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"Te rogamos, Señor, que los degüelles": los apóstoles de la yihad en España
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"Te rogamos, Señor, que los degüelles": los apóstoles de la yihad en España

La Guardia Civil reconstruye el funcionamiento de una célula del Estado Islámico que radicalizó a decenas de reclusos desde dentro de las propias prisiones para que cometieran atentados en cuanto pusieran de nuevo un pie en la calle

Foto: 'Collage' de fotografías adjuntas como pruebas. (EC Diseño)
'Collage' de fotografías adjuntas como pruebas. (EC Diseño)
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El Estado Islámico logró colarse en las cárceles españolas y montar una fábrica de potenciales terroristas preparados para atentar en cuanto pusieran de nuevo un pie en la calle. La Guardia Civil desmanteló en octubre de 2018 una célula que adoctrinaba desde dentro a reclusos de hasta 17 centros penitenciarios de todo el territorio nacional y llenó las zonas comunes de las prisiones de banderas y mensajes de la organización yihadista. El resultado de más tres años de investigación en la llamada 'operación Escribano' sitúa en la cúspide de este grupo a cinco internos considerados "promotores" que daban instrucciones por carta al resto de miembros y pusieron en marcha un plan de ejercicios en los patios para adquirir entrenamiento militar.

La operación supone un antes y un después en la lucha contra la radicalización en las cárceles de España, un fenómeno que se ha convertido en una prioridad estratégica para el Estado Islámico y es uno de los mayores dolores de cabeza para los servicios de inteligencia europeos. Reino Unido y Francia han sufrido casi una decena de ataques protagonizados por antiguos presos comunes que abrazaron el salafismo entre rejas. En España, todos los ataques concebidos por radicalizados en prisión han sido hasta ahora impedidos.

El quinteto del terror

El sumario del caso también sirve para adentrarse en las mentes yihadistas. La lista de los presuntos cabecillas de la red desmantelada por la Guardia Civil parece una alineación del mal. Los expertos de los servicios de la lucha antiterrorista atribuyen esa posición a Mohamed Achraf, detenido en 2005 y condenado a tres años después por capitanear un grupo vinculado a Al Qaeda que planeó atentar contra la Audiencia Nacional; Karim Abdeselam Mohamed, alias 'Marquitos', arrestado en 2013 y condenado en 2015 por dirigir una estructura que actuaba en el barrio de El Príncipe de Ceuta y envió combatientes a Siria e Irak; Lahcem Zamzani, responsable de una organización desmantelada en Cataluña que pretendía atacar una librería judía y cometer ejecuciones poniendo a sus víctimas el mono naranja que usa el Estado Islámico o Daesh en sus vídeos; Mohamed El Gharbi, condenado en 2018 por la captación de radicales, y Abdelah Abdeselam Ahmed, en prisión desde 2015 también por el traslado de yihadistas a Siria e Irak y tenencia ilícita de armas.

placeholder Inscripciones de la bandera del Daesh halladas en prisión.
Inscripciones de la bandera del Daesh halladas en prisión.

Otras dos decenas de internos desempeñaban roles inferiores en esta célula que en conjunto, según los investigadores, ideó "una estrategia alineada ideológicamente con la organización terrorista Daesh, con el objeto de conseguir el mantenimiento y/o reanudación de la militancia yihadista de otros reclusos o, en su caso, el adoctrinamiento, captación y radicalización de otros presos comunes, todo ello con el fin último de estar en las mejores condiciones para reincorporarse y participar en la yihad tras su paso por prisión".

UK y Francia han sufrido casi una decena de ataques de antiguos presos comunes que abrazaron el salafismo entre rejas

Las pesquisas, dirigidas por el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, han obligado a descifrar 1.149 cartas redactadas por los implicados, la mayoría en árabe, utilizando complejas referencias salafistas solo comprensibles para los receptores. En algunos casos, la célula usó el traslado de centro de otros presos para que estos actuaran como palomas mensajeras y en los registros se localizaron incluso pequeños teléfonos móviles, con una superficie inferior a la de una tarjeta de crédito. También se detectaron interacciones directas, aprovechando el paso por una misma prisión. Las comunicaciones se producían en los patios y por las ventanas de las celdas y galerías. Hasta 43 internos llegaron a ser contactados por los "promotores", aunque solo una cuarta parte se incorporó a sus planes.

