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Distensión en Cataluña y estabilidad en España: lo que Sánchez tiene en juego el 14-F
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ELECCIONES CATALANAS

Distensión en Cataluña y estabilidad en España: lo que Sánchez tiene en juego el 14-F

Sánchez ha apostado muy fuerte en las elecciones. Que Salvador Illa sea el candidato del PSC envía un mensaje claro: la estabilidad en España pasa por empezar a solucionar el conflicto catalán

Foto: El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

La apuesta de Pedro Sánchez por Salvador Illa para romper el tablero político catalán y tener aspiraciones serias de alcanzar la Generalitat revela la importancia que el presidente da a las elecciones de mañana. Cuando lo hizo, envió un mensaje claro: es el momento de distender el conflicto institucional y, de paso, consolidar la estabilidad.

Apartar al ministro de Sanidad de la gestión de la pandemia más devastadora en un siglo para incrustarlo en el frente catalán fue una de esas jugadas que fascinan al mandatario socialista. Es el político más atrevido en el manejo de los tiempos electorales y hasta la fecha le ha ido bien a pesar del bofetón de la repetición de los comicios el 10-N. Los riesgos son evidentes, por supuesto; porque si fracasa, el fracaso resultará estruendoso, pero si gana la victoria también lo será.

Foto: El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, junto a la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, y el portavoz de ERC, Gabriel Rufián. (EFE)

Los interrogantes son tantos que la línea que separa el éxito del fiasco, para Sánchez, es muy fina. La combinación de una serie de factores como la pandemia y el miedo que acarrea entre la población (Cataluña votará mañana con una incidencia del coronavirus 30 veces superior a la que tenían Galicia y Euskadi cuando votaron el 12 de julio) y el hartazgo por una política abocada al bloqueo provocan una expectativa de abstención muy alta. La participación se augura en torno al 60 por ciento. Otro elemento que puede influir es el meteorológico, pues en la mayor parte de Cataluña se prevé que la de mañana sea una jornada lluviosa.

Todo ello junto ha hecho que se aglomere la incertidumbre alrededor de las mesas, en concreto sobre su constitución, y del procedimiento que seguir en caso de que no haya suficientes ciudadanos para formarlas. También se han precipitado una serie de cábalas sobre a quién puede favorecer y perjudicar un elevado índice de abstención. La realidad es que nadie tiene una sola certeza. Los augurios se han apropiado, por tanto, de los estados de ánimo: en ERC hay preocupación porque parece que han llegado desfondados a las urnas; en JxCat predomina la euforia porque incluso acarician (ficticiamente, de momento) la victoria; en el PSC la zozobra está en las alianzas; en el PP el suelo es ya una arena movediza.

El diálogo en Cataluña

Sánchez hizo lo que más le gusta cuando, después de reunirse con Miquel Iceta en la Moncloa, llamó a Salvador Illa para pedirle que fuera el candidato en las elecciones del 14-F. Lo que en el PSOE y en el PSC era impensable semanas antes se convirtió en realidad. El primer secretario de la organización llevaba tiempo mascullando un giro de los acontecimientos. Sus opciones de llevar al socialismo al menos al umbral de la Generalitat eran escasas porque ningún partido en Cataluña pactaría con él, por lo que urgía un golpe de efecto.

Llevar a Illa a Cataluña es una jugada maestra de Sánchez (electoralmente hablando, pues en lo que concierne a una gestión coherente de la pandemia no tiene lógica) porque al menos le permite imaginar dos escenarios: impulsar el diálogo en Cataluña y contribuir a que baje la crispación política y social, por un lado; y asfaltar la estabilidad de España al aglutinar a los aliados parlamentarios, por otro.

El primero necesita a ERC porque es el partido independentista que más claramente ha optado por una vía pragmática: a Esquerra le interesa resetear y construir un marco mental diferente, sin aparcar el objetivo de la secesión. Por ello, colabora activamente en la agenda legislativa del Ejecutivo hasta el extremo de que Gabriel Rufián es un interlocutor habitual de la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra. Es más: el aliado preferente de la dirigente socialista es el diputado catalán, como han confirmado a El Confidencial fuentes de ambos partidos.

