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Agentes secretos, antidisturbios y alcantarillas: así evita la Policía asaltos al Congreso
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Agentes secretos, antidisturbios y alcantarillas: así evita la Policía asaltos al Congreso

El desarrollo de la figura del agente encubierto informático y otras herramientas de análisis permiten prevenir amenazas y establecer dispositivos para anular escenarios indeseables

Foto: Manifestación de taxistas a la entrada de la Carrera de San Jerónimo. (EFE)
Manifestación de taxistas a la entrada de la Carrera de San Jerónimo. (EFE)
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El asalto al Capitolio de Estados Unidos ha traído a la memoria colectiva española la concentración masiva denominada "Rodea el Congreso" convocada en 2012 por colectivos de extrema izquierda que congregó a miles de personas a las puertas de la Carrera de San Jerónimo. Más de 1.500 policías protegieron la zona y todo acabó en enfrentamientos entre manifestantes y agentes que concluyeron con más de una treintena de detenidos y cerca de 70 heridos entre funcionarios y ciudadanos. La protesta fue alentada por algunas autoridades políticas, lo que multiplicó la concurrencia, algo similar a lo que ha pasado en Washington, aunque en esta última ciudad la previsión ha brillado por su ausencia en un edificio federal cuya protección depende del propio Gobierno presidido por Donald Trump, que horas antes del asalto había alentado a sus seguidores a "marchar" hacia el Parlamento.

¿Sería posible un asalto similar al sufrido por el Capitolio hoy en el Congreso de los Diputados? Los expertos consultados entienden que la seguridad total no existe, pero que desde entonces ha evolucionado mucho todo lo relacionado con la protección de la cámara baja española. Tanto en defensa estática de los edificios como en capacidad de reacción ante hechos inesperados y de prevención de posibles amenazas, la Policía Nacional ha desarrollado líneas de actuación que mejoran sustancialmente sus posibilidades. En el último de los citados puntos es quizá donde haya habido más avances desde que tuvo lugar la masiva manifestación de 2012. Tres años después de la concentración, el Congreso aprobó una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (Lecrim) que dio cobertura jurídica a la figura del agente encubierto informático.

Foto: Dos policías observan a través del vidrio roto de una de las puertas del Capitolio. (EFE)

El punto 6 del artículo 282 Bis de la norma habilita al juez instructor para "autorizar a funcionarios de la policía judicial para actuar bajo identidad supuesta en comunicaciones mantenidas en canales cerrados de comunicación con el fin de esclarecer" delitos. "En el curso de una investigación llevada a cabo mediante agente encubierto, el juez competente podrá autorizar la obtención de imágenes y la grabación de las conversaciones que puedan mantenerse en los encuentros previstos entre el agente y el investigado, aun cuando se desarrollen en el interior de un domicilio", completa el punto 7 del citado artículo, que ha sido explotado por los servicios de análisis de información de la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia para, entre otras cosas, detectar concentraciones sospechosas que puedan suponer una amenaza para la seguridad.

Gracias a esta habilitación legal, agentes de la Policía Nacional han conseguido infiltrarse en grupos de redes sociales, de WhatsApp o de Telegram con especial sensibilidad a la radicalización. Se han hecho pasar por seguidores de esas mismas ideas y procedimientos que defienden los administradores de los grupos y han logrado monitorear sus conversaciones para tratar de detectar movimientos sospechosos que puedan suponer un desafío a la seguridad. Los agentes encubiertos registran toda la información que apunte en esta línea y la pasan a los centros de análisis, que aplican técnicas de inteligencia policial para concluir ante qué tipo de amenaza se enfrentan las fuerzas del orden. En función del nivel de riesgo, la Policía Nacional dispondrá de un dispositivo o de otro.

