que desde la semana pasada ha puesto en la picota la actitud de boicot de Junts per Catalunya. “Si ERC se hubiese abstenido en un hipotético Govern independentista presidido por JxCAT que contase con el apoyo de la CUP, ahora mismo ya se hubiese convocado una concentración ante la sede nacional de la calle Calabria [donde se ubica la sede central de Esquerra]”, avisaba justamente antes del primer pleno fallido de investidura. Y el sábado, cuando ya había pasado, insistía: “Se ha de entender la rabieta. No es fácil aceptar que los ‘masovers’ [un 'masover' es el que se ocupa de una masía o casa de labranza] vayan por delante cuando siempre has sido señor”. En otras palabras: acusaba a la derecha independentista, la que siempre ha ostentado el poder en Cataluña, de ‘señores’, mientras que reservaba para los republicanos el papel de trabajadores.

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Esa alusión encendió una chispa, y luego provocó un incendio político. El actual miembro de la Mesa del Parlament y recién elegido diputado autonómico Jaume Alonso-Cuevillas, que además es abogado de Carles Puigdemont, fue el primero en protestar. “Superad el complejo de ‘masovers’ en Cataluña y España”, le recriminaba a Tardà. El filósofo Salvador Cardús, uno de los gurús posconvergentes con más predicamento, también entró al trapo: “¡Tiene gracia tratar a Carles Puigdemont, hijo de pastelero de Amer de señor y a Pere Aragonès, ‘hereu’ [heredero primogénito] de grupo hotelero y nieto de alcalde franquista de ‘masover’! Está claro que los hijos no han de cargar con los antecedentes paternos, pero sería bueno un poco de prudencia y un poco menos de demagogia”. La diputada Aurora Madaula también salió en tromba contra el republicano. Y Joan Canadell.

El propio Carles Puigdemont aprovechó la refriega para deslizar un largo hilo de mensajes sobre su familia: “No es una historia de señores y de ‘masoveros’. Es una historia normal de un país de gente trabajadora, a veces sacrificada, acostumbrada a superar dificultades sin compadecerse más de la cuenta”. El diputado Francesc de Dalmases aprovechó el hilo del ‘expresident’ para dejar caer veladamente la acusación de que el posiocionamiento de Tardà solo evidenciaba “pobreza ética y toxicidad”.

Objetivo: la familia de Aragonès

Pero las descalificaciones más ácidas hacia los republicanos no se hicieron esperar y los principales espadas de JxCAT se pusieron a escarbar en la historia familiar de Pere Aragonès para desacreditar al candidato de ERC. Así, el mismo domingo comenzaron a filtrarse datos que se ensañaban con la estirpe de esa familia con insinuaciones muy poco corteses.

Foto: El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, conversa con los diputados de JxCAT, Albert Batet (d) y Ramón Tremosa (c). (EFE)

Las conclusiones es que la familia del candidato a ‘president’ controla un 'holding' de empresas que mueven un capital de entre 50 y 100 millones de euros (dependiendo de si se cuentan también los patrimonios de tíos y primos). Esa fortuna se canaliza a través de empresas como Rosamar, Inmobilairia Repós, Hotel Diamant, Promocions d’Hostaleria Brava, Portaràs y Martesa.

Subrayan, no obstante, un dato casi anecdótico sobre la familia Aragonès elevándolo a la categoría de noticia: que el nombre del patriarca, llamado también Pere, “desaparezca de las empresas en 2018". "Supondremos que es maquillaje. Si os fijáis bien, por Rosamar aparecen ya las primeras empresas patrimoniales. Se hacen servir para disimular y por temas fiscales: Mitiram Invest y Nedrag Invest. Veréis que Mitiram al revés es Marítim y Nedrag al revés es Garden. Los ricos lo hacen mucho, lo de poner nombres así”, lanzaba Corto Maltese, un activista del círculo de JxCAT que, por ejemplo, se mostró activo en la promoción de la candidatura independentista fallida para saltar la patronal Pimec el pasado mes de febrero.

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La campaña incluye la extraordinaria alusión de que, “curiosamente, Pere Aragonès [el candidato a ‘president’] cesa también en 2018 de sus cargos” en dos empresas, aunque estas eran públicas. En realidad, participaba en los consejos de Eplicsa y de Fira 2000. “Hipótesis —apunta el activista ‘juntero’—: en 2018, Pere Aragonès decide entrar en alta política y hace un lavado de cara, dejando los cargos tanto él como su padre. Para disimular su riqueza”. La realidad, en cambio, es que el dirigente republicano formó parte de los consejos de ambas compañías como secretario de Economía y estuvo obligado a cesar en el momento de su nombramiento como vicepresidente y consejero de Economía. Pero para los rivales independentistas, lo que hay es una oscura operación de ocultación tras esa situación.