"Te rogamos, Señor, venganza"

Entre las proclamas más utilizadas en su correspondencia figuran algunos de los conceptos nucleares del salafismo yihadista, como las referencias a 'al-firqa al-najiya' ('La Secta Salvada') o 'al-fa'ifa al-masüra' ('El Grupo Victorioso'), la fórmula que emplean los miembros de Daesh para referirse a la organización; o el uso del término 'ghuraba', que define a los que abandonaron a sus familias para hacer la yihad o porque fueron encarcelados, como la propia célula; y expresiones compatibles con la doctrina takfir, una corriente extrema que propugna el exterminio de los considerados infieles.

Foto: Foto: Guardia di Finanza

Una de esas muestras de radicalismo era el uso en las misivas de 'du'a' o súplicas en las que se pide a Alá que interceda por la victoria de la yihad. En una comunicación, Abdeselam Mohamed pidió al dios musulmán que "derribe los aviones, destruya los blindados y hunda los navíos de sus enemigos". "Te rogamos, Señor, que les degüelles, que sus intrigas se vuelvan contra ellos aniquilándolos", escribió Mohamed.

placeholder Detalle de los objetos que podrían usarse para pasar notas entre las celdas.
Detalle de los objetos que podrían usarse para pasar notas entre las celdas.

Achraf redactó otra misiva con un tono similar: “Te rogamos, Señor, que no nos prives de nuestra vista, de nuestro oído y de nuestra fuerza mientras estemos vivos. Te rogamos, Señor, venganza de los que fueron injustos con nosotros, y danos la victoria contra nuestros enemigos, y no hagas que caiga nuestra desgracia en lo relativo a nuestra fe, y no hagas que nos manden los que no son compasivos”.

Las cartas iban adornadas generalmente con la característica bandera del Estado Islámico, un rectángulo negro sobre el que figura escrito en árabe el mensaje: "No hay más dios que Alá" o 'tawhid' y, justo debajo, una reproducción del sello que utilizaba Mahoma, en el que este se identificaba como "mensajero de Dios". Además, en el pie del mástil de la bandera, la célula escribía la palabra 'baqiya' —'permanece', en castellano—, un "grito de guerra" según Europol que procede de uno de los lemas de Daesh ("El Estado Islámico permanece y se expande"), adoptado en 2013 por el califato.

La banda sonora de la yihad

La música también jugó un papel clave en el adoctrinamiento del grupo. Los investigados recitaban continuamente 'anasheed', 'nasheed' o 'nashid', cantos religiosos que constituyen uno de los principales instrumentos de propaganda del Estado Islámico y que suelen utilizarse para acompañar las imágenes de sus atentados y ejecuciones. La organización terrorista ha recurrido tanto a esta fórmula que los ha convertido en un género musical con identidad propia, donde destaca el canto 'a capella', el lirismo de las letras y su melodía armónica. Su función consiste en crear una mentalidad colectiva reforzando ideas como la lucha y el martirio y ensalzando el supuesto heroísmo de los muyahidines o combatientes. Su difusión a través de las redes sociales, con videos llamativos, fue usado por la organización terrorista para lograr que miles de musulmanes europeos se sumaran a sus filas.

Foto: Un fotograma del vídeo inédito revelado hoy por Fiscalía.

Los imputados en la operación Escribano no solo los cantaban, sino que también los escribían compulsivamente. Algunos de los más utilizados eran: "Somos los leones de la batalla", "El estruendo de las espadas cortantes", "¡Mi pueblo! Ya está aquí el amanecer" (considerado el himno de Daesh), "Oh, Estado del Islam, tu luz ha iluminado el mundo", "He tomado mi camino", "Tenemos las espadas afiladas", "Avanza, hermano" y "Tú, que llevas turbante". "Hermanos, se ruega firmeza en esta vía hasta la muerte. Tened paciencia, sed valientes, vendrá la victoria, cerca está. Aunque se alargue nuestro cautiverio. Aunque maquinasen contra nosotros todo lo que quisiesen", dice una de las letras encontradas en las celdas de los investigados.

Además de los ejercicios mentales, los promotores crearon un plan de entrenamientos que llamaron 'Programa patio' para preparar física y militarmente a los miembros de la célula. Uno de ellos, Abdeselam Ahmed, consiguió que cuatro internos, además de cumplir con los rezos diarios, realizaran ayunos varios días a la semana, dejaran de fumar e hicieran deporte mientras recitaban de memorias el Corán y 'anasheed'.

