Es noticia
Misión, salvar a la clase media: la subvención al alquiler puede ser solo el principio
  1. España
LA CLASE PREFERIDA DE LA OCDE

Misión, salvar a la clase media: la subvención al alquiler puede ser solo el principio

Prepárense para ver cada vez más medidas económicas que no apunten a las clases bajas, sino un poco más alto: llega la era de reconstruir las clases medias

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La pasada semana, El Confidencial revelaba que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido destinar su nuevo plan de acceso a la vivienda en alquiler a la clase media. Aunque el plan no aludía explícitamente a dicha clase social, los umbrales de renta bruta a los que va destinado, entre 32.200 y 88.200 euros, junto al recordatorio de que está pensado para aquellos que por su nivel de renta quedan fuera de los requisitos de la vivienda social, apuntan en esa dirección inequívoca.

Foto: Pisos de la EMVS en Arturo Barea.

La medida levantó polémica, al percibirse que se está subvencionando a un sector de la sociedad que no lo necesita. Sin embargo, basta con echar un vistazo a los informes de la OCDE u otros organismos económicos para comprobar cómo tras la década de la Gran Recesión, en la que salió relativamente mal parada, la clase media ha vuelto al debate. En ‘Under Pressure: The Squeezed Middle Class’, publicado hace apenas un par de años, la organización abogaba por la defensa de esta clase social como prioridad política (y, por supuesto, económica). La gran pregunta es, sin embargo: ¿necesita la clase media ser subvencionada? Y ¿qué clase media?

“En materia social, una clase media exitosa y amplia es el pilar mas sólido para la cohesión social, la estabilidad política y el buen gobierno”, escribía Gabriela Ramos, directora de la OCDE, en la introducción de dicho informe. “Sin clase media, no puede haber proyecto-país. El contrato social se diluye y termina por desaparecer, minando la propia democracia. En materia económica, la clase media es la principal responsable del consumo y de los impuestos que financian la inversión en educación, salud, vivienda, protección social e infraestructuras. No hay desarrollo económico sin la consecuente ampliación de los individuos que pertenecen a este grupo social”. ¿Alguien necesita más? Ahí está el programa de Joe Biden, con un detallado capítulo destinado a las “inversiones en la competitividad de la clase media”. Su eslogan: 'Joe Biden se presenta a la presidencia para reconstruir la clase media'.

"Es una medida para clases medias-altas, no medias-bajas"

Pero si hay un concepto resbaladizo por antonomasia, ese es el de clase media. De las muchas vías que se han abierto para intentar definirla (desde lo económico hasta lo moral, pasando por lo sociológico), desde el punto de vista económico, suele considerarse clase media a aquellos que ingresan entre el 75% y el 200% del sueldo medio del país. Una horquilla muy amplia que, para complicar aún más las cosas, no tiene en cuenta, por ejemplo, los distintos niveles de vida de cada comunidad autónoma.

La profesora de Economía de la Universidad de Alcalá Olga Cantó, miembro del grupo de investigación Weipo, saca la calculadora antes de atender a El Confidencial y pone en duda que se trate de una medida para clases medias. Desde luego, no lo es para la clase media-baja. “El umbral inferior es muy alto”, explica señalando esos 32.200 euros de ingresos brutos anuales. Según su aproximación, en la que puede no tener en cuenta otros factores como las pensiones del Estado, “en hogares con un solo adulto, el umbral inferior es elevadísimo, estaría por encima incluso de lo que consideramos como clase alta”. En el caso de los hogares con un adulto y dos niños, la renta estaría encuadrada más cerca de lo que habitualmente se considera clase media-alta.

Es una distinción clave, porque, como recuerda Cantó, mientras que la clase media-alta se ha mantenido bien a lo largo de los años de la crisis, la clase media-baja ha sido una de las que más han sufrido. No toda la clase media es clase media-alta. “Los que lo han pasado mal tanto en la Gran Recesión como ahora están situados en la clase media-baja, en umbrales más bajos que el límite inferior, por lo que los está dejando fuera”, explica. “Si yo diseñara la política, focalizaría en clase media-baja y llegaría tal vez hasta la media-alta”. Al final, añade, se trata de lo que parece más “un rescate a los propietarios que a los inquilinos”.

