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El mismo equipo para el gran objetivo: intentar refundar y unificar el centro derecha
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EL LÍDER CONVOCA CONVENCIÓN PARA OTOÑO

El mismo equipo para el gran objetivo: intentar refundar y unificar el centro derecha

El líder de la oposición espera presentar un proyecto nuevo en la convención de otoño, en la que participarán representantes de la sociedad civil

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)

El cambio de imagen corporativa ('rebranding', en el mundo empresarial) es un recurso recomendado para compañías con problemas reputacionales que buscan reposicionarse para eliminar las connotaciones negativas por una crisis concreta o por una reorientación del negocio. Pero, según describen los tratados empresariales, esos cambios deben ir acompañados de acciones concretas sobre la actividad de la empresa, por ejemplo, orientarse hacia connotaciones positivas como la economía verde o la igualdad.

Un partido está compuesto básicamente por cuatro elementos: sus militantes y votantes; su equipo de dirigentes; sus ideas y estrategias, y, por último, su continente o imagen corporativa, es decir, la sede, las siglas y los símbolos.

Los militantes y votantes no se pueden ni deben cambiar, solo se aspira a sumar más; el equipo de dirigentes solo suele renovarse con procesos traumáticos de primarias, y las ideas y estrategias necesitan de largos procesos de reflexión, de aportación de propuestas y de debate, seguidos de apuestas claras a medio y largo plazo. También la historia forma parte de un partido, pero en el caso del "actual PP" el pasado es sólo un lastre del que quiere desprenderse cada día.

Pablo Casado ha empezado la renovación (su 'rebranding') por el cambio de la imagen corporativa y, más concretamente, de la sede, por las obvias connotaciones negativas. Es como mudar la piel sin tocar por el momento el interior. Se ha resistido durante casi dos años y antes intentó marcar el cambio de época por otra vía tradicional de los partidos, la depuración de dirigentes como Dolores de Cospedal. También con puntos de inflexión, como la ruptura con Vox en la moción de censura de Santiago Abascal, pero, según explican dirigentes del 'actual PP', Casado ha constatado que no era suficiente. Que por más que hable del 'actual PP' y diga que ha roto con el pasado, no termina por ser creíble.

El líder del PP venía estudiando con su equipo hace meses el cambio de sede, por la necesidad de dar imagen de ruptura con el pasado y, sobre todo, por el juicio en la Audiencia Nacional sobre el pago con dinero B de la reforma de Génova. Esto último aceleró la decisión, pospuesta hasta que pasaran las elecciones catalanas.

Foto: Periodistas y reporteros gráficos en la sede del Partido Popular en la calle Génova. (EFE) Opinión
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Cuentan en el entorno del líder del PP que los estudios que hicieron durante el inicio de campaña les daban resultados mucho mejores, pero que la supuesta confesión de Luis Bárcenas marcó una tendencia pronunciada a la baja. No solo por lo que significa reputacionalmente, sino porque rompía la agenda y la posibilidad de lanzar cualquier mensaje de campaña. Por eso, ha anunciado su propósito de no volver a hablar del tema, aunque le perseguirá y no le resultará fácil mantener ese silencio. Y este martes, Casado ha anunciado el cambio de sede, también como señuelo para intentar tapar el efecto del batacazo que ha sufrido en unas elecciones en las que él se implicó como nunca y, por tanto, es parte del fracaso.

Durante meses, algunos dirigentes, sobre todo barones regionales, han pedido cambios profundos con una refundación del partido. Ahora, Casado ha dado un primer paso simbólico, que no es suficiente, pero que era imprescindible. Fuentes de la dirección no descartan, además, abordar a medio plazo un cambio de las siglas y de los símbolos del partido, aunque explican que de momento no está sobre la mesa.

Foto: Alejandro Fernández, candidato del PP en Cataluña, después de conocer los resultados del 14F (EFE)

El modelo extremo sería el de la refundación de 1989, cuando en enero de ese año Manuel Fraga retomó las riendas del partido y Alianza Popular pasó a ser Partido Popular. En septiembre de ese año, José María Aznar culminó el proceso cambiando y modernizando la imagen corporativa del partido y, sobre todo, modificando la definición ideológica en lo que se llamó el 'viaje al centro'.

Ese hipotético camino hacia la refundación culminaría, según los planes de Casado, en una convención en otoño en la que se retocarían principios y estrategias del partido. El líder del PP cuenta con la ventaja de tener margen suficiente de tiempo sin elecciones para dibujar ese proyecto. Una vez pasado el descalabro en Cataluña, las primeras elecciones, en teoría, serán las andaluzas de finales de 2022.

“El objetivo es abrir el proyecto político, incorporando a personas de la sociedad civil que hagan aportaciones para refundar y unificar el centro derecha”, asegura el equipo de Casado.

