Sánchez y Casado vuelven a confrontar mientras cierran su primer pacto
El presidente admite que la primera desescalada fue precipitada y el líder del PP acusa al Gobierno de "jalear la violencia", pero pide "ensanchar el espacio de la moderación"
Pablo Casado quiere ser el líder de la oposición y quiere serlo sin retroceder ni un milímetro en su dura crítica al presidente del Gobierno. El líder del PP aprovechó el pleno del Congreso sobre la pandemia para lanzar una especie de censura global de Pedro Sánchez, al tiempo que está a punto de cerrar el primer gran acuerdo con el Gobierno de la legislatura con la renovación de las instituciones. O el reparto de los cargos entre los dos grandes partidos, según la crítica que han hecho otras formaciones como Ciudadanos o Vox que quedan fuera de ese acuerdo. Mientras Casado confrontaba con el Gobierno en el Congreso, su equipo negociaba y redondeaba el acuerdo con Moncloa. Teodoro García Egea y Félix Bolaños no pararon de hablar mientras se celebraba el pleno.
Casado no ha mostrado asomo alguno de acercamiento al Gobierno o cambio estratégico tras las elecciones catalanas y el batacazo del PP. Su único cambio es la rectificación al aceptar entre bambalinas y en negociación reservada con Moncloa la renovación del Consejo General del Poder Judicial y otras instituciones, tras más de dos años de bloqueo. Ha mantenido referencias críticas como “el Gobierno más radical” y sus pactos con independentistas y “los albaceas de ETA”, incluyendo ahora la acusación de que el Ejecutivo “jalea la violencia” por los incidentes de los últimos días tras el encarcelamiento de Pablo Hasél.
"Espero que la Fiscalía permita investigar las decenas de demandas y querellas de profesionales sanitarios y familiares de víctimas, y que no bloqueen una comisión de investigación parlamentaria cuando acabe la pandemia", ha dicho Casado por si había dudas sobre su posición de dureza frente al Gobierno. De hecho, ha sacado toda la retahíla habitual de reproches como la mentira, la radicalidad, los indultos, la gestión de fondos europeos, el Gobierno Frankestein...
Solo después de decir todo eso le ha pedido a Sánchez “ensanchar el espacio de la moderación”. “Yo hice mi parte, consciente de su coste a corto plazo, pero sabiendo que España necesita este proyecto para superar la fractura que sufrimos”, ha dicho en referencia a su discurso de octubre, cuando se enfrentó a Vox en la moción de censura de Santiago Abascal.
Ha ratificado esa estrategia de separación de Vox, admitiendo que puede tener coste electoral, como le ha ocurrido en Cataluña. Pero, mientras Casado decía esto, dirigentes del PP de distintas comunidades autónomas negocian con Vox acuerdos de Presupuestos.
El presidente del Gobierno llegó al Pleno para hablar de la pandemia por primera vez desde el 16 de diciembre, con un mensaje optimista por las vacunas y la llegada de los fondos europeos; con el anuncio de 11.000 millones de euros de ayudas directas a empresas, pymes y autónomos y con un giro argumental en forma de autocrítica: la primera desescalada fue demasiado rápida. Eso le ha servido para justificar que se mantenga el estado de alarma hasta el 9 de mayo y que sean ahora extremadamente prudentes al levantar las restricciones.
Sánchez ha hecho también un llamamiento a la “unidad, la generosidad y la humanidad” de todas las fuerzas políticas en la “recta de salida de la emergencia”, porque "la sociedad está exhausta y espera de la política humanidad". Su tesis sobre la gestión de la pandemia es que están funcionando la cogobernanza y el estado de alarma, pero advirtiendo que en Navidad “no se debió bajar la guardia, ni se debe bajar ahora”.
Solo en las réplicas, el presidente del Gobierno se ha salido del tema de la pandemia para confirmar que reformarán los delitos de opinión y rechazar la violencia, porque "el peor servicio a la libertad de expresión es el recurso a la violencia". También para remarcar que España es una "democracia plena" que ampara expresiones "chocantes e infames", pero no ampara la violencia.
Pablo Echenique ha mostrado su respaldo al Gobierno, pero ha aprovechado para hablar de las discrepancias de la coalición
En su respuesta, el presidente del Gobierno ha invitado a Casado a "recorrer juntos" el tramo final de la pandemia y esta vez ha intentado ser condescendiente con el líder de la oposición. Hasta le ha dicho que "el PP tiene un sitio en la democracia española" y que no se alegra de sus derrotas electorales, pero no ha evitado seguir con el argumento de la identificación entre PP y ultraderecha y lanzar alguna dura acusación como que utiliza a las víctimas de la pandemia y el terrorismo, pese a que "las víctimas son de todos", y que dice "barbaridades" desde la tribuna. También le ha afeado que sugiriera la ilegalización de Unidas Podemos.