“Muy amigo de Fraga”

Corto apunta directamente a Tardà al explicar que el padre de Aragonés tiene 22 cargos activos y cuatro cargos históricos en 13 empresas. “Tardà debía de hablar de los Aragonès cuando hablaba de señores terratenientes, acostumbrados a mandar toda la vida”, le lanza como dardo envenenado. A partir de ahí, realiza una suma de los capitales sociales de las empresas donde aparecen los padres del aspirante a ‘president’. “En Parkinsol está el padre. Capital Social, 519.400 euros. ¿Quién es el presidente de Parkinsol? Can Sanet. ¿Quién es el amo de Can Sanet? Aragponès Poch, Pere (padre) y García Ridao, Maria (madre). Capital social, 6.706.427 euros. Ya estamos en 7,2 millones nada más comenzar”.

placeholder Pere Aragonès (i), conversa con la presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE)
Pere Aragonès (i), conversa con la presidenta del Parlament, Laura Borràs. (EFE)

Tras ese aperitivo, comienzan a salir empresas familiares vinculadas a sus padres, tíos y primos. Sus padres, por ejemplo, participan en otros negocios a través de San Sanet hasta completar un patrimonio de 10 millones de euros. “¿’Masovers’? Ja, ja, ja”, se explaya el activista. Esta cuenta de la vieja concluye: “El grupo hotelero de la familia Aragonès, ahora en manos del padre, dos tíos, una tía y primos tiene unos 32 millones de euros de capital social. Eso quiere decir que, sumando lo que no se ve [los negocios fuera de la hostelería], más las inmobiliarias y otras, hablamos de una familia de 50-100 millones de euros”.

Por las redes sociales, comenzó a circular desde este domingo un organigrama con la pléyade de empresas vinculadas a la familia. Pero no se queda ahí la cosa. “En privado, me dicen que el abuelo Aragonès era muy amigo de Fraga. Me hablan de un hotel en construcción que se hundió. Me hablan de decenas de muertos escondidos por el franquismo (…). Me dicen que mire la página 21 de ‘La Vanguardia’ del 26 de enero de 1962… Para tener una riqueza de 50-100 millones de euros, harían falta unos 10.000 años de ahorro para una familia de clase trabajadora”. En la noticia de referencia, no obstante, se habla de Huarte como la propietaria de un edifico hundido en Pineda de Mar y no hay referencia alguna a la familia del actual dirigente de ERC.

placeholder Carles Puigdemont y Clara Ponsatí, el pasado 9 de marzo. (Reuters)
Carles Puigdemont y Clara Ponsatí, el pasado 9 de marzo. (Reuters)

No es la única andanada de los puigdemontistas contra los republicanos. Este domingo, la fugada Marta Rovira se quejaba desde Suiza de que “hace días que mi madre se queja de la señora Rahola por cómo habla de las exiliadas de ERC, aunque es consciente de que lo dice por intereses políticos. Pero hoy soy yo la que no puedo callar. Me pregunto cómo (y por qué) se puede banalizar la represión de esta manera”. Se refería a las intervenciones que la periodista Pilar Rahola, acérrima defensora y amiga de Carles Puigdemont, en un programa ‘prime time’ de TV3. Recordaba también la fugada que “Pilar, ahora mismo soy la única que sigue imputada por un delito de rebelión. El resto pasó a sedición después de la sentencia. ¿Cómo quieres que vuelva con este procesameinto? Insinúas un pacto con el Estado. ¿Cuál? ¿El mismo que ha dado la libertad a los presos? Va, hombre…”.

La periodista no tardó en contestarle: “Marta, sabes que la rebelión se ha caído después de la sentencia. A ti no te han notificado el cargo porque no te han dictado ninguna orden de detención (y espero que no lo hagan), a diferencia de otros. No insinúo nada, pero es un hecho que Llarena no te ha perseguido desde julio del 2018”. Todo un zasca a la secretaria general de ERC, que se presenta como exiliada, pero sobre la que no pesan órdenes de detención pendientes. Un dato más a tener en cuenta en esta cada vez menos larvada guerra fratricida del independentismo.

La baja política ha entrado por la puerta de atrás en Cataluña y parece que es para quedarse. Una cruenta batalla se libra en las tripas de las instituciones para conservar parcelas de poder. Si hace falta destrozar al adversario, se le destroza. Los políticos (independentistas en este caso) y los equipos que los rodean bajan al fango, mezclando fobias personales con insinuaciones sobre antecedentes familiares de sus rivales, al mismo tiempo que difunden descalificaciones trufadas con medias verdades y medias mentiras. Todo vale.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Carles Puigdemont Marta Rovira Pilar Rahola
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