Foto: Algunos de los asaltantes han sido identificados y despedidos (EFE/Jim Lo Scalzo)

En paralelo a estas técnicas digitales, los agentes de los servicios de información llevan a cabo las tareas tradicionales que complementan los resultados de estas novedosas estructuras de infiltrados. "Antes los malos quedaban a escondidas, pero ahora lo hacen vía digital", explica uno de los expertos policiales consultados por El Confidencial que prefiere permanecer en el anonimato. Esta labor de prevención permite, por lo tanto, establecer los operativos adecuados para placar cada amenaza y evitar sustos como el que ha tenido lugar en el Capitolio, que las fuentes preguntadas califican como un "error de inteligencia". "Los radicales más conocidos tenían perfiles públicos en redes sociales", aseguran sorprendidas las mismas fuentes, que consideran que tenía que haber habido un seguimiento de estas cuentas por parte de las fuerzas de seguridad norteamericanas.

Sin embargo, la prevención no es el único desarrollo experimentado por la Policía Nacional, responsable de la competencia de seguridad en la capital de España, desde 2012. La experiencias del Rodea el Congreso y de posteriores marchas convocadas en Madrid que también acabaron con numerosos detenidos y heridos permitieron a los especialistas incrementar las medidas para proteger la sede parlamentaria, que regularmente está sometida a continuas inspecciones gracias a los departamentos de guías caninos de la Policía Nacional, de expertos en exploración del subsuelo, de tédax, de funcionarios destinados en las áreas que sobrevuelan el cielo de la ciudad o de miembros de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana que patrullan las calles y el interior de las dependencias.

Antidisturbios en reacción

Cuando hay algún evento extraordinario en la cámara baja, los dispositivos mencionados se intensifican con más personal y más medios con el fin de evitar todo tipo de imprevistos. Tras Rodea el Congreso, además, la Policía amplió los denominados círculos de seguridad, lo que se tradujo en una extensión del perímetro vallado –concepto incluido en el de seguridad estática– que se sitúa alrededor de la cámara baja. En función de la sesión parlamentaria, ese contorno puede amplificarse más o menos y se combina, por supuesto, con las medidas de vigilancia de las zonas adyacentes (bocas de metro, portales, etc.) y de la mencionada prevención realizada por los servicios de inteligencia.

Además, en Madrid hay un grupo de antidisturbios en situación permanente de alerta, lo que en el argot policial se denomina "en reacción", siempre preparado para entrar en acción ante hechos inesperados que puedan tener lugar en alguna infraestructura crítica, como las estaciones eléctricas, las de autobús o ferrocarril, el Museo del Prado o el citado Congreso, entre otras. En apenas cinco o diez minutos, depende de la distancia y del tráfico, el grupo puede personarse en el lugar que requiere de su apoyo. En la cámara baja, además, hay otro grupo permanente de miembros de las Unidades de Intervención Policial, el nombre técnico de los antidisturbios. En esos pocos minutos, por lo tanto, pueden concentrarse casi un centenar de agentes expertos en la contención de masas.

Foto: Concentración Rodea el Congreso, en la plaza de Neptuno de Madrid convocada por la Coordinadora 25-S en 2012. (EFE)

Los antidisturbios, además, reciben el apoyo inmediato de sus 'hermanos pequeños', las denominadas Unidades de Prevención y Reacción, que también en escasos minutos acuden a respaldar su actuación. "Hemos aprendido a ensayar la improvisación", explican las citadas fuentes, que sitúan el episodio de Rodea el Congreso como un hito de aprendizaje, pero que también recuerdan el 11M, otro de los momentos que supusieron un punto de inflexión en el planteamiento de la seguridad en España, que modificó protocolos de reacción y desarrolló nuevos ámbitos de actuación antiterroristas.

El asalto al Capitolio de Estados Unidos ha traído a la memoria colectiva española la concentración masiva denominada "Rodea el Congreso" convocada en 2012 por colectivos de extrema izquierda que congregó a miles de personas a las puertas de la Carrera de San Jerónimo. Más de 1.500 policías protegieron la zona y todo acabó en enfrentamientos entre manifestantes y agentes que concluyeron con más de una treintena de detenidos y cerca de 70 heridos entre funcionarios y ciudadanos. La protesta fue alentada por algunas autoridades políticas, lo que multiplicó la concurrencia, algo similar a lo que ha pasado en Washington, aunque en esta última ciudad la previsión ha brillado por su ausencia en un edificio federal cuya protección depende del propio Gobierno presidido por Donald Trump, que horas antes del asalto había alentado a sus seguidores a "marchar" hacia el Parlamento.

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