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Cinco pioneras y un hito pendiente: "Que no sea noticia que una jueza preside el Supremo"
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LAS PRIMERAS JUEZAS DE LA SALA DE LO SOCIAL

Cinco pioneras y un hito pendiente: "Que no sea noticia que una jueza preside el Supremo"

Con los partidos en plena negociación para renovar el Consejo General del Poder Judicial, El Confidencial entrevista a cinco magistradas del Supremo para repasar sus trayectorias

Foto: De izquierda a derecha, las magistradas María Luz García Paredes, María Lourdes Arastey Sahún, Milagros Calvo, María Luisa Segoviano y Rosa María Virolés.
De izquierda a derecha, las magistradas María Luz García Paredes, María Lourdes Arastey Sahún, Milagros Calvo, María Luisa Segoviano y Rosa María Virolés.
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El 19 de abril de 2018, el Supremo emitió por primera vez una sentencia que solo firmaban mujeres. Vestidas de paisano y rodeadas por pilas de documentos, las juezas inmortalizaron el momento con la fotografía que encabeza este artículo. La mesa la preside Milagros Calvo, que en 2002 se convirtió en la primera magistrada de la historia del Alto Tribunal. Junto a ella, Rosa María Virolés, María Lourdes Arastey, María Luz García Paredes y María Luisa Segoviano, que en 2020 se convirtió en la primera jueza en presidir una Sala del Supremo, la de lo Social. Todas son pioneras en un tribunal dominado por hombres, una institución que en sus más de 200 años de historia jamás ha sido presidido por una mujer. Con los partidos negociando la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ese es un hito que queda pendiente.

Calvo (1947, Valladolid) recuerda el debate que abrió a las mujeres las puertas de la judicatura en España. Fue en 1967, cuando se encontraba en la universidad. "Recuerdo perfectamente el aula en la que estábamos. Suscité la cuestión de que estaban en las Cortes debatiendo un proyecto por el que las mujeres podían acceder a la carrera judicial. Les dije a los compañeros: '¿Por qué no mandamos telegramas de apoyo a las Cortes y tal y cuál?'. Y nada. Hubo la típica risilla y no me hizo caso nadie. Es más, hubo algún comentario de 'a nosotros qué nos importa'. Claro, estaba hablando con hombres". 35 años después, hizo historia al acceder a la Sala de lo Social del Supremo en una ceremonia que tampoco olvida: "Tuve cuidado por si un tacón traicionero se apalancaba en la rejilla de la calefacción. Estaba en alerta alfa".

placeholder Lourdes Arastey, Maria Luisa Segoviano, Milagros Calvo, Rosa Virolés y Maria Luz García Paredes, tras emitir la primera sentencia de la historia del Supremo sin la firma de un magistrado varón.
Lourdes Arastey, Maria Luisa Segoviano, Milagros Calvo, Rosa Virolés y Maria Luz García Paredes, tras emitir la primera sentencia de la historia del Supremo sin la firma de un magistrado varón.

Segoviano (1950, Valladolid) siguió sus pasos y estudió en la Universidad de Valladolid. No tuvieron relación en la facultad, pero sus caminos volvieron a cruzarse en Bilbao en los años ochenta, cuando ya ejercían como magistradas de Trabajo: "Salíamos de comida, de cena... Con ella [Calvo] estaba además de letrada de la Administración de Justicia una hermana mía". Sus primeros años en el País Vasco también estuvieron marcados por ETA y los asesinatos de compañeros: "Eran los años sombríos. Había cuestiones francamente inquietantes, días que de repente llegaba un aviso de que habían puesto una bomba", señala Segoviano. Cuando Calvo se trasladó de Bilbao a Madrid, el cambio de ciudad también fue motivo de celebración en su familia: "Me has devuelto los 10 años de vida que me habías quitado", le llegó a decir su madre.

En julio de 1988, Calvo se incorporó así al Tribunal Central de Trabajo, más tarde rebautizado como Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Segoviano hizo lo propio en el de Castilla y León, donde se convirtió en la presidenta de la Sala de lo Social en 1997: "Aprendí cómo hay que dirigir un órgano colegiado, que no siempre es fácil: que en las deliberaciones haya armonía, un consenso... Todas esas cosas. Y luego perteneces a la Sala de Gobierno del TSJ, que ahí también hay sus problemillas". Con esa experiencia a sus espaldas, terminó por dar el salto al Supremo en 2006: "En nuestra Sala solo estaba Milagros. Después estaba Encarna Roca en la Sala Primera, y en lo Contencioso Margarita Robles y Celsa Pico... En lo Penal y Militar no había nadie, así que esas eran las mujeres que había hasta que llegamos Virolés y yo".