Otro cabecilla, El Gharbi, felicitó a un miembro de la célula por haber puesto en marcha un plan deportivo semanal que incluía el levantamiento de pesas en el gimnasio. "Me hizo feliz ver lo fuerte y valiente que eres, me refiero a tu plan deportivo semanal que te has planteado, sigue así, y ten paciencia, pues estás en plena lucha (…). Lo que les decimos es: ¿acaso creéis que nos vamos a rendir? ¿Acaso pensáis que vamos a bajar los brazos? ¿Acaso esperáis de nosotros que nos cansemos? Todo lo contrario, pues estamos decididos a seguir esta senda hasta la hora del juicio final".

A pesar de que la mayoría de los componentes se encontraban dispersos por diferentes cárceles, el grupo se movilizó para que todos siguieran el programa patio. No era simple deporte. Se trataba de un entrenamiento con instrucción de tipo militar, haciendo un circuito para desarrollar habilidades de combate.

La bandera del Daesh

Para reforzar aún más la autoestima del grupo y llegar a otros reclusos, sus miembros llenaron las cárceles de las banderas, la palabra 'baqiya' y otra simbología del Estado Islámico. El Gharbi pintó en la prisión de Valdemoro signos y lemas de la organización en febrero de 2017. Durante los dos meses siguientes, hizo lo mismo Achraf en el centro penitenciario de Estremera. En septiembre y octubre de 2017, se localizaron en zonas comunes de la cárcel de Mallorca otros mensajes atribuidos a Abdeselam Mohamed. En febrero de 2018, otro miembro de la célula pintó mensajes y banderas del Estado Islámico en la cárcel de A Lama (Pontevedra). En octubre de 2018, El Gharbi de nuevo, que en ese momento ya estaba en Zuera (Zaragoza), escribió soflamas radicales en el reverso de tres espejos.

El Gharbi pintó en la prisión de Valdemoro signos y lemas de Estado Islámico en febrero de 2017

En mayo de 2019, incluso después de la operación de la Guardia Civil, otro recluso del grupo dibujó signos de la organización en un patio interior de la cárcel de Campos del Río (Murcia). Y el año pasado se localizó una bandera de Estado Islámico en una columna de un patio de A Lama cuya autoría se atribuye a otro individuo relacionado con la célula. Las diligencias están repletas de ejemplos. Se hallaron mensajes hasta en las literas de las celdas y apareció una bandera de Daesh en la gorra de un detenido.

placeholder Detalles del patio en el que aparecieron las inscripciones.
Detalles del patio en el que aparecieron las inscripciones.

Las pesquisas han revelado que, para poder coordinarse con mayor eficacia y combatir el desánimo, los líderes de la célula maniobraron para tratar de concentrar a los presos yihadistas en un mismo espacio. Organizaron quejas a Instituciones Penitenciarias y huelgas de hambre para propiciar un reagrupamiento. Su objetivo era crear un frente de cárceles.

Según los expertos de la lucha antiterrorista de la Guardia Civil, "la actividad criminal del grupo supone, más allá de una acción de captación y adoctrinamiento en el marco de los postulados de la organización terrorista Daesh con la finalidad última de incitar a la adscripción ideológica y/o mantenimiento de la militancia en la misma, un potencial riesgo para la seguridad pública, toda vez que el propósito de los investigados es el aprovechamiento de su estancia en prisión para, una vez excarcelados, continuar activos en la militancia yihadista, en un nivel incluso superior al que pudieran tener antes de su ingreso en prisión".

El combate de la radicalización en prisión no termina con la operación Escribano. Hace dos semanas, agentes del Instituto Armado detuvieron a otros tres reclusos que también captaban militantes para el Estado Islámico y llegaron a dar una paliza a un interno de Campos del Río que se negó a formar parte de su célula. El fenómeno está lejos de apagarse.

El Estado Islámico logró colarse en las cárceles españolas y montar una fábrica de potenciales terroristas preparados para atentar en cuanto pusieran de nuevo un pie en la calle. La Guardia Civil desmanteló en octubre de 2018 una célula que adoctrinaba desde dentro a reclusos de hasta 17 centros penitenciarios de todo el territorio nacional y llenó las zonas comunes de las prisiones de banderas y mensajes de la organización yihadista. El resultado de más tres años de investigación en la llamada 'operación Escribano' sitúa en la cúspide de este grupo a cinco internos considerados "promotores" que daban instrucciones por carta al resto de miembros y pusieron en marcha un plan de ejercicios en los patios para adquirir entrenamiento militar.

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