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La campaña agita al Gobierno y obliga a Sanchez a gestos internos tras el 14-F
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MALESTAR POR LAS PALABRAS DE IGLESIAS

La campaña agita al Gobierno y obliga a Sanchez a gestos internos tras el 14-F

Las declaraciones del vicepresidente segundo sobre la "anormalidad democrática" provocan enfado en algunos ministros, y, su vez, PSOE y UP se lanzan a una carrera para registrar iniciativas unilaterales en el Congreso

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo (i), y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias (d). (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), junto a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo (i), y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias (d). (EFE)

Siempre que se escribe o habla de las tensiones internas en el Gobierno de coalición, hay que aclarar que no corre riesgo de romperse, ni se intuye su final, entre otras cosas porque a ninguno de los dos integrantes le interesa poner fin a su acuerdo. Dicho queda.

Sin embargo, en estas semanas, se ha puesto a prueba su resistencia, se ha agitado sobremanera y su desgaste se ha acelerado por la fricción de la campaña electoral. Tanto, que hay ministros que expresan su preocupación y aseguran que, una vez pasadas las elecciones catalanas del 14 de febrero, será necesario que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ponga orden, engrase los mecanismos y resetee en lo posible la coalición con gestos internos.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias (d), interviene en la sesión de control al Gobierno, en presencia del presidente, Pedro Sánchez (i), y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, este miércoles. (EFE)

Primero hacer balance de daños y después recomponer heridas, aunque, según explican fuentes del Gobierno, algunas cicatrices quedarán visibles para el futuro. Y aún queda un par de días de campaña electoral. Tienen la ventaja de que no hay elecciones a la vista de aquí a más de un año.

Durante la campaña, ha habido tensiones sobre la ley que protege a los transexuales, sobre los retrasos para regular la vivienda, sobre las pensiones y sobre ayudas directas a afectados por la pandemia, entre otras.

Hubo tensión por las declaraciones de Pablo Iglesias al comparar la situación de Carles Puigdemont con la de los republicanos exiliados tras el golpe del 36, y en las últimas horas ese fuego se ha avivado con las palabras del vicepresidente segundo sobre la “anormalidad democrática” en España.

Esta última declaración ha provocado profundo malestar en miembros del Gobierno por lo que supone para el exterior, por desautorizar a la ministra de Exteriores y por alinearse con la posición de Rusia, en pleno conflicto con la UE y condena internacional por la detención de un opositor. Caen las declaraciones después de meses de tensiones previas y con la impresión en el sector socialista de que Iglesias ha perdido su papel en el Gobierno tras la aprobación de los Presupuestos y por su falta de gestión y de agenda diaria en el Ministerio.

Y se ha amplificado con la carrera para presentar la reforma legal sobre los delitos vinculados a la libertad de expresión. Sobre las 19:00 del miércoles, Unidas Podemos avisó al PSOE de que al día siguiente presentaría una proposición de ley de reforma del Código Penal; a las 20:56, la Secretaría de Estado de Comunicación informó de que el Gobierno trabaja en un proyecto de ley sobre la misma materia.

Foto: El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, en el Senado. (EFE)

Unidas Podemos ganó en la carrera esta vez, como hace días ganó el PSOE para presentar unilateralmente una proposición de ley para la igualdad de trato y no discriminación, pese a que el Ministerio de Igualdad de Irene Montero trabaja desde hace tiempo en un proyecto de ley idéntico. Los socialistas, además, la han llamado 'ley Zerolo' y la han incluido en el orden del día del pleno de la próxima semana, sin contar con Unidas Podemos y provocando su malestar. Viene la batalla del 8 de marzo, después de un año de división en el feminismo y duros reproches desde el PSOE a Montero por sus posiciones. Los socialistas quieren marcar perfil ideológico sobre una de sus banderas y desde Unidas Podemos se asegura que Calvo y el PSOE no ha aceotado nunca que perdía la competencia de igualdad.

Estas escaramuzas, además del malestar sucesivo de los afectados de cada parte, tienen un efecto legal y legislativo importante: el Gobierno utiliza como nunca las proposiciones de ley de los partidos que lo componen para poner en marcha iniciativas legales, lo que evita pedir informes a los órganos consultivos. Los proyectos de ley que salen del Consejo de Ministros deben pasar por el Consejo de Estado, el Consejo Fiscal o el Consejo General del Poder Judicial, entre otros, mientras que las de los grupos eluden este trámite.

Foto: La ministra de Igualdad, Irene Montero (d), y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, durante el traspaso de carteras al inicio de la legislatura. (EFE)

En privado, socialistas y dirigentes de Unidas Podemos muestran su malestar con la otra parte, con la impresión de que compiten en la búsqueda de batallas para molestar al otro. Así pueden seguir. En público, tanto la ministra portavoz, María Jesús Montero, como el número dos del Grupo Socialista, Rafael Simancas, aseguran abiertamente que todo está motivado por la campaña electoral. “Tenéis que entender que se enmarcan dentro de una campaña electoral”, asegura Montero. Lo cual supone restar valor a las iniciativas del otro, para atribuirlas solo a un interés electoral, y da a entender que en campaña todo se puede decir y es disculpable. Para los socialistas, Unidas Podemos teme sufrir en las elecciones catalanas otro revés como el que ya vivió en Galicia y País Vasco hace meses y, por eso, fuerza la máquina estos días. Es obvia la capacidad y habilidad de Iglesias para marcar la agenda de la campaña.

Lo cierto es que PP y Ciudadanos se enfrentan en Cataluña y hasta se fichan candidatos mutuamente, y mientras, gobiernan en coalición en comunidades y ayuntamientos. La diferencia es que la competición electoral se desarrolla en otro territorio y los contrincantes no son exactamente los mismos. Más cierto todavía es la falta de costumbre sobre la existencia de gobiernos de coalición y, por eso, la falta de práctica puede hacer que la pugna entre partidos se vaya de las manos, según explican.

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Siempre que se escribe o habla de las tensiones internas en el Gobierno de coalición, hay que aclarar que no corre riesgo de romperse, ni se intuye su final, entre otras cosas porque a ninguno de los dos integrantes le interesa poner fin a su acuerdo. Dicho queda.

Pedro Sánchez
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