Foto: Activistas de Solidaridad en un acto de CCOO y UGT en Madrid. (David Brunat)

La presencia en la ecuación de Esquerra se complementaría con la de En Comù Podem, ya que se garantiza así cumplir el eje por el que más ha luchado la formación liderada en esta campaña por Jessica Albiach: el ideológico. El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, lleva tiempo abogando por generar una red con la izquierda periférica que priorice la ideología, aunque sin menoscabo de la identidad territorial, explicó una fuente perteneciente a la dirección de estas siglas.

Sin embargo, la evolución de la campaña ha ido oscureciendo estas perspectivas porque parece que Illa se ha estancado en los sondeos demoscópicos y Albiach no termina de despuntar, lo que ha alimentado la sensación de que la población catalana está de nuevo inclinada por poner en la agenda las cuestiones territoriales.

Tanto Sánchez como la actual dirección de ERC quieren retomar una mesa de diálogo que solo se ha reunido una vez, antes de la llegada de la pandemia. Fuentes de ambos partidos llevan tiempo lamentando que el 'expresident' Quim Torra y el sector más recalcitrante de JxCat tumbaran la segunda sesión. El propio Rufián salió de su última entrevista conocida con el presidente en la Moncloa con la promesa de que habría una nueva convocatoria en el otoño del año pasado, pero nunca la hubo. Las cúpulas de estas dos formaciones pusieron tanto empeño en negociar el camino hacia el diálogo que hasta convinieron en emplear un lenguaje común: en el PSOE se aceptó el uso del término "conflicto" antes de desatascar la investidura. Sucedió durante aquellas negociaciones de diciembre del 19 y enero del 20.

La estabilidad en España

Si Esquerra queda fuera del tablero porque mañana logra un resultado malo, la aritmética parlamentaria sufrirá las consecuencias. Fuentes de la formación independentista indican que la dirección actual, en especial dos personas, Pere Aragonès y Gabriel Rufián, han fiado su futuro político al desenlace del 14-F. Todo pasa por ganar los comicios; y si no, al menos quedar por delante del dúo Laura Borràs-Carles Puigdemont. Una de las fuentes consultadas usa palabras muy gráficas para representar las diferencias enormes que hay ahora entre ERC y JxCat: "pragmatismo" frente a "magia".

Lo que Sánchez tiene en juego, no obstante, trasciende la aritmética de alianzas en el Congreso. Si a partir del 14-F las esencias independentistas, quizá encarnadas actualmente por la CUP y la formación de Puigdemont, se imponen mañana a las esencias ideológicas, al acuerdo de izquierdas, en España la estabilidad política y institucional puede sufrir un revés importante.

Foto: Iglesias en el acto final de la campaña de En Comú Podem. (EFE Quique García)

En el PSOE temen incluso, a tenor de lo que opinan sus fuentes, que una decepción en Cataluña radicalice a Iglesias y le empuje a enfrentarse con la gestión del Gobierno casi constantemente. Muy dura tendrá que ser la corteza de la dirección socialista para aguantar al líder de Unidas Podemos en su vuelta a los orígenes, como ha demostrado esta campaña catalana. Iglesias es quien mejor maneja la teoría de George Lakoff en 'No pienses en un elefante': ha configurado un marco discursivo capaz de adueñarse de la agenda política.

Cataluña atraviesa una coyuntura delicada. Su economía se encuentra estancada; la pandemia aún no da tregua a pesar de que haya bajado la incidencia y ya esté por debajo de los 400 por cada 100.000 habitantes; y sus instituciones gestionan mal o no gestionan nada. Por si fuera poco, los pronósticos electorales preconfiguran un nuevo bloqueo político a partir de mañana. Salir de ese atolladero es lo que quiere Sánchez, sabedor de que si lo consigue, gracias a su apuesta por Salvador Illa, estabilizará España en gran medida. No lograrlo podría desencadenar lo contrario.

La apuesta de Pedro Sánchez por Salvador Illa para romper el tablero político catalán y tener aspiraciones serias de alcanzar la Generalitat revela la importancia que el presidente da a las elecciones de mañana. Cuando lo hizo, envió un mensaje claro: es el momento de distender el conflicto institucional y, de paso, consolidar la estabilidad.

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