Antes, el líder del PP había abierto el foco del debate y, en lugar de centrarse en el estado de alarma y la gestión de la pandemia, ha hablado del 23-F, de la Transición y del Rey emérito al que ha elogiado expresamente por su actuación frente al intento de golpe de Estado.
Casado ha hablado de los años 80, para arremeter contra los que aseguran que quieren acabar con “el régimen del 78” y que, según ha remarcado, apoyan ahora a Sánchez para que siga siendo presidente del Gobierno. Por eso, le ha acusado de dañar el constitucionalismo y ha reivindicado la democracia constitucional frente a "los nostálgicos de las dos Españas".
Sin hablar de la pandemia, ha hecho un recorrido por la historia democrática, para alabar a los presidentes del Gobierno anteriores y arremeter contra Sánchez por tener el Ejecutivo “más radical de los últimos 40 años”, además de acusarle de “tensionar la convivencia” y pactar con independentistas y “albaceas de ETA”, en referencia a Bildu. “Nunca han mandado tanto los que quieren destruir a España”, ha resumido. Casado ha llegado luego al 2020 y 2021 para mantener la crítica global a la gestión que ha hecho Sánchez durante la pandemia, sin referencias a acuerdos posibles.
El líder de Vox, Santiago Abascal, ha endurecido aún más el tono para asegurar que Sánchez ha traído “muerte, ruina y división y ahora también violencia”. El líder de la ultraderecha ha vuelto a lo del “virus chino” por el que “China algún día pagará”, recuperando la teoría de la conspiración sobre la pandemia. También ha arremetido contra el Tribunal Constitucional y, por supuesto, contra Casado, por negociar la renovación institucional, y ha amenazado con otra moción de censura. Curiosamente, su amenaza era contra Casado y no contra Sánchez, que sería el censurado.
En la respuesta Sánchez ha ridiculizado a Vox por su defensa de Trump y otras posiciones hiperbólicas y de extremaderecha y ha interpelado a PP y Ciudadanos por sus acuerdos con quien supone "un peligro".
Pablo Echenique, de Unidas Podemos, ha mostrado su respaldo al Gobierno, pero ha aprovechado para hablar de las discrepancias de la coalición y recordarle a Sánchez la necesidad de tomar “medidas valientes y eficaces porque nos jugamos no solo el futuro del Gobierno de coalición, sino el futuro del país”, alertando de que la alternativa es la ultraderecha. “Del debate surgirán las medidas y tener diferentes posiciones, debatir y llegar a acuerdos, eso sí es normalidad democrática”, ha señalado.
Gabriel Rufián (ERC) también se ha apartado del debate sobre la gestión de la pandemia y ha pedido no criminalizar a los jóvenes que se manifiestan y ha hablado de "una generación que solo ha vivido crisis y precarización".
"Un año después son ustedes un Gobierno sin pulso. No pueden ser solo un Gobierno frente a las derechas", ha reprochado Íñigo Errejón (Más País) a Sánchez.
Inés Arrimadas, portavoz de Ciudadanos, ha dedicado casi toda su intervención a la pandemia, el asunto que provocaba el Pleno y la mayor preocupación de los españoles en este momento por sus consecuencias sanitarias y económicas. Arrimadas ha reivindicado su política de “responsabilidad” y mano tendida, pero ha criticado a Sánchez por eludir sus responsabilidades y dejar todo en manos de las comunidades y por mantener un discurso triunfalista.
Ha ofrecido cuatro pactos a Sánchez: para "prevenir nuevas olas que pueden venir y acelerar la vacunación", para "rescatar a los españoles de la ruina" con ayudas directas, para "cumplir con las reformas que pide Europa" y para subir al 2% el presupuesto en ciencia e investigación.
También Aitor Esteban (PNV) se ha ceñido al tema de la pandemia, para advertir al Gobierno sobre los errores y el ritmo lento de las vacunaciones.
Pablo Casado quiere ser el líder de la oposición y quiere serlo sin retroceder ni un milímetro en su dura crítica al presidente del Gobierno. El líder del PP aprovechó el pleno del Congreso sobre la pandemia para lanzar una especie de censura global de Pedro Sánchez, al tiempo que está a punto de cerrar el primer gran acuerdo con el Gobierno de la legislatura con la renovación de las instituciones. O el reparto de los cargos entre los dos grandes partidos, según la crítica que han hecho otras formaciones como Ciudadanos o Vox que quedan fuera de ese acuerdo. Mientras Casado confrontaba con el Gobierno en el Congreso, su equipo negociaba y redondeaba el acuerdo con Moncloa. Teodoro García Egea y Félix Bolaños no pararon de hablar mientras se celebraba el pleno.
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