La fiebre por la sal de deshielo, el objeto de deseo nº1 en España tras el paso de Filomena
El paso de la borrasca Filomena mantiene paralizado medio país, incluida la capital. Todo el mundo quiere abastecerse de sal de deshielo, pero cuando la nieve ya ha caído es demasiado tarde
La paradoja de una empresa que venda actualmente sal para deshielo en España es que puede tener sus almacenes llenos de sacos y no ser capaz de darles salida porque las carreteras estén cubiertas hasta arriba de nieve. Algo así le ha pasado a Aguanorte, una empresa de San Sebastián de los Reyes que en este inicio de año ha colocado en tres días lo que habitualmente venden en todo el invierno, alrededor de 60 toneladas.
"Solo aquellos que fueron previsores y vinieron antes del temporal pudieron llevarse sal, desde entonces es imposible", explica a El Confidencial Javier Muñoz, representante de la empresa. Durante los últimos días han recibido más llamadas de las que podían atender, pero incluso antes de que llegara la peor nevada del último medio siglo sufrieron una rotura en el 'stock' de sal para deshielo, ya que desgraciadamente los camiones que les traían más sal desde Torrevieja "se habían quedado atrapados y no podían llegar hasta Madrid".
Lo mismo le está sucediendo a otras muchas empresas, que han tenido que colgar en sus páginas el cartel de "sin stock hasta próximo aviso". Otras tienen un número de contacto para emergencias, pero tras varios pitidos una voz advierte: "Lo sentimos, el buzón contestador de este número está lleno".
La fórmula detrás del éxito de esta materia prima —actualmente la más deseada en media España— es sencilla: la sal baja de los 0 ºC la temperatura de congelación del agua, que en función de la concentración podría permanecer líquida con incluso -15 ºC de temperatura. Por suerte, basta con mucho menos cantidad para que a temperaturas de -9 ºC, que es lo que tuvo ayer Madrid, la milenaria mezcla haga su magia y permita habilitar carreteras y aceras. Pero elementos fundentes hay muchos; la otra clave es que la sal a granel es razonablemente económica y fácil de transportar.
"Nos está llamando muchísima gente pidiendo un único saco de 25 kilos"
Eso sí, es muy importante adquirirla antes de que caiga el primer copo. Muñoz revela que Filomena ha cambiado de un día para otro el tipo de cliente que se pone en contacto con ellos. "Nos está llamando muchísima gente pidiendo un único saco de 25 kilos, pero vaya, aunque hubieran pedido 500 kilos, tampoco lo habríamos podido traer", explica desde su domicilio en Madrid capital, dado que aún es imposible llegar hasta la sede de la compañía.
El producto no podía llegar
El problema no es de oferta ni de demanda, sino de desconexión entre ambas. Las dos principales salineras productoras de sal de deshielo en España están en la localidad alicantina de Torrevieja y en Remolinos, Zaragoza. La primera es propiedad de la Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja, de capital francés, y la segunda de la empresa Ibérica de Sales.
Precisamente ayer se celebraba que un convoy de 80 camiones con un cargamento de 3.500 toneladas de sal procedente de Torrevieja llegara al fin a Madrid para auxilio de los cientos de calles que siguen todavía atascadas por la nieve caída a lo largo del fin de semana pasado. La sal para carreteras es esencialmente el mismo cloruro sódico que usamos en la cocina, solo que no ha sido tratada para consumo humano. "Nosotros habitualmente trabajamos con sal para piscinas, pero en invierno tenemos unos cuantos clientes habituales a los que servimos sal para deshielo", dice Muñoz. "Es la misma sal solo que un poco más gruesa". En el caso de Madrid será mezclada con arena o gravilla para dotarla de mayor adherencia.
La sal es un elemento clave para el Ministerio de Fomento en el mantenimiento invernal de las carreteras. Según datos de la industria salinera, por ejemplo, en los 302 kilómetros que separan Bilbao de Zaragoza por la autovía AP-68 hay una estrategia de aprovisionamiento de sal para deshielo con seis silos de 60 toneladas, ocho almacenes que albergan 3.300 toneladas y otros tantos depósitos con entre 90.000 y 180.000 litros de salmuera. Se calcula que en una situación como esta son necesarios unos 55 kilos de sal por kilómetro de carretera.
