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El camarero, la anciana con alzhéimer y 1,5 millones de herencia
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El camarero, la anciana con alzhéimer y 1,5 millones de herencia

La Fiscalía cree que un camarero se aprovechó de la demencia de una mujer para lograr que le nombrara heredero universal de todos sus bienes y le acusa de estafa

Foto: Exterior de la Audiencia Provincial de Valladolid. (Google Maps)
Exterior de la Audiencia Provincial de Valladolid. (Google Maps)

María, a sus 90 años, bajaba todas las mañanas a desayunar al bar de debajo de su casa. No lo hacía pronto, sino a media mañana. Se pintaba y se arreglaba para su ritual. Le encantaba tomarse un chocolate con porras. El camarero, Julio, que no era tonto, se los guardaba cada día, para que nunca le faltasen las propinas, tanto que le apodaban "el chico de las porras". María, elegante, guapa y agradecida, le dejaba siempre buenas propinas. Se notaba que descendía de una familia de abolengo y gran músculo económico de Valladolid. Por entonces arrancaba el año 2017.

Pero María no estaba bien. El cuerpo aún le respondía, aunque le costaba andar, pero la cabeza comenzaba a tener fugas. Una vez casi prende la casa porque estaba cocinando y se olvidó la sartén en el fuego. Menos mal que tenía una chica de ayuda que había contratado su sobrina y que actuó antes de que se pudiese propagar el fuego. Olvidaba los nombres, las direcciones, las calles; e incluso a Julio, el camarero, empezó a convertirle en su hijo y le trataba como tal y eso que su aspecto, saltaba a la vista, delataba su origen cubano. Llegó a decir a su entorno que se lo había devuelto la virgen y, claro, como en su mente había nacido en su seno, si él le pedía algo, ella se lo daba. Al parecer le regaló 1.000 euros para comprarse una televisión y otros 3.000 para arreglar un baño. Otras veces le miraba absolutamente embelesada. De hijo pasaba a convertirse en su amor platónico en su cambiante mente.

Le regaló 1.000 euros para comprarse una televisión y otros 3.000 para arreglar un baño

En agosto de 2017, su sobrina, que siempre se ha preocupado por ella y la había cuidado con extremado cariño, regresó de un viaje al País Vasco y decidió ingresarla en una clínica. Llevaba tiempo teniendo problemas de memoria y de comportamiento y la situación se hizo insostenible. Al día siguiente de su ingreso, tuvo una fuerte crisis de origen mental. A la sobrina le extrañó, preguntó al portero si en su ausencia había sucedido algo fuera de lo normal que pudiera ser el causante de esa crisis y el hombre le respondió: "No he visto nada raro. Solo que a finales de julio, el camarero y un abogado la estuvieron visitando". La sobrina lo dejó pasar sin prestarle demasiada atención ni reparar en el detalle, aunque sí se quedó con la mosca detrás de la oreja.

Tras su ingreso en la residencia estaba tan mal que apenas pasaron unas semanas y hubo que incapacitarla después de que el médico diagnosticara que tenía demencia degenerativa. Durante años su sobrina, fiel, siguió visitándola, cuidándola y sobre todo dándole mucho amor. Finalmente fallece el 28 de junio de 2020. Tras el duelo, su sobrina, que es la tutora legal de su tía, se pone a arreglar sus papeles y de repente se encuentra un certificado de últimas voluntades donde se hacía un nuevo testamento días antes a su ingreso en la residencia. Sorprendida acude a la notaría y allí se niegan a facilitarle una copia, pues ella había dejado de ser la heredera legal. Después de mucha lucha en los tribunales, la sobrina logra su propósito: una copia del testamento. ¿Quién se había convertido en heredero universal? Julio, el camarero, el chico de las porras, el hijo de María tan solo en su imaginación. Como albacea universal aparece un abogado vecino de María, que al entorno familiar ya le suena mal.

Después de luchar en los tribunales, la sobrina logra su propósito: una copia del testamento

Uno de los datos más llamativos es cuando María acude a cambiar su testamento. Ella, que se levantaba siempre tarde y bajaba a desayunar a media mañana, el día en que nombró heredero universal al camarero, un 28 de julio, se supone que se despertó a las 8:00 de la mañana, se arregló y caminó sola hasta la notaría, donde a las 9:30 de la mañana decidió que sus bienes, valorados en un millón y medio de euros, dejaran de pertenecer a su sobrina, que la llevaba cuidando toda la vida, y pasarán a pertenecer a Julio, el chico de las porras. Obviamente, la sobrina, escamada ante lo que tiene una apariencia brutal de estafa, denunció y la Fiscalía entendió que Julio pudo engañar a María y aprovecharse de su demencia para heredar el patrimonio. En los próximos días tendrá que acudir a prestar declaración a los juzgados en calidad de investigado.

María, a sus 90 años, bajaba todas las mañanas a desayunar al bar de debajo de su casa. No lo hacía pronto, sino a media mañana. Se pintaba y se arreglaba para su ritual. Le encantaba tomarse un chocolate con porras. El camarero, Julio, que no era tonto, se los guardaba cada día, para que nunca le faltasen las propinas, tanto que le apodaban "el chico de las porras". María, elegante, guapa y agradecida, le dejaba siempre buenas propinas. Se notaba que descendía de una familia de abolengo y gran músculo económico de Valladolid. Por entonces arrancaba el año 2017.

Alzhéimer Herencia Valladolid
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