Foto: El carné de la magistrada Milagros Calvo, tras convertirse en 1984 en titular de la Magistratura de Trabajo número 1.

Rosa María Virolés (1951, Tarragona) aparece en la fotografía a la izquierda de Segoviano. Doctora en Derecho por la Universidad de Barcelona, ella pasó por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. "Primero fui letrada de la Administración de la Seguridad Social, después letrada del Estado y después accedí a la carrera judicial. En el 90 hice la especialidad por oposición, con lo que fui la primera especialista que ocupó una plaza como tal en un tribunal superior". Virolés mantuvo este puesto hasta 2006, cuando accedió al Supremo junto a Segoviano. "La rejilla de la calefacción era para matarse", recuerda entre risas. "Ya nos había llegado el rumor de que a alguna magistrada se le había enganchado el tacón, así que fuimos a ensayar... O no llevas tacones o vas un poco de puntillas para no engancharte", confiesa su colega.

La siguiente en llegar fue María Lourdes Arastey Sahún (Tarragona, 1959), que en la fotografía aparece a la derecha de Calvo. Al igual que Virolés, se licenció en Derecho en la Universidad de Barcelona y dio el salto a la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en 1990, destino que cambió en 2009 por el Alto Tribunal: "Tienes la sensación de entrar en un mundo de hombres". En los más de 11 años que lleva en el Supremo, esa idea se ha visto reforzada al ver cómo algunos la tutean en los pasillos —trato que no se extiende a sus compañeros varones— o al verse obligada a tachar el “Excmo. Sr. D.” de las providencias para ponerlo en femenino una y otra vez. "Los nombramientos discrecionales ponen de relieve que algo falla y sigue fallando... Lo vemos nombramiento a nombramiento, con porcentajes para analizar".

placeholder La Sala de lo Social del Supremo con Calvo, Virolés y Segoviano
La Sala de lo Social del Supremo con Calvo, Virolés y Segoviano

La fotografía la cierra María Luz García Paredes (1955, Cigüenza). Ella se incorporó a la Sala de lo Social en 2018, pero sus años primeros años en el Alto Tribunal se remontan a 1992. "Yo fui la primera magistrada en el gabinete del Supremo de entonces, que era Pascual Sala. Aspiramos dos varones y yo, que fui elegida". También ha ejercido como decana de los juzgados de lo social de Madrid y como vocal suplente del Consejo General del Poder Judicial, además de presidir la sección cuarta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Pese a ello, no olvida los puestos que no logró alcanzar por el camino: "Pedí la presidencia de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional y no me la dieron... Yo no soy asociada y me costó bastante llegar a este tribunal. Lo pedí varias veces y cuando me nombraron no me lo esperaba".

En un tribunal en el que por cada magistrada hay más de cinco magistrados, hacerse con una plaza no es sencillo. La Sala de lo Social ha llevado la delantera y en 2019 logró la paridad con seis juezas, pero es la excepción. Como expertas en controversias que afectan a trabajadores y empresarios, las cinco magistradas que protagonizan este artículo conocen mejor que nadie las dificultades que acompañan a las mujeres tanto en la judicatura como en otros sectores. "Falta comprensión. Ahora se introduce la perspectiva de género, pero no se está captando qué es realmente la perspectiva de género. Hemos pasado a introducir las palabras sin significado. Se habla de conciliación, pero siempre con mujeres, siempre mezclado con las mujeres. Y no, no puede ser: hablar de conciliación es hablar de personas", critica Arastey.

Segoviano también reconoce que queda mucho por hacer: "Todavía faltan pasos. El paso fundamental es que no sea noticia que una mujer accede al Tribunal Supremo, que una mujer accede a la presidencia de una Sala del Tribunal Supremo o que una mujer pueda acceder un día de estos a la presidencia del Tribunal Supremo...". Pero para que deje de ser noticia, antes hace falta que el Supremo tenga una mujer como presidenta por primera vez en su historia.

El 19 de abril de 2018, el Supremo emitió por primera vez una sentencia que solo firmaban mujeres. Vestidas de paisano y rodeadas por pilas de documentos, las juezas inmortalizaron el momento con la fotografía que encabeza este artículo. La mesa la preside Milagros Calvo, que en 2002 se convirtió en la primera magistrada de la historia del Alto Tribunal. Junto a ella, Rosa María Virolés, María Lourdes Arastey, María Luz García Paredes y María Luisa Segoviano, que en 2020 se convirtió en la primera jueza en presidir una Sala del Supremo, la de lo Social. Todas son pioneras en un tribunal dominado por hombres, una institución que en sus más de 200 años de historia jamás ha sido presidido por una mujer. Con los partidos negociando la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ese es un hito que queda pendiente.

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