El Supremo confirma los 26 años y medio de prisión al asesino de Arancha en Azuqueca Henares en 2017
El entonces marido de la víctima asesinó a su mujer mientras se duchaba y, después, se presentó antes sus hijos menores con el arma homicida en la mano asegurando que se iba a quitar la vida
Alrededor de las 7:30 horas de la mañana del 28 de diciembre de 2017, Arancha F. se levantó para darse una ducha antes de irse a trabajar. En su casa, ubicada en la localidad de Azuqueca de Henares, en Guadalajara, también se encontraba su entonces marido, Jesús Antonio Marín García -Rojo, con quien, solo unas horas antes había mantenido una discusión. A pesar de las horas y la obligación de acudir a su puesto, su pareja no había zanjado el debate anterior, por lo que quiso continuar discutiendo con ella en cuanto notó que se había despertado. Así, incluso cuando vio que ella se había metido a la ducha, él continuó con sus argumentos y la siguió hasta el baño. La mujer no pudo siquiera cerrar el grifo del agua, porque antes de acabar, su entonces compañero la agarró fuertemente por el cuello para clavarle un cuchillo. Segundos después, ella murió por 'sock' hipovolémico.
Después de acabar con su vida, García-Rojo salió del baño, entró a la habitación en la que se encontraban los hijos de su pareja —de 12 y 9 años de edad y de seis meses el que tenían en común— y, aún con el cuchillo en la mano, les espetó que había matado a su madre y que ahora él iba a quitarse la vida. No solo lo dijo de palabra, sino que, como muestra de sus intenciones, se colocó el cuchillo en el pecho y, acto seguido, fue a la cocina para coger varios cuchillos y probar con ellos a ponérselos en el cuello. Tras haber presenciado esta escena, el mayor de los menores sufre "trastorno de estrés postraumático" y tiene "secuelas irreversibles" por las que tiene que seguir un tratamiento especializado. Asimismo, la hija de 9 años también un estado disociativo que "limita su expresión emocional, precisando, también, de tratamiento psicoterapéutico especializado",
Según la sentencia, actuó con intención de ejercer dominio sobre ella "por el hecho de ser mujer"
Así lo refleja la sentencia del Tribunal Supremo por la que confirma la condena impuesta por el Tribunal Superior de Justicias de Castilla-La Mancha, que ratificó la dictada por un Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Guadalajara, de 26 años y medio de prisión para García -Rojo por un delito de asesinato con alevosía, con la agravante de parentesco y actuar por razones de género y con la atenuante de arrebato (21 años) y de cinco años y medio de prisión por dos delitos de lesiones psíquicas en las personas de los dos hijos de la víctima.
De acuerdo con el escrito, el condenado actuó "de forma deliberada, consciente y voluntaria, no solo para darle muerte, sino también para aumentar su sufrimiento de forma innecesaria", ya que, a la hora de dar muerte a su pareja, esta trató de defenderse de la cuchillada y, durante el forcejeo, sufrió diversos cortes en manos, rostro y vértebra. Según la sentencia del Supremo, cuando el acusado asesinó a su pareja, se encontraba "en un estado de gran exaltación y acaloramiento" y, de acuerdo con el recurso presentado, actuó con la intención de ejercer el dominio y control sobre Arancha "por el hecho de ser esta mujer".
En su recurso, el condenado denunciaba que se había vulnerado el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y a la presunción de inocencia, alegando que el Jurado había manipulado la realidad, y que no se había acogido su pretensión de actuar en legítima defensa; dos pretextos —especialmente este último— que han sido desacreditados por el Alto Tribunal al no quedar probados.
Alrededor de las 7:30 horas de la mañana del 28 de diciembre de 2017, Arancha F. se levantó para darse una ducha antes de irse a trabajar. En su casa, ubicada en la localidad de Azuqueca de Henares, en Guadalajara, también se encontraba su entonces marido, Jesús Antonio Marín García -Rojo, con quien, solo unas horas antes había mantenido una discusión. A pesar de las horas y la obligación de acudir a su puesto, su pareja no había zanjado el debate anterior, por lo que quiso continuar discutiendo con ella en cuanto notó que se había despertado. Así, incluso cuando vio que ella se había metido a la ducha, él continuó con sus argumentos y la siguió hasta el baño. La mujer no pudo siquiera cerrar el grifo del agua, porque antes de acabar, su entonces compañero la agarró fuertemente por el cuello para clavarle un cuchillo. Segundos después, ella murió por 'sock' hipovolémico.