Foto: Ilustración: El Herrero.

Dirigentes del PP plantean que para ello deben abordarse debates de calado como, por ejemplo, la posición del partido en comunidades como País Vasco y Cataluña, donde hay un fuerte impulso independentista y nacionalista y los populares han sido barridos en las elecciones; el rechazo a derechos sociales que, finalmente, no modifica cuando gobierna, como el matrimonio homosexual, el feminismo, la eutanasia o la memoria histórica. Obviamente, no para dar un giro radical, que no entenderían sus militantes y votantes, pero sí para clarificar su posición y no vivir con incomodidad cada vez que se platean estos asuntos. Y, sobre todo, para formalizar una propuesta económica y política social.

La posición en Cataluña nunca ha sido resuelta por el PP y ha pasado del pacto con Jordi Pujol a la radicalidad de Alejo Vidal Quadras, el catalanismo de Josep Piqué y hasta el intento de opa a Unió. Ningún proyecto del PP en Cataluña ha durado y algunos sectores del PP siempre han mencionado como modelo el galleguismo que promovió Manuel Fraga y que aún sostiene Alberto Núñez Feijóo con óptimos resultados electorales. Dirigentes del PP aseguran que en la actual estrategia se crean marcos sobre el soberanismo o ETA que termina aprovechando Vox con lenguajes aún más simples y contundentes y, además, ya es casi un partido sólo de Madrid.

El objetivo de Casado sigue siendo la reconstrucción del espacio político que va desde el centro hasta la extrema derecha, y está por ver hasta dónde quiere llegar en su voluntad de refundación. Aznar y Rajoy gobernaron y ganaron elecciones cuando no competían con ningún partido en su espectro ideológico y Casado ha tenido que competir con Ciudadanos y Vox. Y, a su vez, con los tres partidos compitiendo es casi imposible un Gobierno alternativo al del PSOE por pura aritmética.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, y el expresidente Mariano Rajoy. (EFE) Opinión
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A Ciudadanos lo ven en el PP en situación de extrema debilidad y, por tanto, con opciones de incorporar cuadros con poder en comunidades autónomas en las que gobiernan en coalición, y constatan que el PSOE retiene aún el centro, pese a gobernar con su izquierda. Con Vox, explican que es imposible ya el acercamiento y, más bien, aumentará el enfrentamiento.

Para esa estrategia, cuenta con el inconveniente de los casos de corrupción que aún se prolongarán en los tribunales, pero en esto su decisión es firme para poner distancia con el pasado, rompiendo prácticamente relaciones con los dos anteriores líderes del PP. Tiene que pasar el trago en marzo de la comisión de investigación de Kitchen.

La otra parte que compone el partido es la de su equipo de dirección. Barones regionales ponen en cuestión especialmente al número dos, Teodoro García Egea, lo que alguien llamó "la teocracia". Sin embargo, fuentes de Génova aseguran que Casado le respalda plenamente y, por eso, le ha citado expresamente en su intervención de este martes y no está previsto ningún cambio en su equipo. De hecho, atribuyen el cuestionamiento de García Egea a la presión por los congresos regionales y provinciales y a la tensión clásica entre la sede central y las autonómicas, desde los tiempos de Francisco Álvarez Cascos, conocido entonces como 'general secretario' del PP.

Añaden que Casado no tiene ninguna intención de hacer cambios o incorporaciones a su equipo. Él mismo, junto a Andrea Levy y Javier Maroto fue incorporado por Rajoy como respuesta a un revés electoral para intentar dar oxígeno al partido, pero por el momento no piensa en esta opción. De momento, porque en el "actual PP" todo es de momento.

Foto: Alejandro Fernández y Pablo Casado en el cierre de campaña. (EFE)

En el final del camino que se inicia con el cambio de sede está por resolver la incógnita sobre el futuro de Casado. Desde que el PP fue refundado en 1989, los dos líderes que ha tenido después el partido, Aznar y Rajoy, han acabado siendo presidentes del Gobierno, mientras que el PSOE necesitó siempre líderes de transición: Joaquín Almunia, entre Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, y Alfredo Pérez Rubalcaba, entre Zapatero y Pedro Sánchez.

De momento, se pierde aquel balcón de Génova en el que el PP celebraba sus triunfos electorales y que vio tantos codazos para salir en las fotos.

El cambio de imagen corporativa ('rebranding', en el mundo empresarial) es un recurso recomendado para compañías con problemas reputacionales que buscan reposicionarse para eliminar las connotaciones negativas por una crisis concreta o por una reorientación del negocio. Pero, según describen los tratados empresariales, esos cambios deben ir acompañados de acciones concretas sobre la actividad de la empresa, por ejemplo, orientarse hacia connotaciones positivas como la economía verde o la igualdad.

Pablo Casado
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