La clave está, por lo tanto, en esa clase media-baja que ya no lo es. Los datos del informe de la OCDE recordaban que del 3,7% de la clase media que había dejado de serlo en España entre mediados de los ochenta y mediados de los diez, un 3,6% había caído a la clase baja y tan solo un 0,1% había ascendido a la alta. Como recuerda Rafael Feito, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid, hay “una mayoría social descendente en los estratos más bajos de la clase media, que son clase trabajadora manual, camareros, ‘riders’, trabajadores en Amazon o incluso oficinistas”.

"No está mal aspirar a ser una sociedad de clases medias amplias, pero es difícil"

Sin embargo, esta clase media no sería la clase media beneficiada por esta medida. Sin contar con la enésima paradoja, que pone de manifiesto José A. Mansilla, antropólogo y autor de ‘La pandemia de la desigualdad’: que esa clase media ya no es clase media, sino baja y trabajadora.

Todo para la clase media, pero sin clase media

Como ocurre con otros países de nuestro entorno (salvo Reino Unido, que se identifica más con la clase trabajadora), tendemos a identificarnos con la clase media con más frecuencia de lo que nos correspondería, como recuerda Feito. “La clase media es en parte una ideología”, explica. “La ideología de que uno está integrado, de que tiene un nivel de renta que le permite tener un nivel de vida normalizado, una vivienda en condiciones, pagarse unas vacaciones de dos semanas, garantizar que los hijos puedan llegar a la universidad...”. Aunque sea ideológica, añade, es una aspiración legítima: “No está mal aspirar a que seamos una sociedad de amplias clases medias, pero para eso se necesitan muchas cosas, y la realidad es que su estilo de vida es cada vez más caro”.

"En ciudades como Madrid, el precio de la vivienda es alto hasta para la clase media"

La vivienda, las vacaciones, la educación o la sanidad parecían garantizadas para la autoconsiderada clase media, pero ya no lo están. En algunos países como Reino Unido o EEUU, por ejemplo, la universidad se ha encarecido hasta resultar casi inaccesible sin endeudarse. En España, la vivienda es uno de los hitos más evidentes de que la clase media ya no llega a todo. “La vivienda empieza a convertirse en uno de los indicativos de pertenencia a una clase social o a otra”, recuerda el sociólogo. “Sobre todo en ciudades como Madrid o en Londres, el precio de la vivienda es tan disparatado que no puedes acceder a ella ni con un buen sueldo. Supongo que por ahí van los tiros, pero también que el Partido Popular tiene el electorado que tiene, y va dirigido a quienes le van a votar”.

Políticamente, quizá resulta más rentable apelar a medidas de clase media que a soluciones para la Cañada Real, aunque por características económicas se pueda estar más cerca económicamente de ellos. “Cuando Almeida o Ayuso toman estas medias, hablan a su público”, coincide Mansilla. “Por la escasa importancia que tiene, en el sentido de que no va a tener un impacto significativo en el mercado de alquiler, lanzan un mensaje a su galería. ‘Estamos en pandemia, pero nos preocupamos por vosotros’. ¿Quiénes son vosotros? Las clases medias caracterizadas por determinado nivel de ingresos, que son en gran medida votantes de PP y Ciudadanos, el equipo de gobierno”.

“Están escondiendo una transferencia de recursos públicos a un sector en crisis, el del alquiler turístico, como también ocurrió en Barcelona, pero mientras esta se destinó a colectivos en exclusión, en Madrid se hace con las clases medias”, añade el antropólogo. Esa es otra lectura: que más que una subvención a las clases medias, sea un guiño a rentas más altas y propietarios disfrazados de esa clase media indefinida, abstracta y, por ello, fácil de identificarse con ella. Según los últimos datos del CIS, el 70,2% de los españoles se considera clase media, el 20,2% clase obrera, el 4,2% pobre o baja y el 0,3%, clase alta, pero la renta apunta a una distribución en la que la clase baja esta más poblada y la media, menos.

