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Dos hiperliderazgos, un profesor de filosofía... Cómo queda el tablero electoral del 4-M
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LA DECISIÓN DE IGLESIAS CAMBIA TODO

Dos hiperliderazgos, un profesor de filosofía... Cómo queda el tablero electoral del 4-M

A la espera de que Ciudadanos confirme a su candidato, previsiblemente Ignacio Aguado, el muestrario electoral de la Comunidad de Madrid está ya hecho, y el perfil de los aspirantes anticipa una campaña visceral

Foto: Foto: El Confidencial Diseño.
Foto: El Confidencial Diseño.

Los dos políticos que mejor se desenvuelven en campañas electorales son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Al primero le costó alcanzar esta habilidad; en concreto, le costó dos batacazos en las urnas (diciembre de 2015 y junio de 2016), la dimisión como secretario general del PSOE, la renuncia al escaño y una resurrección política. Al segundo, en cambio, no le ha costado nada. Aunque sus resultados, elecciones tras elecciones, hayan sido cada vez peores, el líder de Unidas Podemos siempre logra mejorar las expectativas iniciales. Siempre. Afronta el 4-M de la Comunidad de Madrid con esa vitola.

Pablo Iglesias se ha criado (políticamente) en la tensión y en la tensión es donde ha sobrevivido. Gracias a esta estrategia, que consiste, en esencia, en tramar confrontaciones emocionales del tipo el pueblo contra la casta o la anormalidad democrática contra la democracia (esta es reciente), el aún vicepresidente consigue con el tono electoral sacar lo mejor de sí, siempre en términos políticos. Sabe cómo agitar al electorado y el ambiente y, por tanto, superar las encuestas.

En las europeas de 2015 logró entrar en el Parlamento y en las generales de ese año aterrizó en el Congreso con más de 60 escaños y como tercer partido de España y, aunque desde entonces ha ido peor, termina mejor de lo esperado. Cayó en las elecciones de junio de 2016, pero menos de lo previsto; cayó aún más en las de abril de 2019, pero también menos de lo previsto, y cayó aún más en las de noviembre de ese año... Pero menos de lo previsto. Unidas Podemos tiene hoy 35 escaños. Es la mitad de lo que tuvo en su estreno, aunque suficiente para exigir al PSOE un Gobierno de coalición.

Iglesias, al entrar en la contienda electoral del 4-M, ha golpeado el tablero político nacional y obligado a recomponer el madrileño. Queda así por ahora, nombre a nombre.

Isabel Díaz Ayuso (PP)

A sus 42 años, la candidata del PP pretende convertirse en la referencia de su partido a escala nacional, no porque su cargo lo indique, sino por el valor simbólico que persigue. Al decidir el adelanto electoral la semana pasada, en virtud de una hipotética moción de censura que estaría orquestando su exvicepresidente junto al PSOE, la mandataria popular planteó un escenario electoral muy propicio, hasta el extremo de que acaricia la mayoría absoluta. La encuesta que El Confidencial publicó el pasado viernes la situaba cerca dicho escenario.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE) Opinión
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La categoría nacional que representa actualmente Ayuso no solo amenaza con desdibujar o condicionar el perfil de Pablo Casado, sino que además le ha granjeado una popularidad inmensa y un hiperliderazgo. Por ahora es un dique de contención de Vox, que parece que en Madrid no puede crecer más, y la causante de que Ciudadanos bordee la desaparición parlamentaria. Todo apunta a que la derecha se aglutinará alrededor de ella. Apoyada en un discurso 'anti-Sánchez' y en el empleo de un discurso similar al de Santiago Abascal en ámbitos como el feminismo o la consideración del socialismo, el reto pendiente de la dirigente del PP es, acaso, atraer al centro político, algo que la llegada de Iglesias quizá le permita.

Ángel Gabilondo (PSOE)

El más veterano con diferencia, a sus 72 años recién cumplidos. Su forma de hacer política le ha convertido en una 'rara avis', pues mientras los demás buscan el golpe de efecto y la rentabilidad mediática y social media, él se prodigaba en mensajes de moderación y entendimiento.

Precisamente son estos valores los que reiterará sin descanso, porque, al igual que Salvador Illa en Cataluña, el objetivo de Gabilondo es quebrar ese eje de polarización. La llegada de Iglesias se lo ha puesto fácil, aunque es una impresión engañosa. Resulta complicado atraer foco cuando en la escena actúan dos liderazgos como los de Ayuso y el todavía vicepresidente del Gobierno. El catedrátido de Filosofía intentará poner calma y usar más o menos los mismos recursos que le catapultaron a la victoria en las elecciones de mayo de 2019, aunque no pudo gobernar.

Foto: Ángel Gabilondo durante una rueda de prensa. (EFE)

Su problema es que hace apenas tres semanas estaba más cerca de ir al Defensor del Pueblo que de enfrentarse a un nuevo proceso electoral. Ese será su desafío: convencer de que aspira a poner sosiego en Sol, sede de la Presidencia autonómica.