Un informe del Instituto de la Sal al que este periódico ha tenido acceso indicaba en 2016 que "la amplia distribución de los depósitos de sal en la península ibérica significa que hay una fuente de sal cerca de los usuarios. Esto tiene gran importancia al minimizar los costes de transporte y su impacto medioambiental. Sin embargo, el transporte sigue siendo un reto en el suministro de sal", particularmente la capacidad de suministrar los pedidos en menos de 48 horas en situaciones de urgencia.
Una industria milenaria
Incluso sin borrascas como Filomena, España dedica más sal a descongelar carreteras que a darle sabor a la comida. Aproximadamente el 7% de los 5,2 millones de toneladas anuales se dedica al deshielo frente al 4% que va a uso alimentario, que además de la sal de mesa incluye también la empleada en conservas o salazones.
"Durante muchos siglos y hasta el siglo XIX las salineras han sido de propiedad estatal, hasta que se hizo el desestanco de la sal, se privatizaron y apenas quedaron en manos del Estado dos o tres salinas, una de ellas la de Torrevieja", explica la bióloga Katia Hueso, directora del Instituto del Patrimonio y los Paisajes de la Sal. "Es la que más sal produce de España por evaporación solar, porque luego hay minas bastante potentes en cuanto a producción donde destaca la de Remolinos, cuyo gran negocio es la exportación de sal de deshielo para otros países".
Ibérica de Sales también se halla desbordada estos días. Según contaba a 'La Información' esta semana una de las empleadas en el almacén de la salinera maña, "hay acopio de sal suficiente, pero todo el mundo viene ahora y casi no podemos atender a todos. Nos falta tiempo, no sal", que venden a un precio de 90 euros la tonelada.
La industria de la sal de deshielo puede ser poco 'sexy', pero estos días su producto se ha convertido en un unicornio. Casi como la vacuna del coronavirus, la sal de deshielo es el símbolo de la normalización tras las tremendas nevadas que han cubierto de blanco el centro de la península.
Su historia también contiene episodios muy reseñables. Por ejemplo, gran parte de la sal de deshielo que en estos momentos cubre ya las calles de Madrid procede de un curioso proyecto de ingeniería, inaugurado en 1973 como fruto del desarrollismo franquista, y que conectó las salinas costeras de Torrevieja con la laguna de Pinoso, situadas a unos 55 kilómetros al interior, y conectadas mediante un salmueroducto.
"La laguna de Torrevieja obtiene un 75% de su producción del salmueroducto, que trae una salmuera con una concentración mucho más alta de lo que tendría una laguna costera natural", explica Hueso. "La concentración que tiene el agua de mar es de 35 gramos de sal por litro, mientras que una laguna de interior puede tener fácilmente el triple. Como no tienen que evaporar tanta agua, la producción es más rápida y eso es parte del éxito de estas salinas", las que más sal de deshielo producen de España.
Muñoz, como los demás, espera con inquietud a que los camiones lleguen finalmente a las instalaciones de su empresa, pero al mismo tiempo sabe que ese momento marcará el fin de la fiebre por la sal de deshielo. Estas empresas gozarán a partir de hoy de una brevísima ventana de oportunidad para hacerse de oro, el tiempo que transcurrirá entre que la sal llegue desde Alicante, Zaragoza y las muchas otras salineras menores, hasta que el hielo y la nieve se fundan por completo y ya solo los clientes habituales se acuerden de ellos. O al menos, hasta la próxima borrasca invernal.
La paradoja de una empresa que venda actualmente sal para deshielo en España es que puede tener sus almacenes llenos de sacos y no ser capaz de darles salida porque las carreteras estén cubiertas hasta arriba de nieve. Algo así le ha pasado a Aguanorte, una empresa de San Sebastián de los Reyes que en este inicio de año ha colocado en tres días lo que habitualmente venden en todo el invierno, alrededor de 60 toneladas.