La clase media es, paradójicamente, el síntoma de una sociedad en que el enfrentamiento entre trabajadores y capital se deshace en una amplísima clase que, como escribía Erik Olin Wright, mantiene una posición contradictoria en la que puede tender hacia el mundo del trabajo o el del capital, según cada contexto. Mansilla añade que es parte consustancial al ADN liberal del Gobierno madrileño orientarse hacia el espectro más alto, ya que a diferencia de otros gobiernos “que intentan dar una de cal y otra de arena, aunque tengan unos intereses concretos, en el PP de Madrid no, apuestan por las clases altas y las clases medias que tal vez lo pasen un poco peor que antes”.

¿El dique de contención?

Es un adagio que se repite una y otra vez cada vez que sale el tema de la clase media: ¿es la última barrera frente a la amenaza de turno, en este contexto, el populismo, el auge de la extrema derecha y los desórdenes políticos que surgen en Occidente? “Las desigualdades generan desequilibrios políticos, los fascismos de los años treinta no se pueden entender sin el desempleo masivo”, concede Feito, que prosigue: “La cuestión es que el término ‘clase media’ es tan ampuloso que no se sabe qué es. La mayor parte de España es clase trabajadora, manual, no cualificada”.

Las medidas llegarán a un espectro cada vez más amplio de la población

La capa que precisamente saldrá peor parada de la crisis del covid es esa: “Tenemos un montón de gente en el sector servicios, en la construcción, que es clase trabajadora”, explica. “Otra cosa es que haya una parte de esta clase trabajadora que se considere media porque tiene acceso a una vida normalizada, por así decirlo”. De ahí que el sociólogo piense que cada vez será más común que se vean medidas que lleguen a un espectro más amplio de la población. “Andreas Schleicher, el director del programa de PISA, explicaba en su libro ‘Primera clase’ que durante una reunión con militares de la OTAN se dio cuenta de que la desigualdad estaba dando lugar a graves desequilibrios”, recuerda. “Hay indicios de que si no se da esa respuesta a las desigualdades hirientes, caeremos en los populismos. Como explica Michael Sandel en ‘La tiranía de la meritocracia’, si no tienes estudios, estás perdido”.

“¿Qué hay que desarme más las tendencias de conflicto y de confrontación que una visión de la sociedad en la que todos somos individuos iguales?”, se pregunta Mansilla, aludiendo a la célebre declaración de Margaret Thatcher de que no existe la sociedad, tan solo los individuos. “Cuando se vende que aquí todos somos racionales, maduros, que tenemos las mismas oportunidades, eso se traduce en políticas injustas”. Una visión que se refleja en las aspiraciones de cada modelo de ciudad: “Ninguna gran ciudad quiere ser trabajadora, sino clase media”. El antropólogo cita un frase de Aristóteles para sintetizar la medida: “Tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales”.

Foto: Imagen: EC.

“La clase media-baja es el grupo que cohesiona la sociedad, un grupo muy grande que en algunos casos llegó a traspasar el umbral de la pobreza”, concluye Cantó. “Son los hogares clave para la cohesión, además de cubrir a los más necesitados a través de medidas como la renta mínima, tienes que cuidar ese grupo, porque es el que organiza la sociedad. Entendería la política orientada a ese grupo, pero los números me dicen que se orienta hacia clases más altas. Desde luego, no a la clase media que más cohesiona”.

La pasada semana, El Confidencial revelaba que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido destinar su nuevo plan de acceso a la vivienda en alquiler a la clase media. Aunque el plan no aludía explícitamente a dicha clase social, los umbrales de renta bruta a los que va destinado, entre 32.200 y 88.200 euros, junto al recordatorio de que está pensado para aquellos que por su nivel de renta quedan fuera de los requisitos de la vivienda social, apuntan en esa dirección inequívoca.

Social Vivienda Barómetro del CIS Mercado inmobiliario
El redactor recomienda