Mónica García (Más Madrid)

Nacida en 1974, García es la revelación política de estos dos años de Ayuso y de pandemia. La medicina es su formación y su profesión, de ahí que durante los meses más duros del coronavirus se haya enfrentado, de cerca, al covid. Con su candidatura, el líder del partido, Íñigo Errejón, busca el factor sorpresa. Ha comprobado que la diputada madrileña conecta con la gente al emplear un lenguaje de barrio, de bar y de calle. Al igual que su jefe, su propósito es poner en la agenda cuestiones como el estado de los servicios públicos y la salud de los madrileños. Intentará apelar a los que sienten en el día a día. ¿Su reto? Precisamente conseguir colocar esos mensajes en una campaña que se prevé visceral. La llegada de Iglesias había puesto en un brete a Más Madrid por la posibilidad de una integración electoral, una opción que tras horas de debate interno, el partido ha decidido rechazar y concurrir así en solitario al 4-M. La fragmentación de la izquierda, en caso de que no haya coaliciones, le puede asestar un duro golpe.

Rocio Monasterio (Vox)

También nacida en 1974, la actual portavoz de Vox en la Asamblea se ha caracterizado por ser una de las voces más populares de su partido, tanto en el ámbito madrileño como en el nacional. Su relación con Díaz Ayuso ha sido un tira y afloja, en tanto que con Cs ha sido sencillamente de desconfianza. A pesar de haber apoyado a la candidata madrileña en 2019 para que fuera presidenta, la influencia de Vox en el bagaje legislativo ha sido escasa, sobre todo porque apenas han salido dos reformas en estos dos años de legislatura. Con los Presupuestos no han podido ponerse de acuerdo, o no han querido.

Monasterio sabe que Ayuso ha taponado la vía de expansión de su partido, pero no renunciará a intentar superar su marcaje con el mismo discurso de siempre, es decir, con apelaciones a lo que llaman en su formación una derecha "sin complejos". Para la dirigente de Vox, la presidenta madrileña es parte de ese PP contemporizador con la "dictadura progre", a pesar de que la propia presidenta es de las que más ha batallado contra esa supuesta supremacía cultural de la izquierda.

Ignacio Aguado (Cs)

El más joven de los aspirantes con 38 años. Aunque no está confirmado como candidato, todo apunta a que sí, después de que Inés Arrimadas le haya mantenido en la cúpula de Cs. En su propio partido hay quienes dudan de su capacidad electoral por haber, supuestamente, jugado mal las cartas como número dos del Gobierno regional. Otros sectores consideran que es el mejor posicionado para la carrera del 4 de mayo precisamente porque, quizá, sea el más creíble a la hora de criticar a Ayuso. Al fin y al cabo conoce las interioridades del Consejo de Gobierno de los últimos dos años.

Pero su gran problema, ya se verá si definitivo problema, es que entre Ayuso, Vox, el PSOE y los desaciertos propios, Ciudadanos es hoy una formación completamente desorientada. Como es lo que transmite, los votantes desconfían. Aguado tendría ante sí el reto de recuperar un espacio propio y hacerlo crecer. Al igual que Gabilondo, hablará de moderación y transversalidad y, sobre todo, de sensatez frente a una Ayuso que, en palabras de los dirigentes naranjas, no lo ha sido. Ciudadanos, también, se juega aquí su ser o no ser en la Asamblea.

Foto: Isabel Díaz Ayuso conversa con el vicepresidente, Ignacio Aguado, en febrero. (EFE)

Pablo Iglesias (Podemos)

A los 42 años, Iglesias intenta una nueva jugada maestra en el campo de juego que más le gusta y en el que mejor se mueve: el electoral. Tras poco más de un año como vicepresidente sin competencias, probablemente cansado de bregar con Pedro Sánchez, ha decidido un desembarco en la Comunidad de Madrid que en realidad intenta conjurar un grave riesgo, el de la desaparición de su partido en Madrid, ni más ni menos que en Madrid. Las encuestas conocidas hasta la fecha sitúan a la marca fuera de la Asamblea. Que ocurra algo así sería el principio del fin tras su desmantelamiento en las elecciones autonómicas y locales de 2019, tras la desaparición en Galicia y tras el declive en el País Vasco.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE) Opinión

El de Iglesias es un hiperliderazgo, tanto que en Unidas Podemos no hay nadie con tanto tirón. La que lo tiene es Yolanda Díaz y ya está postulada para la sucesión a escala nacional. Que Iglesias haya copado el protagonismo y el carisma ha provocado, sin embargo, mucho daño en el partido, pues más allá de su figura no había nada. Quienes estaban con galones han sido apartados, sean los casos de Íñigo Errejón o de Teresa Rodríguez. Su estructura territorial ha ido menguando sin freno y el poder institucional se ha evaporado. Apenas le quedan alcaldías a Podemos y, a su vez, ha ido perdiendo escaños sin parar en los parlamentos autonómicos.

Al decidir desembarcar en la arena política madrileña ha puesto a la presidenta y candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, frente a un espejo. En la campaña del 4-M competirán dos políticos que suscitan rechazo, mucho rechazo, en el electorado contrario. Ambos pondrán los extremos de un paisaje electoral en el que se moverán los demás partidos.

La visceralidad está servida.

Los dos políticos que mejor se desenvuelven en campañas electorales son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Al primero le costó alcanzar esta habilidad; en concreto, le costó dos batacazos en las urnas (diciembre de 2015 y junio de 2016), la dimisión como secretario general del PSOE, la renuncia al escaño y una resurrección política. Al segundo, en cambio, no le ha costado nada. Aunque sus resultados, elecciones tras elecciones, hayan sido cada vez peores, el líder de Unidas Podemos siempre logra mejorar las expectativas iniciales. Siempre. Afronta el 4-M de la Comunidad de Madrid con esa vitola.

Rocío Monasterio Ignacio Aguado Isabel Díaz Ayuso Íñigo Errejón Ángel Gabilondo
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